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Entrevista con el comandante talibán mullah Yunus Saheb

Habla el jefe de los kamikazes

Fuentes: Peace Reporter

Traducido para Rebelión y Tlaxcala por Gorka Larrabeiti

Tras semanas de negociaciones para obtener la entrevista y un largo y duro viaje para alcanzar el lugar acordado, el comandante talibán mullah Yunus Saheb -uno de los más estrechos colaboradores del mullah Omar- nos acoge en una habitación desnuda, sentado con las piernas cruzadas sobre unos cojines ajados que cubren el suelo. En el bolsillo, bajo la capa, lleva dos teléfonos celulares y un teléfono satelital. En la mano tiene un rosario islámico que desgrana continuamente entre los dedos. No está armado. Nos explica que el mullah Omar ha aprobado la entrevista después de haber leído las preguntas, pero que otros comandantes han expresado seria contrariedad porque «de un extranjero uno jamás se puede fiar».

También él parece desconfiado y, a ratos, huraño.

Dice que no entiende por qué los países europeos se han sumado a las guerras de Bush, pero lo que más le extraña es que la prensa se haya alineado sin sentido crítico con la propaganda de EE.UU.

Mientras hablamos, el almuédano llama a oración. Él se interrumpe, va a lavarse las manos y la cara en una palangana, extiende una alfombrita en el suelo y empieza a rezar mirando a la Meca.

Terminada la oración, vuelve a sentarse y nos dice: «Podemos empezar».

Peace Reporter: Es la primera vez que un periodista occidental entrevista a un comandante talibán de tan alto nivel. Hasta ahora su organización siempre se ha comunicado a través de un portavoz sólo. ¿Por qué ha decidido conceder esta entrevista?

Mullah Yunus Saheb: El Mullah Omar me ha autorizado a hablar con ustedes con el fin de que el mundo conozca la verdad sobre los talibanes y sobre Afganistán.

P.R.: ¿Cuál es su cargo en la organización de los talibanes?

M.Y.S.: Soy el responsable del alistamiento y del entrenamiento de los shuhada (de «shahid», «mártir» n.d.t.): los voluntarios se presentan ante nosotros y nosotros les ofrecemos cinturones y chalecos explosivos y les explicamos cómo matar el mayor número de soldados enemigos. Tenemos más de 300 personas esperando a sacrificarse por la yihad.

P.R.: El fenómeno de los atentados suicidas era desconocido en Afganistán hasta hace poco. Muchos dicen que es el fruto de los instructores de Al Qaeda provenientes de Iraq. ¿Es cierto? ¿Y quiénes son estos «shuhada»?

M.Y.S.: Al Qaeda no tiene nada que ver. Los «shuhada» son afganos que se quieren vengar contra los americanos por el sufrimiento que han padecido, por los lutos y las humillaciones que han vivido por su culpa. Los conozco a todos, conozco sus historias. Por ejemplo, cuando los soldados americanos rastrean e irrumpen en las casas, a menudo cogen a las mujeres jóvenes y se divierten con ellas durante horas. Quien padece estas cosas, quien las ve y las oye contar, se rebela. Por esto decide venir con nosotros.

P.R.: ¿Cuál es vuestra opinión sobre la situación actual de Afganistán y sobre el gobierno de Hamid Karzai?

M.Y.S.: Karzai no gobierna Afganistán porque no tiene ningún poder real. Es sólo una marioneta en manos de los americanos, un megáfono que repite todo lo que dicen. Lo mismo el parlamento, donde se sientan sólo amigos de los americanos. La autoridad del gobierno Karzai se limita a los centros urbanos: todo el resto del territorio -el campo, las montañas, los desiertos- está bajo nuestro control. Aquí la gente, si tiene un problema, viene donde nosotros, no donde el gobierno.

P.R.: Por tanto, ¿está diciendo que el pueblo apoya su lucha contra el gobierno y las tropas extranjeras? ¿No creen ustedes que después de 30 años de guerra los afganos han tenido suficientes guerras y quieren sólo vivir en paz?

M.Y.S.: Los afganos están cansados de guerras provocadas por los extranjeros, de ser invadidos por ejércitos extranjeros. Están cansados de ver sus casas destruidas y sus familias diezmadas por los bombardeos aéreos; cansados de ver su propia tierra ocupada por tropas extranjeras. Este cansancio es lo que les hace estar listos para combatir. La gente está de nuestra parte: muchos prefieren no admitirlo públicamente, pero es así.

P.R.: Según usted, ¿hay algún margen para negociar con el gobierno de Kabul y con las fuerzas extranjeras? ¿No piensan que el diálogo es mejor que la guerra para resolver los problemas de Afganistán?

M.Y.S.: No empezamos nosotros esta guerra. Nosotros estábamos en nuestras casas, en nuestro país cuando llegaron los americanos, nos echaron e impusieron su poder. Nosotros tenemos derecho a defendernos, a defender nuestras casas y nuestra tierra. Si alguien entrase en vuestra casa y os sacara a la calle, ¿qué haríais?

No queremos que los infieles ocupen nuestro país y no tenemos nada que negociar: ¡tienen que marcharse!

P.R.: Últimamente su actividad militar ha crecido notablemente tanto en intensidad como en extensión, coincidiendo con el retiro de Afganistán de miles de soldados de EE.UU y con la llegada, en su lugar, de otras tantas tropas británicas, canadienses y de otros países. ¿Cuál es el cuadro de la situación?

M.Y.S.: Nuestra fuerza crece de día en día porque la gente nos apoya cada vez más. Últimamente habíamos causado pérdidas graves a las fuerzas de EE.UU, mucho mayores de cuanto admiten. Por ello, para no tener que soportar un costo de vidas tan pesado, los americanos han decidido retirarse del sur. Se van porque tiene miedo.

Con la llegada de los ingleses, canadienses y demás, para nosotros no cambia nada: son fuerzas de ocupación y nosotros las combatimos. Haremos que los ingleses repasen la lección que les dimos hace 120 años.

P.R.: ¿Y qué pensáis de los soldados italianos presentes en Kabul y Herat?

M.Y.S.: Como dice el Corán, no importa de dónde provenga quien ocupa tu país. Importa sólo si está o no contra el Islam. Para nosotros no hay ninguna diferencia entre americanos e italianos: son ocupantes infieles y nosotros los combatimos.

Otra cosa son los italianos que vienen aquí sin armas, con fines únicamente humanitarios: esta gente no es enemiga nuestra, pues ayuda a nuestro pueblo, al contrario de los soldados italianos, que ayudan a los americanos.

P.R.: ¿No dice también el Corán que la muerte de fieles inocentes es contraria a la voluntad del Profeta? Pese a ello, muchos civiles afganos mueren en vuestros atentados.

M.Y.S.: Dicen siempre que nuestros atentados causan la muerte de muchos civiles. Pero no es verdad. Los afganos que mueren en nuestros ataques son siempre policías, soldados o funcionarios del gobierno, pero después dicen que son civiles para hacer propaganda contra nosotros. Nosotros no queremos matar civiles: cuando atacamos, lo hacemos sólo donde hay tropas extranjeras o gente del gobierno. Pero a veces sucede, desgraciadamente, que algún civil pasa por allí y termina muerto también él.

P.R.: Se sostiene que el dinero derivado de la producción de opio es vuestra principal fuente de financiación. ¿Es cierto?

M.Y.S.: No es verdad. Es el gobierno Karzai quien saca beneficio del opio, no nosotros. Todo el mundo sabe que el hermano de Karzai, Ahmed Wali, es uno de los principales traficantes de opio del país. El gobierno afgano está involucrado en la producción y en el tráfico de opio tanto a nivel local como central.

Los americanos lo saben pero nunca han movido un dedo para contrastar el negocio del opio: dicen que es difícil, pero la verdad es que no quieren hacerlo. ¿Por qué?

P.R.: El gobierno de EE.UU y Karzai acusan a Pakistán y sus servicios secretos, el ISI, de daros protección y apoyo, de ser la retaguardia de la guerrilla talibana. ¿Qué piensa?

M.Y.S.: No sé, yo vivo en Afganistán. No sé nada de Pakistán. Pero, sea como sea, ¿por qué debería ser Pakistán nuestro aliado? Se sabe que cuando los americanos atacaron Afganistán, el gobierno paquistaní se puso de su parte, ofreciéndoles bases a sus aviones y después deteniendo a cientos de presuntos miembros de Al Qaeda. Es evidente que Pakistán no apoya a los talibanes.

P.R.: ¿Cómo es posible que en cinco años las fuerzas de EE.UU, la CIA no hayan sido capaces de capturar al mullah Omar?

M.Y.S.: Porque el mullah Omar es «Amir-al-mu’minin», «Príncipe de los creyentes». Y todos los fieles lo protegen y están dispuestos a sacrificar su vida para defenderlo. Por eso no lo encontrarán jamás, por grande que sea la suma de dinero que ofrezcan como recompensa.

P.R.: Hablemos del origen de todo: los atentados del 11 de setiembre de 2001. ¿Cuál es vuestra opinión con respecto a aquel evento?

M.Y.S.: En las Torres Gemelas murió sólo gente inocente, civiles. A Osama no le interesa matar a esta gente. Sus objetivos son Bush, el gobierno de EE.UU y la gente que trabaja para el gobierno de EE.UU. Pero ninguno de estos murió en las Torres Gemelas. Ese ataque fue obra del propio gobierno americano, que usó aviones guiados por ordenador. Bush necesitaba un pretexto para invadir Afganistán, Irak y otros países islámicos.

P.R.: Así que, según ustedes, la intervención de EE.UU en Afganistán no fue una reacción al 11S, sino una acción planificada precedentemente por otros motivos.

M.Y.S.: Los americanos han venido a Afganistán sólo para penetrar en un área militar y económicamente estratégica, un área muy cercana a países hostiles como China e Irán, pero también a las repúblicas centroasiáticas ex soviéticas ricas en petróleo y gas. ¡Los americanos dijeron que venían aquí a ayudar al pueblo afgano en la reconstrucción del país, pero no han reconstruido ni siquiera lo que ellos mismos destruyeron con sus bombardeos!

P.R.: Cuando ustedes los talibanes estaban en el poder en Kabul, el mundo estaba horrorizado por las ejecuciones públicas, por el trato a las mujeres. Si vuelven ustedes al poder, ¿cambiarían algo?

M.Y.S.: No, porque estamos orgullosos de lo que hicimos cuando estábamos en el poder. Cuando volvamos, reestableceremos las mismas leyes, las simples y justas leyes del Corán, que existen desde hace 1.400 años. La lapidación, el corte de manos, las ejecuciones en público son muy eficaces para prevenir crímenes porque la gente ve lo que sucede a los criminales y no comete los mismos errores.

¿Las mujeres? Las respetamos de acuerdo con lo que dicta el Corán. Los afganos eran felices bajo los talibanes. Sólo a los americanos no les estaba bien la cosa, porque ellos son contrarios a las leyes islámicas.

Texto original en italiano tomado de:

http://www.peacereporter.net/dettaglio_articolo.php?idc=&idart=6355