La historia la construimos nosotros. Nosotros, en tanto que dueñas y dueños de nuestra acción, tenemos la capacidad de construir otro mundo posible, de transformar el mundo actual tal y como lo conocemos. En este sentido, pues, resulta evidente que un mundo en el que anualmente el hambre, las enfermedades evitables o las guerras matan […]
La historia la construimos nosotros. Nosotros, en tanto que dueñas y dueños de nuestra acción, tenemos la capacidad de construir otro mundo posible, de transformar el mundo actual tal y como lo conocemos.
En este sentido, pues, resulta evidente que un mundo en el que anualmente el hambre, las enfermedades evitables o las guerras matan a millones de personas; la clase trabajadora retrocede en todos sus derechos conquistados en los últimos siglos de luchas; miles de personas, desposeídas de sus derechos e invisibles para el sistema, son excluidas y marginadas de las sociedades en las que viven; las mujeres son oprimidas en tanto que mujeres; la naturaleza está siendo destruida de manera irreversible…, no puede ser el único mundo posible ni el mejor de los mundos en el que vivir, como se esfuerzan en transmitir mundialmente los portavoces del pensamiento único neoliberal.
Ciertamente, después del oscuro desastre soviético, como calificó Alain Badiou a la derrota por el capital del socialismo del siglo XX, asistimos a una renuncia precipitada de la utopía necesaria y de la necesidad de transformar el mundo. Sin embargo, el levantamiento zapatista de 1994 fue la primera señal de recuperación del horizonte utópico necesario; años después, tras el éxito de la movilización anticapitalista de Seattle, afloró la necesidad de constituir un Foro Social Mundial, lo que logramos en Porto Alegre en el año 2001.
El Foro Social Mundial surgió, entonces, como un espacio abierto para hacer posible la confluencia, alrededor de los objetivos comunes que nos unen, de los distintos movimientos participantes. El Foro Social, pues, debe ser ese espacio abierto en el que aprendamos nuevas estrategias para el cambio, estrategias que afloren tras la confluencia de sensibilidades diferentes con un objetivo común: la transformación de una realidad que no por ser más cruda en los países de la periferia del sistema mundial deja de azotarnos a nosotros, como prueba la precarización del trabajo, la desigualdad de la mujer en la sociedad -visible aún en muchas prácticas cotidianas, como la discriminación salarial, el desigual acceso a los puestos de responsabilidad (administrativa, política o empresarial) o la asunción da carga familiar casi exclusivamente…-, la destrucción de nuestro litoral y de los espacios naturales más emblemáticos de nuestro territorio…
¿Tiene futuro el Foro Social Mundial?
Esa es una pregunta que las gallegas y los gallegos deberíamos responder acudiendo a la Asamblea de Movimientos Sociales que se celebrará en la facultad de Geografía e Historia de Santiago de Compostela el próximo día 26 de enero por la mañana, coincidiendo con el Día de Movilización y Acción Global (más información en: http://altermundo.org/portal/).
Confío en que respondamos positivamente, pues el Foro Social Galego es necesario para que los distintos movimientos sociales gallegos, que hasta ahora luchamos de un modo fragmentario, confluyamos en dos sentidos fundamentales:
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primero, en la unidad de acción colectiva en situaciones concretas, contribuyendo a que nos reencontremos en la lucha común; y
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segundo, en la articulación de las diferentes sensibilidades emergentes ante la misma amenaza: la barbarie capitalista.
El futuro está en marcha, construyámoslo a la medida de la humanidad ecológicamente reconciliada.