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Entrevista a Ramonet y Cassen

Hacia un mundo posible y necesario

Fuentes: Rebelión

Las siguientes entrevistas fueron realizadas entre el 19 y el 20 de septiembre de 2008 en Malmö (Suecia) durante el Foro Social Europeo y al mismo tiempo que, como describía Ignacio Ramonet, «se hundían las torres de Lehman Brothers». Originalmente planteadas como parte de una antología del Foro, las ideas vertidas en estas entrevistas por dos de los fundadores del movimiento cobran especial relevancia a la luz del actual debate sobre la crisis del mismo y sobre la necesidad de formar una nueva Internacional Socialista.

Ignacio Ramonet y Bernard Cassen son dos figuras íntimamente vinculadas a la historia, al presente y probablemente al futuro del Foro Social Mundial. Desde la redacción del periódico Le Monde Diplomatique, y como fundadores de ATTAC y del propio FSM, Ramonet y Cassen han estado presentes en el amplio proceso de comprensión, crítica y superación del modelo neoliberal. Desde la organización Mémoire des Luttes y pronunciamientos como el de Bamako, proponen la creación de espacios de articulación y discusión de medidas concretas entre los movimientos sociales y los gobiernos progresistas de inicios del siglo XXI para enfrentar la aguda crisis del capitalismo.

Ramonet: «La crisis financiera le recuerda al movimiento, sus fundamentos y su brújula»

¿Qué te parece este Foro Social Europeo?

Me parece muy bien que el Foro haya llegado a esta parte de Europa que tiene una imagen mítica en toda la epopeya de la izquierda: Escandinavia es la tierra de la socialdemocracia perfecta, a la que se quiso aspirar durante mucho tiempo. Hoy en día se trata evidentemente de países gobernados a la derecha, que son ultraliberales, y creo que es saludable que el movimiento viniese a un país como Suecia, un país muy estabilizado y desarrollado pero que también ha pasado por estas dos fases. Por un lado, sigue vivo el recuerdo de un reformismo radical muy positivo munidalmente envidiado y una solidaridad ejemplar con el Tercer Mundo con la figura de Palme, y sin embargo un país que también ha vivido el shock de las terapias neoliberales y en el que se puede vivir concretamente la realidad producida por el neoliberalismo. Malmö es todo un descubrimiento: por su ubicación entre el continente europeo y la penínisula escandinava, más una periferia de Copenhague que de Estocolmo, una ciudad que, como tantas otras, ha vivido su propia desindustrialización y, al mismo tiempo, una ciudad con mucha historia y mucha contemporaneidad. Yo creo que es bueno que el Foro haya tenido lugar aquí.

¿Qué piensas de las temáticas abordadas?

El interés por temas como la Europa Social, la ecología, las luchas de las minorías inmigrantes en Europa, como la situación de los gitanos que en este momento están siendo maltratados, reflejan preocupaciones características de una cierta sensibilidad muy sueca. También ha sido interesante la presencia de extra-europeos en el Foro. Por ejemplo, la presencia latinoamericana, que ha sido tan importante al contar con un área propia, lo que representa todo un logro de las asociaciones latinoamericanas. Anoche hicimos un seminario sobre las cosas que el movimiento social europeo puede aprender del latinoamericano con representantes del MST de Brasil, Bolivia, etcétera, y se pudo notar el gran interés que hay por esta región del planeta.

Un tema que tal vez no ha estado suficientemente presente a pesar de su actualidad es la crisis financiera. Si se observa atentamente el programa, se nota que el tema histórico del altermundismo, que es el cuestionamiento del neoliberalismo como filosofía y de la globalización como dinámica, no ha estado representado en muchos seminarios. Es como si se tratase de un tema ya trillado o demasiado técnico, y sin embargo, la misma realidad se ha estado encargando de demostrarnos que tiene tremenda actualidad.

Mientras hablamos, las bolsas del mundo están en picada: ¿Qué significa la crisis financiera para el FSM?

La crisis muestra la importancia de no perder de vista la idea guía del movimiento, que es la de cuestionar la noción de que el mercado debe ser el paradigma de todo. El neoliberalismo es el mercado contra el Estado. En la medida en la que el mercado gana superficie le va retirando territorio al Estado. El liberalismo supremo es la desaparición Estado. Esta crisis ha demostrado que «menos mal» que hasta en los países más liberales hay Estado. El Estado en esos países está salvando al propio sistema capitalista cuando se crean fondos para comprar a pérdida las acciones sin valor de los bancos. Bush destina 700.000 millones de dólares para la compra de acciones tóxicas, es decir sin valor. El problema es que las tienen que comprar ya que temen que de lo contrario el sistema bancario se venga abajo como un castillo de naipes.

Esta crisis es una manera de recordarle al FSM sus propios fundamentos. A veces el foro sigue la inercia de su origen. Es casi contemporáneo de la guerra de Iraq. El primer foro tuvo lugar en enero de 2001, es decir antes de los atentados del 11-S y de la invasión de Iraq en 2003, pero el tema de la guerra lo ha marcado mucho. Y aquí, en Malmö, ese tema ha estado muy presente. Es que se trata de una tradición muy sueca de pacifismo, de neutralidad y de oposición a las guerras, etcétera. Este tema ha estado presente en todos los demás foros y es importante, pero el 11 de septiembre hoy en día es de tipo económico y financiero, y tuvo lugar el 15 de septiembre de 2008 con el hundimiento de las torres de Lehman Brothers.

¿Cuáles son las raíces del FSM?

Este movimiento ha pasado por varias fases: La primera fue esencialmente intelectual, de comprender qué era la globalización. El concepto de globalizaación aún no estaba tan extendido. Es como cuando surge una efermedad nueva: al inicio no tiene nombre. Hay que comenzar por describir los síntomas para saber si trata de una nueva enfermedad. Nosotros comenzamos por una descripción del problema, porque mucha gente sentía que le pasaba algo. Habían tenido lugar las terapias de choque, los programas de ajuste estructural del FMI en el tercer mundo, las reestructuraciones de las economías, la desindustrialización, los astilleros que cerraban, las industrias textiles que se marchaban, etcétera. Todo eso ocurría como fenómenos dispersos y nosotros lo vivíamos en carne propia, porque este proceso comenzó a ponerse en marcha en 1979-80 en tiempos de Margaret Thatcher. La matriz de todo esto es Chile, donde los Chicago Boys comienzan a hacer experiencias de todo tipo desmontando el Estado, transfiriendo la salud, la educación y toda una serie de otras esferas al mercado. Es la idea de que «el Estado no está hecho para…» ya se trate de fabricar automóviles, vender alcohol, mantener escuelas, etcétera.

En esa fase de descripción yo había propuesto el concepto de «pensamiento único», un pensamiento que se nos quería imponer. Vivíamos, y aún hoy vivimos, en un sistema en el que la democracia consiste en que tú puedes hacer prácticamente lo que quieras excepto ciertas cosas que el sistema no tolera, como la violencia, la pedofilia en el terreno de la sexualidad, etcétera. Pero en el terreno de la economía sólo hay una escuela, y si sales de esa escuela estás condenado porque el sistema dice que no hay alternativa. Esa es una característica fuerte del sistema: libertad en todo, pero en lo económico reina un absolutismo total, la dictadura del mercado. Mercado para todo, en todas partes. La «mano invisible» es el verdadero juez de paz, el que dice lo que vale y lo que no vale para todo.¿Qué es un gran artista? Pues un artista que vende mucho. ¿Qué es un gran poeta? Un poeta que vende mucho. ¿Qué es un buen coche? Un coche que se vende mucho. ¿Qué es un buen reloj? Un reloj que se vende mucho. ¿Qué es una buena película? Una película que se vende mucho. El mercado es el que determina el valor de las cosas. Nosotros pasamos mucho tiempo para tratar de describir los síntomas de la nueva enfermedad.

La segunda fase, luego de haber sabido cómo llamar al fenómeno, fue la fase de la protesta. La gente empezó a manifestarse porque ya se empezaban a identificar estructuras que hasta ese entonces habían permanecido en el total anonimato, en la más total oscuridad y en la banalidad. Eran instituciones que vivían entre nosotros pero que no veíamos. Antes, cuando la gente se movilizaba, por ejemplo contra el cierre de los astilleros, los trabajadores iban a protestar ante el primer ministro o ante el gobierno, etcétera. Pero a nadie se le ocurría protestar contra el FMI, contra la OMC o contra la OCDE cuando en realidad esas decisiones no las toma el primer ministro sino que se aplican como lógicas universales. O sea que en la fase de protesta, la gente empieza a protestar contra organismos qua hasta hacía muy poco tiempo no eran conocidos o no existían, como la OMC que se fundó recién en 1995. ¿A quién se le hubiese ocurrido antes protestar contra la OMC?

Entonces, no es sino hasta Seattle, cuando la gente sale a protestar, no contra el gobierno, sino contra la cumbre de la OMC. Hasta entonces, los dirigentes de la OMC o del G8 se reunían tranquilamente en público. A partir de entonces no. Lo deben hacer en baluartes, en islas perdidas, en fortalezas, etcétera, porque saben que ya los conocemos. En esa fase de protesta hubo mucha violencia. En Seattle por ejemplo, hubo mucha violencia. Esa no es la característica del movimiento, pero la idea de la protesta en sí era la de detener el movimiento de la globalización neoliberal, de parar a ese toro. Entonces, los medios empezaron a desacreditar al movimiento tildándolo de violento, etcétera. El aparato mediático es el instrumento ideológico de la globalización. No existe globalización sin el apoyo de los medios. Ya para ese entonces habían tenido lugar los hechos de Gotemburgo, de Génova, donde hubo un muerto, etcétera. Entonces, nosotros pensamos que debíamos pasar a una tercera fase, que no había que reunirse para protestar sino para proponer.

En esta tercera fase, la idea era la de transformar la fuerza de esa dinámica de asambleas que hasta ese momento había estado dirigida hacia el esfuerzo de hacer parar el tren, de canalizarla hacia la producción de una contrapropuesta, es ahí que nace la idea de «otro mundo». La idea era la de reunirnos … y así fue como surgió el Foro Social Mundial. Desde entonces, en enero de 2001, han pasado muchas cosas en el mundo. Una de ellas es que por aquel entonces sólo había un gobierno de izquierda en América Latina, el de Hugo Chávez en Venezuela. Hoy tenemos el ALBA que agrupa a más de 60 millones de latinoamericanos.

Tú acuñaste la frase de «otro mundo es posible». ¿No es demasiado tímida esa consigna hoy en día?

Yo había concebido ATTAC y hasta le puse ese nombre. Y luego con mi amigo Bernard lo pusimos en marcha. En el origen de todo estaba la idea de que hay que salir de los marcos tradicionales de hacer política solamente a través de los partidos o de los sindicatos. Había que encontrar una dinámica a partir de lo que en ese entonces se empezaba a denominar como el «movimiento social» para construir un movimiento con un objetivo más universal. El movimiento social se caracteriza por ser un mosaico. Como tal contruye una imagen de algo, pero está compuesto por una serie de piezas con su propia autonomía y sus propias preocupaciones que a veces son muy particulares. Por consiguiente, se trata de un conjunto de islas que conforman un archipiélago pero que permanecen inmóbiles, estáticas. Mi idea al concebir ATTAC fue la de construir algo que fuese trans-movimiento social. Y como lo que en definitiva afectaba al conjunto de la ciudadanía era la globalización neoliberal, entonces se trataba de construir un movimiento social para enfrentar la globalización.

Era un momento en el que en todas partes estábamos en retroceso, por eso pensé que había que darle un nombre que señalara una voluntad de responder a partir de la idea de la tasa Tobin. Él aún estaba vivo. Ya en Seattle, donde todo empezó en diciembre de 1999, estaba ATTAC. Seattle es en cierta medida un punto capital ya que allí se hace la conexión entre los movimientos sociales, obreros, ecológicos y los movimientos que van a empezar a tocar el tema de la economía: la concepción totalitaria y monolítica de la economía es el adversario. Es en Seattle donde todos esos movimientos hasta entonces dispersos se conectan. Seattle, que es una manifestación en contra de la cumbre de la OMC, pasa a ser el embrión de la idea de que en algún momento deberíamos de reunirnos todos. Ya el subcomandante Marcos había trabajado sobre esa idea con sus Reunionens Intergalácticas. Nuestro amigo Pierre Bordieux también pensaba en hacer una gran reunión de estos movimientos sociales en Bruselas, que es la capital de la Unión Europea. Cuando los amigos brasileños vinieron a proponernos hacer una reunión, Bernard tuvo la idea de hacer esa reunión en el Sur y no en el Norte.

Nosotros conocíamos Porto Alegre por las experiencias del Presupuesto Participativo. Bernard había estado allí de parte de LMD para hacer un reportaje acerca de la experiencia. Por eso él conocía la ciudad y la experiencia, y es así como surge el foro. El Foro necesitaba un lema y yo propuse el lema «otro mundo es posible» a partir del título de un dossier que habíamos publicado en LMD que recogía toda una serie de experiencias positivas en el mundo. La idea era salir de todos los clichés marxistas o de la izquierda tradicional. No es que éstos no tuviesen pertinencia, sino que a veces las palabras, como las cosas, acaban por no tener sentido si se usan demasiado, se acaban gastando. Entonces hay que darles una nueva forma.

La idea de que «otro mundo es posible» es la de que el mundo que construye el mercado es demasiado inhumano y hace falta otro mundo. Ese lema se adoptó con los compañeros de Porto Alegre y nosotros lanzamos un texto titulado «El Siglo XXI comienza en Porto Alegre». Yo pienso que el lema aún sigue siendo válido. Permite a mucha gente, y en particular a muchos jóvenes, mantener un elemento de fondo que es la esperanza, o sea la idea de que, como decían los soviéticos, «después de la noche viene la aurora».

Bernard Cassen: «Hay que reinventar y acercarse a la realidad»

Cuéntame acerca de las discusiones iniciales, por ejemplo acerca de la participación de los partidos políticos y las organizaciones armadas

Hubo una discusión relacionada con la carta de principios y fuimos unánimes al rechazar la presencia de representantes de grupos armados, sobre todo a propósito de las FARC y ETA. Si se hubiesen aceptado esos dos grupos muchas se habrían retirado. Los zapatistas no fueron incluídos en la lista porque en ese momento no estaban llevando adelante la lucha armada. Es claro que hay un cierto grado de hipocresía, ya que la declaración de principios rechaza la participación de los partidos políticos como tales, al mismo tiempo que éstos participan a otros niveles. Sin embargo, durante los primeros años no hubo gran discusión sobre las perspectivas de los foros, ya que el movimiento iba conquistande espacios y ganando fuerzas.

Donde sí tuvimos una discusión con los miembros del comité organizador fue la noche antes del acto de clausura del primer foro. Se trataba de anunciar lo que sucedería el año siguiente. Estábamos empatados: unos querían continuar el foro en Porto Alegre y los otros no. La línea divisoria seguía siendo la misma: En contra de Porto Alegre estaban Chico, Oded y la chica de Justicia Global y por el otro el MST, la CUT y yo. En total éramos unos nueve. La ciudad de Porto Alegre en esa época politizaba un poco al foro, ya que el gobernador de la ciudad era del PT, etcétera. Al final, como es sabido, ganamos nosotros.

Yo puedo atestiguar que jamás hubo la más mínima presión política por parte de las autoridades de Porto Alegre, y su participación se limitó al apoyo económico, que fue muy importante. ¡Más bien ellos me llamaban a París para saber cuáles eran las decisiones que habían sido tomadas en Brasil! Hay una historia que he descrito en un libro. Tuve un encuentro con Lula en Rio de Janeiro antes del foro, como en octubre-noviembre de 2000. El entonces secretario de Lula (actualmente su consejero internacional), Marco Aurelio García, me llamó y me dijo que Lula – que en ese entonces todavía no era presidente – se quería entrevistar conmigo para saber lo que se estaba montando. Yo viajé a Río desde São Paulo y me reuní con Lula. Él al inicio no entendía bien este tipo de organización no vertical. Yo le expliqué usando el ejemplo de ATTAC de modo de que se diese cuenta de que se trataba de la misma problemática. Discutimos casi una hora y se aclararon muchas dudas ya que se sospechaba de que se trataba de algún tipo de maniobra contra el PT.

¿Ha habido otro tipo de contradicciones con las organizaciones políticas?

Hubo pocas divergencias durante los primeros años. Las discusiones comenzaron en Europa a partir de la experiencia de los foros sociales europeos. El primero fue en 2002 en Florencia, el segundo en 2003 en París. Después vinieron los de Londres, Atenas y este. Pero sobre todo en Florencia y Londres, los partidos de extrema izquierda manejaron el Foro, lo que a mi juicio hizo que fuesen foros poco representativos. El foro de Londres fue una caricatura total. La experiencia de esos foros me hizo empezar a reflexionar sobre el papel de los mismos. Esto me hizo comenzar a escribir artículos críticos sobre el proceso de preparación que considero totalmente antidemocrático. Con la hegemonía de ciertos grupos poco representativos de ultraizquierda sobre esos dos foros se vio una desconección entre la temática de los mismos y la realidad. Por ejemplo, en los foros europeos se discutió poco acerca de Europa. Por supuesto que el temas como la guerra, el imperialismo y el racismo se tienen que discutir, pero eso no es todo. Están los problemas sociales actuales, los problemas políticos, etcétera. Fue muy difícil tocar temas europeos en los propios foros sociales europeos.

Casualmente, esa es una crítica que también los grupos autónomos le hacen a este foro en el periódico de hoy

No soy autónomo de ninguna manera pero realmente estoy de acuerdo. En los foros sociales mundiales de igual manera se adoptan determinadas posturas en Porto Alegre que luego se olvidan al hacer el vaje de regreso a Europa. Hay una contradicción de fondo entre muchas de las temáticas y la realidad social, en particular en lo que respecta a las categorías populares que en los foros se tienden a reducir a los inmigrantes. Esto es correcto, pero la «clase obrera» no sólo está compuesta por inmigrantes, sino también por trabajadores, empleados, etcétera. Eso no les interesa. Los sindicatos están representados pero en los pequeños foros. En los primeros foros de Porto Alegre estuvieron representados y su contribución ha ido aumentando, pero su participación continúa siendo un poco baja.

¿Cuál es el futuro del Foro Social Mundial?

En los últimos dos o tres años hemos planteado la problemática latinoamericana diciendo que por ejemplo en Venezuela están pasando cosas. Al finalizar el foro de Caracas en 2006 Chávez invitó a representantes de unos doscientos movimientos sociales y les pidió a varios de sus representantes que cada uno hiciera una síntesis de las discusiones del foro. Chávez, que estuvo tomando notas todo el tiempo, escuchó cerca de una hora. Al final les dijo: «Bien. Yo estoy totalmente de acuerdo con todo lo que se ha dicho. Es más, yo estoy tomando las mismas medidas que ustedes estan reclamando. ¿Qué hacen ustedes?» Y la respuesta de los representantes fueron las clásicas formulaciones acerca de la «autonomía de los movimientos sociales» etcétra.

Si en alguna parte del mundo están sucediendo cosas es precisamente en América Latina. Hay que sacar lecciones de ello. Nosotros hemos escrito acerca de nuestras propuestas de cara al futuro. Pensamos que en primer lugar se debe continuar con los foros tal y como están. Pero a partir de estos foros, crear espacios para una discusión franca entre los que quieran participar y los partidos, los movimientos sociales y los gobiernos comprometidos en procesos de cambios profundos. Eso es lo que hemos llamado el «post-altermundismo».

Esto está provocando una gran discusión en el Consejo Internacional. La gente más radical como Emir Sader y Samir Amin están de acuerdo con nosotros mientras que otros no. Nuestro planteamiento no es el de acabar con los foros. Lo que sucede es que hay una especie de cansancio. Yo he estado en todos los foros. Luego del foro de Caracas la gente me pregunta qué pasa y yo les respondo que no pasa nada – y que no puede pasar nada. Lo que sucede es que el carácter heterogéneo de las fuerzas lo impide.

En otras palabras: para que los foros sigan teniendo sentido, deberán enfrentar los problemas de las mayorías y no sólo de las minorías. De lo contrario, se parecerán a encuentros de un «alter jet-set» de personas como yo mismo pero sin incidencia sobre la realidad social. Se deben de discutir las problemáticas del momento que preocupan a la gente como la educación, la salud, la protección social. Porque el movimiento altermundista no tiene apoyo popular aunque algunas de sus ideas sí lo tengan. Esto es porque el movimiento está formado por una alianza entre cierta clase media baja intelectual y los marginados, olvidando a los demás que son las mayorías. Esta relación entre las clases populares y el movimiento es crucial. Eso no es fácil de lograr.

Un ejemplo gravísimo de la fragilidad del esquema actual es la aprobación de la llamada constitución europea que para nosotros constituye un ejemplo casi perfecto de constitución neoliberal, algo que en Francia combatimos y con éxito. Una parte del movimiento social se opuso, una parte importante lo apoyó y otra parte, también importante, no pudo tomar partido. Sin embargo, no era un texto cualquiera, sino se que trataba de un texto de importancia fundamental. Si el movimiento no es capaz de comprender esto, por más que las organizaciones se reúnan y hagan seminarios – lo que se puede llegar a parecer a la fiesta anual de l’Humanité en Francia – la relevancia de estos foros será cada vez menor.

Nuestra tesis es por supuesto que hay que conquistar nuevos territorios como el Medio Oriente, el Asia y África, pero que al mismo tiempo se debe ofrecer una perspectiva política a aquellos que lo deseen sin por ello cambiar el formato del foro. Hay quienes me critican diciendo que yo quiero acabar con la carta de principios del FSM, y yo digo que no, que los foros pueden continuar con esa carta, pero al mismo tiempo se debe aceptar que se van a ir desarrollando otro tipo de configuraciones.

Ya en 2005, en el último foro de Porto Alegre, con varios amigos como Ignacio, Samir Amin, Boaventura, Emir Sader, Ricardo Petrella y Pérez Esquivel nos juntamos y al final fuí yo quién redacté un documento firmado por 19 personas – entre ellas dos premios nóbel6, El Manifiesto de Porto Alegre7, en el que proponíamos doce puntos que recogían los planteamientos hechos durante el foro. Hubo críticas feroces, entre otras de Chico Whittacker, en las que se decía que era un documento hecho por personas en búsqueda de publicidad (como si José Saramago la necesitase), de «viejos» que querían liderar al movimiento social, etcétera. Algo absurdo. Pero en realidad esa fue una primera tentativa concreta de juntar una serie de ideas en un planteamiento coherente. Ese proceso lo continuamos en Bamako con un pronunciamiento8, y luego con un coloquio organizado en París en enero de este año, etcétera. Estos documentos han sido difundidos en las listas del consejo internacional. Aparte del original en francés, tenemos una traducción inglesa y ahora estoy puliendo la versión al castellano.

¿Cómo se puede lograr eso, precisamente tratándose de un movimiento que reivindica el tema de la democracia?

Si yo tuviese la receta te la daría. Se trata de un problema difícil porque estas mayorías no están organizadas o estan poco organizadas – me refiero al caso de Francia donde sólo un 8 por ciento de los asalariados está en el sindicato, no conozco bien la situación sueca. ¿Cómo llegar a los trabajadores y aún a los desempleados? Eso es algo esencial. Yo creo que en el discurso de los dirigentes del movimiento se habla de la OMC, etcétera, pero no de los problemas concretos de la población. En Francia ese es un trabajo que los trotskistas lo hacen mejor. Están creando un partido que es muy pequeño [la LCR, n. del red.]. Ahora, si no se plantea el problema tampoco se podrá encontrar la solución.

O sea, que hay que aterrizar, ¿no?

Exactamente. Y hacerlo en un momento en el que todo está cambiando, basta con escuchar los noticieros. Las organizaciones contra las que hemos combatido como el FMI están en ruinas y ya no vale la pena manifestarse contra ellas, etcétera. No podemos dar hoy las mismas respuestas de hace 8 años, hay que inventar. Ese es nuestro propósito: hay que adaptarse a la realidad.

Para finalizar: ¿Qué forma debería tener esa otra Europa posible y necesaria en este reacomodo del sistema mundial?

Casualmente, ayer lanzamos nuestro último libro que lleva el título «Acabar con el Euro-liberalismo«. El libro es una crítica feroz de la construcción europea actual y un llamado a lo que denomino un «acto de disidencia inugural» que podría llegar incluso a una ruptura con la Unión Europea. La tesis mía es la de que por su propio marco institucional, la UE es incapaz de producir otra cosa que no sean políticas neoliberales. Ha sido creada precisamente para eso. Por esto es que no se le puede pedir a un enano que levante un peso de 200 kilos. No se puede cambiar desde adentro.

Sé que existe un mito entre los partidos de izquierda y de los sindicatos, particularmente en la Confederación Sindical Europea en el sentido de que eso es posible. Los socialistas franceses en las elecciones europeas de 2004 tenían como bandera «et maintenant, l’Europe social» o sea, «y ahora, la Europa social.» ¿Y qué ha sucedido desde entonces? Es un espejismo. De acuerdo con las reglas actuales es imposible, debe haber una especie de ruptura. La UE es un dispositivo hecho para llevar adelante políticas neoliberales, no se le puede pedir que haga otra cosa.

Nuestro planteamiento es que se le debe deslegitimar, aunque no existe una conciencia compartida al respecto: Los socialistas, por ejemplo, aunque muchos de ellos están de acuerdo, no lo pueden decir porque Europa es la única cosa que les queda. Como han abandonado todos los objetivos sociales… Ese es el marco general. Se dice que entre más aumente el número de miembros, más aumentará el poderío de Europa. Mi tesis es exactamente la contraria, es decir que entre más miembros tenga, menos poder tendrá. Francia y Alemania juntas y solas pesan mucho más que los 27 proque es imposible llegar rápidamente a posiciones homogéneas debido a las tremendas diferencias que tenemos. Hay poco que esperar de una política europea común. Por otro lado, no existe una voluntad de romper con la OTAN que es el aparato de los EEUU para controlar a Europa, el caso venezolano es típico.

O sea que no hay una política europea. Están siguiendo las directivas estadounidenses en todas las áreas. Por eso yo espero poco de una política europea y mucho más de las acciones de dos o tres gobiernos que no tienen por qué ser siempre los mismos. La fuerza política no está en las instituciones sino en los gobiernos nacionales. La fuerza económica sí está en la Comisión, en el Banco Central que hay que controlar, etcétera. El libro lo explica.

(1) ‘Comment est né le Forum Social Mondial’, Bernard Cassen 2002

Rebelión ha publicado este artículo con permiso del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.