Decir que en Huerta de Peralta, una de las mayores empresas de Navarra de producción y envasado de productos agrícolas, no se respetaba el convenio del sector es decir muy poco.
Los trabajadores -en su gran mayoría personas migrantes- trabajaban jornadas de 11, 12, 13 ó 14 horas, no les pagaban los festivos, no les pagaban las vacaciones, no les pagaban pluses, categorías o antigüedades… Y todo eso envuelto en un ambiente opresivo que rayaba con el racismo y la xenofobia.
Cuando no pudieron más, los trabajadores supieron organizarse y, bajo el paraguas del sindicato LAB, consiguieron ir haciendo frente a todas aquellas injusticias y consiguieron ir mejorando la situación. Sin embargo, los patronos reaccionaron cual bestia herida, con despidos y sanciones. Y los trabajadores contestaron con una huelga indefinida que fue ejemplo para toda la clase trabajadora. Una huelga que durante 28 días de lucha y dignidad nos enseñó cuál es el valor de organizarse y enfrentarse juntos a la explotación y la precariedad, que nos enseñó cuál es el valor de la lucha obrera en el campo.
Los protagonistas de la parte obrera de aquella lucha recuerdan aquellos hechos, aquel frío climatológico, aquel calor solidario, aquellos golpes, aquellas consignas y movilizaciones, y nos obsequían un ejemplo de cómo luchar contra la indignidad.