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Imperialismo y drogas, una relación íntima

Fuentes: LIT-CI

La gran burguesía y sus medios de comunicación intentan crear estereotipos sobre la legalización de las drogas con afirmaciones como: con la droga legalizada su consumo explotará, pues su status de «prohibido» será derrumbado atrayendo a mucha más gente hacia el consumo. O produciendo caricaturas del tipo: si la droga fuera legalizada, los «drogadictos» ligados […]

La gran burguesía y sus medios de comunicación intentan crear estereotipos sobre la legalización de las drogas con afirmaciones como: con la droga legalizada su consumo explotará, pues su status de «prohibido» será derrumbado atrayendo a mucha más gente hacia el consumo.

O produciendo caricaturas del tipo: si la droga fuera legalizada, los «drogadictos» ligados a la criminalidad podrán comprar estas substancias en cualquier esquina. Piedras de crack serán vendidas en bares de cualquier favela.

Como si el consumo y, principalmente el tráfico, estuvieran conectados a las capas más pobres de la población y a los sectores más explorados de la clase trabajadora. Nada más falso. Como atestigua Pierre Kopp en el libro «La economía de la droga», la droga movió cerca de 300 a 500 mil millones de dólares al año, abasteciendo un mercado de aproximadamente 200 millones de personas, una cantidad nada despreciable. Es uno de los mercados más rentables del mundo.

Cerca del 90% de los ingresos del tráfico van a los bancos y son lavados en el sistema financiero internacional. Solamente los 10% restantes son repatriados al país divididos entre los productores y traficantes. La rentabilidad de la droga es estimada en cerca de 3.000%, mientras que los campesinos se quedan con sólo 0,1% del volumen final de los negocios.

Para la realización de toda esta operación, el sigilo bancario es uno de los triunfos del narcotráfico, pues así el sistema financiero absorbe los logros del crimen sin preguntar el origen. Así, más de 40 «paraísos fiscales» lavan los narcodólares. Finalmente, el narcotráfico es cosa de grandes capitalistas imperialistas.

Para tener una idea, entre 1919 y 1933 prevaleció la Ley Seca en los EUA, con la prohibición de la comercialización de alcohol. Con eso hubo un crecimiento del comercio ilegal promovido por las mafias, como la liderada por Al Capone, lucrando mucho, pues los precios fueron multiplicados entre 3 y 4 veces.

Brasil es considerado uno de los principales pasillos de drogas del mundo, y un «mercado en expansión». Uno de los motivos es que varios de los mayores bancos del país no informan al gobierno sobre cuentas sospechosas. La expansión del mercado ilegal de dólares (contrabando, narcotráfico) desarrolló muchos esquemas para remisiones ilegales de divisas hacia el exterior. Un ejemplo son las cuentas TC-5 creadas por el Banco Central para personas que residen en el exterior, pero que mueven dinero en Brasil.

El Imperialismo y las drogas

No es novedad que el comercio de drogas y el imperialismo siempre mantuvieron un gran ligamen, como lo testifican las guerras del opio (1840-1860), cuando Inglaterra, gerente del tráfico de opio, invadió y derrotó a China para mantener su comercio.

Durante la Segunda Guerra Mundial, la OSS (Oficina de Servicios Estratégicos), antecesora de la CIA, hizo acuerdos con la mafia italiana y Lucky Luciano, uno de los principales traficantes de la época: en pago de informaciones de espías nazi-fascistas él y varios mafiosos fueron liberados de las prisiones. Cuando volvió a Italia en 1943, por las manos de la OSS, Luciano construyó su imperio a través de la heroína.

La producción masiva de drogas solamente fue posible con la Revolución Industrial. Como explica Osvaldo Coggiola en «Cuestiones de historia contemporánea», la gran transformación de las economías monoprodutoras en narcoproductos (…) se produjo durante los años ochenta, cuando los precios de las materias primas se hundieron en el mercado mundial: azúcar (-64%), café (-30%), algodón (-32%), trigo (-17%). La crisis económica mundial ejerció una presión formidable en favor del narco-reciclaje de las economías agrarias, teniendo como resultado en un aumento excepcional de oferta de narcóticos en los países industriales y en el mundo todo.

En diciembre de 1989, 13.000 marines invadieron Panamá con el objetivo de controlar el canal del Panamá y también el tráfico por el canal. Finalmente, por ahí, solamente el Cartel de Medellín, con la ayuda de Noriega, exportó a los EUA entre 1984 y 1986, 2 toneladas de cocaína y 500 toneladas de marihuana. Manuel Antonio Noriega, ex-agente de la CIA y jefe de la policía panameña, que participó de la financiación de las guerrillas derechistas contra el gobierno sandinista de la Nicaragua, en la operación «Irán-Contras» (compraventa de armas en el Irán para financiar la guerrilla antissandinista), había dejado de ser un hombre de confianza y quería beneficios para sí mismo.

Los rebeldes Mujhaidines (base de Al Qaeda de Osama Bin Laden) producían opio. La producción pasó de 250 a 800 toneladas durante el tiempo en que la CIA enviaba armas a la guerrilla para luchar contra los soviéticos. Los talibanes ordenaron en julio de 2000 la destrucción de los cultivos de amapolas. La producción de drogas fue retomada tras la invasión militar de los EUA a Afganistán en el 2001. Después de la invasión, Afganistán superó a Colombia y se convirtió en el mayor productor mundial de drogas (principalmente opio y heroína) y, en el 2003, el negocio había ganado 2,3 mil millones de dólares, más de la mitad del PIB del país. Afganistán produce actualmente el 92% del opio mundial.

Y para hablar de Colombia, este país produce cerca del 80% de la cocaína del mundo y el narcotráfico representa un 10% del PIB. En la década de 1980, con la caída de los precios de las materias-primas en el mercado mundial, los agricultores dejaron de producir café para producir cocaína. El gobierno colombiano autorizó préstamos externos para ellos con dólares intercambiados por pesos, posibilitando que el narcotráfico ampliara la actividad económica; dieron amnistías tributarias, por medio de las cuales fueron incorporados y legalizados las inversiones de los narcotraficantes. Ese plan fue conocido como la Ventanilla Siniestra. El megatraficante Pablo Escobar era diputado. Políticos, congresistas y presidentes (como Ernesto Samper y Álvaro Uribe) son acusados de haber pertenecido y ser financiados por los Carteles.

Los EUA y la Unión Europea invierten mil millones de dólares en el llamado «Plan Colombia». Sin embargo, las áreas de cultivos de coca que eran de cerca de 50.000 hectáreas, entre 1986-1996, después del Plan Colombia llegaron a 169.800 hectáreas (en 2001).

El proceso contra el coronel Oliver North envuelto en el caso «Irán-Contras», como dice el periódico San José Mercury News, demostró con nombres y hechos que por varios años la CIA y la DEA estuvieron en contacto con los llamados carteles colombianos, protegiendo, la entrada de drogas en los Estados Unidos. Así la operación servía para encontrar fondos ilegales para financiar las fuerzas opositoras al gobierno sandinista de Nicaragua.

Guerra a la juventud negra y pobre

¿Y quiénes son los más perjudicados con la expansión de este mercado? Los jóvenes. En el año 2002 fue publicado un estudio teniendo como base la implicación de jóvenes en el tráfico en la ciudad del Río de Janeiro (Brasil) en la cual se demostró un aumento en el número de crímenes en la década de 1990 y a la vez la reducción de la edad del ingreso de los niños al narcotráfico. La media de 15-16 años de los años 1990 cayó a los 12-13 años en el 2000. Los jóvenes son en su mayoría pobres, negros y con baja escolaridad (media de 6,4 años).

Por la legalización de las drogas

Bajo el capitalismo la droga es una mercancía, el tráfico se organiza como una empresa que tiene como objetivo obtener ganancias. Dígase de pasada, una empresa con millones de trabajadores precarizados, sin ningún derecho laboral y viviendo bajo un régimen del miedo, pudiendo ser torturados o muertos en cualquier momento.

En el tráfico de drogas no existe un «libre-mercado». La distribución y la venta son comandadas por un número reducido de grupos jerarquizados que controlan la fase más rentable: la transformación de la carpeta-base en cocaína. Finalmente el narcotráfico es el sueño de producción de todos los grandes capitalistas. En regiones como California, la mayor productora del mundo, y en el Nordeste brasileño, la producción de la marihuana es comandada por los propietarios de la droga.

La lucha contra el narcotráfico exige la lucha contra el lavado de dinero con un ataque a todo el sistema de circulación de capitales, con punición ejemplar a los grandes traficantes. Haciendo la reforma agraria en las tierras en que se produce droga ilegalmente; confiscando el dinero y propiedades resultado del tráfico y del lavado; acabando con el sigilo bancario y centralizando el crédito en las manos del Estado a través de la nacionalización de los bancos.

Además de eso, el gobierno dejaría de gastar miles de millones en policía y represión y recaudaría miles de millones con los impuestos de quienes compren drogas en lugares legalizados. Estos impuestos podrían ser utilizados en Salud, Educación, actividades culturales y la recuperación de adictos. La legalización de las drogas significa una política de sustitución de cultivos junto a los campesinos.

Las drogas serían calificadas para el consumo: «médico, terapéutico y recreativo». Y los consumidores se habrían registrado para tener el seguimiento de un centro de salud. Con eso, el uso de la droga sería «controlado». Los dependientes químicos se someterían a un tratamiento público, eficaz y humanitario, con recursos del Estado, que suministrará una red pública con centros de tratamiento y profesionales calificados y bien entrenados.

Junto a eso, el gobierno continuará combatiendo el consumo a través de campañas educativas que expliquen los daños del consumo exagerado de toda y cualquier droga.

Américo Gomes es abogado del Ilaese (Brasil)

Fuente: http://www.litci.org/artigos/731-opinion/2399-imperialismo-y-drogas-una-relacion-intima

Traducción: Jessica Barquero