Las imágenes siguen siendo terribles, a pesar del trabajo de las organizaciones de dentro y fuera del país, para salvar vidas. No hay palabras para describir las consecuencias de la catástrofe en Haití: Un tercio de la población ha sido afectada, más de 75.000 personas muertas y un país absolutamente devastado que deberá enfrentar enfermedades […]
Las imágenes siguen siendo terribles, a pesar del trabajo de las organizaciones de dentro y fuera del país, para salvar vidas. No hay palabras para describir las consecuencias de la catástrofe en Haití: Un tercio de la población ha sido afectada, más de 75.000 personas muertas y un país absolutamente devastado que deberá enfrentar enfermedades y epidemias que se propagarán por la descomposición de cadáveres, la falta de agua potable y la inexistencia de la más mínima infraestructura. Viven en la calle, andan y andan hasta encontrar algo que llevarse a la boca. Criaturas sin familia, mujeres embarazadas y/o solas, personas ancianas, discapacitadas, enfermas… desesperadas buscando esa mano amiga a la que agarrarse y poder sentirse protegid@s.
Miles intentan cruzar a República Dominicana por la frontera de Jimaní. Acompañando a familiares heridos con la esperanza de que puedan ser atendidos en los hospitales del vecino país y poder abastecerse de alimentos y agua. Y ese lugar, Jimani, ha sido elegido por los movimientos de mujeres para establecer un campamento que además de paliar lo imprescindible, contará con un centro de atención primaria de salud integral, así como lugar de apoyo a defensoras y defensores de derechos humanos, para apoyarlos en sus demandas. Y denuncias. Denuncias que recuerdan que los terremotos son imprevisibles. Pero las consecuencias que tuvo este para el pueblo haitiano eran absolutamente previsibles. La inmensidad de la catástrofe no es el resultado de la naturaleza, sino de un sistema de explotación y expoliación que ha convertido a Haití en uno de los países más pobres del mundo: el 80% de su población sobrevive en la indigencia, el 60% sin trabajo, la expectativa de vida apenas supera los 50 años, la tasa de mortalidad infantil es del 80%, no hay agua potable y la desnutrición es crónica. En Gonaïves, la segunda ciudad del país, el 70% de los hogares carece de letrinas. Ya antes de la tragedia, Haití tenía la más alta tasa de mortalidad materna en la región: 670 muertes por cada 100 mil nacidos vivos.
Un pueblo que ha sido sometido a dos siglos de saqueo imperialista, cincuenta años de dictaduras sangrientas como las de los Duvalier.
En medio de esta catástrofe, una cuarta parte de la población afectada son mujeres en edad fértil, embarazadas que no tienen acceso a los más mínimos cuidados. Un país donde el 43% de los hogares están encabezados por mujeres, ellas y las niñas sobrevivientes, cargarán ahora, la responsabilidad de la supervivencia de sus familias, en total desamparo, soportando niveles infinitamente más graves de violencia y el posible aumento de los abusos.
Antes, las autoridades de Haití ya eran incapaces de garantizar la protección de los derechos humanos de las mujeres. Ahora, con el sistema de justicia y las fuerzas de seguridad colapsadas por el terremoto, este tipo de abusos pueden aumentar notablemente y existe el riesgo de que nadie responda por ellos.
Por eso Amnistía Internacional le ha pedido a Naciones Unidas que tome medidas para proteger los derechos humanos de los supervivientes más vulnerables, esto es, las mujeres y menores.
Le recuerda qué en la actual situación de caos, además de contribuir al reparto de la ayuda humanitaria, Naciones Unidas debe velar por la seguridad de los menores y prevenir cualquier riesgo de agresión y abuso sexual.
Y con Amnistía Internacional, los grupos de mujeres y de defensa de los derechos humanos, están instalando Jimani, como campamento-Refugio.
Apoyo humanitario, solidaridad y denuncia para obtener justicia y derechos. Que las donaciones lleguen a la gente que más lo necesita y no se pierdan en la burocracia y las mafias oportunistas. Es fundamental que la deuda externa de Haití, sea cancelada.
No olvides esas miradas, ni el milagro de la vida. No dejes de seguir apoyando. No se reconstruye un país en un día.
Tere Sáez. Técnica de igualdad.
Rebelión ha publicado este artículo con permiso de la autora, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.