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Calificó de "ilegal" la invasión a Irak que ayudó a ejecutar

Kofi Annan: perfil de un mercenario del Imperio yanqui

Fuentes: IAR-Noticias

Durante su mandato en la ONU, siguiendo órdenes de Washington, anudó consenso internacional para dos guerras de invasión (Yugoslavia y Afganistán), protegió y encubrió los crímenes de Israel en Palestina, y operó bases de legitimación política para la ocupación militar de Irak, cuya invasión por tropas norteamericanas hoy califica de «ilegal». Y lo peor de […]

Durante su mandato en la ONU, siguiendo órdenes de Washington, anudó consenso internacional para dos guerras de invasión (Yugoslavia y Afganistán), protegió y encubrió los crímenes de Israel en Palestina, y operó bases de legitimación política para la ocupación militar de Irak, cuya invasión por tropas norteamericanas hoy califica de «ilegal». Y lo peor de todo: a Kofi Annan no lo examinó ningún psiquiatra, y los «progresistas» del mundo y los medios de comunicación del sistema tomaron sus palabras como si provinieran de un «incontaminado» repollito recién nacido.

Natural de Ghana, Africa, séptimo Secretario General de las Naciones Unidas, nombrado el 1° de enero de 1997 mediante la presión política y diplomática de la administración Clinton, después de ayudar a legitimar con una fuerza multinacional los bombardeos y la invasión militar a Yugoslavia ejecutada por Clinton; después de hacer lo mismo durante la invasión militar a Afganistán ejecutada por Bush; después de operar consenso internacional para los bombardeos preventivos sobre Irak; después de profundizar el embargo comercial y construir solapadamente consenso internacional para derrocar a Saddam Hussein; después de firmar todo lo que Washington le puso por delante para legitimar con la ONU la ocupación militar de Irak; Kofi Annan, inventado por Washington, para servir a Washington, en un inesperado «ataque de rebeldía», contradijo a sus patrones (a los halcones que hoy contratan sus servicios diplomáticos) afirmando muy suelto de cuerpo que la invasión a Irak, de la que él fue una pieza fundamental, fue, sencillamente, «ilegal».

Y lo peor de todo: a Kofi no lo examinó ningún psiquiatra, y los «progresistas» del mundo y los medios de comunicación del sistema tomaron sus palabras como si provinieran de un «incontaminado» repollito recién nacido, y las aplicaron a la lógica de las campañas «anti-Bush», las cuales se fundamentan a partir del elevado axioma analítico: Bush es un criminal igual que Hitler.

En cuanto a la «ilegalidad» de la invasión, parece que el mercenario africano, Kofi, considera que hay invasiones militares capitalistas «legales», es decir, genocidios humanos y apropiación de países por la fuerza militar legitimados por alguna jurisprudencia, que, lamentablemente, Bush y los halcones se olvidaron de utilizar en el caso de Irak.

Vladimir Ilich Lenin, a quien los rusos mantienen momificado para recordar que alguna vez fueron comunistas, solía decir que «la estupidez es lo más difícil de combatir».

Lo de la «ilegalidad» de la invasión a Irak señalada por Kofi Annan, como el pensamiento disociado de los que sostienen argumentaciones al estilo «Bush le mintió al pueblo norteamericano para justificar la invasión de Irak», entran en la categoría citada por el fundador de la Unión Soviética.

Sobre Annan y sus servicios al Imperio capitalista norteamericano, hoy administrado por Bush, hay libros enteros para escribir, pero sintéticamente se lo puede describir diciendo que durante su mandato en la ONU ayudó a «legalizar» dos guerras de invasión (Yugoslavia y Afganistán), encubrió el genocidio israelí en Palestina, y operó bases de legitimación política para la ocupación militar de Irak por las tropas estadounidenses (resolución de reconocimiento y apoyo al gobierno títere de Iyad Allawi).

En la Cumbre de la OTAN celebrada en Turquía en el mes de julio pasado, la diplomacia imperialista anglonorteamericana cerró una operación que comenzó con una resolución de la ONU aprobando el proceso de «traspaso del gobierno a los Iraquíes», medida que también fue avalada por los integrantes del G-8 durante la cumbre celebrada en Georgia.

Como vaticinó horas antes de la votación el presidente estadounidense, los 15 miembros del Consejo de Seguridad de la ONU aprobaron por unanimidad la nueva resolución, sin votación en contra ni abstención, un triunfo rotundo de la estrategia de Washington.

En la Cumbre de la OTAN, salvo la nota «discordante» de costumbre puesta por Francia, Alemania y España, el resto de los 26 países aprobó por unanimidad el plan de ocupación militar (disfrazado de administración democrática) presentado por EEUU y Gran Bretaña.

Resaltando el claro triunfo de la diplomacia estadounidense, el embajador de Estados Unidos ante la ONU, John Negroponte,(hoy súper-embajador a cargo del poder real en Irak) afirmó que el voto del Consejo de Seguridad es una «vigorosa demostración del amplio apoyo internacional». «Con la votación de este día logramos un importante hito», indicó ante el Consejo, y agregó que «esta resolución deja claro que la soberanía de Irak será sólida».

El Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU), así como su secretario general, Kofi Annan, saludaron el «traspaso de la soberanía iraquí» por Estados Unidos al nuevo gobierno de transición, al igual que hicieron países vecinos de Irak.

El Consejo de Seguridad hizo un llamado a la comunidad internacional para apoyar al gobierno interino de Irak en la implementación del «proceso democrático y sus esfuerzos para reconstruir la economía, la paz, la unidad y la estabilidad en ese país».

El «proceso democrático», vale recordarlo, se está realizando con 140.000 soldados estadounidenses que diariamente masacran militarmente a decenas de iraquíes, ante la total indiferencia de los que se conmueven con la «ilegalidad» de la invasión señalada por el secretario de la ONU.

Annan (el mismo que hoy tilda de «ilegal» la ocupación militar de Irak) acogió con beneplácito que el país petrolero invadido y ocupado por las fuerzas norteamericanas haya vuelto a formar «parte de la familia de naciones independientes» y soberanas, e instó a todos los iraquíes a trabajar juntos, en un espíritu de unidad nacional y reconciliación.

El secretario de la ONU puntualizó que el principal deber de los iraquíes es «asistir al gobierno interino proporcionando seguridad a la población para que pueda comenzar el difícil proceso de volver a la normalidad», al tiempo que reiteró el compromiso de Naciones Unidas de «hacer todo lo posible, si las circunstancias lo permiten, para ayudar a los iraquíes en ese proceso vital y desafiante».

A continuación del secretario de la ONU, Bush, irradiando alegría en su rostro, dijo a la prensa que los estadounidenses «hemos cumplido nuestra promesa«, pero luego se refirió a la «inseguridad» que reina en Irak y reiteró que las fuerzas militares de EEUU permanecerán en Irak «el tiempo necesario».

Luego, y sin que Annan lo tachara de «ilegal», Bush señaló que autorizó a Allawi para que dicte la ley marcial en el país. «Quizá adopte duras medidas para enfrentarse a (Abu Musab) Zarqawi», pero lo justificó porque «es el hombre que decapita en televisión y que ordena a terroristas suicidas que asesinen a mujeres y niños», dijo el presidente del Imperio con el secretario de la ONU al lado.

Lo de Kofi, quien utilizó a la ONU para sus negocios y ambiciones personales, no tiene desperdicio.

Pero lo que sorprende, lo que causa estupor, es que los mismos que reconocen que la ONU «es un instrumento de EEUU» (caso de algunos medios alternativos de raíz socialdemócrata) terminen esgrimiendo sus frases estúpidas para combatir a Bush y a su administración.

Perfíl de Kofi Annan

En un artículo del mes de agosto de 2002 titulado «Se busca un secretario de Naciones Unidas íntegro», James Petras escribía:

«La historia reciente nos enseña una lección diferente: la bancarrota de la ONU como institución de paz y el declive moral de la oficina del secretario general bajo Kofi Annan. Una y otra vez, hemos constatado cómo la ONU permanece pasiva y colabora ante escenarios de guerras de agresión, limpieza étnica y genocidio económico».

Kofi Annan fue un candidato preseleccionado por Washington para ocupar el asiento del secretario general. Presentado como «representante de Africa», Annan fue electo gracias a la fuerte intervención estadunidense, sus amenazas y chantajes a sus clientes y receptores de ayuda africanos y latinoamericanos.

No contó con una base independiente de apoyo político, fue un virtual desconocido para el público general, pero era bien conocido en Washington como un candidato moldeable con el que se podía contar para llevar a cabo las órdenes que se le dieran en todas las situaciones de importancia para Estados Unidos. Fiel a su vocación, el señor Kofi se ha ganado el título de El mensajero en los círculos estadunidenses, por su habilidad para transmitir las órdenes de Washington a la comunidad internacional.

Bajo el secretariado de Annan, varios funcionarios clave, que han criticado las políticas de Estados Unidos en términos humanitarios, han sido forzados a dimitir; se han condonado guerras agresivas y Naciones Unidas ha proveído de fuerzas de ocupación militar («mantenedores de la paz») para consolidar sus victorias imperiales.

Bajo Annan, alrededor de un millón de iraquíes han muerto, ya que se ha rehusado a condenar el embargo y ha forzado la renuncia de dos vicesecretarios generales de la ONU a cargo del programa «petróleo por comida», quienes calificaron el embargo dirigido por Estados Unidos como un desastre humanitario. Con Annan, la ONU ha cubierto crímenes contra la humanidad cometidos por Estados Unidos y su aliado Israel.

Su historial habla por sí mismo: cuando Estados Unidos armó el embargo contra Irak, Annan lo administró al permitir a Naciones Unidas cubrir un programa que impedía a Irak reconstruir su infraestructura básica para el suministro de agua potable, alimento y productos farmacéuticos. Más aún, permitió al equipo de inspección de Naciones Unidas, infiltrado por espías estadounidenses, adquirir información utilizada en los bombardeos de Estados Unidos.

El anterior jefe del equipo de inspección de armamentos en Irak (1991-1997), Rolf Ekeus, recientemente confirmó que Annan decidió desalojar a los inspectores de la organización internacional cuando Washington le informó que estaban planeando bombardear Bagdad.

Más tarde Annan repitió la mentira de Washington, según la cual Irak había violado las disposiciones del equipo de inspección. Desde entonces, Annan se ha negado a negociar la naturaleza del proceso de inspección, y sigue repitiendo las «no condiciones» de Estados Unidos, a pesar de admitir que había habido espionaje durante la misión previa.

Dos funcionarios civiles internacionales distinguidos, Denis Haliday y Hans Von Sponeck, quienes fungieron como coordinadores humanitarios en Irak entre 1997 y 2000, durante el mandato de Annan, renunciaron en señal de protesta contra la prolongación del embargo y la aquiescencia del secretario general.

Bustani, un brasileño destacado a cargo de la supervisión de la Comisión de Naciones Unidas contra la producción de armas químicas y biológicas, acusó a Estados Unidos de encabezar una campaña de desprestigio en su contra. Annan estuvo de acuerdo con que se le remplazara.

Mary Robinson, anterior primera ministra de Irlanda y reconocida humanitaria, fue forzada por Washington a dimitir de su cargo como titular del Alto Comisionado de los Derechos Humanos de la ONU. Annan le dio las gracias por sus servicios y dio la bienvenida a su remplazo.

Durante los ataques estadounidenses y de la OTAN en Yugoslavia, Annan nunca alzó la voz para criticar el bombardeo a blancos civiles -hospitales, infraestructura hidráulica, estaciones de televisión. La misión de Annan por parte de la ONU en Kosovo no logró que se previniera el asesinato de más de 2 mil personas y la deportación forzada de 200 mil habitantes no albaneses por parte de la KLA después de la guerra. Por el contrario, coloreó su retórica ensalzando la naturaleza humanitaria de la guerra de la alianza atlántica.

A medida que la oposición contra la Organización Mundial del Comercio crecía y el Foro Social Mundial en Porto Alegre atrajo la atención del mundo, Annan voló a Davos, Suiza, donde afirmó el respaldo total y sin precedentes de Naciones Unidas al «libre mercado» y la «globalización» ante una reunión de multimillonarios y funcionarios corporativos. Nunca antes un secretario general había afirmado de manera tan inequívoca la defensa de las instituciones económicas más corruptas y explotadoras de este planeta.

Más recientemente, volvió a servir a los intereses de sus maestros en Washington al cubrir crímenes contra la humanidad. Luego de la destrucción de la ciudad cisjordana de Jenin por parte del ejército israelí, que dejó un saldo de miles de palestinos sin techo y cientos de civiles muertos o heridos, Annan envió a Jenin una comisión para «investigar» los alcances de esa catástrofe humanitaria.

Dependiendo de las fuentes israelíes, ignorando a las agencias palestinas médicas y humanitarias, la comisión de Annan declaró que no había habido ninguna masacre, ya que solamente se pudo identificar 53 muertes, incluyendo 26 civiles. La propaganda de los medios de comunicación masiva israelíes y estadounidenses negó la masacre en un intento por desacreditar a los palestinos y las críticas a la violencia israelí -mientras Annan permanecía hipócritamente detrás del escenario.

Poco tiempo después, Washington nuevamente se encontró en serios aprietos por la matanza de civiles afganos en una aldea. Annan envió otra comisión a Afganistán. Esta vez los reportes preliminares indicaron que una masacre había tenido lugar y que las fuerzas de Estados Unidos habían entrado en la escena del crimen para remover toda evidencia. Cuando dicho reporte fue filtrado a la prensa, el sirviente fiel de Washington, Kofi Annan, intervino y el reporte fue modificado para ajustarse a las exigencias de la administración Bush. El reporte completo nunca fue dado a conocer.

Kofi Annan ha establecido nuevos estándares para la elección del secretario general de las Naciones Unidas: servilismo hacia Washington, agilidad al momento de modificar informes a conveniencia de los poderes occidentales, aquiescencia en el despido de funcionarios humanitarios dedicados, y ceguera moral ante las depredaciones imperialistas.

No cabe duda de que Annan ha servido muy bien los intereses del imperio estadounidense; sin embargo, ha hecho gran daño a la humanidad, particularmente a los millones de habitantes en Medio Oriente, el sur de Asia y los Balcanes.

Sus frases piadosas y vacías no engañan a nadie. Bajo su liderazgo, Naciones Unidas se ha degradado como instrumento de paz y justicia, para convertirse en un organismo para la guerra, cuyos funcionarios se enriquecen escondiendo las atrocidades de Washington y sus aliados.

En ningún otro lugar esto es tan evidente como en Kosovo, donde, como se supo, los funcionarios de la ONU no sólo son los mejores clientes de los prostíbulos donde se usa a niñas y adolescentes, sino que existe la posibilidad de que muchos de ellos hayan creado negocios conjuntos con los empresarios albaneses, liberados de las restricciones del ahora destruido Estado de Yugoslavia.

Sin duda, Kofi Annan se referirá a este hecho como otro más de los éxitos de las misiones humanitarias de las Naciones Unidas. ¿Quién nominará a Kofi para el premio Nobel de la Paz, Rumsfeld o la agradecida KLA?».

Este mismo caballero, Kofi Annan, descripto magistralmente por James Petras como sirviente incondicional del Imperio yanqui, es el que tiene cautivados a los cerebros progresistas del mundo afirmando que la invasión a Irak fue «ilegal».

Y hay solo dos explicaciones posibles: o Kofi Annan se volvió loco, o está jugando para la campaña de Kerry y los demócratas.

Sus encuentros periódicos con Clinton, su inventor y protector original, tornan probable la segunda opción.