El grupo empresarial español está talando árboles y construyendo diques en territorio de indígenas de Paraguay según denuncias de varias organizaciones. El golpe contra Paraguay y el nuevo escenario político Paraguay: vías de organización campesina La empresa ganadera Carlos Casado S. A. ha arrasado un bosque habitado por indígenas aislados. Fuentes oficiales de Paraguay confirmaron […]
El grupo empresarial español está talando árboles y construyendo diques en territorio de indígenas de Paraguay según denuncias de varias organizaciones.
El golpe contra Paraguay y el nuevo escenario político
Paraguay: vías de organización campesina
La empresa ganadera Carlos Casado S. A. ha arrasado un bosque habitado por indígenas aislados. Fuentes oficiales de Paraguay confirmaron el pasado 23 de agosto la existencia de denuncias contra la compañía Carlos Casado, que forma parte del holding empresarial español Grupo San José, cuyo dueño, Jacinto Rey González, es considerado por la revista Forbes como la 34 fortuna española más importante, con un patrimonio estimado en unos 800 millones de dólares. La empresa ha sido denunciada por deforestar sin autorización un lugar donde viven los ayoreos, último pueblo indígena no amazónico aislado voluntariamente en América.
A principios de agosto, una inspección de la Fiscalía Ambiental de Paraguay pudo verificar cómo en el Lote 260, propiedad de la firma Carlos Casado S. A., se realizaban actividades de talado de bosque sin los permisos ambientales correspondientes, la construcción de edificaciones y diques, así como la instalación de una alambrada en el entorno de la parcela. Días antes, la ONG Survival International presentó ante la prensa local una serie de fotografías por satélite que mostraban la construcción de una pequeña represa de agua en la zona. Para William Zapata, poblador de la zona, «éste es el patrón clásico de intervención de los terratenientes locales. Primero crean enormes contenedores de agua para después clarear extensiones de bosque para el ganado». Dicha denuncia motivó que Organización Payipie Ichadie Totobiegosode (OPIT) alertara a los responsables ambientales de Paraguay con el fin de evitar la deforestación ilegal. Para la OPIT, «estos hechos demuestran la necesidad de administrar nuestros bosques, los cuales estamos intentando proteger y recuperar desde 1993».
Según declaran los medios de comunicación del grupo Gente, Ambiente y Territorio -ONG local que promueve el respeto a la diversidad cultural y la conservación ambiental-, «este crimen es una tragedia humana, y una vergüenza para Paraguay frente a los ojos del mundo, y sólo parará si los responsables son detenidos y castigados». En ese mismo sentido se pronunció el director de Survival International, Stephen Corry, que indicó que «se ha establecido con claridad que los ayoreos aislados se encuentran escondidos en esta zona, puesto que la mayor parte del resto de su bosque ya ha sido talado. La zona debe ser protegida adecuadamente de inmediato y entregada a los propios ayoreos». Ya en el mes de junio, Survival denunció que terratenientes y ganaderos pretendían engañar a los ayoreos con el fin de construir una carretera cuyo objetivo era que la familia Casado pudiera introducir en la zona miles de cabezas de ganado, aun a costa de dividir el territorio indígena en dos. Según fuentes cercanas al Departamento de Paraguay para Asuntos Indígenas (INDI), durante los últimos meses de la gestión del expresidente Fernando Lugo, se estuvo negociando la compra de tierras por parte del Estado a la filial española con el fin de devolvérselas a la población ayorea. Sin embargo, esa operación se frustró tras el reciente golpe de Estado «constitucional» que derrocó a Lugo y, por eso, los derechos de los indígenas ayoreos han sido relegados nuevamente.
Una historia colonial
La empresa argentina Carlos Casado S. A. nació en 1883, cuando su propietario Carlos Casado del Alisal, un inmigrante español, adquirió seis millones de hectáreas de tierra -una cuarta parte del Chaco- en Paraguay. Su objetivo era explotar el árbol quebracho, de color rojo, originario de esta zona y que es un recurso natural de creciente importancia en la industria maderera mundial. Sin embargo, las leyes agrarias de la época prohibían esta acumulación de tierras, por lo que Casado generó una red de testaferros a través de la cual realizó 28 escrituras públicas, consiguiendo registrar todas las tierras a su nombre en 1886. Como propietario ‘supremo’, Casado entendió que no sólo la tierra era suya, sino también las poblaciones indígenas que quedaban dentro de su territorio, por lo cual forzó a los indígenas a talar los árboles existentes en sus territorios ancestrales. Los salarios se pagaron con bonos canjeables por alimentos en los almacenes de la misma empresa, combinado con gran cantidad de litros de caña (la bebida alcohólica nacional). En 1925, Casado vendió parte de sus posesiones a la migración rusa menonita que se instaló en Paraguay huyendo de la revolución bolchevique. Ya en la década de los ’70 la comunidad indígena de Maskoy, en una situación de precariedad laboral absoluta y en emergencia alimentaria y sanitaria, consiguió ganarle un pleito por el cual recuperaron una parcela de 30.000 hectáreas de tierra que comprendían parte de sus territorios históricos. Durante la década de los ’90 la compañía cambió su estrategia comercial, vendiendo poco a poco parte de sus tierras a latifundistas privados ante el temor de que cundiese el ejemplo de Maskoy en sus posesiones ilegales. En el 2000, con el desembarco de la secta Moon en Paraguay -vinculada con tráfico de armas y lavado de dinero-, la familia Casado vendió a este grupo 500.000 hectáreas, lo que generó, en 2005, una gran marcha indígena hasta Asunción para reclamar sus derechos sobre la tierra que habitaban, generando un proceso legal aún sin resolver en el parlamento de Paraguay.
En el 2007, el grupo español San José adquirió la compañía Carlos Casado S. A., desarrollando nuevos proyectos a través de los cuales se ha puesto en marcha la explotación de monocultivos dedicados a la producción de biodiésel en parte de las 320.000 hectáreas de propiedad que posee en el Chaco paraguayo. A pesar de estos antecedentes, el gerente de la empresa, Diego E. León, no ha dudado en declarar que «en los 110 años de trayectoria en el Chaco, Carlos Casado S. A. ha trabajado de forma respetuosa con la República del Paraguay y con las comunidades que habitan en la zona, con las que siempre ha mantenido armoniosas relaciones».
Reportaje de Survival International sobre el Chaco paraguayo
Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/La-constructora-San-Jose-invade.html