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La crisis sobre los supuestos planes nucleares de Teherán llega a su clímax

Fuentes: CounterPunch

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

Una y otra vez hemos escuchado declaraciones de responsables israelíes, portavoces del lobby de Israel en EE.UU. y partidarios de Israel en el Congreso [de EE.UU.] de que Irán no «debe» obtener jamás armas nucleares. El 3 de marzo de 2008, todos los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, más nueve de los diez miembros no permanentes, aprobaron una nueva vuelta de sanciones contra Irán. Nótese el voto final de 14 a 0 con una abstención (la nación musulmana de Indonesia) como otra victoria en la ONU para la coalición Israel-EE.UU.

El espectáculo de los cinco «permanentes» en la obsoleta jerarquía del Consejo de Seguridad – todos los cuales se niegan a eliminar sus propias armas nucleares – que adoptan un doble rasero respecto a Irán, no provoca, por supuesto, más que una mirada furtiva en los medios dominantes en EE.UU. Irán, una nación con un pueblo orgulloso en un vecindario de pueblos orgullosos, ve solo lo absurdo de la discriminación en su contra en circunstancias que las naciones cercanas de India, Pakistán e Israel han desarrollado todas sus propias armas nucleares sin que EE.UU. las detenga. El programa de armas nucleares de Israel, en particular, saca de quicio a los iraníes, porque saben que Israel, un enemigo, pero un país mucho más pequeño, adquirió armas nucleares hace más de 40 años, mucho antes que India o Pakistán. La mayoría de los iraníes también sabe que Israel sólo logró esto con la ayuda pública y / o privada de EE.UU. Todo es visto como un ejemplo más del favoritismo de EE.UU. hacia Israel y de su antagonismo hacia Irán.

El tema del momento no es ni siquiera la producción real de armas nucleares por Irán, sino el «enriquecimiento» de uranio natural para que contenga un porcentaje más elevado de un isótopo particular de uranio, U-235, que se encuentra en la naturaleza cuando es extraído el mineral llamado «uranio». Ese enriquecimiento suministra el producto que en sí es el más difícil de obtener, utilizado en la mayoría de las armas nucleares. (En su estado natural, el mineral crudo también contiene otros isótopos de uranio, y usualmente tiene menos de un por ciento de U-235 por su volumen. Cuando es concentrado a cerca de un tres por ciento de U-235, el producto es ampliamente utilizado en formas comunes de reactores de energía nuclear. Cuando es concentrado a niveles mucho más elevados – un 90% es la cifra citada a menudo – el producto se convierte en el material de «grado de armas» utilizado en armas nucleares. El equipo usado en este proceso de «enriquecimiento» no sólo es complicado en su construcción, administración y mantenimiento; también requiere grandes cantidades de energía eléctrica para su funcionamiento. Pero todo esto está dentro de la capacidad de numerosas naciones y, probablemente cada vez más, también de algunos grupos subnacionales.

Irán posee, ha ensayado, y utiliza ahora todo el equipo requerido, y tiene la energía eléctrica necesaria, para producir uranio enriquecido. Afirma que ya ha alcanzado un nivel de enriquecimiento de cerca de un cuatro por ciento de U-235 en ensayos anteriores. También afirma que no quiere armas nucleares y que utilizará el uranio enriquecido sólo para producir mayores cantidades de energía eléctrica para la nación en una serie de plantas de energía nuclear. Pero si se prefiere creer que Irán realmente desea armas nucleares, entra en la ecuación otro elemento: la facilidad con la que una operación de enriquecimiento puede ser convertida para producir uranio de grado de armas.

Varios expertos occidentales creen en común que si una nación o grupo es capaz de pasar de menos de un por ciento a tres o cuatro por ciento de nivel de enriquecimiento, las dificultades técnicas para pasar de tres o cuatro a 90 por ciento de enriquecimiento no son tan grandes.

El diseño mismo y la manufactura del artefacto explosivo, y luego de un arma lanzable, no sería una tarea simple, pero tampoco sería terriblemente difícil. Cálculos precisos del tiempo que podría tomar todo el proceso son generalmente inútiles. Existen demasiadas variables. Todos esos cálculos dependen considerablemente de los tipos de sistema de lanzamiento disponibles, del grado de exactitud necesario en la selección de los objetivos, del exceso, o carencia, de características de seguridad consideradas necesarias para impedir un uso no autorizado o accidental. Pero es probable que para Irán, pudiera hacerse una simple suposición aproximada de tres o cuatro años.

Mientras EE.UU. y otras naciones exigen que Irán cese toda producción de uranio enriquecido, el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) que entró en efecto en 1970 no impide que alguien enriquezca uranio con fines pacíficos. Irán, como ya señalamos, afirma que es todo lo que hace actualmente, y no existe evidencia concreta de lo contrario. EE.UU., sin embargo, y la mayoría de los otros firmantes del tratado que ya poseen armas nucleares, no han hecho esfuerzos serios para trabajar hacia un desarme global nuclear y general, como lo pide el TNP. El tratado, por supuesto, no contiene una agenda ni plazos. Pero el hecho de que las principales potencias que han firmado el tratado ni siquiera hayan iniciado negociaciones multilaterales sobre el desarme nuclear en 38 años, da a Irán una buena excusa, si la requiere, para abrogar su participación en el tratado. Algún día Irán podría hacer precisamente eso. El hecho de que Israel, India y Pakistán, que se han negado a firmar el tratado desde el comienzo, se han convertido ahora en conocidas potencias nucleares, da a los dirigentes en Teherán una excusa más para salir del TNP si así lo desean.

Mientras algunos constructores del imperio EE.UU. hablan de la necesidad de cambiar el sistema global, el mundo actual sigue compuesto de Estados legalmente independientes en los que el nacionalismo es la fuerza dominante que subyace a las relaciones entre Estados. En un mundo semejante, es lógico asumir que los dirigentes iraníes deseen en secreto tener armas nucleares o que pronto llegarán a quererlas. No aceptarán indefinidamente que el Estado más pequeño de Israel tenga más derecho a armas nucleares que ellos. Tampoco aceptarán que el mucho mayor EE.UU. tenga más derecho a semejantes armas. Salvo que sea obligado a rendirse vilmente ante la coalición estadounidense-israelí, ningún dirigente del gobierno iraní podría aceptar semejantes puntos de vista.

La posibilidad de negociar una zona libre de armas nucleares en Oriente Próximo (incluyendo a Israel), o incluso, concebiblemente, un mundo libre de armas nucleares, es sugerida a menudo como una única solución final genuina para el dilema nuclear de Oriente Próximo o de todo el globo. Y a menudo la gente que hace semejantes sugerencias puede citar sondeos o encuestas que muestran que una mayoría de la gente en todas partes apoya esas ideas. La tragedia es que, por el momento, simplemente no existe suficiente confianza entre los gobiernos del globo, o incluso dentro de una región de éste. Tomemos sólo a EE.UU. o a la coalición EE.UU.-Israel. Incluso es inconcebible que el actual gobierno de uno de esos socios pueda iniciar negociaciones para eliminar sus armas nucleares, no importa cuáles puedan ser los eventuales beneficios. Lo mismo se aplicaría a China, Rusia, Gran Bretaña, Francia, India, y Pakistán en mayor o menor grado.

En estos tiempos de desconfianza, sin embargo, la ONU debiera establecer una conferencia permanente de expertos a nivel de embajador sobre Desarme y Crisis Globales. Una vez que exista y funcione, voceros de esa conferencia deberían atraer a diario la atención del público hacia la relación entre los gastos en armas y las tres principales crisis que enfrenta el globo – la energía, el clima y el agua, que hacen que sea cada vez más necesario que los pueblos del mundo trabajen juntos para superar las crisis y recortar drásticamente los escandalosos y derrochadores gastos militares de demasiadas naciones. La tarea inmediata de la conferencia debería ser la definición de áreas de acuerdo y de desacuerdo sobre el desarme y sobre los otros tres temas en diferentes regiones del mundo. El presidente debiera ser un responsable muy importante de la ONU, y la característica especial de la conferencia – su permanencia – debería recibir un énfasis particular en cada ocasión pública.

Es probable que dentro de poco ocurran nuevos e imprevistos eventos en una o más de las tres crisis que intensificarán el modo de pensar por lo menos de algunos sobre el derroche de los actuales gastos militares. Costosas nuevas dificultades en cualquiera de las tres áreas podrían incluso conducir relativamente rápido a un creciente movimiento de oposición y disgusto global ante nuevos gastos nucleares. Nadie puede prever cuán grandes serán los cambios en la vida diaria causados por las tres crisis pero debiéramos, de la mejor manera posible, trabajar para hacer que los cambios con tribuyan en lugar de disminuir la armonía entre los pueblos del mundo. Específicamente, todos deberíamos tratar de utilizar esas crisis para alentar a pensar en primer lugar como ciudadanos del mundo, y sólo en segundo como ciudadanos de una nación o región en particular.

Pero nada de esto encara el presente – o los meses restantes de la presidencia de Bush. Ya que el presente grupo de republicanos y demócratas copiones en el Congreso se niega a formular cargos contra Bush y Cheney, el peligro de una guerra instigada por EE.UU. e Israel contra Irán sigue siendo real. La condición sobreextendida de las fuerzas terrestres de EE.UU. y la probable disposición de Bush de tratar por lo menos a las pequeñas armas nucleares como armas ordinarias, significan que sea posible que no se tratara en ningún caso una guerra terrestre, sino que comenzaría con grandes ataques aéreos y un uso temprano de armas nucleares. Aunque los resultados a largo plazo del uso de armas nucleares serían terriblemente desastrosos, tanto para el mundo como para EE.UU., los resultados inmediatos podrían ser vistos como una victoria rápida y barata de EE.UU. Si la victoria militar aparente ocurriera antes de la elección estadounidense de noviembre de 2008, probablemente garantizaría una victoria electoral republicana. Dado el interés de Bush en su propio sitio en la historia, un escenario semejante podría ser fácilmente atractivo para sus instintos de jugador.

Hacer ruido, mucho ruido, parece ser la única arma en nuestras manos para reducir la probabilidad de que un escenario semejante llegue a ocurrir. Hagamos ruido, globalmente, y todos los días. Hagamos por todos los medios a nuestro alcance, incluyendo la música y la literatura, que la gente de a pie en todo el mundo NO QUIERE QUE EE.UU. E ISRAEL ASESINEN A UNA SOLA PERSONA EN IRÁN, no importa cuál sea la condición del tema de posibles armas nucleares en Irán.

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Bill Christison fue alto funcionario de la CIA. Sirvió como responsable de Inteligencia Nacional y como director de la Oficina de Análisis Regional y Político de la CIA.

Kathleen Christison es ex analista política de la CIA y ha trabajado en temas de Oriente Próximo durante 35 años. Es autora de «Perceptions of Palestine and The Wound of Dispossession.»

Contacto para ambos: [email protected].

http://www.counterpunch.org/christison03082008.html