El país se prepara para elegir presidente en abril de este año. Excepto por los breves periodos de 1936, durante la revolución nacionalista, y del 2008, gobierno de Fernando Lugo, desde 1870 el Paraguay está controlado por los dos partidos tradicionales: el liberal PLRA y el conservador partido colorado, organizaciones creadas bajo el férreo tutelaje […]
El país se prepara para elegir presidente en abril de este año. Excepto por los breves periodos de 1936, durante la revolución nacionalista, y del 2008, gobierno de Fernando Lugo, desde 1870 el Paraguay está controlado por los dos partidos tradicionales: el liberal PLRA y el conservador partido colorado, organizaciones creadas bajo el férreo tutelaje de los ejércitos de ocupación tras la finalización de la guerra de la triple alianza (Argentina, Brasil y Uruguay) que aniquiló al Paraguay, la nación más desarrollada de América Latina en el siglo XIX.
Las elecciones de abril tienen una variante: uno de los partidos tradicionales, el liberal, tendrá el apoyo de la izquierda. El liberalismo y el Frente Guasu (FG) de Fernando Lugo, armaron la alianza «GANAR» para enfrentar al oficialista partido colorado. Efraín Alegre, el candidato presidencial por la alianza opositora fue uno de los senadores que apoyó el derrocamiento de Fernando Lugo vía golpe parlamentario en junio del 2012. Hoy Lugo apoya la candidatura del que votó por su destitución, formando una alianza que genera sospechas en la clase trabajadora.
Alegre fue ministro de Lugo hasta el 2011, y en comparación a sus antecesores colorados hizo una buena gestión, pero salpicado por negociados fraudulentos. En la función pública y a la medida de la oligarquía logró construir la figura de «estadista», pero su apoyo al golpe contra Lugo desnudó su ideología reaccionaria. Su traición a Lugo es el estigma que debe cargar, poniendo en riesgo el apoyo irrestricto del campo popular, que si le niega su voto pleno, difícilmente logrará imponerse a los colorados.
Las elecciones de abril representan una disputa netamente entre las derechas, una fiesta conservadora donde el FG es el convidado de piedra, que pasivamente espera las migajas neoliberales del poder. Para el FG, Alegre es el mesías salvador, el que le podría garantizar la recuperación de algún endeble espacio en el poder.
En Latinoamérica, históricamente la izquierda fundó su estrategia en quebrantar esa perversa forma de dominación democrática llamada bipartidismo, impuesta desde Estados Unidos, que hace dos siglos está gobernado de manera excluyente por demócratas y republicanos. Independientemente quien triunfe en las elecciones en Paraguay, la dictadura bipartidista será robustecida de manera impensada: gracias a intervención de la izquierda.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.