Según europapress, la Canciller paquistaní, Hina Rabbani Khar, reiteró que «su Gobierno no volverá a abrir las rutas de abastecimiento de las fuerzas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) radicadas en Afganistán, hasta que Estados Unidos se disculpe por los ataques aéreos perpetrados en noviembre pasado, en los cuales fueron asesinados 24 […]
Según europapress, la Canciller paquistaní, Hina Rabbani Khar, reiteró que «su Gobierno no volverá a abrir las rutas de abastecimiento de las fuerzas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) radicadas en Afganistán, hasta que Estados Unidos se disculpe por los ataques aéreos perpetrados en noviembre pasado, en los cuales fueron asesinados 24 soldados paquistaníes».
Asimismo denunció a Washington «por llevar a cabo ataques con drones y asesinar a civiles» (el pasado 31 de enero, el presidente Barack Obama admitió públicamente que su país utiliza los aviones no tripulados en Pakistán y otros países del Medio Oriente y de Asia Central) y como respuesta ,se produjo el tercer ataque de un avión no tripulado del ejército estadounidense en las últimas 72 horas en las zonas tribales del noroeste de Pakistán elevó el número de muertos a 30 y decenas de heridos (supuestamente combatientes talibanes), siendo la séptima operación en menos de dos semanas en el marco del deterioro de las relaciones entre Estados Unidos y Pakistán desde que Islamabad pidió a Washington que detuviera los bombardeos en la zonas tribales.
Asistiríamos pues a la escenificación de uno más de los desencuentros entre los dos países, iniciada con el asesinato mediático de Osama Bin Laden en Abbottabad (norte de Pakistán) el 2 de mayo pasado, la réplica de la Casa Blanca en forma de congelación de unos 800 millones de dólares de ayuda militar a Pakistán, (lo que representa un tercio de los 2.000 millones de dólares que Estados Unidos le entrega anualmente) y agravada en noviembre cuando helicópteros de la OTAN y cazas de combate dieron muerte a 28 soldados pakistaníes en ataques contra dos puestos militares en el noroeste del Pakistán.
¿Golpe de mano contra Zardari?: Según la agencia Reuters, el secretario de Defensa estadounidense, Leon Panetta, ha declarado este jueves que «va a ser muy difícil alcanzar la paz en Afganistán mientras Pakistán siga siendo un «santuario para los terroristas y que su Gobierno está llegando al límite de la paciencia», pues los combatientes del grupo insurgente afgano Haqqani –afín a los talibán– siguen cometiendo ataques transfronterizos en Afganistán desde sus bases en territorio paquistaní.
Según un.org, Sirajuddin Jallaloudine Haqqani, sería uno de los líderes más prominentes, influyentes, carismáticos y experimentados de la red Haqqani, (grupo de combatientes asociados estrechamente tanto con los talibanes como con Al-Qaida) y habría sido uno de los principales comandantes de la red desde 2004 y gran parte del poderío y la autoridad de Sirajuddin Haqqani proviene de su padre, Jalaluddin Haqqani, exministro del régimen talibán, que fue comandante militar de los talibanes e intermediario entre Al-Qaida y los talibanes a ambos lados de la frontera entre el Afganistán y el Pakistán, pues cuando ocupó el cargo de ministro del régimen talibán, Jalaluddin Haqqani estableció vínculos muy estrechos con Al-Qaida.
Ello unido a las acusaciones de EEUU de «tibieza en la lucha contra Al Qaeda para lograr desbaratar las redes terroristas en Pakistán y para degradar cualquier habilidad que tengan para planear y lanzar ataques terroristas internacionales» y el escaso entusiasmo de Zardari por «fortalecer las capacidades de contrainsurgencia de Islamabad», hacen predecir un incierto futuro para él, no siendo descartable un golpe de mano auspiciado por la CIA y su posterior sustitución por un Gobierno interino presidido por Musharraf.
Recordemos que a pesar de los intermitentes períodos democráticos, Pakistán posee una larga historia de dictaduras militares, siendo el general Musharraf el penúltimo representante (1999-2008). de esta endémica casta militar paquistaní siempre supeditada a los dictados de la Administración USA, siendo sustituido en las Elecciones Presidenciales del 2008 por Zardari, viudo de Benazir Nhuto y en una reciente entrevista a Reuters, el ex-dictador Musharraf afirmó que «es necesario actuar para salvar las atribuladas relaciones de Pakistán con Estados Unidos, tras anunciar que volverá a casa pronto para volver a entrar en política», por lo que sería la baza secreta de la Administración Obama para mediante un golpe de mano blando o virtual conseguir enderezar la errática política de Zardari.
Así, en declaraciones del general jubilado Talat Masud «pese a las diferencias, los dos países saben que se necesitan el uno al otro. Para Estados Unidos, la situación sigue siendo la misma y hasta que no se materialice la retirada de las tropas, Pakistán es una necesidad, mientras Pakistán necesita a Estados Unidos por su ayuda financiera y militar», de lo que se deduce que ambas partes se retroalimentan.
El avispero de Afganistán: Tras tres décadas de guerras, Afganistán sería un estado fallido y corrupto que apenas rebasa los límites de su capital, Kabul y donde la inseguridad generalizada ha dado alas al negocio de la seguridad privada, que emplearía a unos 43.000 hombres y las cifras que maneja la ONU hablan de más de 3.000 civiles muertos desde la invasión del país en 2001, según refleja el informe anual por la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en Afganistán, (Unama).
En cuanto a los 55.000 millones de euros llegados del exterior desde 2002, sólo un 12% se habría invertido en mejorar la vida de una población (con un 42% de pobres y un 33% en serio riesgo de hambruna), sirviendo el resto para alimentar la corrupción o financiar los ejércitos privados pues según una información de The Wall Street Journal que cita como fuente a funcionarios afganos y estadounidenses anónimos, «funcionarios afganos de alta jerarquía habrían evadido desde 2006 más de 3.000 millones de dólares a refugios financieros en el exterior» y respecto al cultivo del opio, desde 2004 un billón de dólares del tráfico de opio habría sido utilizado para financiar la guerra en todos los frentes, aunque hay que resaltar que los ingresos por opio de los talibanes sólo representan el 5% del montante total que genera el negocio.
Resistencia del Pentágono a la retirada agresiva de tropas de Obama: En discurso televisado, Obama sin consultar con la escala de mando, dictó la temeraria orden de retirada de tropas de Afganistán a partir de julio de 2011, mientras el Pentágono proseguía con la defensa de un incremento notable de tropas y la implementación de la nueva estrategia contrainsurgente del entonces todavía Comandante de la Fuerza Internacional de la Asistencia a la Seguridad de Afganistán (ISAF), general Stanley McChrystal.
Apoyado por la mayoría de congresistas del gobernante Partido Demócrata, el vicepresidente Joe Biden y el consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Tom Donilon, estarían a favor de un retiro relativamente rápido, reduciendo el contingente total a unos 40.000 soldados para mediados de 2013, pero los altos mandos militares insisten en frenar los repliegues hasta que pase la «temporada de combates» del otoño boreal de 2013. Así, según Reuters, el almirante Mike Mullen, jefe del Estado Mayor Conjunto reconoció en una audiencia en la Cámara de Representantes que, «Las decisiones del presidente son más agresivas y suponen más riesgos de los que originalmente me preparé para aceptar«, y a pesar de que midió cuidadosamente sus comentarios, dejó entrever el descontento del Pentágono con la agresiva retirada de Afganistán.
Por su parte, el general John Allen, comandante de Estados Unidos y de la OTAN en Afganistán aseguró que «se necesitará una significativa fuerza de combate hasta fines de 2013″, siendo julio la fecha prevista para que facilite el número de fuerzas que deberían permanecer en Afganistán, pues los talibanes han sido expulsados de algunas zonas de su bastión del sur, pero la insurgencia se ha intensificado a lo largo de la frontera oriental con Pakistán.
Según Reuters, la misma Hillary Clinton reconoció «que no hay una solución militar al conflicto y que Estados Unidos tiene un amplio espectro de contactos en la búsqueda de una salida política», pero el Pentágono sería partidario de un notable incremento de fuerzas, con lo que asistimos a un pulso soterrado entre la política de Obama para reconducir el enfoque de su Gobierno respecto a la guerra en Afganistán claramente enfrentada a los intereses del Pentágono que baraja la opción de una sensible escalada de la intervención militar de EEUU en Afganistán para el otoño del 2012.
La CIA contaría además con informes que confirmarían el inicio de la ayuda militar rusa (asesores militares, logística e información de los satélites-espías) a las milicias talibanes de Afganistán en su lucha contra las fuerzas de la ISAF allí desplegadas, con el objetivo de alargar el conflicto y aliado con la falta de liquidez monetaria de los aliados europeos lograr su gradual retirada de Afganistán antes del 2012 dejando en soledad a EEUU.
La CIA inicia la campaña de desestabilización del Gobierno afgano: Convendría recordar que cuando irrumpieron en el tablero afgano los talibán, (milicia ultraintegrista procedente de las madrazas deobandis del norte de Pakistán), Karzai dispuso lo necesario para facilitarles el control de las ciudades en las regiones de influencia popalzai, ya que pese a su fanatismo religioso los consideraba como una milicia de hombres virtuosos que buscaban pacificar un país sumido en los desmanes de los numerosos señores de la guerra.
El asesinato del controvertido Ahmed Wali Karzai -sospechoso de traficar con opio, desviar fondos públicos y reclutar grupos paramilitares al servicio de la CIA- dejó un inquietante vacío de poder pues su asesinato simbolizaba la fragilidad de las instituciones en el nuevo Afganistán y la CIA en un informe secreto habría acusado a Wali Karzai de «ser el mediador del Presidente electo Karzai para iniciar conversaciones secretas para la gestación de un Gobierno de Coalición islamista entre pastunes y talibanes y que tras conseguir en unas elecciones anticipadas la legitimación democrática en las urnas en el horizonte del 2013 procederían a la creación de la República Islámica de Afganistán».
Así, según RIA Novosti, el presidente de Afganistán, Hamid Karzai, estaría estudiando la posibilidad de adelantar un año la fecha de las elecciones o anticipar la retirada del contingente militar internacional desplegado en el país (ambas previstas para el 2014), lo que exigiría la retirada adelantada de las tropas de EEUU y la consecuente pérdida de presencia en un país considerado por el Alto Mando de EEUU «como pieza geoestratégica vital en el rompecabezas del Oriente Medio», por lo que la CIA habría iniciado la búsqueda de un sustituto a Karzai al no gozar ya de su confianza.
Mediante una operación de propaganda, Hamid Karzai sería acusado de tibieza en la lucha contra los talibanes por lo que no sería descartable la creación de un ambiente propicio al golpe de Estado y posterior derrocamiento y asesinato de Karzai, reviviendo uno de los aspectos más oscuros de la política exterior de Kennedy (el derrocamiento y asesinato del presidente survietnamita Diem (1963) y el posterior incremento de su apoyo militar a Vietnam, acelerando la escalada que llevaría a los Estados Unidos a un callejón sin salida.
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