La más importante concentración de fuerzas populares desde las horas posteriores al golpe de Estado del 22 de junio de 2012 contra Fernando Lugo tendrá lugar el próximo miércoles 26 en Asunción. Ese día habrá una gran movilización, motorizada por una huelga, para la que se preparan intensamente movimientos sociales, organizaciones campesinas, numerosos colectivos laicos, […]
La más importante concentración de fuerzas populares desde las horas posteriores al golpe de Estado del 22 de junio de 2012 contra Fernando Lugo tendrá lugar el próximo miércoles 26 en Asunción. Ese día habrá una gran movilización, motorizada por una huelga, para la que se preparan intensamente movimientos sociales, organizaciones campesinas, numerosos colectivos laicos, religiosos y estudiantiles, centrales sindicales y diversos gremios. A tal grado se prevé que llegue la concentración que la cúpula del hoy resquebrajado Partido Liberal, inspirador del derrocamiento de Lugo, decidió sumarse a ella, quizá esperando recuperar algo del terreno perdido.
La confluencia de ciudadanos esperada para ese día es prueba del creciente rechazo a la política del presidente Horacio Cartes, que en sólo siete meses ha revelado un cuño privatista con aristas de demencia gerencial, al punto de ofrecer el país a capitalistas privados extranjeros como «una mujer linda y fácil», cuyo «momento pueden aprovechar» para invertir haciendo «uso y abuso» de la tierra, el agua, la mano de obra barata y los recursos naturales. Fueron palabras textuales que Cartes pronunció parte en español, parte en portugués, al dirigirse días atrás a un grupo de empresarios portugueses que lo escuchaban con algarabía. El paro general se prepara en un ambiente de fuerte tensión social y política, con cinco campesinos en huelga de hambre en la tenebrosa prisión de Tacumbú desde el 14 de febrero, entre más de 130 presos políticos sin condena, acusados de «subvertir el orden» al insistir en instalarse con sus hijos en unas pequeñas parcelas de tierras fiscales ocupadas por hacendados que revolotean documentos caratulados como títulos de propiedad de predios destinados por ley a la reforma agraria.
Este mes, además, está revestido de simbolismo porque recuerda el asesinato, el 23 de marzo de 1999, en plena plaza del Congreso, de ocho jóvenes que se oponían a un intento de golpe de Estado cívico-militar. Los asesinatos de militantes sociales continuaron en los años siguientes. Sólo en los 21 meses últimos, desde el derrocamiento de Lugo, 23 campesinos, todos dirigentes emergentes, han sido acribillados en forma selectiva por criminales al servicio de los latifundistas y de las corporaciones del agronegocio. El gobierno ha comenzado a agitar fantasmas. El Ministerio del Interior dijo el miércoles 19 que el día de la huelga general «bajarán» desde las zonas con fuerte conflictividad por la propiedad de la tierra «grupos armados con el propósito de sembrar el pánico en Asunción, buscando mártires».