El acuerdo logrado en Ginebra entre el G-5 más 1 con Irán sobre el programa nuclear del país persa es para muchos el inicio de un nuevo periodo de bipolaridad en el mundo, en el que Estados Unidos no podrá imponer sus preceptos, como lo ha hecho hasta hace poco tiempo desde la desaparición de […]
El acuerdo logrado en Ginebra entre el G-5 más 1 con Irán sobre el programa nuclear del país persa es para muchos el inicio de un nuevo periodo de bipolaridad en el mundo, en el que Estados Unidos no podrá imponer sus preceptos, como lo ha hecho hasta hace poco tiempo desde la desaparición de la entonces Unión Soviética.
En el pacto histórico alcanzado este domingo en Suiza, Rusia jugó el rol primordial, como también lo hizo de manera destacada China, las dos grandes potencias que han conseguido frenar a Washington en su intento de invadir militarmente Siria, y, en cambio, favorecer una salida pacífica para esa nación árabe.
A juicio de analistas, esas dos claras victorias diplomáticas recientes de Moscú y Beijing, y claro está la de Teherán en Ginebra, reabren la era de bipolaridad que vivió el planeta tierra en el siglo pasado, previo al desmoronamiento de la Unión Soviética y la comunidad de los Estados socialistas de Europa Oriental en la década de los años 90.
Las mismos expertos coinciden en que Irán y Rusia son sin duda alguna los grandes triunfadores de las negociaciones del G-5 más 1, al igual que el pueblo norteamericano, harto de que sus regímenes y los halcones de la guerra alienten invasiones y confrontaciones de rapiña.
El gobierno del presidente ruso, Vladimir Putin, demostró que es capaz de sentar a la mesa de conversaciones a los representantes de la administración de la Casa Blanca, e impedir otro eventual conflicto castrense planeado por Estados Unidos y sus «amigos» europeos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Los esfuerzos de Moscú han dado al traste con los propósitos estadounidenses y de su viejo aliado estratégico Israel de variar por la fuerza el mapa geopolítico en el Medio Oriente.
El régimen de Tel Aviv es considerado el mayor perdedor, al no poder bloquear el acuerdo sobre el programa pacifico nuclear iraní suscrito en Suiza, pese a los ingentes esfuerzos que hizo en ese sentido.
Israel, el único que rechazó el compromiso de Ginebra, fue ladeado incluso por su similar encabezado por el inquilino de la Casa Blanca, el mandatario Barack Obama, que se vio obligado a negociar por la profunda crisis que padece Estados Unidos y el peligro que corre de lanzarse en otra aventura militar, y más en una contra el poderoso y guerrero Irán.
Europa, representada en el dialogo por Francia, Gran Bretaña y Alemania, e igualmente agobiada por el grave panorama económico que padece actualmente, no pudo hacer otra cosa que seguir por el mismo sendero de su regente norteamericano en la OTAN, y por ende inclinarse obligatoriamente hacia el pacto con Teherán.
El acuerdo sobre el programa pacifico nuclear iraní confirma que los tiempos han cambiado, y que el mundo transita hacia el fin definitivo de la unipolaridad y la hegemonía temporal ejercida por el decadente Imperio de Washington, y el regreso hacia el necesario equilibrio internacional.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.