Indonesia, ademas de un gran numero de islas, alberga muchos conflictos, que ponen al actual estado en serias dificultades a la hora de prever su futuro. Luchas de liberacion nacional, enfrentamientos etnicos, transiciones politicas, auge de un islamismo politico radicalizado, pirateria maritima e importantes daños ecologicos provocados son algunos de los ejemplos que inundan aguas […]
Indonesia, ademas de un gran numero de islas, alberga muchos conflictos, que ponen al actual estado en serias dificultades a la hora de prever su futuro. Luchas de liberacion nacional, enfrentamientos etnicos, transiciones politicas, auge de un islamismo politico radicalizado, pirateria maritima e importantes daños ecologicos provocados son algunos de los ejemplos que inundan aguas y tierras del archipielago.
Este complejo cóctel, unido a la importancia geoestratégica del lugar, hace que la estabilidad política de la zona sea una quimera, y que los diferentes gobiernos centrales no puedan o no quieran alejarse de las tónicas habituales, corrupción y poder de las fuerzas armadas.
Tras los terribles acontecimientos del tsunami, una ola de esperanza ha llegado a las costas de Aceh. El reciente acuerdo entre el Gobierno indonesio y el Gerakin Aceh Merdeka (Movimiento Aceh Libre-GAM) ha abierto la puerta a un proceso de paz que puede poner fin a un conflicto que desde 1976 se ha cobrado la vida de cerca de 10.000 personas.
A raíz de esa firma, se han dado los primeros pasos. Los prisioneros políticos han sido amnistiados, se ha garantizado la presencia de partidos políticos independentistas en las elecciones locales, la desmovilización, el desarme y la salida de tropas indonesias de Aceh también está en marcha, y todo con la Supervisión de la Misión Aceh (AMM), compuesta por la Unión Europea y cinco estados miembros de ASEAN (Tailandia, Filipinas, Malasia, Brunei y Singapur).
Este acuerdo ha puesto nerviosos a los militares, que no olvidan «el trauma» que les causó la independencia de Timor. Por ello, este proceso se va a encontrar con obstáculos, y uno de ellos va a ser la utilización interesada de las milicias paramilitares que algunos oficiales del Ejército indonesio (TNI) impulsaron a comienzos de esta década.
Estas bandas, organizadas bajo el nombre de Front Perlawanan Separatis GAM (FPSG) están lideradas por un empresario y asesoradas por los militares indonesios. Irónicamente, desde el TNI se define a estas bandas como wanra, un acrónimo de perlawanan rakyat (resistencia popular), el mismo nombre que tenían los paramilitares pro-indonesios en Timor.
West Papua
A la lucha del pueblo de Aceh por su independencia, se le suma también la de West Papua, donde el Organisasi Papua Merdeka (Movimiento Papua Libre-OPM) lleva años luchando por el reconocimiento del derecho de autodeterminación para su pueblo. Los pasos que se han dado en Aceh no parece que se vayan a producir en este caso. La decisión del Gobierno de Indonesia de enviar 15.000 soldados más a la zona (suman ya 50.000) se interpreta como la respuesta a los temores que recorren Yakarta, que ve como su Estado «único» se están despedazando. Algunos líderes papúes habían propuesto una «zona de paz» para limitar la presencia y el poder de los militares indonesios. Sin embargo, las medidas adoptadas por el Gobierno central no auguran nada bueno.
El despliegue militar se observa como un grave contratiempo para la estabilidad y la paz. El TNI lleva adelante desde hace tiempo una ofensiva militar en las montañas centrales de West Papua, con constantes abusos de los Derechos Humanos. Además, no se pueden olvidar los lazos entre el TNI y los militantes islamistas de Laskar Jihad Islamic y de las milicias paramilitares. En los últimos meses la represión contra el pueblo de West Papua ha ido aumentando. Fuentes locales señalan como ejemplo la brutalidad de las BRIMOB (fuerzas antidisturbios) que han causado la muerte de varios manifestantes, o el encarcelamiento de civiles por enarbolar la bandera de West Papua, Bintang Kejora (estrella de la mañana).
Otros conflictos violentos sacuden al estado indonesio. Las diferencias étnicas y religiosas, convenientemente manipuladas, han desembocado en los últimos años en enfrentamientos con cientos de muertos. La política que en tiempos de la dictadura aplicó el Gobierno central, cuando impulsó los movimientos migratorios, mezclando comunidades y credos, buscando dividir a las mismas para fortalecer la unidad territorial, ha saltado por los aires.
Una de las zonas más conflictivas en estos momentos se encuentra en la isla de Sulawesi, donde los enfrentamientos entre comunidades musulmanas y cristianas se cobraron más de 200 muertos entre los años 1999 y 2001. Tras esa fecha hubo un período de relativa calma que se ha visto roto por diversos atentados en 2004. En esta línea, el pasado mes de mayo, dos bombas causaron más de veinte víctimas mortales. Las interpretaciones sobre estos acontecimientos son variadas, pero obedecen probablemente a la suma de intereses determinados. En el caso de la región central de Sulawesi, se ha buscado desviar la atención sobre un escándalo de corrupción, al tiempo que se buscaba desestabilizar las elecciones locales de junio, además de mostrar a la opinión pública la incapacidad del Gobierno central para controlar la situación.
Grupos islamistas
En ese puzzle hay otra pieza. Algunos de los grupos islamistas más radicales tiene sus raíces en esta isla, entre ellos destaca el Laskhar Jundullah. Unido a esto último nos encontramos con el auge del islamismo más politizado en Indonesia, que con sus 210 millones de habitantes es el mayor país musulmán del mundo y el cuarto más poblado. Históricamente, el papel del islamismo indonesio ha sabido acomodarse a las diferentes etapas políticas, añadiéndole en ocasiones una lectura liberal al mismo. Sin embargo, junto al aumento de los grupos islamistas más politizados, algunos de ellos además en la línea ideológica de al Qaeda, aunque con una agenda propia, el pasado mes de junio, desde el Consejo de Ulemas de Indonesia MUI), la más alta institución islámica del país, se hicieron públicas once fatwas o edictos contra la visión liberal del Islam.
Algunos señalan que esto es una como respuesta a la labor proselitista de misioneros católicos y protestantes, mientras que otras fuentes apuntan a una radicalización de las posturas islamistas en Indonesia. El presidente indonesio, junto a fuentes oficiales de Gran Bretaña y Australia, han avisado también de que otro ataque contra intereses occidentales en el país en los próximos meses es casi inevitable. A pesar de lo golpes sufridos por el principal grupo islamista armado, Jemaah Islamiah, junto a divergencias tácticas e ideológicas internas, éste conserva aún una importante capacidad operativa, con dos de sus principales dirigentes escondidos cerca de Yakarta, y logrando reclutar miembros de otras organizaciones como Darul Islam.
Una de las guindas de este escenario es el interés estadounidense por recuperar su protagonismo en la región, y concretamente en Indonesia, su histórico aliado. La importancia geoestratégica del estrecho de Malaca, donde operan importantes bandas de piratas marítimos y que podrían colaborar con organizaciones islamistas para atentar contra barcos de combustible que circulan en esa zona, unida al incremento del protagonismo chino en la región avalarían las tesis de ese interés de Washington. –
(*) Txente Rekondo: Gabinete Vasco de Análisis Internacional (GAIN)