Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos
Las vendedoras de los mercados de Haití mantienen una lucha imparable por la dignidad humana y la libertad
«La gente se sigue reuniendo un día a la semana en una llanura en las montañas de Haití. Es el mercado de mi infancia. […] Lo que se ve, los olores, el ruido y el color te abruman. Todo el mundo acude. Si no vienes, te lo pierdes todo. […] Los productos se exhiben por todas partes: cebollas, puerros, maíz, frijoles, ñames, coles, mandioca, y aguacates, mangos y todo tipo de frutas tropicales, pollos, cerdos, cabras y pilas, y también zapatillas de tenis. La gente intercambia artículos y noticias. Este es el centro donde se desarrolla la vida social, política y económica» Jean-Bertrand Aristide, Eyes of the Heart: Seeking a Path for the Poor in the Age of Globalization.
En marzo de 2017 se produjo un incendio devastador en el mercado de Croix-des-Bossales de Haití, cerca del centro de la ciudad de Port-au-Prince. Unas fuertes llamas arrasaron una parte del mercado en el que cientos de ti machan [pequeños vendedores] vendían ropa usada. Los vendedores, la mayoría mujeres que dependen del comercio para sobrevivir cada día, sufrieron grandes pérdidas. Los incendios en los mercados se han vuelto rutinarios en Haití [1], lo que ha atraído la atención sobre la importancia del sistema de mercados de Haití, principal vía de comercio en el país, y sobre el papel fundamental de las mujeres, que son su motor.
El sistema de mercados de Haití es el eje fundamental de su economía así como «el centro donde se desarrolla la vida social, política y económica» [2]. La mayor parte del comercio está en manos de las mujeres. En su intento de ganarse la vida las vendedoras de los mercados se enfrentan a los políticos extranjeros, a un gobierno hostil y al interés que tienen las grandes empresas de minar el poder económico que representan estas mujeres comerciantes llenas de recursos. El resuelto trabajo de las vendedoras de los mercado ofrece una resistencia material y simbólica a fuerzas poderosas cuyo objetivo es controlar la economía del mercado de Haití.
El papel de las mujeres en el sistema de mercados de Haití
El origen de los mercados al aire libre de Haití se remonta a los días prerrevolucionarios de siglos atrás, cuando las personas esclavas procedentes de África vivían bajo el despiadado sistema esclavista colonial francés. Cultivaban pequeñas parcelas en las plantaciones para alimentar a sus familias y vendían los excedentes en los mercados de la ciudad para ganar un poco más para sobrevivir. Después de la independencia, cuando hombres y mujeres que habían sido liberados crearon nuevas formas de vida familiar y de trabajo basadas en el cultivo de la tierra, fueron sobre todo las mujeres quienes se encargaron del sistema de mercados. Ellas fueron las antepasadas de las actuales vendedoras de los mercados cuyos saberes pasaron de madres a hijas durante generaciones.
Gracias a esta historia excepcional las mujeres han llegado a desempeñar un papel fundamental en la economía haitiana. Pero este legado no protege a las mujeres de la lucha por la hegemonía de la principal institución de Haití, la economía del mercado, sino que las pone en el centro de una lucha sin tregua por parte de la diminuta élite privilegiada de Haití para excluir a las masas populares del poder y del control de los recursos e instituciones de la nación.
Las mujeres ocupan las posiciones más bajas de la escala social de Haití, son quienes tienen menos libertades y mayores responsabilidades socioeconómicas. La falta de acceso a la educación, la pobreza, la exclusión de la vida política, el ser responsables de las necesidades básicas de niños y ancianos, y el estar expuestas a la violencia de género son indicadores clave de la posición de la mujer en la sociedad haitiana. Para muchas mujeres el comercio es la única forma de ganarse la vida, para ellas y para sus familias. Más del 80 % de las mujeres haitianas se dedican al comercio.
Ataques a las vendedoras de los mercados
En los mercados de Haití hay mucho dinero en juego, y el actual y discutido gobierno ha dado total libertad a la elitista clase mercantil de Haití para ir tras esta riqueza. El conflicto ha provocado cada vez más ataques a las mujeres comerciantes y a los mercados por el control del comercio del que dependen la mayoría de la población haitiana, y para explotar o eliminar el comercio de las y los pequeños comerciantes.
El calificativo oficial de este sistema, que representa el 85 % del comercio haitiano, es «economía informal». En todo el mundo el sector informal conforma una economía de 16 billones de dólares al año, en la que las mujeres son responsables de 11 billones. «La fortaleza económica de este sector en Haití sorprende a la mayoría de los economistas», escribió el presidente Jean-Bertrand Aristide en su lúcido libro sobre la globalización, Eyes of the Heart , publicado en 2000. «Tiene un valor total combinado de activos y propiedades que se calcula en 4.710 millones de dólares, o más del 72 % del total de activos y propiedades de las 123 empresas privadas más grandes de Haití».
En contra de las vendedoras de los mercados haitianas se alza la rica élite de Haití que supone el 1 % de la población, controla más del 50 % de la riqueza de la nación y está apoyada por el brutal ejército de Haití. Las vendedoras de los mercados se enfrentan a las agresiones cotidianas de los agentes de esta clase privilegiada para controlar el espacio comercial y reforzar el poder de la élite dirigente sobre la mayoría empobrecida de Haití.
La opresión de clase y de género se entrecruzan en la violencia desenfrenada que se ejerce contra las vendedoras. Un alcalde local envía a matones contratados para expulsar a las mujeres de las calles en las que suelen vender. Los esbirros del alcalde golpean brutalmente a una mujer embarazada y desparraman sus productos, con lo que la privan de sus escasos ingresos. Queman las precarias estructuras del mercado que utilizan las mujeres. Otras veces la policía da una paliza a una mujer que vende artículos de limpieza frente a su casa y le confisca la su mercancía. Hace poco la policía haitiana detuvo a gran cantidad mujeres a las que acusó de tirar basura y las llevó a las tristemente célebres cárceles de Haití donde solo se sale en libertad gracias a un soborno. Los incidentes como estos son rutinarios bajo el gobierno antidemocrático de Haití.
El vasto sistema de mercado de Haití
El sistema de mercado de Haití abarca unos 300 mercados rurales y urbanos esparcidos por todos los pueblos y barrios urbanos, y que facilitan el fluyo de productos y de dinero por todo el país. Unos pocos ejemplos ilustran el alcance de este comercio. El mercado de Croix-des-Bossales (en su momento el mayor mercado de esclavos de las Américas) es el punto de venta de productos provenientes de ocho de los nueve departamentos geográficos de Haití. Los mayoristas, minoristas, propietarios de restaurantes, supermercados y consumidores compran en él alimentos básicos. En el Haití rural 700.000 granjas pequeñas dependen de las vendedoras de mercado para empacar y transportar sus productos desde el campo a los mercados urbanos.
Las empresas del mercado van desde el comercio al por mayor de productos importados como zapatos y ropa de segunda mano hasta el o el o la vendedora más pobre que vende pequeñas cantidades de arroz y frijoles a una población igual de pobre. Los y las pequeñas vendedoras compran los artículos a comerciantes mayoristas y los venden por toda la ciudad: cosméticos, zapatos, carbón, artículos de aseo, café, chocolate, plátanos, cerillas, cigarrillos, maíz, dentífrico. Una madre que vive en el campo vende pan casero en el mercado semanal y cerca de ella otra que es tía vende pasteles pequeños y galletas. Las transacciones se hacen en enormes mercados al aire libre con gran cantidad de puestos de madera, arcos de hormigón abarrotados de mercancías, en las calles y aceras de los barrios, al lado de las carreteras y las vías públicas.
Para comprar los productos las mujeres suelen depende del dinero que prestan los prestamistas a unas tasas de interés desorbitadas del 30 % al 60 %. Las condiciones más duras ser reservan para las mujeres más pobres. Algunos de los préstamos se tienen que pagar el mismo día. El contrapunto de estas prácticas es la tradición haitiana del sol, una práctica de apoyo mutuo según la cual las mujeres aportan dinero a un fondo colectivo y se turnan para utilizar el capital común. «Cada día se ponen 25 gourdes por cabeza [32 céntimos de dólar] y una persona se queda con el dinero reunido», explicó la señora C. El s ol es una práctica comunal y democrática, y ofrece a las personas humildes de Haití una manera de ahorrar y tomar dinero prestado, y de sobrevivir.
Las mujeres haitianas en el orden neoliberal mundial
La mayoría de las personas en Haití carecen de empleos remunerados con un salario. Los trabajos que promueve la economía global (turismo, industria textil y agricultura de exportación) solo representa el 15 % de la economía. La economía global dominada por el libre comercio y las políticas neoliberales se basa en la explotación de las mujeres porque la mano de obra barata es femenina (los salarios de las mujeres haitianas son un 32 % más bajos que los de los hombre por unos trabajos inestables que se concentran en los sectores de bajos ingresos).
Aunque las estadísticas reflejan pobremente la realidad, unos pocos hechos dan una idea de a qué se tienen que enfrentar las mujeres haitianas para subsistir, ellas y sus hijos. Haití tiene la mayor desigualdad de ingresos de América Latina y el 60 % de su población vive con menos de dos dólares al día. Haití se sitúa en los últimos puestos de una lista de 172 países respecto a la ingesta diaria de alimentos. La mortalidad materna es cinco veces superior a la media regional. Uno de cada cinco niñas o niños está desnutrido y uno de cada diez está extraordinariamente desnutrido.
Cinco millones de mujeres preocupadas por luchar para sobrevivir viven dentro de estos parámetros. La política exterior de Estados Unidos desempeña un papel clave a la hora de imponer estas condiciones al pueblo haitiano, tanto mediante la intervención directa como mediante su apoyo a la élite haitiana que monopoliza el poder político y económico. Por ejemplo, en la década de 1980 la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) dictó, con el apoyo del dictador de Haití Jean-Claude Duvalier, la erradicación de todo el ganado porcino criollo de Haití. En aquella misma época el dumping deliberado de arroz estadounidense fuertemente subvencionado acabó con las y los productores de arroz haitianos, que en su mayoría carecían de subvenciones. Además, USAID llevó a cabo una reforma del sistema agrícola de Haití en la que confiscó a las y los pequeños agricultores (que cultivaban alimentos para consumo interno) un 30 % de la tierra cultivada para imponer la agricultura de exportación en el Haití rural. USAID era plenamente consciente de que estas medidas draconianas iba a provocar una hambruna generalizada [4]. Muchos miles de personas huyeron a las ciudades. Hasta entonces Haití había sido autousuficiente a la hora de cultivar sus propios alimentos. Hoy en día una nación de personas agricultoras ya no puede alimentarse a sí misma.
Este temprano ejemplo de globalización tuvo un efecto especialmente nefasto en las mujeres rurales haitianas, que sobrevivían gracias a la agricultura de subsistencia y a la venta de productos locales. En 1984 la escasez de alimentos provocó unos disturbios cuyas principales organizadoras y participantes fueron las mujeres haitianas. «En el ámbito social los disturbios constituyeron una lucha de las personas trabajadoras por el control de los recursos, pero la escasez de alimentos y combustible también fueron una cuestión de género. Con su participación masiva en estos disturbios junto con sus hijos, las mujeres haitianas se manifestaron como miembros femeninos de los hogares cuyos papeles tradicionales corrían grave peligro debido a la carestía y escasez de dos productos básicos» [5]. Dos años después Duvalier huyó del país.
Supervivencia y solidaridad
En el arte haitiano abundan las imágenes coloridas de las mujeres de los mercados, pero no debemos hacernos ilusiones acerca el trabajo difícil y arriesgado que desempeñan. La dedicación al comercio unida al hecho de que son responsables de la familia supone una vida muy dura. Las mujeres soportan largas jornadas de trabajo físico en entornos hostiles, deudas cotidianas y el riesgo de perder la vida o sufrir daños debido a los robos, los incendios y las inundaciones. Los propios mercados son espacios públicos lúgubres que carecen de iluminación, saneamiento o agua limpia. También son espacios peligrosos para las mujeres trabajadoras.
La pobreza hace que las mujeres se expongan a un mayor riesgo de violencia sexual cuando su trabajo las lleva por necesidad a espacios que no son seguros [6]. Muchas mujeres recorren largas distancias para llegar al mercado y transportan los productos y dinero; cuando llegan pasan la noche sobre el sucio suelo de sus puestos. Las mujeres de los mercados han sufrido robos cuando acudían a las granjas a comprar productos o cuando se marchaban con sus mercancía; han sido amenazadas con agresión sexual y violación en las cocheras de autobuses y taxis donde esperan para desplazarse. Por los mercados deambulan criminales que extorsionan dinero a las mujeres a cambio de protección, y utilizan cualquier pretexto para pegarlas o abusar sexualmente de ellas. No hay seguridad pública y las mujeres tiene que enfrentarse en gran medida solas a estos peligros [7].
Las mujeres haitianas cuentan con una extraordinaria variedad de organizaciones populares de mujeres para apoyarse mutuamente y luchar por unas condiciones de vida mejores. «Si no nos hacemos responsables de nuestro propio destino, nadie lo hará», afirmó la señora L. en una reunión de la organización de mujeres de los mercados Organisation of Valiant Women. Durante la lucha para derrocar a Duvalier, en la que las mujeres desempeñaron un papel destacado, surgieron cientos de organizaciones populares de mujeres. «Las mujeres se doblan con el viento, pero no nos rompemos. La organización es la forma de hacer mejor las cosas».
Resistir a la ofensiva del gobierno
La frontera de Haití con la República Dominicana es el escenario de un fuerte conflicto entre el gobierno y las decenas de miles de personas haitianas que cruzan a la República Dominicana cada semana para comprar productos al por mayor para revenderlos en Haití. Se calcula que las y los vendedores callejeros de Haití ganan 165 millones de dólares al año por la venta de productos básicos como pañales, escobas, frijoles, espaguetis y cemento comprados en la República Dominicana [8]. En una supuesta medida para generar más ingresos en la última década el gobierno haitiano ha emprendido una ofensiva contra este comercio y ha prohibido importar huevos (esto es, 30 millones de huevos al mes) y otros 23 artículos de la República Dominicana. Ahora se exige un pasaporte para cruzar la frontera y recientemente ha subido el precio del visado y se han impuesto nuevas tasas de entrada. El gobierno aumentó los impuestos de importación de aquellos bienes preferidos por las y los vendedores ambulantes, una medida que afecta a las y los vendedores menos poderosos que ya están sobrecargados de impuestos, mientras que los importadores ricos y los propietarios de hoteles que se dedican al turismo tiene generosas desgravaciones fiscales. Los agentes de aduanas han aumentado las inspecciones en las fronteras y tiene autorización para confiscar aquellos artículos cuyos exorbitantes derechos de aduana no pueden pagar las y los vendedores ambulantes o los que no se han declarado.
En pequeños actos diarios de resistencia las mujeres comerciantes encuentran formas de evitar a los agentes de aduanas o de ser más hábiles que ellos, y evitar unas restricciones gubernamentales que consideran injustas. Se enfrentan tanto a funcionarios como a agentes no oficiales que exigen sobornos y pueden atacarlas o violarlas, acepten o no el soborno. Hace poco un agente de aduanas disparó a vendedora del mercado que discutió con él cuando le dijo que iba a inspeccionarla mientras otros comerciantes más ricos que pasaban tranquilamente. El disparo no dio a la mujer pero mató a un residente que estaba cerca. En respuesta varias personas encolerizadas que habían sido testigos del incidente quemaron totalmente una comisaría de policía. Murieron cuatro policías.
Mercados en llamas
Según varias fuentes, se cree que los frecuentes incendios de los mercados son ataques deliberados de criminales pagados que actúan al servicio de los comerciantes de élite de Haití «que no han encontrado otra forma de competir con la ingeniosidad de las y los pequeños comerciantes pobres que destruir completamente no sólo sus productos sino también el propio mercado» [9]. Un excomandante en jefe de la Policía Nacional de Haití afirma que el origen de un incendio en un mercado público de Haití rara vez es accidental: «Es político o criminal» [10].
«Las y los comerciantes haitianos temen por sus medios de subsistencia tras el incendio del mercado», se leía en los titulares en febrero de 2018 tras un violento incendio que quemó el 60 % del histórico Mercado de Hierro en la ciudad de Port-au-Prince. Una mujer lloraba porque el pequeño beneficio que obtenía en el mercado le permitía enviar a su hijo mayor a la universidad en la República Dominicana. «¿Qué le voy a decir ahora, que deje de estudiar y venga aquí para acabar como yo, sin trabajo?». Otra vendedora de 75 años que había trabajado toda su vida en el mercado afirmó: «Sin ayuda para reanudar mi negocio voy a morir de pie porque nunca he tenido otra cosa y a mi edad no puedo hacer nada más» [11].
A la semana siguiente las llamas arrasaron el mayor mercado de ropa de Port-au-Prince, el tercer incendio en este mercado en menos de una década. Mil quinientos vendedores, la mayoría mujeres, perdieron toda su mercancía y medio de vida.
Activistas de organizaciones populares informan de que los incendios en los mercados se han utilizado para intimidar a los barrios rebeldes, como el incendio de noviembre de 2018 que destruyó parcialmente el histórico mercado cerca de La Saline solo uso días antes de las protestas en todo el país contra la corrupción e injusticia del gobierno. Durante décadas la comunidad de La Saline ha sido objeto de la represión estatal por ser un centro de resistencia y de movilización popular.
Tout moun se moun – Cada persona es un ser humano
A pesar de la resistencia, tanto individual como colectiva, de las mujeres de los mercados, no se pueden subestimar el inconmensurable sufrimiento humano, daño y pérdida que provocan poderosas fuerzas antagónicas.
No hace mucho tiempo, durante el gobierno democrático de Haití del presidente Jean-Bertrand Aristide entre 2000 y 2004, se reconocía y valoraba el papel esencial que desempeñan las mujeres de los mercados. Después de un largo periodo de resistencia a la dictadura las personas pobres habían conseguido poder y el gobierno elegido popularmente había empezado a construir una sociedad basada en la dignidad de cada ser humano. El presidente Aristide reconoció que la economía del mercado y las mujeres vendedoras en ellos tenían que ser fundamentales en cualquier plan económico para Haití.
Con ese objetivo se emprendieron muchos cambios en los mercados de Haití para responder a las preocupaciones de las mujeres y mejorar las condiciones laborales. Laura Flynn, una veterana activista haitiana, informa: «Históricamente los mercados que servían a la mayoría de personas pobres de Haití eran improvisados, no planificados y sucios. Mientras Aristide fue presidente, entre 2000 y 2004, se construyeron o repararon cincuenta y tres mercados en todo el país. […] Se crearon puestos limpios y dignos para las y los vendedores, techos y desagües, y se instalaron inodoros. Dentro de los mercados se establecieron centros públicos de alfabetización y clínicas médicas para el uso tanto de personas vendedoras como de clientes» [12].
Las mujeres de los mercados están en la primera línea de la lucha de Haití por sobrevivir ante el impacto salvaje del capitalismo global en esta pequeña nación. Las personas pobres perduran debido a su enorme capacidad de supervivencia. A través de su lucha cotidiana contra un sistema jerárquico opresivo decidido a aplastarlas las mujeres de los mercados mantienen la indomable lucha de Haití por la dignidad humana y la libertad.
Notas
[1] Los principales incendios ocurrieron en Gonaives, en mayo de 2011 y octubre de 2012; en Croix-des-Bouquets, en noviembre de 2011, junio y julio de 2012; en Croix-des-Bossales, en abril de 2010, diciembre de 2012, marzo de 2016 y 2017, febrero y noviembre de 2018; en Tabarre, en febrero de 2012; en Port-au-Prince, en mayo de 2013; en Petionville, en febrero de 2011 y en noviembre de 2016; en Port Market, en junio de 2018; en Iron Market, en febrero de 2018.
[2] Aristide, Jean-Bertrand, Eyes of the Heart: Seeking a path for the poor in the age of globalization, Common Courage Press, 2000.
[3] Stam, Talitha. «From Gardens to Markets – A Madam Sara Perspective», Cordaid, 2012.
[4] Mullin, Leslie, «How the US Crippled Haiti’s Domestic Rice Industry», Haiti Solidarity, newsletter of Haiti Action Committee, agosto de 2017, Nº 8, p 15
[5] Charles, Carolle, «Gender and politics in contemporary Haiti: the Duvalierist state, transnationalism, and the emergence of a new feminism (1980-1990)», Feminist Studies, Vol. 21, Issue 1
[6] Bookey, Blaine, «Enforcing the Right to Be Free from Sexual Violence and the Role of Lawyers in Post-Earthquake Haiti», CUNY Law Review, Vol 14:255, p. 265.
[7] Hossein, Caroline Shenaz, «Black Women in the Marketplace: everyday gender-based risks against Haiti’s madan saras (women traders)», en Work organization, labour & globalization Vol 9, Nº 2, invierno de 2015.
[8] Trenton, Daniel y Lopez Ezequiel Abiu, «Push for border control worries Haitian vendors», Omaha World-Herald, 2 de agosto de 2013, https://www.omaha.com/news/push-for-border-control-worries-haitian-vendo…
[9] Peralte, Mona, «Incendie criminel a la Croix-des-Bossales», Haiti Liberte, 22 de marzo de 2017.
[10] Jamaica Observer, «Blaze destroys historic market in Haiti», 15 de febrero de 2018. http://www.jamaicaobserver.com/news/blaze-destroys-historic-market-in-ha…
[11] France 24, «Haitians look at the aftermath of fire that destroyed the Iron Market in Port-au-Prince», 14 de febrero de 2018 https://www.france24.com/en/20180214-haiti-merchants-fear-livelihood-aft…
[12] Flynn, Laura, «Market Women – the Heart of the Nation», http://www.aristidefoundationfordemocracy.org/?s=market+women
Bibliografía:
Aristide, Jean-Bertrand, Eyes of the Heart: Seeking a Path for the Poor in the Age of Globalization, Common Courage Press, 2000.
Clark, Gracia, Onions Are My Husband: Survival and Accumulation by West African Market Women, University of Chicago Press, 1994.
Mintz, Sidney «The Employment of Capital by Market Women in Haiti», ponencia inédita para el Sexto Simposio «Economics and Anthropology», agosto de 1960.
Robinson, William I, Promoting Polyarchy: Globalization, US intervention, and Hegemony, Cambridge University Press, 1996.
Sheller, Mimi, Democracy After Slavery: Black Publics and Peasant Radicalism in Haiti and Jamaica, University Press of Florida, 2000.
Ulysse, Gina A, Down Town Ladies: Informal Commercial Reporters, a Haitian Anthropologist, and Self-Making in Jamaica, University of Chicago Press, 2007.
Leslie Mullin escribe de forma regular sobre las y los agricultores haitianos y la clase trabajadora.
Fuente: https://www.pambazuka.org/economics/haiti%E2%80%99s-market-women-resist-global-forces
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar a la autora, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.