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Ecuador

Los milagros del presidente

Fuentes: Rebelión

El presidente de Ecuador Rafael Correa, en los meses que lleva como mandatario ha obtenido algunos logros que hasta hace poco tiempo parecía que solo podrían ocurrir por efecto de un «milagro». Se podría nombrar el hecho de haber transparentado un tema fundamental de la realidad ecuatoriana, como es el poder que tiene la Banca […]

El presidente de Ecuador Rafael Correa, en los meses que lleva como mandatario ha obtenido algunos logros que hasta hace poco tiempo parecía que solo podrían ocurrir por efecto de un «milagro».

Se podría nombrar el hecho de haber transparentado un tema fundamental de la realidad ecuatoriana, como es el poder que tiene la Banca y el papel que cumplen ciertos medios de comunicación en la defensa de ese poder. Como consecuencia, estos medios, al igual que la Banca y otros sectores de poder, se asumieron como opositores políticos del gobierno.
Se podría pensar en la propuesta para mantener el petróleo sin explotar en el Yasuní a cambio de compensaciones internacionales. Se podría recordar la construcción de una política exterior soberana, más allá de los errores del comienzo en torno a las relaciones con Colombia. Se podría ver el hecho de empezar a ponerle orden a las petroleras que han lucrado con el crudo del país. Se podría tener en cuenta el golpe de gracia a los partidos políticos de derecha y particularmente al Partido Social Cristiano en su propio «bastión». Y se podría también mencionar el cambio político de la palabra «emergencia»: mientras antes los gobiernos recurrían a esa palabra para reprimir las movilizaciones sociales, ahora se ha invoca en reiteradas oportunidades para impulsar soluciones sociales.

Nombro solamente esos pocos ejemplos porque el sentido de este artículo es analizar en forma primaria otro milagro trascendente relacionado con la siempre «anhelada» y nunca concretada unidad de la izquierda.

Alguna vez decía que la única utopía que tenía la izquierda ecuatoriana era lograr la unidad. En parte, en las elecciones para la Asamblea Constituyente se abrió una puerta ancha para esa unidad. Y quien la abrió es el propio Rafael Correa.

Tras las elecciones del 30 de septiembre, se evidencia más claramente que el mandatario ha logrado una especie de milagro, llevando en la misma lista del gobierno diversos pequeños grupos políticos, sociales y personas de izquierda y centroizquierda, que tienen poca o ninguna representatividad y por sí solos no hubiesen elegido representantes a la Asamblea. Haber llevado a todos estos pequeños grupos, algunos de los cuales tienen dirigentes que viven soñando con puestitos públicos y con una proyección nacional que no tienen, atrás de una propuesta de unidad, es un logro más del presidente y, obviamente, de su popularidad.
Lamentablemente algunos, para no perder la costumbre, caminados en alianzas de todo tipo que después dicen desconocer, acomodadores de discurso de acuerdo a lo que les conviene, colocan la carreta delante de los bueyes y piensan en conquistar algún ministerio por aquí o alguna futura alcaldía por allá, lo que causa gracia, pero no desdibuja el hecho de que hayan caminado dentro de esta gran unidad que ha logrado Correa.

Otros, que olvidaron los bueyes para arar y no supieron, o no quisieron, comprender el momento político y el momento histórico -que no necesariamente son el mismo-, y no se sumaron al ventarrón, tampoco lograron unirse por fuera para construir una propuesta conjunta de cierta fuerza. Si el Movimiento Popular Democrático, el Movimiento Pachakutik, el Partido Socialista, el Polo Democrático, el Movimiento Bolivariano Alfarista y el Movimiento Alfaro Vive, que no fueron con el gobierno pero representan a una parte de la izquierda, hubiesen caminado juntos, tendrían muchos más asambleístas de los que tienen y podrían haber superado en número a los partidos de derecha. Pero como siempre están los individuos y el sectarismo por encima del colectivo, no logran proyectarse más allá de la esquina, y si siguen así puede llegar un momento que en lugar de hacer política se tendrán que dedicar a organizar campeonatos de voley entre amigos o bingos entre compadres porque terminarán por no representar a nadie, cosa que ocurre con muchos de los otros grupos que, sin embargo, supieron entender que la historia, guste o no, ha colocado en el camino un factor de cohesión, de unidad, llamado Rafael Correa.

Ahora, los movimientos sociales que, más allá de resultados electorales, mantienen cierta capacidad de movilización, pero no tienen representación en la Constituyente, deben pensar que es fundamental participar en la construcción de la Asamblea fortaleciendo desde la movilización una propuesta de cambio real, fortaleciendo el liderazgo de Alberto Acosta y la necesaria coherencia del bloque mayoritario. Pero además, tendiendo puentes para el trabajo conjunto con un gobierno que, más allá de los errores, que los hay, de las contradicciones internas, que las hay, de las correlaciones externas, que existen, de los «chantas», que también hay, de su imagen de poca apertura, está asumiendo con Correa como factor fundamental y decisivo, una forma distinta de hacer política y un claro trabajo en la construcción de un país más justo.

Ojalá que no vuelvan a colocar la carreta delante de los bueyes unos, y no olviden los bueyes para arar los otros. Pero sobre todo, unos y otros, y tantos más, y el gobierno también, entiendan que el momento histórico no permite la exclusión de nadie que sepa colocarse a la altura, que sepa defender los intereses populares por encima de la aspiración personal o de grupo…