El Precio de la Libertad Haití es la nación más empobrecida del Hemisferio Occidental. Digo empobrecida en lugar de pobre de manera voluntaria, entendiendo que algo empobrecido es algo que alguna vez tuvo riqueza, pero que por ciertos motivos ya no la tiene, mientras que la palabra pobre categoriza a aquello de lo que se […]
El Precio de la Libertad
Haití es la nación más empobrecida del Hemisferio Occidental. Digo empobrecida en lugar de pobre de manera voluntaria, entendiendo que algo empobrecido es algo que alguna vez tuvo riqueza, pero que por ciertos motivos ya no la tiene, mientras que la palabra pobre categoriza a aquello de lo que se está hablando, sin consideración de las causas de aquella pobreza.
Como latinoamericanos que somos (identidad que compartimos con Haití), es imperativo conocer su historia y las causas de su abyecta miseria. Poco o nada sabemos de Haití. Cuando se nos habla de aquel país lo primero que se nos viene a la mente es personas de piel negra, a las cuales se les ven las costillas y muchos otros huesos del cuerpo. En nuestras instituciones no se nos habla del papel fundamental que jugó Haití en la definitiva derrota de las tropas españolas en territorio de la Gran Colombia y la consiguiente independencia de las naciones que le siguieron, libres de una vez por todas del yugo español.
El Caribe es el punto neurálgico del encuentro de África con América. Cabe recordar las palabras de Simón Bolívar pronunciadas ante el Congreso de Angostura en 1819:
«Tengamos presente que nuestro pueblo no es el europeo, ni el americano del norte, que más bien es un compuesto de África y de América, que una emanación de la Europa… La mayor parte del indígena se ha aniquilado, el europeo se ha mezclado con el americano y con el africano, y éste se ha mezclado con el indio y con el europeo.»
Aunque hay diásporas a través de América donde se pueden ver trazos del encuentro de ambos continentes, es en las islas del Caribe donde este encuentro se da de manera más clara tanto por las condiciones físicas de sus países (islas y archipiélagos) como por su posición geográfica. Las raíces africanas en Haití se pueden observar a través de toda su cultura, desde su música hasta el tipo de esculturas que se hacen (principalmente con chatarra) -que por cierto son reconocidas por su belleza-, y su religión principal, el vudú, que aunque desprestigiada en occidente, se ha resistido al intento de cristianización. En este sentido Haití es un símbolo de resistencia y supervivencia a la dominación de la metrópoli, pero no es el único aspecto en el que resiste.
Haití fue el primer país en abolir la esclavitud en todo el continente americano, que lógicamente se dio luego de haber declarado su independencia del Imperio Francés. Aunque Estados Unidos declaró su independencia antes que Haití, Estados Unidos tenía medio millón de esclavos cuando Haití declaraba su independencia. El mismo Thomas Jefferson, que es reconocido como el principal redactor de la Constitución de Estados Unidos declaró que «la peste haitiana, la peste negra, debe ser confinada a la isla». Por peste haitiana o peste negra no se refería a los esclavos como tal, si no a la inspiración que podía generar el caso haitiano para los esclavos en Estados Unidos. La razón por la que queda claro este sentido es por que Thomas Jefferson era dueño de esclavos, y aunque escribió que todos los hombres nacen iguales, trae a la memoria ese concepto Orwelliano de que «algunos hombres nacen más iguales que otros». No fue este el único lugar donde este concepto se impuso, y tengamos cuidado al decir que la miseria de los haitianos es su culpa por tener hijos, por que es sencillamente la continuación de la lógica del seños Jefferson. En sus escritos sobre Haití, Eduardo Galeano nos cuenta que en Brasil por ejemplo, se llamaba «haitianismo» a la violencia y el desorden. Fue así como se empezó a instalar en el imaginario colectivo el concepto de que la raza negra es una raza de bárbaros e ignorantes, incapaces de gobernarse a sí mismos.
Aquella independencia de Haití no se dio de manera sencilla. Luego de una rebelión esclava en 1789, que había debilitado fuertemente la autoridad francesa en la isla, Napoleón Bonaparte lanza una expedición para intentar reconquistar a Haití. Sus tropas son destrozadas no solo una, si no dos veces por la fuerza del pueblo haitiano. 150,000 haitianos y 60,000 franceses perdieron la vida y su biodiversidad sufrió también de manera considerable producto del monocultivo del azúcar durante la colonia. La tercera parte de la población haitiana había perdido la vida en esta guerra contra el Imperio Francés. Al culminar la guerra, Haití se declaró independiente y acto seguido abolió la esclavitud. Haití fue de inmediato bloqueada por las potencias imperialistas de la época, y fue aislada en todo sentido, afrontando de inmediato trabas de todo tipo. Haití fue condenada a pagar una indemnización a Francia, indemnización que Haití aceptó pagar. En palabras de Eduardo Galeano, quien nos arroja las cifras exactas:
«Esa expiación del pecado de la libertad le costó 150 millones de francos oro. El nuevo país nació estrangulado por esa soga atada al pescuezo: una fortuna que actualmente equivaldría a 21,700 millones de dólares o a 44 presupuestos totales del Haití de nuestros días. Mucho más de un siglo llevó el pago de la deuda, que los intereses de usura iban multiplicando».
La metrópoli francesa y sus similares jamás perdonaron ni perdonarán esta derrota propinada por Haití. ¿Cómo era posible que aquellos bárbaros se atrevieran en primer lugar a desafiar a Napoleón Bonaparte, y además lo lograran vencer?
En 1816, luego del fracaso de la Segunda República, Simón Bolívar fue recibido en Haití por Alexandre Pétion, quien estaba apoyando y resguardando a los republicanos de todo el continente. Pétion le dio armas, barcos y soldados con la única condición de que liberara no sólo a los correspondientes países de América del Sur, sino también a sus esclavos. Este nuevo aire fue lo que le permitió a Simón Bolívar derrotar a las fuerzas españolas de manera definitiva tras su desembarco en Venezuela. Simón Bolívar declaró a los esclavos libres, cumpliendo su promesa a Alexandre Pétion, pero esto no se materializó si no hasta 1851 en Colombia y 1854 en Venezuela. Tal fue la campaña de demonización contra el gobierno y el pueblo haitiano que ni siquiera Simón Bolívar en medio de su grandeza fue capaz de reconocer al gobierno de Haití como legítimo. Ningún país del mundo salvo Francia reconoció al gobierno de Haití como legítimo, producto de la presión de las potencias imperialistas. Reconocer a aquel gobierno de ex esclavos abriría una caja de pandora alrededor de sus países y territorios coloniales y amenazaría su control sobre aquellos territorios y gentes, y en el caso de Estados Unidos dentro de su propio país. Lógicamente, Francia lo reconoció por que Haití había aceptado pagar el precio de su libertad, literalmente. De ninguna manera fue producto de la buena fe de aquel imperio que había sobre-explotado al pueblo de Haití.
Como si esto no fuera suficiente, Estados Unidos invadió Haití en el año 1915. La justificación que dieron para tal ocupación fue su deseo de pacificar al pueblo de Haití y estabilizar al gobierno. Nada de esto resultó ser cierto, como era de esperarse, y lo que ocurrió en vez fue un saqueo masivo de la riqueza de Haití y el establecimiento de un gobierno títere. El Secretario de Estado de Estados Unidos en el momento de la invasión, Robert Lansing, declaró literalmente que la raza negra tiene «una tendencia inherente a la vida salvaje y una incapacidad física de civilización», como justificación para la invasión. Los invasores gringos se llevaron todo el oro que tenía Haití como respaldo de su moneda, oro que a día de hoy no ha sido devuelto a Haití. Además de esto, subordinaron el Banco de la Nación al Citibank, convirtiendo el presupuesto de la nación en propiedad de este banco privado extranjero y pagando su deuda con aquel presupuesto de paso. Haití había prohibido la venta de tierra a extranjeros antes de la invasión, decreto que se derogó tras la llegada de los invasores del norte. La pequeña nación caribeña estaba desarrollando el cultivo del arroz y este se estaba desarrollando de manera comunitaria. Los invasores destruyeron estos lazos y la capacidad agrícola del país. Fue tan profundo el daño, que hoy en día Haití importa arroz subsidiado de Estados Unidos en consecuencia. Hicieron que el país retrocediera al monocultivo de la caña de azúcar, problema que se había superado ya en Haití. Los invasores se quedaron 19 años, retirándose en 1934, dejando tras de sí toda una nueva cúpula en el país y una miseria alarmante. En 1938 la deuda impuesta por Francia se terminó de pagar. Haití equivalía a un enfermo terminal.
A todo esto le siguió una serie de gobiernos ilegítimos, muchos de los cuales no lograban cumplir un año en el poder, hasta que se estableció la dictadura títere de François Duvalier entre 1957 y 1971, para ser continuada por su hijo entre 1971 y 1986. Ambos amasaron grandes fortunas en el poder a costa del pueblo haitiano, y a pesar de su barbaridad, le servían a Washington para mantener cualquier influencia del campo socialista alejada de Haití. Los Duvalier subastaron importantes partes de la economía al Citibank y a la Haitian Corporation of America. Estos sectores incluían ferrocarriles y el Banco Nacional de Haití, repitiendo la historia. Cuando Jean Claude Duvalier aterrizó en Francia obligado al exilio, su fortuna se calculaba en 1.6 mil millones de dólares mientras el 85% de haitianos vivían en total pobreza. A esto siguieron una serie de gobiernos inestables. Se establecieron seis gobiernos en 5 años, hasta que en 1991 Jean-Bertrand Aristide tomó posesión como presidente de Haití luego de vencer en las urnas con un 67% de los votos.
Jean-Bertrand Aristide es un ex sacerdote católico enraizado en la teología de la liberación. Su propuesta era un gobierno de corte progresista que exigía entre otras cosas la compensación de la vergonzosa deuda de 21 mil millones de dólares pagada a Francia y el freno inmediato a la privatización de varios sectores de la economía. Esto no cayó bien en Washington ni París, y estos apoyaron un golpe de estado tan sólo 8 meses después de que Aristide había tomado posesión. Se estableció una dictadura militar (cuyos oficiales habían sido entrenados en la Escuela de las Américas), pero la situación se volvió tan insoportable, y protesta va, protesta viene, hasta que Estados Unidos fue forzado a devolver el poder a Aristide en 1994 para que cumpliera su mandato. Lo hizo al mejor estilo norteamericano, con 15.000 soldados ocupando Haití una vez más. No obstante haber sido restablecido en el poder, tan sólo le quedaba un año de mandato. Se estableció una comisión para investigar los crímenes cometidos durante su ausencia en el poder. En las elecciones de 1995 el primer ministro del gobierno de Aristide, René Preval, venció con el 87% de los votos.
En las elecciones del 2000, Aristide vuelve a ganar con un 91,7% de los votos. El mandato popular era claro, indiscutible. Al tomar posesión, Estados Unidos y sus aliados cancelan toda ayuda humanitaria a Haití. (Hay posiciones encontradas acerca de cuando inició este bloqueo de la ayuda internacional. Algunos señalan que inició en 1990, otros declaran que inició en el 2000. A pesar de esto, la mayoría de los expertos concuerdan en el año 2000, y así fuera cierto que inició en 1990, el objetivo de desestabilizar el gobierno de Aristide era claro). Fue un bloqueo criminal, en un país donde el 80% vivía bajo la línea de pobreza y donde la soberanía alimentaria era inexistente por las razones ya expuestas. Este bloqueo de la ayuda internacional demuestra que el imperialismo no tiene consideración alguna por los pueblos del Mundo y que su codicia no tiene límites. El calvario no terminó ahí, y los fondos que alguna vez eran entregados al gobierno como ayuda humanitaria se destinaron ahora a financiar a la oposición tanto legal como ilegal, principalmente el Grupo 184, compuesto por industriales y banqueros.
En 2004 Estados Unidos, Canadá y Francia lanzan una invasión a Haití. Los Marines ocupan el país, con el aval de la ONU. El presidente Aristide es obligado por los Marines a abordar un avión hacia la República Centroafricana bajo amenaza de muerte. Estados Unidos inventó la falacia de que Aristide había escapado del país. Los Marines inician un exterminio masivo del movimiento Lavalas, el movimiento del presidente Aristide, y sin duda alguna el movimiento más fuerte en Haití. El exterminio incluye torturas y ejecuciones sumarias. Las protestas a favor del regreso de Aristide son enfrentadas con tanques por los Marines, que en todo momento apuntan hacia los manifestantes. Los invasores canadienses tienen la misión de entrenar a los nuevos grupos paramilitares que se habían formado bajo el auspicio del Grupo 184 para integrarlos en la policía y así incursionar en los barrios para asesinar a los militantes de Lavalas.
Como Estados Unidos y sus aliados de la OTAN ya tenían dos invasiones más en curso (Iraq y Afganistán) sus fuerzas se retiran y son remplazadas por fuerzas de la ONU bajo el mando de Brasil, el mismo país donde se desarrolló el término «haitianismo». Las marchas y protestas no paran, se intensifican. Las «fuerzas de paz» de la ONU miraban hacia otro lado cuando la policía disparaba indiscriminadamente contra los manifestantes asesinando a docenas de ellos. Ahora son las fuerzas invasoras de la ONU las que incursionan en los barrios populares para arrestar a los «bandidos» un apodo que se popularizó en Haití luego de la primera invasión estadounidense en 1915, cuando los Marines perseguían a los respectivos «bandidos». Amnistía Internacional y Human Rights Watch se hacen los de la vista gorda sobre los prisioneros sin juicio en Haití, en su mayoría del movimiento Lavalas, por que para Haití no hay energía, pero para otras islas del Caribe sobra.
En las sucesivas elecciones se prohíbe la participación del movimiento Lavalas, y el movimiento decide boicotear elección tras elección para deslegitimar al gobierno. Se hace tanto en elecciones parlamentarias como presidenciales llamando a la población a no votar por los candidatos que el Consejo Electoral había permitido. Fue tan efectivo el boicot, que la participación electoral no subió más allá de 30% en el mejor de los casos. Las imágenes de los supervisores de las mesas de votación durmiendo sobre la mesa el día de elecciones o urnas con cuatro o cinco balotas recorrieron el Mundo. Y ahí les va, prohibir al candidato o el partido más popular sólo por que no conviene que gane demuestra bajeza, demuestra que el deseo personal está antepuesto al deseo popular.
Haití volvió a pasar al olvido hasta el terremoto del 2010. Como señaló el Subcomandante Marcos «el común de la gente sólo aparece en los medios de comunicación en el momento en que mata o en el que es muerto». Los estudios sísmicos habían arrojado que habría una mayor posibilidad de un terremoto en el lado oriental de la isla, donde República Dominicana está situada. Pero al parecer no sólo los imperios castigan el delito de la libertad, también lo hace la naturaleza. El terremoto mató a 250.000 personas, hirió a otras 400.000 y dejó a un millón y medio de personas sin hogar. A la de por sí precaria situación se le sumó esta catástrofe humanitaria. Muchos hospitales y colegios quedaron destruidos. En el momento en el que se da el terremoto, todo el personal médico salió corriendo a sus casas para ver si sus familias estaban bien. Cuando empieza a llegar el groso de enfermos terminales, no había quién los atendiera. Estados Unidos en medio de su gran sentido humanitario envió 20.000 soldados. Se vieron cosas de una ridiculez increíble. Soldados armados hasta los dientes bajando en paracaídas sobre el palacio presidencial, en ruinas, donde no había gente. ¿Por qué no mandaron 20.000 médicos?
Uno de los problemas humanitarios más grandes que tuvo y tiene Haití, sobre todo luego del terremoto es el enorme número de casos de violaciones y delitos sexuales contra sus mujeres en especial menores de edad. Las mujeres también sufren golpizas que se reflejan en sus rostros. Ojos morados, cortadas, de todo se puede ver en los 2.000 campamentos de asistencia en Haití. Los violadores no respetan edades: dos, ocho, catorce, sesenta años, en los campamentos que se instalaron tras el terremoto las agresiones sexuales son el pan de cada día y ninguna mujer esta exenta de ello. Las mujeres son violadas una y otra vez, y en las violaciones normalmente toman parte varios hombres. Como son los hombres quienes ostentan el poder y controlan los recursos, han utilizado el chantaje para prostituir y violar a cientos de niñas en su propio país. Las niñas son obligadas a prostituirse a cambio de agua, techo y comida. Para entender lo dramático del caso voy a ponerlo más sencillo: o se prostituyen o mueren deshidratadas. Estas niñas están en total abandono, ya que en muchos de los casos quedaron huérfanas o fueron abandonadas ya que nadie podía ni quería responsabilizarse de ellas. La OIM reportó que de los casos de violencia sexual que atendió en el país, 97% eran niñas.
Luego de la destrucción de muchos centros educativos, la situación se tornó aún más caótica. Haití tiene una población con un 85% de analfabetismo y la escolaridad es sumamente baja. Luego del terremoto, hubo que improvisar centros educativos móviles, donde lógicamente los niños y niñas no disponían de los medios para un buen aprendizaje. Un pueblo con un 85% de analfabetismo no tiene posibilidad siquiera remota de salir del atraso y la precariedad.
República Dominicana y Haití
El territorio sobre el cual están asentados Haití y República Dominicana era conocido por sus habitantes como «Quisqueya», nombre que los invasores españoles remplazaron por «La Española» tras su llegada. Su población indígena se componía en su mayoría de indígenas que emigraron de América del Sur, especialmente de las zonas que componen el río Orinoco. Se dice que Quisqueya fue el primer territorio en el cual los españoles desembarcaron y donde iniciaron su exterminio y la respectiva cristianización de América.
Sin embargo, los taínos (los indígenas de Quisqueya) no duraron mucho luego de la llegada de los españoles. Estos últimos trajeron una serie de enfermedades a las cuales los taínos no pudieron resistir, como la viruela, además de una esclavización brutal. El cuerpo de los tainos no soportaba tales condiciones. Los españoles traen entonces esclavos de África para que trabajen en sus plantaciones. Estos resistían mejor a las arduas condiciones a las que los españoles los sometían, y en el cruce entre los africanos y los tainos, además de la muerte de decenas de miles de tainos en el pasado, los tainos desaparecieron como raza. Fray Bartolomé de las Casas cuenta en su relato sobre la destrucción de las Indias la infinidad de técnicas que los españoles o «cristianos» como él los llama utilizaron de manera masiva para exterminar. Cuenta de personas quemadas vivas, de parrillas que hacían con personas, donde veían lentamente como moría la persona y sus órganos se regaban. Cuenta de personas a las cuales les cortaban ambas manos. Cuenta de violaciones de mujeres a los ojos de sus parejas. Cuenta de una guerra desigual, propia de una tiranía jamás antes vista en el Mundo, donde los españoles se enfrentaron con espadas a armas elaboradas con madera por los taínos. Los españoles establecieron entonces una ley: por cada español que los indígenas mataran, los españoles matarían de vuelta a 100 indígenas sin distinción. Nos cuenta también cómo mataban a los niños. Los ataban a las ancas de los caballos y los punzaban con sus lanzas. A otros les cortaban sus dos piernas con espadas. Cuenta como a las mujeres paridas se les daba sólo hierba para comer y se les sacaba toda la leche de las tetas hasta que morían. Así exterminaron a los taínos, y así los exterminaron a todos.
España empieza a perder interés en Quisqueya, que sufre una y otra vez invasiones de piratas ingleses y franceses. Tras una arremetida de piratas franceses, España acepta conceder el tercio occidental a Francia. Aquel territorio se vuelve la colonia más próspera de las Antillas, especialmente por el oro que de ahí se sacaba. Lo que luego se conocería como Haití fue entonces sobre-explotado por los franceses, en todos los ámbitos imaginables.
Es este uno de los argumentos que se utiliza para justificar la diferencia en vegetación que se da de un lado de la frontera al otro. El lado de República Dominicana se ve muy poblado por vegetación, muy próspero, mientras que en el lado de Haití sólo se ve tierra erosionada. No hay barrera natural que los separe.
De parte de República Dominicana hacia Haití hay una discriminación racial muy fuerte. Los colonizadores hicieron creer a los pobladores del oriente de la isla que por tener la piel más clara son más próximos a la civilización europea que a la barbaridad africana. Cuando se cruza la frontera de República Dominicana a Haití se puede leer «el mal paso» o «el paso negro». Este es un ejemplo de cómo el poder ha edificado el concepto de raza para subyugar a los pueblos del Mundo. Al crear este concepto, los explotados reconocen diferencias raciales entre sí, en lugar de la similitud de ser clase explotada. Prima la edificación social del concepto de raza.
Sin embargo, los sectores más conscientes de ambo países, que conocen su historia, hablan siempre de que «Haití y República Dominicana son alas del mismo pájaro».
Cuba y Haití, Caminos Encontrados
Cuba y Haití comparten más que el simple hecho de ser islas del Caribe. Ambos países se adelantaron a su tiempo. Haití aboliendo la esclavitud, y Cuba aboliendo el capitalismo. Ambas naciones fueron vilipendiadas y aisladas por el delito de la libertad, y sus similitudes desvelan las tácticas recurrentes de las potencias imperialistas por amilanar la resistencia de aquellos que se levantan en dignidad.
Reconozcamos las similitudes:
Luego de que hubo una primera rebelión de esclavos en Haití, Napoleón Bonaparte envía a sus tropas para retomar el control del imperio sobre la isla. De igual manera, dos años después de que Cuba declara el derrocamiento de la dictadura de Batista, en 1961 Estados Unidos lanza una invasión a la isla, apoyada por aire por sus aviones y con mercenarios que habían sido entrenados por ellos mismos. Ambos intentos de recuperar el dominio fracasan, gracias al heroísmo de ambos pueblos.
Recordemos a Simón Bolívar, quien recibe apoyo decisivo del gobierno de Haití. Su caso recuerda a Cuba, quien desinteresadamente apoyó de manera decisiva a los revolucionarios angoleños, a los movimiento de independencia en Namibia, Mozambique, el Congo, Nicaragua y casi la totalidad de movimientos de liberación latinoamericana, y directa o indirectamente, el fin del apartheid en Suráfrica.
También debemos tener en cuenta el bloqueo al que ambas naciones fueron condenadas producto de su deseo de independencia y de atreverse a desafiar a los sistemas de dominación de sus respectivas épocas.
Esto, en consecuencia, nos debería poner a pensar qué consecuencias podría tener una intervención gringa en Cuba. ¿Qué consecuencias podría traer para el país que ostenta el nivel de vida más alto del Caribe?
Pero no es su historia común el único aspecto en el que Cuba y Haití se encuentran. Cuba ha sido el país que más ha contribuido al progreso de Haití, por lo menos en los últimos tiempos.
Cuando el terremoto del 2010 destruyó lo poco que el país tenía, los cubanos ya tenían a la «Brigada Médica Cubana» trabajando en la isla. Es por esto que cuando los médicos de todas las latitudes llegan a Haití, estas se someten a la autoridad cubana, que llevaba ya tiempo trabajando en Haití. Por suerte, una de las estructuras que sobrevive al terremoto es el anexo de la Brigada ubicada en Puerto Príncipe. Esto permite que todos los enfermos que no estaban siendo tratados en hospitales por la fuga de los médicos sean tratados en este centro. En Diciembre del 2010, Cuba trataba al 45% de los enfermos de cólera en Haití. Cabe mencionar que el cólera ya había sido erradicado en Haití y que los especialistas concuerdan en que el resurgimiento de la epidemia del cólera se dio tras la llegada de las tropas de la ONU. Es por esto que existe una demanda de Haití hacia la ONU en este preciso momento. Cuba tiene 23 Centros de Tratamiento de Cólera y 44 Unidades de Tratamiento de Cólera por todo Haití. Además de esto se sensibiliza a la población sobre la prevención del cólera, en pequeñas misiones que siempre consisten de dos médicos cubanos, un médico haitiano graduado en Cuba y dos enfermeras cubanas. La razón por la que Cuba puede enviar médicos a Haití es por que su población ya está totalmente cubierta en sanidad y por que Cuba gradúa anualmente un número de médicos que equivale a la totalidad de los médicos que tenía en 1959 en el momento en el que triunfa la Revolución.
Además de esto, Cuba trabaja activamente en convenios de cooperación tripartita en los que trabajan Cuba, Haití y Venezuela de manera conjunta. Este convenio proporciona un sistema de salud amplio para los haitianos, quienes han manifestado que no desean que los cubanos se vayan de la isla. Esta cooperación inició en el 2007, y uno de los mayores logros de este convenio es la creación de 30 hospitales comunitarios en Haití. Los convenios también incluyen trabajos de educación y alfabetización de los haitianos. 1.5 millones de personas han asistido hasta la fecha a las clases que se dictan producto del convenio tripartita. Nuevamente, la razón por la que Cuba y Venezuela pueden proporcionar esta ayuda solidaria es por que en sus respectivos países el analfabetismo se ha erradicado completamente siendo Cuba el primero, y Venezuela el segundo país de América Latina en erradicar el analfabetismo. Otro convenio que los haitianos han declarado trascendental es el convenio entre Cuba, Haití y Noruega. Noruega proporciona el dinero y Cuba el personal, tanto en el campo de la salud como el de la educación.
Lo que los haitianos necesitan realmente es independencia y tener de una vez soberanía económica y política. Deben tener las herramientas para cultivar sus propios alimentos y se les debe dar un chance para desarrollarse como les plazca. Hay que fortalecer al estado haitiano y a sus instituciones políticas y sociales, y todos los pobladores de América Latina y los demás pueblos oprimidos del Mundo tenemos que conocer la historia de Haití y rendirle nuestro tributo y respeto.
Nos corresponde una deuda histórica de gran magnitud con Haití, especialmente a los pueblos de la Gran Colombia y demás territorios liberados por Simón Bolívar. Pero para poder pagar nuestra deuda histórica debemos primero reconocer que la tenemos, conociendo la historia y el papel fundamental de Haití en nuestra primera independencia, y avanzar de la mano de Haití hacia nuestra segunda y definitiva independencia, que nos libere de una vez por todas de la dictadura del capital y el imperialismo.
¡VIVA EL PUEBLO DE HAITÍ!
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.