Los números acerca del trabajo infantil en Ecuador colocan la nación andina entre los países con los índices más altos de esta violación de los derechos humanos en América Latina. Se estima que más de 1 millón de ciudadanos, entre 5 y 17 años, trabajan en áreas como de floricultura, bananeras, basurales, trabajo doméstico o […]
Sin embargo, la minería de oro, sobre todo la practicada de manera artesanal, despunta como la actividad más peligrosa en la cual están involucrados niños de hasta cinco años. «En el caso de los niños mineros, es peor aún porque es un
problema desconocido por la mayoría de la población ecuatoriana», alerta Alexandra Bonilla, que coopera con el Programa de Erradicación del Trabajo Infantil de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
«En el trabajo no hay nada bonito, no he logrado hacer nada. Yo aconsejaría a otras niñas y niños que no vengan a las minas porque aquí la vida es fea. Aquí sólo se viene a sufrir, a trabajar, a cargar esos materiales pesadísimos. Se sufre bastante aquí», afirma una niña de 16 años que trabaja en campamentos mineros del país como Zaruma, Portovelo, Nambija, Chinapinza, Ponce Enríquez, entre otros. Como ella, hay más de 2 mil niños ocupados con la extracción del oro en Ecuador.
La gran parte de los niños está en las minas artesanales, que se encargan de los yacimientos que la minería industrial estima poco productivos. Esta actividad se caracteriza por: la baja tecnología, con pocos sistemas de seguridad industrial; el bajo control sanitario y de salud de los trabajadores; la carencia de técnicos; el bajo rendimiento en la producción; la inestabilidad y rotación de la fuerza de trabajo; bajos salarios y la escasa inserción legal e institucional.
Estas minas funcionan generalmente en comunidades que sufren con el aislamiento geográfico y la ausencia de estructuras estatales. Muchas veces los precarios túneles de las minas empiezan en las casas de los propios comuneros, involucrando directamente a las familias cercanas. De hecho, la mayoría de los niños ingresan en la minería acompañando a las madres, a la edad de 5 años.
En tales condiciones, los niños están expuestos al peligro de: aplastamiento por el desprendimiento de rocas, afecciones de los huesos y músculos por cargas excesivas del mineral, lesiones y enfermedades en la piel por la exposición crónica al sol y a las altas temperaturas, las agresiones físicas y psicológicas recibidas de parte de los mineros adultos.
Desarrollo organizativo
Pero Ecuador ya comienza a aplicar programas de erradicación de trabajo infantil minero que están logrando éxito en Perú, en donde existen 50 mil niños ligados a esta actividad para hacer del país el principal productor de oro de América Latina. La minería del oro es responsable por ingresos anuales con exportaciones de 120 millones de dólares y por el empleo de 30 mil familias peruanas.
Por ello, la acción efectiva para eliminar el trabajo infantil debe incidir en las comunidades, estimulando el desarrollo organizativo que les permita continuar con la actividad extremamente lucrativa sin permitir violaciones de derechos básicos como la explotación de la mano de obra infantil.
A partir de esta propuesta, la OIT, juntamente con organizaciones de defensa del derecho de los niños y agencias del gobierno peruano, han logrado hacer de la localidad de Santa Filomena «la primera comunidad minera completamente libre de trabajo infantil en el Perú».
La medida principal ha sido la construcción de una mini-planta de procesamiento de oro a pequeña escala, en torno de la cual se ha creado una cooperativa, permitiendo la explotación más eficiente, segura y, sobre todo, dispensando el trabajo de niños. Como complemento, el programa ha reforzado las escuelas de la comunidad, implantado un sistema de microcréditos para estimular los negocios en la región y ha inaugurado el Centro de Diagnóstico de Enfermedades Mineras. En Ecuador, un proyecto similar está siendo desarrollado en el Campamento de Bella Rica, a partir del Centro de Desarrollo y Autogestión.
Sin embargo, el problema de los niños mineros en los dos países andinos no recibe todavía la atención necesaria. Conforme afirma la Ministra de la Mujer y Desarrollo Social, Ana María Romero, sólo en Perú, «existen más de doscientas comunidades donde el trabajo infantil continúa siendo la regla».