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Se multiplican los abusos contra los trabajadores

Los promotores del NAFTA (TLCAN)

Fuentes: CounterPunch

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

Aunque no ha habido mucha cobertura en los medios dominantes, EE.UU. se encuentra actualmente en negociaciones con nueve países de la Cooperación económica Asia Pacífico (APEC) sobre lo que podría convertirse en el mayor, más ambicioso y más completo TLC (tratado de libre comercio) de la historia. El acuerdo propuesto se llama Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés). Básicamente, si se aprueba en su actual forma se parecería a un NAFTA con esteroides. Y todos sabemos lo bien que funcionó el NAFTA.

Los nueve países involucrados en las negociaciones del TPP son: EE.UU., Vietnam, Singapur, Brunei, México, Malasia, Perú, China, Nueva Zelanda y Australia. Los analistas de negocios han señalado que si el TPP se aprobara en su forma actual, ilimitada, permitiría que otros países se agregaran cuando quisieran (sin tener que negociar) lo que significaría, en efecto, que el TPP podría ser el último acuerdo comercial que EE.UU. llega a firmar. En otras palabras, es un acuerdo de importancia crítica.

Y porque es un acuerdo tan importante, los grupos sindicales, de derechos humanos y ecologistas están prestando mucha atención. Una preocupación es si el TPP incluirá la misma norma controvertida del NAFTA -la que otorga a los inversores extranjeros el privilegio de soslayar el sistema judicial de EE.UU.-  En lugar de pasar por los tribunales estadounidenses, los inversores extranjeros que creen que no han recibido un trato «justo» pueden demandar al gobierno de EE.UU. bajo los auspicios de un panel de arbitraje internacional.

Fue una de las principales concesiones del NAFTA que jamás se debería haber aceptado. Al tentarlas con la oportunidad de evitar el engorroso sistema judicial estadounidense (y tentar la suerte con un panel de arbitraje), NAFTA alentó a las compañías estadounidenses a retirar dinero de empresas en EE.UU. e invertirlo en las de sus socios comerciales. ¿Y por qué no? Bajo el NAFTA consiguen mejores condiciones gracias a la deslocalización que quedándose en EE.UU. Lo que se sacrifica como resultado son puestos de trabajo estadounidenses.

Otra preocupación es en qué medida se enfatizarán los estándares y prácticas laborales establecidas en la OIT (Organización Internacional del Trabajo) de las Naciones Unidas en el TPP y, de igual importancia, si el TPP incluirá un mecanismo para garantizar que se implementen dichos estándares y prácticas. Después de todo, si no hay una manera fiable de identificar y castigar a los infractores, todo el lenguaje bienintencionado del mundo -no importa lo noble y altruista que sea- es inútil.

Y porque es el momento en el cual las cosas (motivaciones, expectativas, limitaciones) se ponen algo difíciles, tenemos que recurrir a una analogía deportiva. Es una perogrullada en beisbol que ningún equipo hace un traspaso intencionalmente si cree que le perjudicará. Por cierto (excepto en circunstancias extraordinarias), el único motivo por el cual un equipo llega a aceptar un traspaso para comenzar es porque piensa que le beneficiará. Lo que nos lleva a Vietnam.

No es por criticar, pero cuando se trata de abusos laborales (bajos salarios, malas condiciones de trabajo, histeria antisindical) Vietnam tiene una reputación deplorable. ¿Cómo de deplorable? Las gerencias dicen constantemente a los mal pagados trabajadores sindicalizados en la industria automovilística del Estado Haryana, del norte de India, que si no dejan de quejarse, la compañía se llevará toda la operación a Vietnam.

¿Entonces por qué va a firmar Vietnam un acuerdo que le obligará a tratar a los trabajadores de una forma que nunca ha considerado, ni siquiera en sus fantasías más desquiciadas? ¿Por qué iba a tolerar Vietnam algo tan repelente como la negociación colectiva? La respuesta obvia es que el acceso a excitantes nuevos mercados sería un cambio justo. Pero la respuesta no tan obvia es que Vietnam no tiene la menor intención de cumplir las normas laborales del TPP.

No nos engañemos. Pretender que podamos imponer prácticas en el lejano Vietnam (o Brunei o Singapur) es una fantasía. Ni siquiera podemos hacerlo en nuestro país. Es verdad. Los estatutos laborales aquí mismo en EE.UU. se violan impunemente todos los días, motivo por el cual se presentan tantas acusaciones de prácticas laborales injustas ante el NLRB (Consejo Nacional de Relaciones Laborales) todos los años. A menos que armemos al TPP con las cláusulas de sanciones más duras y amenazadoras, jamás incluidas en un TLC, este asunto podría resultar muy desagradable.

David Macaray, corresponsal laboral de CounterPunch es un dramaturgo y autor de Los Angeles (It’s Never Been Easy: Essays on Modern Labor 2ª Edición). Es exrepresentante sindical. Contacto: [email protected]

Fuente: http://www.counterpunch.org/2013/03/15/from-the-folks-who-brought-you-nafta/

rCR