Fuerzas de la misión de paz de la ONU en Haití apelaron esta semana a balas de goma y gases lacrimógenos para dispersar una protesta de estudiantes universitarios. La represión se extendió hasta un campamento de personas desplazadas por el terremoto. Habrá más movilizaciones este jueves. Los disturbios del lunes, cerca del Palacio Nacional –residencia […]
Fuerzas de la misión de paz de la ONU en Haití apelaron esta semana a balas de goma y gases lacrimógenos para dispersar una protesta de estudiantes universitarios. La represión se extendió hasta un campamento de personas desplazadas por el terremoto. Habrá más movilizaciones este jueves.
Los disturbios del lunes, cerca del Palacio Nacional –residencia presidencial– hicieron que ancianos, mujeres, niños y niñas huyeran despavoridos.
Miles de familias están hacinadas en las plazas de la zona de Champs de Marz, vecina al Palacio Nacional, desde el terremoto del 12 de enero que dejó 200.000 personas muertas y casi dos millones de desplazadas de los barrios destruidos de Puerto Príncipe.
Al menos seis personas llegaron al Hospital General con heridas de bala de goma, señalaron tres médicos voluntarios de la organización Partners in Health (socios en salud) que trabajaban en la emergencia. «Un niño tenía una herida grave en la cara», se lamentó Junior Joel, un joven que estaba con amigos fuera del Palacio Nacional, con partes todavía derruidas por el sismo. «Fue un suplicio, lanzaban gases por todas partes», añadió.
«Sangraban», dijo a IPS la médica estadounidense Sarah McMillan. «Una niña pequeña llegó con una gran lastimadura en la cara. Hubo que darle 10 puntos. Probablemente le quede una cicatriz», añadió.
La coalición de organizaciones Tet Kolé (cabezas juntas en creole) protestó el mes pasado en la misma zona pidiendo la renuncia del presidente René Préval por la gestión de la crisis tras el terremoto.
Los manifestantes acusan al mandatario de querer aferrarse al poder al extender su mandato. La iniciativa contó con la aprobación del parlamento.
Las paredes de la Facultad de Etnología están tapadas de pintadas contra Préval y las Naciones Unidas. Los estudiantes hicieron gestos obscenos a los efectivos brasileños de la misión de paz apostados en sus vehículos todoterreno fuera del recinto universitario el lunes de tarde.
Cuando los uniformados trataron de ingresar, enojados y llamándolos ladrones y vagabundos, ellos respondieron con piedras. Al retirarse, los soldados efectuaron disparos al aire y una bala impactó en el frente de la Facultad.
Cuando los efectivos regresaron en vehículos más grandes, Frantz Mathieu Junior corrió a esconderse en un baño, pero los soldados abrieron de una patada la fina puerta de madera, lo tiraron al piso y lo golpearon varias veces y se lo llevaron. En el centro de detención lo hicieron comer por la fuerza.
Tras el arresto de Junior el lunes, los estudiantes salieron a protestar y tiraron más piedras. IPS pudo ver el martes las rajaduras en la puerta y el agujero de bala en una de las ventanas del segundo piso.
El jefe de la Misión de la Organización de las Naciones Unidas para la Estabilización de Haití (Minustah, por su acrónimo francés), Edmond Mulet, divulgó un comunicado en el que culpa a un estudiante no identificado de «provocación» por lanzar piedras contra una patrulla. Pero se disculpó por la intrusión de los efectivos y la detención.
Los soldados de la Minustah no dispararon ni lanzaron gases el lunes, señaló su portavoz, David Wimhurst. Sólo se usó aerosol de pimienta y balas de goma para disipar a la gente fuera de control, añadió.
Corresponsales de la cadena de noticias estadounidense CNN escucharon disparos, olieron gases lacrimógenos y vieron botes de humo alrededor del Palacio Nacional. Los efectivos de la Naciones Unidas rociaron la zona y lanzaron balas de goma, según testigos.
«Todo el mundo corrió. Nadie quiere quedarse cerca cuando hay mucho gas», dijo a IPS Joseph Marie-Ange, de 24 años y con cuatro hijos. «Son groseros. Los niños y los ancianos del campamento se caían por el gas», añadió.
Horas después de recuperada la calma y de que el gas se disipara, Levita Mondesir caminaba penosa con su bebé de tres meses hacia el Hospital General.
«Vivimos en Place Pétion, enfrente a la Facultad de Etnología», contó a IPS. «Vinieron los estudiantes y luego la Minustah lanzó el gas. Cuando llegué al campamento, todo el mundo corría y yo hice lo mismo», relató.
«Traté de cubrir al bebé y le dije a los otros niños que se escondieran abajo de la cama», apuntó. «Había humo, todo el mundo se caía. El pequeño no reaccionaba, temí que hubiera muerto y me puse a llorar. Unas personas me ayudaron a llevarlo al hospital» en un taxi motocicleta, añadió.
Los médicos le dieron un pase para hacerle una radiografía al día siguiente.
Su esposo, Tines Clerge, ya no quiere vivir allí. «No me puedo quedar más en Chanmas», dijo a IPS.
Las protestas siguieron en Chanmas el martes de tarde. Numerosos efectivos de la ONU y de la policía haitiana rodearon con barricadas el Palacio Nacional.
Además, la población está molesta con la Comisión Interina de Recuperación de Haití, encargada de gestionar un paquete de asistencia de 10.000 millones de dólares. La mayoría de sus integrantes son extranjeros, pero Préval tiene poder de veto.
«Si querían reprimir la protesta, ¿por qué no lanzaron el gas contra la facultad, donde estaban los estudiantes?», preguntó Malia Villa, de la organización femenina Konfaviv, quien también tuvo que huir de Chanmas el lunes de noche.
«¡Cómo van a disparar contra el campamento, donde hay familias con niños!», se quejó. «Se supone que están para garantizar la seguridad, pero cómo el gobierno va a trabajar con ellos después de esto», apuntó.
«No podemos tolerarlo más. Nos repugna», exclamó alzando las manos.
La Minustah ha sido blanco de acusaciones de abusos desde su creación en 2004, tras la derrocamiento del presidente Jean-Bertrand Aristide.
Hubo otros episodios similares en 2008 y 2009 en los que efectivos de la ONU dispararon de forma indiscriminada y mataron e hirieron civiles. Pero las investigaciones internas los absolvieron de toda responsabilidad de acciones indebidas.