Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Así llueva o truene, cada jueves en Asunción, Paraguay, los activistas se reúnen para protestar contra el gobierno derechista de Federico Franco que llegó al poder por medio de un golpe parlamentario el 22 de junio contra el presidente de tendencia izquierdista Fernando Lugo. Estas protestas semanales representan un nuevo espíritu y estrategia de protesta en el Paraguay posterior al golpe.
El golpe engendró nuevos acuerdos corporativos, represión de los derechos ciudadanos y enérgicas medidas contra la libertad de prensa. También creó, sin proponérselo, un nuevo panorama de luchas y movimientos sociales izquierdistas.
Estos movimientos por la democracia se han alzado contra el gobierno golpista y los continuos ataques estatales y corporativos contra los derechos humanos, el medio ambiente y los pequeños agricultores. Algunos activistas protestan contra despidos por motivos políticos, mientras otros exigen una nueva constitución. Más allá del cuestionamiento del gobierno de Franco, estos movimientos presentan un programa progresista en el debate sobre qué tipo de país desean los paraguayos, no importa quién esté en el poder.
Resistencia colectiva
«Lo que estamos viendo son protestas auto-organizadas de manera colectiva», explicó en una entrevista telefónica desde Asunción Gabriela Schvartzman Muñoz, la portavoz del Movimiento Kuña Pyrenda , un movimiento político socialista y feminista que organiza las manifestaciones de los jueves en la capital.
Esta forma de movilización organizada de modo más colectivo es un fenómeno relativamente nuevo en los movimientos sociales paraguayos y ha marcado las nuevas manifestaciones por la democracia en el país.
«Antes era el presidente del sindicado quién organizaba a la gente para una huelga, o un dirigente campesino que encabezaba una movilización. Ahora no vemos ese tipo de dirigencia tradicional, explicó Schvartzman. «Detrás de esas marchas ciudadanas, no hay un líder político, no hay un dirigente de una organización; son movilizaciones más espontáneas». Semejantes protestas involucran «la participación de personas que antes eran invisibles y ahora son protagonistas».
La resistencia al golpe está extendida por el país e involucra generalmente pequeñas manifestaciones urbanas (sobre todo en Asunción) que han utilizado pintorescas marchas, arte, teatro, música y poesía como expresiones de resistencia. Notablemente, la juventud ha dirigido gran parte de la organización en este movimiento y las redes sociales como Facebook y Twitter han jugado un rol crucial en el agrupamiento de la gente contra el gobierno golpista.
«El nuevo movimiento urbano representa una brisa fresca en el alicaído y desmovilizado sector social«, me explicó el abogado paraguayo de derechos humanos Orlando Castillo en una entrevista. «Paraguay se encuentra en una etapa sumamente interesante, donde se abre un abanico de posibilidades que pueden llevar a fortalecer procesos sociales…»
Fuera de las fronteras sin salida al mar de la nación, las olas de migrantes paraguayos cuyas cifras han aumentado vertiginosamente durante los últimos ocho años también se movilizan contra el golpe de Franco. Castillo dijo: «Hoy son ellos los encargados de dar globalidad a esta resistencia. Es la cara del exterior contra el golpe…»
Una lucha por la soberanía
A escala nacional el gobierno de Franco no ha aumentado las perspectivas de la mayoría de la empobrecida clase trabajadora del país. «La situación social se mantiene casi invariable [después del golpe]: la pobreza y la extrema pobreza afectan casi al 57% de la población», dijo Raúl Zacarías Fernández, sociólogo y director del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Católica de Paraguay en la Revista Debate. Según el sociólogo, los que en el movimiento de los sin tierra luchan por tener tierra propia «se están reorganizando y preparando ‘ocupaciones'».
Mientras tanto, Franco no se ha reunido con una sola organización social, urbana o campesina desde que tomó el poder. En su lugar, según su agenda oficial se ha concentrado en reuniones con los dirigentes empresariales. En el poco tiempo que lleva en su puesto, Franco ha impuesto por la vía rápida acuerdos controvertidos con Monsanto y con la compañía minera Rio Tinto Alcan (RTA) basada en Montreal, acuerdos que según afirman los críticos amenazan derechos humanos y medioambientales y la soberanía económica de la nación. Esas acciones han motivado numerosas protestas y debates en todo el país.
Hablando del acuerdo con RTA y Monsanto, el economista paraguayo Luis Rodas dijo a IPS News que, «Preocupa que un gobierno no elegido por el voto popular brinde la venia a estas inversiones (de capitales foráneos) sin ningún control». En el caso de los acuerdos con ambas compañías, Franco está procediendo sin hacer los estudios que normalmente requieren tales acuerdos.
El 30 de julio el expresidente Lugo y Ricardo Canese, ingeniero y dirigente de la organización social Frente Guasú, lanzaron la campaña «No al golpe de Rio Tinto Alcan». Tratan de impedir que la compañía llegue al país y trabajan en la recolección de 100.000 firmas contra el trato RTA, que según ellos allanó el camino al golpe.
Como reacción ante el convenio que el gobierno de Franco hizo recientemente con Monsanto apoyando las semillas de algodón genéticamente modificadas, el dirigente campesino Jorge Galeano dijo a AP que el uso de estas semillas «irá en contra de la economía de los pequeños productores» y utilizará productos agroquímicos que solo benefician a la producción en gran escala. «Y ese es un condicionamiento comercial que viola un concepto nuestro de lucha por la soberanía agrícola paraguaya», dijo Galeano.
Una serie de manifestaciones y huelgas han sido también organizadas por trabajadores y sindicatos para denunciar el despido políticamente motivado por el gobierno de Franco de empleados estatales en diversas agencias, ministerios, plantas hidroeléctricas y medios noticiosos. Los trabajadores dicen que son despedidos por su apoyo a Lugo o sus creencias políticas izquierdistas. El hecho de que esta purga de empleados públicos sea cometida por una administración que no fue democrática elegida ha encolerizado aún más a los trabajadores y sus partidarios.
La sombra del dictador
Gran parte de los últimos cambios políticos y sociales se pueden rastrear a la sombra de la dictadura de Alfredo Stroessner (1954-1989), que todavía planea sobre la nación. Después de la dictadura en 1989, muchos de los políticos del régimen simplemente volvieron a la política con nuevos roles, dijo Castillo. «Si bien se fue el dictador, la estructura de poder quedó intacta». Y esa estructura del poder -feudal, represiva, elitista y conservadora- sigue definiendo la política paraguaya.
«Eso sí, que lo que logra el golpe de Estado de la derecha, es principalmente separar las aguas y posicionar a los actores políticos, desenmascarándolos, logrando la ciudadanía, tanto rural como urbana, distinguir entre los que se proponen cambiar el statu quo y los que quieren seguir manteniéndolo», explicó Castillo.
Esa nueva conciencia política se ha manifestado de diversas maneras. Según Schvartzman, el golpe demostró que la constitución de 1992 carece de valor y que fue manipulada por políticos que la utilizaron para perpetrar un golpe parlamentario ilegítimo. «Y por lo tanto el pueblo dijo ‘¡No!’ Hemos comenzado a plantar otro modelo de democracia, otro modelo de sociedad, y la gente ya habla de organizar una asamblea nacional constituyente en la que podamos discutir esos temas».
Dijo que la actual crisis del país no será resuelta por las elecciones presidenciales planificadas para abril de 2013. La solución, según Schvartzman, emergerá cuando los ciudadanos se puedan sentar a discutir su futuro en una asamblea constituyente. «Ahora existe una urgente necesidad», dijo, «de desarrollar mecanismos más fuertes que garanticen que no se violen los derechos de los ciudadanos… Nos movemos en esa dirección, discutimos un nuevo paradigma.»
Para más información sobre este asunto vea: La guerra por los recursos naturales tras la crisis de Paraguay y La cosecha amarga de Paraguay .
El nuevo libro de Benjamin Dangl, Dancing with Dynamite: Social Movements and States in Latin America (AK Press), trata de movimientos sociales contemporáneos en Latinoamérica y sus relaciones con los nuevos gobiernos izquierdistas de la región. Es editor de TowardFreedom.com, una perspectiva progresista de los eventos mundiales, y de UpsideDownWorld.org, una web sobre activismo y política en Latinoamérica. Contacto: [email protected]
rCR