La Confederación Sindical Internacional (CSI), cuya secretaria general es Sharan Burrow, ha criticado recientemente el «silencio» que hasta el momento ha mantenido la FIFA sobre la «grave situación» de los derechos de los trabajadores en Qatar. Qatar, recuérdese, es el país que acogerá el Mundial de fútbol de 2022, el patrocinador del Barça (a las […]
La Confederación Sindical Internacional (CSI), cuya secretaria general es Sharan Burrow, ha criticado recientemente el «silencio» que hasta el momento ha mantenido la FIFA sobre la «grave situación» de los derechos de los trabajadores en Qatar.
Qatar, recuérdese, es el país que acogerá el Mundial de fútbol de 2022, el patrocinador del Barça (a las puertas del estadio puede verse el nombre del país en grande, así como en las dos camisetas del equipo), el mismo país «donde cada día muere un obrero por las altas temperaturas y la falta de protección laboral» [1].
La Confederación Sindical Internacional ha expresado su respaldo a una eventual reprogramación del torneo. Se trataría de celebrarlo meses más tarde, en el invierno de 2022. La CSI comparte las -estas sí- preocupaciones de la FIFA sobre los riesgos que «podrían suponer las altas temperaturas veraniegas de Qatar sobre la salud de jugadores y público.» [2]. ¿No cuentan en las cuentas de la FIFA la salud y vida de los trabajadores? ¿Máquinas productivas sin alma ni derechos en su cosmovisión altamente crematística?.
La CSI, este es el punto, lamentó que la FIFA no tenga en cuenta, siga sin tener en cuenta, la situación considerablemente mucho peor que están sufriendo los trabajadores que trabajan en la construcción de infraestructuras para el torneo. Actualmente hay en Qatar, el país que tanto gustaba y del que tan bien hablaba a Herr Josep Guardiola, 1,2 millones de trabajadores inmigrantes. Según Sharon Burrow, estos ciudadanos-obreros están «forzados a trabajar con temperaturas extremas y ausencia de toda protección de derechos laborales». Estas circunstancias, conocidas, sabidas por todos, son causa de la muerte diaria (de media) de un trabajador. El pasado mes de julio de 2013, por ejemplo, «se registró un número récord de trabajadores fallecidos en estas condiciones». Fallecieron 32 obreros nepalíes. La mayoría de ellos, según la Confederación, tenían en torno a veinte años de edad. ¡Veinte años, la edad de muchos de mis alumnos, de mi hijo y de tantos hijos nuestros!
Qatar ha anunciado, además, que «necesitará entre 500 mil y 1 millón de obreros adicionales» para la construcción de infraestructuras del Mundial. Suponen un incremento del 30% respecto a la cifra actual de trabajadores. Es altamente probable, según Burrow, que si no se alteran sustantivamente las condiciones laborales, la situación conllevará «una subida idéntica en el número de accidentes mortales».
La CSI acusó, además, a las autoridades de Qatar por no haber «tomado la mínima medida concreta» hasta el momento para mejorar las condiciones de trabajo de los trabajadores en el país (¿carne de cañón y muerte para ellos?) y adecuarla -¡imaginémonos lo revolucionario de la petición!- «al derecho internacional». La CSI ha solicitado también al presidente de la FIFA, Joseph Blatter, que envíe un claro mensaje al país para intentar revertir la situación (¿vaya esperanza?). Con palabras de la compañera Burrow: «La FIFA no debería permitir que la Copa del Mundo se desarrolle sobre un sistema de esclavitud moderna».
¡Parece razonable la petición, parece humana, incluso humanista, parece básica, esencial, una mínima, incluso minimal, defensa de los derechos humanos! ¿Tiene sentido -y qué sentido- un mundial de fútbol levantado sobre la muerte de más de 3.500 trabajadores, según cálculos actuales, si no hacemos nada para evitar estas muertes obreras en el asfalto, en el duro y abrasador asfalto? ¿Diversión y placer sobre dolor, muerte y sufrimiento? ¿Seres humanos tratados como esclavos para diversión de los «nuevos señores romanos»?
Por otra parte, ¿es razonable, es de justicia, que un Estado con estas características antiobreras, anticiudadanas, se esté apoderando poco a poco de un club que publicitaba, que publicita ahora también, UNICEF? ¿Qué sentido tiene que un equipo de fútbol lleve la senyera, el símbolo de unión fraternal y respetuosa de una comunidad, con la publicidad de Qatar airwyas? ¿Es de recibo humanista? ¿Qué hace el nombre de un Estado con esa política antisocial, antiobrera, a las puertas del Camp Nou, a las puertas de un club con algunas aristas antifranquistas y con un presidente asesinado por el fascismo?
Notas:
[2] La organización del mundial en invierno será tratada en la próxima reunión del comité ejecutivo de la FIFA (3 y 4 de octubre, en Zurcí).
Salvador López Arnal es miembro del Front Cívic Somos Mayoría y del CEMS (Centre d’Estudis sobre els Movimients Socials de la Universitat Pompeu Fabra, director Jordi Mir Garcia)
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