Más de un año después del golpe de Estado del rey Gyanendra de Nepal, la oposición obtuvo apoyo masivo a raíz de la indignación que causó la muerte a balazos de tres manifestantes en las protestas del fin de semana. Los manifestantes, encabezados por dirigentes juveniles de la alianza de los siete principales partidos opositores, […]
Los manifestantes, encabezados por dirigentes juveniles de la alianza de los siete principales partidos opositores, desafiaron el toque de queda en la capital y otras ciudades. Por primera vez, se destacó la presencia en las protestas de empleados del Estado, con brazaletes negros.
La policía se lanzó a reprimir las manifestaciones, en las que dirigentes opositores declararon «zonas republicanas» e incendiaron propiedades del gobierno.
La represión resultó en la muerte de tres manifestantes el sábado y el domingo, los dos últimos días de cuatro de huelga convocada por la oposición. El domingo es día de trabajo en Nepal, único reino hindú del mundo, ubicado entre India y China, en los montes Himalaya.
«Todos apoyan al movimiento opositor. En las manifestaciones del domingo hubo, incluso, empleados del gobierno», dijo a IPS el director de una organización no gubernamental radicado en la ciudad de Ilam, en el extremo oriental de Nepal.
«Los pobladores creen que si esto continúa así, sucederá lo mismo que en 1990», según el activista. El entonces rey Birendra se vio obligado ese año, luego de meses de manifestaciones populares, a restaurar la democracia multipartidaria, agregó el activista.
El rey Birendra murió en junio de 2001, junto a su esposa, cuatro hijos y otros tres miembros de la familia real a manos del entonces príncipe heredero Dipendra, también muerto en el incidente.
El actual monarca aún no ha mostrado ninguna reacción pública a la huelga de la semana pasada.
En todo Nepal hubo docenas de heridos en choques entre manifestantes y policías el domingo. Los arrestados por los incidentes suman centenares.
En Chitwan, 150 kilómetros al sur de Katmandú, cerca de la frontera con India, Tulasi Chhetri, de 32 años, fue alcanzada por una bala de la policía mientras observaba una protesta el sábado, y murió el día siguiente.
El disparo de un soldado acabó también con la vida de Bhimsen Dahal el sábado a las 10 de la mañana en la ciudad turística de Pokhara. Dos personas resultaron heridas cuando las fuerzas de seguridad abrieron fuego contra la manifestación.
La muerte de Chhetri y Dahal desataron la ira de la población. Miles de personas invadieron el domingo las calles de grandes ciudades y polvorientos poblados, a pesar de que el toque de queda regía desde las 10 de la mañana.
Otro manifestante murió y dos resultaron heridos el domingo cuando la policía abrió fuego contra la multitudinaria procesión funeral de Dahal, en su distrito natal de Kavre, cerca de Katmandú, donde se declaró el toque de queda de 5 de la tarde a 4 de la mañana.
Otros cuatro resultaron heridos cuando la policía disparó para reprimir una protesta en el central distrito de Nawalparasi.
El domingo en Pokhara, donde el toque de queda regía desde las 9 de la mañana, dos personas resultaron heridas cuando la policía abrió fuego contra una manifestación a las 10 horas, informó
«Los partidos políticos están en las calles», dijo a IPS vía teléfónica el empleado de un hotel de Pokara. «Los dirigentes están ocultos y de repente aparecen y atacan a la policía», dijo, si bien aseguró que «nadie más sale de casa».
Al mismo tiempo que reprimen las protestas, las fuerzas de seguridad deben vigilar eventuales ataques de la insurgencia maoísta.
Los rebeldes controlan 80 por ciento de las áreas rurales, pero desde enero se han lanzado sobre las ciudades, incluso atacando puestos de policía en el muy custodiado valle de Katmandú.
El viernes, dos soldados, un policía y dos civiles murieron cuando miles de rebeldes atacaron bases de seguridad y oficinas del gobierno en dos distritos del sur del país. Catorce insurgentes murieron en la operación, según el informe oficial.
En el undécimo año de levantamiento para poner fin al régimen monárquico y acabar con la discriminación contra mujeres, indígenas y dalits (los miembros del escalón más bajo del rígido régimen de castas hindú), los rebeldes controlan buena parte del interior de Nepal.
Hace más de un año, el 1 de febrero de 2005, el rey Gyanendra perpetró un golpe de Estado, alegando que el gobierno civil no mostraba señales de terminar con la rebelión. El conflicto armado se ha cobrado más de 13.000 vidas en 10 años.
Pero el monarca aún no ha dado muestras de acabar con la insurgencia, y su estrategia de mano dura originó quejas de Estados Unidos, Gran Bretaña e India, lo que le privó de la vital asistencia militar.
La policía y los soldados dispararon balas de goma contra las protestas del fin de semana, pero en algunos casos se utilizó munición metálica. La oficina de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) condenó la represión en Pokhara.
«Los disparos de un soldado desde la azotea de un edificio a manifestantes que arrojaban piedras contra la policía en la calle, matando a una persona, constituyen una clara violación de los principios internacionales de mantenimiento de la ley», indica una declaración emitida por la oficina de la ONU.
«De nuestras investigaciones, resulta claro que el soldado recurrió a fuerza excesiva en una situación sin amenaza directa a la vida», añade el comunicado.
El secretario general de la ONU, Kofi Annan, había advertido al régimen de Gyanendra que no debería negar a los ciudadanos el derecho a la protesta pacífica.
Diversos gobiernos con influencia sobre Katmandú, incluidos los de India, Estados Unidos, Japón y la Unión Europea, también condenaron los arrestos preventivos, los toques de queda y la prohibición de las manifestaciones.
La fuerza antimotines había detenido el jueves a 400 personas en el valle de Katmandú, adyacente a la capital de este país, y a otras 250 en el resto del territorio, según medios de prensa.
El domingo, dos docenas de activistas y periodistas resultaron heridos por los golpes recibidos con bastones de la policía en el distrito de Doti, en el oriente del país.
Un hospital de Katmandú informó el domingo que estaba tratando a una docena de personas heridas con balas de goma. ( (FIN/2006)