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Novichok, el factor siniestro

Fuentes: Rebelión

Las potencias de Occidente han tenido desde épocas pretéritas el prurito de achacar a Rusia todo lo malo que pasa en el mundo y de falsificar o tergiversar su historia. Así dicen, Iván el Terrible en lugar de Iván el Severo, que sería más exacto; en cambio, a Isabel de Inglaterra, que fue más terrible de lo que nunca fue Iván IV de Rusia, la llaman Reina Virgen; sostienen que Napoleón fue derrotado por el invierno ruso, al que llaman mariscal frío, no en la batalla de Borodinó, y que lo mismo le pasó al Ejército de Alemania Nazi, que encabezó la coalición de casi toda Europa, que invadió Rusia el 22 de junio de 1941; afirman que Stalin es peor que Hitler, y todo lo que gusten.

Silencian que los rusos son eslavos, descendientes de nobles guerreros vikingos, que se cristianizan el 988, luego del bautizo del príncipe Vladímir; que los santos Cirilo y Metodio generaron la simbiosis de las culturas eslava y bizantina de los pueblos eslavos; que a partir de la derrota de los mongoles, en la batalla de Kulikovo de 1380, el Principado de Moscú se expande y conforma el Imperio Ruso, que se extiende desde Polonia y Finlandia hasta Alaska y el norte de California; que desde 1453, luego de la caída de Bizancio, Rusia se convierte en el mayor Estado Cristiano de Europa; que Pedro el Grande derrota a los invasores suecos en Poltava, culturiza Rusia, funda San Petersburgo y la Academia de Ciencias, para lo cual contrata a científicos de la talla de Euler y los hermanos Bernoulli; que Catalina la Grande protege a grandes pensadores de su época y propone a Voltaire que publique en Rusia la Enciclopedia, obra cúlmine de la ilustración y la razón crítica, en el caso de que sea censurada en Francia; que en 1812, Napoleón es derrotado en Rusia, donde perece el 90% de sus fuerzas, antes que en Waterloo; que el socialismo se consolida en Rusia luego de que los comunistas derrotan la intervención extranjera y a los ejércitos blancos, comandados por el barón de Wrangel, el Almirante Kolchak y los generales Yudiénich y Denikin; que los derrotados emigran de Rusia, pero jamás pierden el profundo amor por su patria ni la traicionan, a Denikin los nazis le ofrecen todo para que les apoye, pero él siempre les contesta: “No quiero a los rojos, pero amo mucho más a Rusia”; que bajo el socialismo, la URSS en el corto lapso de 10 años se convierte en la segunda potencia mundial; que la guerra desatada por el nazismo europeo le causa a la URSS la muerte de 27 millones de sus hijos y la destrucción de bienes materiales por un valor cercano a los tres billones de dólares; que los pueblos soviéticos, sin la ayuda de nadie, reconstruyen su país; que el 2 de mayo de 1945 la bandera roja es izada sobre el Reichstag y una semana después el nazismo capitula ante los Aliados; que Rusia llevó el fardo más pesado de la Segunda Guerra Mundial y gracias a su heroísmo salvaron su vida millones de europeos y estadounidenses.

Los músicos, los artistas, los escritores, los poetas, los científicos y los pensadores rusos son tantos que es imposible numerarlos, sólo se va a mencionar a unos pocos: Mijail Bulgakov, que con su Maestro y Margarita dio la pauta de lo que sería el realismo mágico; los bailarines del Teatro Bolshoi: Nijinsky, Pávlova, Osípova, Vassiliev, Maxímova, Plisetskaya, tal vez la mejor diva de la historia; el teatro no sería lo que es sin Meyerhold, cuyas teorías influyeron en el cine de Eisenstein y en el teatro de Stanislavski, creador del método de la actuación realista; Lomonosov forja la moderna gramática rusa y crea la primera universidad rusa; Pushkin, Lermantov, Nekrasov, Gogol, Turgieniev, Tolstoy, Chéjov, Dostoyevsky, Bunin, Nabókov, Pasternak, Ajmátova, Símonov, Shólojov, Solzhenitsin… son escritores cuya fructífera obra literaria inspira al género humano; el pintor de iconos Rubliov; Kaldinsky, que decora la Ópera de París; compositores de la talla de Tchaikovsky, Rachmáninov, Shostakovich, Prokofiev, que tanto aportaron al arte musical; Tarkovsky, Mijalkov, Kanchalovsky, Eisenstein, autor del Acorazado Potionkin, maestros de afamados directores del cine; Dmitri Mendeléyev, químico que descubrió la tabla periódica de los elementos; Tsiolkovsky y Koroliov, creadores de la moderna cosmonáutica; los físicos Ígor Tam y Andréi Sájarov, quienes basándose en las ideas propuestas por Oleg Lavrentiev, idearon en 1950 el Tokamak; Michurin, que desarrolla las técnicas de la selección artificial en la agricultura científica; Vissotsky, glorioso compositor, poeta y actor de teatro y cine; Lipunov, gracias a quien se conoce la estabilidad de los sistemas dinámicos; Markov, cuyos resultados son fundamentales para comprender los procesos de cambio de la naturaleza; el matemático Chebychev y más científicos que han aportado conocimiento en todas las ramas de la actividad humana; el desarrollo de la primera vacuna contra el COVID-19, bautizada como Sputnik V en honor al primer satélite artificial soviético, lanzado en 1957, hecho por el Centro Nacional de Investigación de Epidemiología y Microbiología de Moscú, Gamaleya.

Pese a esos valiosos aportes, es vergonzoso el silencio de los enemigos de Rusia respecto a su desarrollo. Quieren mostrar a ese país como un conglomerado de salvajes agresivos, dispuestos a terminar con todo lo bueno del mundo y desdibujan a sus habitantes como seres intratables, que no merecen ser comprendidos sino combatidos. Por eso, las potencias de Occidente lanzan al aire sus acusaciones contra Rusia sin tomarse la molestia de presentar pruebas. ¿Para qué?, si combaten a un monstruo que debe ser destruido por el bien de la humanidad.

Esto permite comprender un poco la última alharaca levantada contra Moscú. El 20 de agosto, el opositor al gobierno ruso, Alexéi Navalny, se sintió mal durante un vuelo de la ciudad de Tomsk a Moscú, lo que obligó a los pilotos a realizar un aterrizaje de emergencia en Omsk, a cuyo hospital ingresó y donde los médicos le salvaron la vida. Allí le diagnosticaron trastorno metabólico provocado por una fuerte caída del nivel de azúcar en la sangre. Los análisis realizados hasta ese momento no confirmaron la presencia de sustancias tóxicas ni estupefacientes. Por pedido de su esposa, Navalny fue trasladado a Berlín el 22 de agosto, después de estar dos días hospitalizado en Omsk.

Steffen Seibert, portavoz del Gobierno alemán, informó el 2 de septiembre que los análisis toxicológicos, realizados por un laboratorio de las Fuerzas Armadas de Alemania, mostraban que Navalny, quien oficialmente se encuentra en coma en la unidad de cuidados intensivos del hospital Charité de Berlín, fue envenenado con un agente nervioso de la familia del Novichok, pero no explicó porque Navalny no dejó rastros de esta sustancia en la cafetería del aeropuerto de Tomsk, donde bebió té, ni en el baño del avión, ni en su asiento, ni por qué no envenenó a sus compañeros, ni impregnó la ambulancia, ni a los médicos que le dieron los primeros auxilios.

Por su parte, Ángela Merkel, Canciller de Alemania, sostuvo que Navalny “es víctima de un crimen”. Josep Borrell, jefe de la diplomacia europea, afirmó que “la UE condena en los términos más enérgicos el intento de asesinato de Alexéi Navalny e insta a la Federación de Rusia a que coopere plenamente con la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas, para garantizar una investigación internacional imparcial”. Norbert Roettgen, presidente del Comité de Asuntos Exteriores del Bundestag, aboga por detener la construcción del Nord Stream 2, curiosamente, lo mismo que exige Pompeo. En cambio, Stefan Lofven, Primer Ministro de Suecia, declaró que es muy importante que se respete el derecho internacional, “ya hemos tomado todas las decisiones con respecto al permiso para la construcción del Nord Stream 2” y el ministro de Exteriores de Austria, Alexander Schallenberg, considera imposible imponer sanciones contra Rusia sin pruebas de su presunta implicación en el envenenamiento de Navalny. La prensa alemana sostiene que Putin está detrás del envenenamiento, pero no explica ¿por qué permitió que Navalny volara a Alemania?

Toda esta bullaranga se da pese a que los médicos del hospital donde Navalny estuvo hospitalizado no encontraron ningún daño en sus riñones, pulmones o hígado, lo que significa ausencia de sustancias tóxicas en su cuerpo. Alexánder Sabáyev, toxicólogo, jefe del Distrito Federal de Siberia, explicó que estos órganos son los responsables de eliminar del organismo las sustancias tóxicas, por lo que cualquier envenenamiento habría dejado una huella en ellos. “Si el cuerpo no reaccionó al veneno, es porque no hubo veneno… esta situación pudo haber sido provocada no solo por las dietas, pudo haber sido desencadenada tal vez por algunos excesos de alcohol que no conocemos. Podría haber sido desencadenada por un estado de estrés o un exceso de trabajo… Por una exposición prolongada al sol o, viceversa, por una hipotermia… Cualquier factor externo pudo haber llevado al hecho de que repentinamente comenzara un deterioro. Incluso, una ausencia banal del desayuno”, indicó Sabáyev. Leonid Rink, uno de los creadores del Novichok, afirmó que Navalny no pudo haber sido envenenado con dicha sustancia. Si hubiera sido intoxicado con ese agente nervioso, “habría estado descansando en el cementerio desde hace mucho tiempo en lugar de haber entrado en coma”. Por algo, Shakespeare escribe, mucho ruido y pocas nueces, por parte de Occidente, se sobreentiende. Amanecerá y veremos.