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Entre musulmanes de origen malayo y el gobierno central en el sur de Tailandia

Otro conflicto en el Sudeste Asiático

Fuentes: GAIN

El sudeste asiático, azotado por los terribles acontecimientos de estos días, es el escenario de otro tipo de conflicto que a menudo pasa desapercibido para la mayoría de medios y audiencias occidentales. En el sur de Tailandia, durante muchos años, el enfrentamiento entre los musulmanes de origen malayo y el gobierno central se ha cobrado […]

El sudeste asiático, azotado por los terribles acontecimientos de estos días, es el escenario de otro tipo de conflicto que a menudo pasa desapercibido para la mayoría de medios y audiencias occidentales. En el sur de Tailandia, durante muchos años, el enfrentamiento entre los musulmanes de origen malayo y el gobierno central se ha cobrado cientos de víctimas mortales.

Tailandia, con más de 60 millones de habitantes, es mayoritariamente budista (aproximadamente el 90%), sin embargo, en el sur, en las provincias de Narathiwat, Yale, Pattani, Satun y parte de Songkhle, el ochenta por ciento de la población es musulmana (la mayor parte sunita) y de origen étnico malayo.

Durante más de quinientos años, esta minoría viene combatiendo lo que ellos consideraban como la «dominación tailandesa». Históricamente estas provincias constituían el antiguo reino de Pattani (Patani en malayo), y en 1902 Tailandia (entonces Siam) se anexionó definitivamente Pattani y otros seis sultanatos, sometiendo a todos ellos al control directo de Bangkok. A partir de esta fecha y también en función de coyunturas concretas (II Guerra Mundial, invasión japonesa, descolonización, guerra fría…)las revueltas locales contra el gobierno central tailandés se van a suceder.

Desde Bangkok se ha dirigido una política «uniformante», buscando imponer su cultura, lengua y religión, en la mayoría de las ocasiones llevando paralelamente una política represiva con el apoyo y el empleo del ejército y la policía.

La población de la zona reafirma sus diferencias en varios aspectos. Por un lado reivindica el regreso a «Patani Darussalam» (Reino de Patani), en segundo lugar, reivindicando su origen malayo le hace rechazar los intentos de Tailandia por asimilarlos; y finalmente, la religión que procesan es la musulmana, frente a la mayoría budista de Tailandia. Estos aspectos claves sientan algunas de las bases del actual incremento del conflicto. No obstante a todo ello cabría añadir además el subdesarrollo económico que sufre esta región en comparación con otras zonas del estado tailandés, junto al escaso acceso de su población a puestos de poder político o financiero.

A partir de los años sesenta, el auge organizado del movimiento independentista, unido a la presencia de guerrillas del Partido comunista malayo y del tailandés, y todo ello a la sombra de la guerra fría, hará que el gobierno de Bangkok desarrolle una política más represiva que no hará sino enconar todavía más el enfrentamiento. Así, y previamente a la aparición de organizaciones independentistas mejor organizadas, el gobierno centrará sus medidas represivas sobre las escuelas islámicas, los «pandok», de la zona. La mayoría de éstos serán puestos bajo control directo del Ministerio de Interior tailandés, argumentando para ello el gobierno de Bangkok, que son 2un lugar de encuentro de separatistas». El rechazo por parte de algunos pandoks a esta medida será materializado con la creación del sos organizaciones independentistas, el Barisan National Pember-Basan Pattani (BNPP) en 1959 y un año más tarde el Barasi Revolusi Nasional (BRN).

Unidad

El BNPP ha resurgido con más fuerza a partir del 2002, tras una importante reorganización interna y tras superar los reveses sufridos en los años anteriores. Por su parte, el BRN, tras conocer en su seno la división en tres facciones, ha sido una de ellas la que finalmente se ha consolidado, integrando bajo sus siglas al frente militar y político.

La organización más importante del movimiento independentista surgirá a finales de los años sesenta, con la creación en 1968 de la Pattani United Liberation Organization (PULO). Esta organización ha sido la más activa durante todos estos años. En la década de los noventa, importantes divisiones internas dio lugar a la separación del movimiento en dos grupos, el PULO y el PULO Mai (Nuevo PULO). A pesar de las diferencias estratégicas, se han dado en ocasiones colaboraciones coyunturales entre ambas organizaciones.

También existen otros grupos, como el Gerakan Mujahideen Islam Pattani (GMIP) o el Mujahideen Pattani Movement (BNP). Este último se creó en 1985 como un frente que pretendía aglutinar a diferentes grupos más pequeños, y al igual que el primero además de buscar la independencia, contiene una carácter islamista más marcado en su programa político.

Si los primeros años del movimiento independentista van a estar caracterizados por las divisiones internas, las facciones y las constantes reorganizaciones de la mayoría de los grupos, a partir de la década de los ochenta se va a dar un importante cambio a esta situación. En 1989, los ocho principales grupos que operan en la zona vana unificar sus esfuerzos en torno a una mayor coordinación en torno a la creación de «Payong Organization», que en 1991 pasará a denominarse «United Front for the Independence of Pattani» o «Bersatu» (Unidad en lengua malaya).

Bajo la bandera de Bersatu, el movimiento independentista va a incrementar sus ataques de tipo guerrillero, siguiendo las cláusulas de ese tipo de lucha, sin bases fijas, con gran movilidad y golpeando a los intereses del gobierno central por todas las provincias. El programa político y militar se va a coordinar en este frente y ello le dotará de una mayor dimensión y operatividad al conjunto del movimiento.

Nuevos factores

Algunos acontecimiento de la esfera internacional también van a tener incidencia en esta zona. Así, el gobierno de Bangkok logró la colaboración de su homónimo malayo para combatir conjuntamente a los grupos independentistas que se movían libremente en torno a la frontera de difícil acceso de ambos estados. Además, tras el 11-s y en la línea de la lucha «contra el terror» impulsada por Washington, el gobierno tailandés quiere sumarse a la misma, buscando lazos de unión del movimiento independentista con las redes de al Qaeda y otros grupos similares de la región asiática. Si bien es cierto que alguno de esos grupos ha utilizado Tailandia como zona de paso hacia sus respectivos países, no se han podido probar los lazos con los movimientos locales, como tampoco se han podido demostrar la unión de intereses con los traficantes de droga de la región. Lo que también se ha constado ha sido la presencia de un mayor número de jóvenes que se han vuelto hacia el islamismo político más radicalizado, algunos provenientes de las madrazas pakistaníes y otros gracias al apoyo financiero de Arabia Saudita.

A partir de 2001 los incidentes violentos han ido creciendo en el sur del estado tailandés, y los enfrentamientos han tenido su punto más importante en este mismo año que acaba de finalizar. En enero del 2004 una operación coordinada de los independentistas permitió a éstos llevar a cabo varios ataques contra instalaciones militares y políticas del gobierno central. La respuesta de Bangkok fue la implantación de la ley marcial y más presencia militar. En mayo de este año, las fuerzas gubernamentales «se anticiparon» a otro ataque coordinado de la guerrilla, y dieron muerte a más de cien rebeldes y civiles.

Mientras subsistan las raíces del conflicto éste difícilmente podrá ser superado, y el aumento de la violencia y la perdurabilidad del mismo están asegurados. Por ello, si la región continúa siendo de la s más subdesarrolladas económicamente del estado tailandés, si todavía se sigue impulsando la política asimilacionista por parte de éste, se provocará más sentimientos de discriminación cultural y lingüística, así como religiosa. Todo ello no hará sino aumentar el descontento y la frustración de la población, que cada día ve con mejores ojos la alternativa impulsada por el movimiento independentista.