El acuerdo nuclear entre las potencias del Grupo 5+1 (EE.UU, Francia, Rusia, China, el Reino Unido y Alemania) e Irán avanza en su concreción un año después de su histórico anuncio entre suspicacias constantes, denuncias de incumplimiento e insatisfacción generalizada en ambos bandos. El pacto, que puso fin de forma efectiva al aislamiento internacional de […]
El acuerdo nuclear entre las potencias del Grupo 5+1 (EE.UU, Francia, Rusia, China, el Reino Unido y Alemania) e Irán avanza en su concreción un año después de su histórico anuncio entre suspicacias constantes, denuncias de incumplimiento e insatisfacción generalizada en ambos bandos.
El pacto, que puso fin de forma efectiva al aislamiento internacional de la República Islámica y dio inicio a una nueva era en las relaciones entre Irán y Occidente, se mantiene en vigor y sin que de momento haya habido serias amenazas a su descalabro pese a los ataques que ha recibido en todos los frentes y a falta de realizar muchos de los avances que prometía política, social y económicamente.
Según el acuerdo que surgió en Viena el 14 de julio de 2015 tras varios años de muy intensas negociaciones y que entró formalmente en vigor el 16 de enero de 2016, Irán asumió unas estrictas restricciones a su programa nuclear -aunque no su eliminación- y un mayor control internacional del mismo a cambio del fin de las sanciones económicas y comerciales globales que pesaban contra el país.
El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), encargado de velar por el cumplimiento del acuerdo, ha reseñado en dos ocasiones desde entonces que las autoridades de la República Islámica están cumpliendo con el mismo y que su programa atómico no se está desviando de fines pacíficos.
Al tiempo, tanto la Unión Europea como Naciones Unidas han retirado todas las sanciones económicas y comerciales que pesaban sobre el país por ese motivo, al igual que los EE.UU.
Y sin embargo, pese al de momento cumplimiento estricto del acuerdo por ambas partes, los resultados no están siendo los esperados y las tensiones se mantienen en muchos campos.
Particularmente a Irán le duele que el fin «oficial» de las sanciones no se haya convertido en el aluvión de inversión extranjera que esperaba, así como la lentitud y el desinterés con el que la banca internacional está regresando al país.
Además, los intentos del Congreso de los EEUU, dominado por los republicanos opositores a cualquier aproximación a Irán, por destruir el acuerdo, son vistos en el seno de la República Islámica con mucha desconfianza y como la voluntad latente en el «Gran Satán» de no cumplir con el acuerdo.
Para Occidente, particularmente en los EE.UU, el acuerdo nuclear no se ha traducido en el fin de ciertas actividades de Irán consideradas una amenaza para la estabilidad global, como su programa de misiles balísticos.
Si bien el tema de la prohibición internacional que pesaba sobre Irán sobre sus pruebas con misiles no forma parte del pacto, muchos han visto en las maniobras en este campo, impulsadas por los sectores más duros y recalcitrantes del régimen de los ayatolás desde la entrada en vigor del acuerdo, una «violación del espíritu» del acuerdo.
Tampoco ha supuesto la mejora en otros temas como los derechos humanos o las libertades sociales que muchos esperaban iban a producirse de forma inmediata con la apertura al mundo.
De momento, los gobiernos tanto de Washington como de Teherán han logrado conseguir que estos problemas no vayan a mayores, sin dejar por eso de marcar líneas ni denunciar constantes «violaciones» del acuerdo por sus rivales.
En el lado de los logros, el acuerdo se tradujo en el triunfo del presidente Hasán Rohaní y sus aliados reformistas en las elecciones legislativas en detrimento de los elementos más conservadores del régimen, lo que puede abrir las bases para profundizar el deshielo político que esperaba Occidente.
Irán también recuperó gran parte de su cuota global en el mercado de petróleo, ha reabierto en gran medida sus canales comerciales y diplomáticos y tiene serias perspectivas de que las inversiones internacionales que preveía se conviertan en realidad, aunque no con la velocidad que hubiera deseado.
«Esperaban ser la más linda del baile nada más volver al mercado y que todos iban a aceptar sus condiciones, y ahora descubren que tienen que negociar y que hay otras opciones. Francamente, nos han pedido cosas que no le daría ni a mi hermano», dijo recientemente a Efe un empresario español de visita en Teherán en busca de negocios.
En el lado político, el deshielo con Europa y con otros países del mundo ha sido también evidente, y el diálogo multilateral se ha multiplicado. En este campo, Irán se ha convertido en un interlocutor válido y necesario para temas como la lucha contra el terrorismo y la inestabilidad regional, particularmente en el combate contra Estado Islámico en Siria e Irak, en donde Occidente parece haber asumido que sin la cooperación de Teherán, ningún avance será posible.
Fuente: http://www.efedocanalisis.com/noticia/pacto-atomico-iran-ano-suspicacias-e-insatisfaccion/