A 22 días de las elecciones generales de Paraguay el escenario político se tiñe con el inevitable recuerdo de una de las jornadas más dolorosas de la historia del país. El 31 de marzo de 2017, la represión violenta a manos del Gobierno de Horacio Cartes contra ciudadanos que se movilizaban en oposición a la […]
A 22 días de las elecciones generales de Paraguay el escenario político se tiñe con el inevitable recuerdo de una de las jornadas más dolorosas de la historia del país. El 31 de marzo de 2017, la represión violenta a manos del Gobierno de Horacio Cartes contra ciudadanos que se movilizaban en oposición a la enmienda constitucional para permitir la reelección presidencial, se saldó con la vida del joven militante del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), Rodrigo Quintana, con la quema del Congreso y con cientos de acciones de abuso de la fuerza que hoy los paraguayos recuerdan como un acto de terrorismo de Estado, propio de los años más oscuros del stronismo.
A menos de un mes de las elecciones del 22 de abril, la impunidad es una de las claves del escenario político. No solo por los hechos trágicos del 31M, sino por la diversidad de escándalos de corrupción a los que están vinculados varios políticos del Partido Colorado. Entre sus candidatos a las cámaras legislativas, cuenta con imputados por tráfico de influencias, manipulación de la Justicia, malversación de fondos públicos, narcotráfico, etc.[i]. Una larga lista de delitos que parece no importunar al candidato Mario Abdo Benítez, quien ha centrado su campaña electoral en apelar a los votantes fidelizados del Partido Colorado, desde una perspectiva de la cohesión, el consenso y la concordia.
No en vano el candidato presidencial del Partido Colorado -quien ya viniera haciendo campaña desde las primarias de diciembre de 2017- ha evitado todos aquellos espacios en donde pueda ser increpado por las actividades de sus copartidarios, como por ejemplo, el debate en la Universidad Nacional de Asunción[ii], convocado por estudiantes, del que el candidato desistió en el primer momento.
A los colorados les interesa mantener prietas las filas entre su militancia. De ahí que Horacio Cartes, cabeza de lista al Senado -con su candidatura impugnada por diversos sectores políticos que consideran inconstitucional su postulación- pueda permitirse amenazar a los afiliados al partido que no voten a la Lista 1, infundiendo temor en ellos[iii], consciente de que su pésima gestión política va a promover precisamente el voto cruzado, incluso entre sus copartidarios.
Por otra parte, en la Alianza GANAR, que une al Frente Guasú y al PLRA, con Efraín Alegre como candidato a la Presidencia y Leo Rubin, como candidato a la Vicepresidencia, apela de manera directa a la movilización del electorado inconforme con la gestión del Partido Colorado, con las dinámicas de corrupción endémicas -herederas del período dictatorial- y con la impunidad latente que dificulta cambios profundos en el sistema político.
Sintonizar con los sectores más desfavorecidos de la sociedad ha sido uno de los ejes centrales de su campaña, donde han intentado conectar también con los más jóvenes, aprovechando la imagen de novedad que otorga Rubin a la dupla.
Sin embargo, la movilización de este electorado es todo un reto. Tal y como refleja el estudio[iv] del Centro de Información y Recursos para el Desarrollo (CIRD), «según el 33,9 % de las personas encuestadas, existen muchos jóvenes y adultos que no votan en las elecciones porque no les interesa la política ni las elecciones». Además, el 26,5 % de personas creen que la gente no vota porque consideran que su voto no cambiará las cosas. Finalmente, la percepción de la ciudadanía es que su poder para realizar cambios en la política es limitado; ya que cuando se les pregunta a los ciudadanos sobre la vía que usan para que sus opiniones políticas, sugerencias y reclamos se conviertan en una acción de gobierno, el 51 % responde que no hace nada al respecto. Con un panorama de desinterés y hartazgo generalizado por la política, un escenario de crecimiento de la abstención no es descartable.
Este clima de desinterés por la política de una ciudadanía mayoritariamente joven se mezcla con un contexto electoral enrarecido por el control, por parte del Partido Colorado, de los recursos financieros, de las instituciones, de los medios de comunicación (con escasas excepciones) y de buena parte del cuerpo funcionarial, en el que difícilmente pueden permear percepciones diversas de la dinámica política. Un buen ejemplo son las encuestas electorales, que hasta ahora han instalado una diferencia de entre 30[v] y 20 puntos porcentuales entre el Partido Colorado y la Alianza GANAR.
La más reciente encuesta[vi], publicada el 27 de marzo por un medio afín al oficialismo, daba como ganadora a la opción del Partido Colorado, con un 54 %, por delante de la Alianza GANAR, que -según la encuesta- alcanzaba un 30 % de la intención de voto en las elecciones presidenciales. En el Senado, Horacio Cartes obtendría el mayor porcentaje en intención de votos con 26,8 %, sobre la lista 2 del Partido Liberal con Blas Lanzoni, que alcanzaría 15,9 %. En tercer lugar, se ubicaría el senador del Frente Guasú, Fernando Lugo, con 15,5 % de intención de voto.
Después del parón de Semana Santa, comienza la cuenta regresiva de tres semanas que terminará de definir el escenario electoral paraguayo. En un contexto de polarización en el que el oficialismo tiene todos los medios a su alcance, la reactivación de la indignación ciudadana es el detonante que puede permitir a la Alianza GANAR capitalizar el hartazgo colectivo y convertirlo en ansias y convicción de cambio, siendo esta formación la única alternativa frente a la herencia dictatorial de Stroessner de cuyas huestes proviene Mario Abdo Benitez, el candidato presidencial del Partido Colorado.
Notas:
[i] http://www.abc.com.py/edicion-
[ii] http://www.abc.com.py/
[iv] http://www.cird.org.py/
Ava Gómez Daza (@Ava_GD) es investigadora del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG)
Fuente: http://www.celag.org/paraguay-comienza-la-cuenta-regresiva/
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