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Paraguay: Emergencia y Cambio

Fuentes: Rebelión

El Secretario de Emergencia Nacional de Paraguay, Camilo Soares, recorre la región del Chaco junto al presidente, Fernando Lugo. Semanas después y luego de comprobar in situ la situación de olvido y marginación en la que permanece la población del lugar, la secretaría -con rango de ministerio- dirigida por Soares declara a la zona en […]

El Secretario de Emergencia Nacional de Paraguay, Camilo Soares, recorre la región del Chaco junto al presidente, Fernando Lugo.

Semanas después y luego de comprobar in situ la situación de olvido y marginación en la que permanece la población del lugar, la secretaría -con rango de ministerio- dirigida por Soares declara a la zona en estado de emergencia.

Camilo Soares denunció el pasado 11 de septiembre que durante esa semana, 6 niños murieron de hambre y tuberculosis en la región.

Un drama humano que lastima la dignidad paraguaya, que permanecía oculto y que a un mes de la asunción de Fernando Lugo, ocupa las portadas y los titulares de los noticieros en todo el país.

Algo empieza a cambiar en Paraguay.

Camilo Soares sea acaso el primer ministro marxista-practicante que conforma un gabinete en este país ubicado en el corazón de América del Sur.

Soares, de 33 años, es el secretario general del Partido Movimiento al Socialismo (P-mas) una joven agrupación de izquierdas que forma parte de la coalición de organizaciones sociales que sustentan al gobierno de Fernando Lugo.

El P-mas ha tenido un alto impacto mediático en la pasada campaña por la presidencia, y es acusado por otras organizaciones de la izquierda paraguaya de recibir dinero de agencias de cooperación estadounidenses.

Fuera de las acusaciones de financiamiento non sancto, pueden observarse entre la militancia de P-mas, niveles de compromiso, creatividad y disciplina dignos de destacar dentro del marco de las organizaciones existentes en este momento histórico de nuestro continente.

El 11 de septiembre seguidores y militantes del partido se convocaron en uno de sus locales en Asunción para mantener viva la memoria de uno de los hechos más trágicos en la historia de nuestro continente. El golpe de estado contra el presidente Salvador Allende en Chile.

En pocos meses Soares se ha transformado en uno de los políticos de mayor exposición pública de Paraguay. Sus características: Joven, mediático, muy buen orador, gran provocador y con una alta dosis de creatividad e iniciativa, que parece derramarse hacia la estructura del partido.

Para muestra vale el discurso que ofreció en la conmemoración al presidente Allende.

Desde su tribuna fue de macro a micro, desde el imperialismo hasta el drama social del Paraguay íntimo y profundo.

Historia, internacionalismo, dependencia, liberación, sumados al aderezo de un toque de picardía completaron la agenda.

Vale la pena repasar sus palabras, para conocer un poco más qué es lo que está pasando en el Paraguay de hoy, para adentrarse en un personaje atacado por derecha e izquierda -que indudablemente no responde a la agenda de Washington- y para entender que afortunadamente soplan vientos de cambio en nuestro continente -y que Paraguay se está sumando a esa oleada-.

Aquí parte del discurso.

Camilo Soares

-Yo no sé si hemos llegado tarde, si ya cantaron la canción Venceremos, ¿no cantaron todavía? ¿Y van a cantar? ¿Pachín van a cantar? (pregunta al músico que lo antecedió en el acto)… dicen que era una música de lucha muy conocida en la época de lucha de Salvador Allende una canción que se llamaba Venceremos, ustedes ya la han escuchado…¡Venceremos, venceremos, mil cadenas habrá que romper! (canta y los asistentes se suman).

Venceremos dicen, así habían empezado, cantando por las calles, recorriendo de punta a punta Chile…venceremos venceremos.

Muchas veces mucha gente me pregunta a mí por qué hacen ustedes actos de recordación de extranjeros o de cosas que pasaron en otros países, ¿por qué no hacen cosas sobre paraguayos? y yo suelo decirles; también hacemos cosas sobre paraguayos, la otra vez estuvimos recordando el aniversario de José Asunción Flores (músico folklórico paraguayo).

Hoy estamos recordando el aniversario del golpe de estado contra el proceso revolucionario chileno el 11 de septiembre, y por qué a veces paraguayos a veces extranjeros, aquí hay una muestra clara decía el compañero Roro (uno de los militantes del P-mas) de lo que somos nosotros ¿qué somos nosotros sino hijos de una larga historia de más de 500 años en la que grupos humanos de todas las partes del mundo fueron arrancados de manera violenta y arrojados a un rincón de tierra, para que mucho tiempo después digamos yo soy paraguayo, yo soy argentino, yo soy chileno? Pero pareciera ser que más allá de lo que dicen esos documentos, tenemos muchas cosas en común, y no solamente que hablamos el mismo idioma porque tenemos acentos diferentes, hay muchas cosas en común que pareciera ser como dicen los psicólogos, utilizan un término que dicen Dejavú, o sea, yo ya he visto esto alguna vez en algún lugar…

¿Por qué recordamos a Salvador Allende? ¿Por qué recordamos ese otro 11 de septiembre? porque pareciera ser que semanas atrás, cuando sale el presidente Lugo a decir acá están conspirando algunos dijimos eso parece un dejavú; parece que he visto eso en algún lugar, ¿parece que ya he visto en otro lugar qué cosa?

Parecía haber visto en algún lugar cuando en América Latina otros pueblos deciden que esa música «Venceremos Venceremos mil cadenas habrá que romper» tiene que dejar de ser melodía sonora para convertirse en melodía revolucionaria, para convertirse no en un canto sino en una acción, pareciera ser que el libreto ya está hecho, pareciera ser que ya sabemos cuales son los pasos que van a recorrer…

Una semana antes de asumir les decíamos a los compañeros; sí sí estamos entrando en una semana donde vamos a festejar la asunción de un nuevo gobierno, pero mucho cuidado, no nos embriaguemos de victoria, estemos atentos porque este libreto ya lo conocemos, porque sería una ingenuidad, una ingenuidad criminal de nuestra parte, pensar que porque les ganamos en votos ellos renuncien al poder omnipotente y omnipresente que siempre plantaron en nuestras tierras.

Hace unas semanas estábamos recorriendo el Chaco paraguayo con el presidente Lugo y veíamos nosotros una situación calamitosa en pleno siglo XXI, veíamos nosotros niños y niñas muriendo de muerte; muriendo de muerte qué es; muriendo de algo tan vergonzoso que no se animan a decir su nombre, eso era hace un mes atrás.

Ahora en los últimos 3 días vimos nuevamente en el chaco paraguayo, la muerte de 6 niños, niños y niñas ¿y de qué murieron estos 6 niños y niñas? enfermedades cuyos nombre son impronunciables, tuberculosis y desnutrición crónica; Paraguay, Siglo XXI, morir de tuberculosis, morir de muerte, morir de algo que tiene vergüenza de decir su nombre, morir de algo que en muchas partes del mundo habitualmente se conoce por libros de texto, por fotografías, ¡tuberculosis! ¡de eso mueren nuestros pueblos!

A eso nos condena la sociedad del capital, la sociedad capitalista donde nosotros vivimos, donde todo tiene precio, donde se puede compra una silla, un micrófono y se puede comprar la vida de una persona también y donde un producto que no sirve y se pudre, se tira, porque lo que no sirve para vender se tira, no sirve, es deshecho humano, es deshecho, y eso es nuestro pueblo, deshecho, no sirve para vender, que muera de tuberculosis, como el moho y la podredumbre que le agarra a la mercancía que se acumulan, que no pueden ser vendidas, ese es nuestro pueblo. Ante eso yo dije, por eso hoy más que nunca 100 años después, como dijeron otros compañeros en otras partes del mundo socialismo o muerte, esa sigue siendo la disyuntiva, o socialismo o muerte; pero por supuesto que están los poderosos de siempre, los dueños de vida y hacienda de nuestro pueblo, que consideran esta exclamación como una amenaza, y salieron a decirlo al día siguiente, y varios días más me preguntaban, y varios días después seguían diciendo «las bravuconadas y amenazas socialismo o muerte»,

¿Bravuconadas, amenazas?, es que yo no estoy amenazando, estoy diciendo algo que nosotros podemos constatar.

Ayer a las 8 o 9 de la noche me llama José Acosta (dirigente del P-mas) y me dice; acaban de llamar de Mariscal Astigarribia, acaban de llamar del Regimiento de Mariscal Estigarribia, acaba de llegar un niño de 5 años que está convulsionando y le está saliendo sangre por todos los poros.

¿Y qué vamos a hacer nosotros le digo?; ellos nos llaman para ver que pueden hacer ustedes; ¿quién me llamo? el director del hospital, si el director del hospital me llama para preguntar qué podemos hacer con un niño que está convulsionando está jodido. ¿Qué vamos a hacer nosotros con un niño que está convulsionando sangre a no sé ni cuantos kilómetros está Mariscal (600, grita uno de los asistentes) de aquí a un millón de kilómetros de aquí, de aquí a la luna está Mariscal Estigarribia. ¿Qué hacemos nosotros? entonces nos miramos y dijimos bueno y entonces qué hacemos ¿ambulancia?; va a llegar para mostrar su sirena, recorrer el pueblo y hacer ruido.

Entonces dijimos bueno vamos a hacer algo, vamos a ver, hagamos ¿qué puede ser la solución, que se vaya un avión?; ¿qué se vaya un avión?; sí, que se vaya un avión, entonces yo dije bueno, nosotros somos autoridad supuestamente -así es que me dijeron-

Entonces llamé al general, al encargado de la Fuerza Aérea y le dije; general esta es una situación de emergencia necesitamos un avión; ¿sí, para qué?; para un niño que está enfermo en Marisca Estigarribia; un niño que está enfermo que esto porque lo otro por aquí por allá; es urgente es una emergencia, tiene que irse.

La satisfacción de sentir, como diríamos, otro 11 de septiembre, no aquel 11 de septiembre donde los militares te pisaban con las botas y aplastaban el proceso, sino donde decían sí, a la orden vamos, se fue un avión, trajo un niño del Chaco paraguayo, se pudo llegar a tiempo para internarle y salvarle a ese niño, hoy ese niño está internado en un hospital.

Ya se enteraron algunas personas y me cuestionaron, y me dijeron eso es abuso de poder; y por qué le dije; porque estás poniendo demasiados recursos para una persona, y me puse a pensar y a decir.

¿Pero acaso no vivimos en un estado donde ancestralmente un pequeño grupo de la población usó y abuso de todos los recursos del estado para hacer los que se les cante en su quinta pelota? ¿Acaso no vivimos en un estado donde los aviones, los camiones, las rutas, las estancias son solamente para un pequeño grupo de personas?

¿Acaso no vivimos en un estado donde los ricos y poderosos jamás morirían de una convulsión, donde los ricos de siempre si se enferman no se preocupan del avión, porque su secretaria lo llama a pedir turno en el hospital de Miami, o de Buenos Aires si están apurados, o de San Pablo si es más compleja la operación? ¿Acaso ellos no hicieron eso siempre con nosotros, y cuál es el escándalo, que nosotros tengamos que mover el avión para un niño, que no sabemos su nombre, que no sabemos su apellido y que no es el hijo de una de las familias poderosas de Paraguay. Pero por eso nosotros decimos, si ellos nos quieren golpear y para nosotros es un dejavú, que ellos también se den la vuelta y miren lo que nosotros estamos haciendo y también sientan un dejavú. Cuando ven los oligarcas que nosotros hacemos esto, que digan mmm…yo había visto esto en algún lugar, ¿y saben donde ya vieron esto en algún lugar? Lo vieron en Chile con su revolución, lo vieron, lo vieron en Cuba con su revolución, lo están viendo hoy en Bolivia, lo están viendo hoy en Venezuela.

Por eso se escandalizan tanto, porque saben que no es un niño en un avión, sino que es una forma de ver y sentir la vida de los seres humanos, no se trata de cuanto combustible gastamos, se tratá de que les da pánico, pavor, de que el 11 de septiembre se les de la vuelta, como dice aquella música que tanto me gusta pero que tanto me condena «cuando querrá el dios del cielo que la tortilla se vuelva, que los pobres coman pan y los ricos mierda mierda». Que conste que no fui yo el que lo dije, 11 de septiembre, el 11 de septiembre de 1973 los pobres comíamos mierda y los ricos se sentaron a festejar en su banquete, después de haber asesinado a Salvador Allende.

Entre nosotros en confianza, la historia es jodida, la historia te cobra todo, parece que 28 años después la tortilla tardó mucho en cocinarse pero termino dándose vuelta, en la misma fecha, no les quiero decir qué año pero calcúlenlo ustedes, parece que el haber hecho eso en Chile no les resultó gratuito, no soy de las personas que creen en cábalas, pero…déjenme dudar, si el 11 de septiembre del ’73 ellos nos hacen comer mierda…¿no sé que comieron ellos el 11 de septiembre de 2001?

Hoy, en mis funciones de funcionario del estado en donde tengo que recibir a toda la gente, no puedo cerrarles las puertas a nadie. Hoy le recibimos a la embajadora norteamericana, cuando entró la embajadora le pedí disculpas (por una demora involuntaria al recibirla) y todo eso y le dije muchas gracias por venir hoy 11 de septiembre, y antes que nada muchas felicitaciones le dije (risas del público), me miró ella…no muchas felicitaciones por su nombramiento como embajadora aquí en el Paraguay (risas y aplausos) no hay nada más que eso. Hay veces que uno tiene que darse ciertos gustitos con la historia, una bromita no mata gente y hay gente a las que les hacemos bromitas y si mató gente, es muy suave…

Si la música dice venceremos venceremos, mil cadenas habrá que romper, entendamos claramente que las cadenas nos siguen atando, que las cadenas si están duras como hace un mes atrás (la fecha de asunción de Lugo).

Y las cadenas van a seguir así si nosotros no tomamos este proceso, no del presidente, diputados ni ministros, es nuestro, o es nuestro o lo perdemos y las cadenas seguirán brillando, o el pueblo rompe las cadenas o las cadenas seguirán sujetando al pueblo.-