En la época de Stroessner -en Paraguay–, si uno quería mandar preso a alguien, lo acusaba de comunista. Tan grande era la influencia de la propaganda de la Guerra Fría que el Jefe de la Policía de Investigaciones, Pastor Coronel, murió en la cárcel con el espíritu festivo y la conciencia tranquila afirmando haber sido […]
En la época de Stroessner -en Paraguay–, si uno quería mandar preso a alguien, lo acusaba de comunista. Tan grande era la influencia de la propaganda de la Guerra Fría que el Jefe de la Policía de Investigaciones, Pastor Coronel, murió en la cárcel con el espíritu festivo y la conciencia tranquila afirmando haber sido uno de los principales responsables de que el comunismo no hubiese prosperado en Paraguay.
Al intento de invasión desde Argentina de un grupo guerrillero de izquierda, lo destrozó el ejército, contando con datos de Inteligencia sobre el cuándo y dónde. Conocí a un capitán de la represión quién me contó que les hacían tomar caña con pólvora para cobrar valor. Mataron a todos los guerrilleros y a una guerrillera la cortaron en pedacitos después de violarla repetidas veces.
¿Cómo podemos reaccionar frente a ese recuerdo, sino buscando explicaciones frente a tamaña deshumanización? Coherentemente con ello debemos saber que los Estados Unidos usaron a sus mejores sicólogos, a sus mejores científicos sociales, para encontrar fórmulas útiles a la desvalorización de los inatacables argumentos de la izquierda. Nada mejor que negarlos –ignorarlos mejor dicho–, y satanizar una que otra idea vulnerable: «Tendrás que compartir tu esposa; tu chacra; tus animales; tus pequeños ahorros; tu ropa; tus hijos no estarán más con vos, pertenecerán al Estado». Es claro año tras año, día tras día, como ya es un lugar común, citando a Goebbels, repite la mentira que al final se transformará en verdad (Una mentira mil veces repetida… se transforma en verdad [1]).
Cuando llegué a Paraguay en 1973 (con un contrato de la OEA, como Profesor Visitante en el Proyecto para el Desarrollo de la Matemática Aplicada en Paraguay), el comunismo soviético era la materialización del demonio, de lo más horrendo que alguien pudiese imaginar.
Hoy julio de 2012 estoy en Paraguay, si bien la juventud ha adquirido un espíritu crítico que a la mayoría le permite discernir y elegir, los mayores están tan contaminados con la acción del pasado, que Lugo con su tímida (seamos sinceros, Lugo no fue un suicida que se largó con todo contra el capitalismo salvaje que domina a Paraguay) incursión en algunos tópicos de la Teología de la Liberación, pidió a gritos su caída. Recordemos que la desprolija Constitución del Paraguay es una mezcla del presidencialismo estadounidense con el parlamentarismo europeo, la caída de Lugo puede deberse a un Juicio Político (Artículo 225), según una parte de la Constitución que es la que se usó, o al Voto de Censura (Artículo 194) según el otro (parlamentarista).
Paraguay no puede hacerse socialista de un día para el otro, salvo como consecuencia de una sangrienta y contundente revolución con cientos de fusilados. Paraguay está contaminado por los Estados Unidos. Hoy todavía se usa comunista para descalificar.
Lugo lo que intentó hacer, siempre con mesura, es acercarnos a la Justicia Social, lo que consiguió en concreto es hacer gratuitos a los hospitales públicos, aunque sin presupuesto, lo que lo transforma en simbólico. Pero lo que no se nota, lo que los medios ocultan es que el Paraguay Profundo, el del 80% de los desheredados se ha movilizado aunque más no sea mentalmente. Sabemos por los conocimientos de la historia que la revolución puede ser apoyada, pero que nunca ha sido comandada por los desheredados -no tienen tiempo, deben trabajar para sobrevivir. Hace falta formación para liderar una revolución, el Che Guevara era de la aristocracia argentina, Fidel Castro era un abogado, no un campesino.
No me atrevería a someterme a un «Tribunal de Vida». No, es muy difícil no haber mostrado alguna miseria de su vida en algún momento, pero, con toda humildad, recomiendo:
● No caer en la trampa de las medias aguas. O sirve o no sirve. De un ciudadano que siempre contó con mi aprecio y simpatía llamado Camilo Soares, nunca supe si fue cierto o no, que sus desalinizadoras del Chaco eran las adecuadas o no.
● Sumar siempre y nunca restar, un movimiento para el cambio social debe ser mayoritario no solo en número sino en voz.
● Actuar parsimoniosamente dando lugar a que los poderosos perciban las ventajas de la Justicia Social sin imponérselas, como sucedió por ejemplo en Islandia. Porque hoy la derecha es mayoría, pero son seres humanos con sentimientos y pasiones.
Nota:
[1] http://es.wikipedia.org/wiki/Joseph_Goebbels
Guillermo F. Parodi es escritor, profesor universitario, miembro de los colectivos Rebelión, Cubadebate y Tlaxcala (www.tlaxcala.es), la red de traductores por la diversidad lingüística. Este artículo se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor y la fuente.