La recién concluida reunión de la UNCTAD en Brasil recolocó el tema de los impuestos a los movimientos de capitales llamados «paraísos fiscales». El aparentemente interminable proceso de Paulo Maluf reactualiza permanentemente el tema. Parece un fenómeno menor, particular, una aberración, no obstante, como decía Brecht, en la exageración se deduce la esencia de un […]
La recién concluida reunión de la UNCTAD en Brasil recolocó el tema de los impuestos a los movimientos de capitales llamados «paraísos fiscales». El aparentemente interminable proceso de Paulo Maluf reactualiza permanentemente el tema. Parece un fenómeno menor, particular, una aberración, no obstante, como decía Brecht, en la exageración se deduce la esencia de un sistema. La globalización liberal requiere los «paraísos fiscales» como la familia tradicional requería los prostíbulos, como compensación equilibrante de los matrimonios indisoluble. La lectura de lo que son y de su funcionamiento habla mucho más sobre el capitalismo contemporáneo que centenas de inócuos manuales de economía y finanzas.
Ellos son micro-territorios o Estados con legislación fiscal floja o inexistente, que practican la recepción anónima de capitales, mediante una especie de comercialización de su soberanía. Varios bancos reciben en esos espacios -Suiza o Mónaco, Islas Caimán, Bahamas o Luxemburgo, en un total de entre 60 y 90 en el mundo- dinero de cualquier lugar del universo, de cualquier persona o empresa, sin que tengan que justificar el origen de esos recursos. Sus ubicaciones son las periferias de los grandes centros económicos del mundo – Estados Unidos, Europa y Asia.
Se trata de fábricas de lavado de dinero de mafias, dirigentes políticos corruptos y empresas. Ese lavado, según el FMI, representa entre el 2 y 5% del PIB mundial. La mitad de los flujos de capitales internacionales transita o reside en los «paraísos fiscales», en un monto que oscila entre los seiscientos millones y mil quinientos millones de dólares sucios que circulan en esos circuitos. Para tener una idea de lo que significa ese monto, basta decir que las deudas públicas en todos los mercados internacionales llega a los cinco mil millones de dólares.
Las corporaciones multinacionales se valen ampliamente de esa situación, que se adaptan perfectamente a sus necesidades. La evasión fiscal se vale de los centros llamados «offshore» que atrae a quienes buscan evadir el pago de impuestos por sus riquezas y fortunas. El conjunto de actividades de los «paraísos fiscales» se ha convertido en engranaje esencial para el capitalismo mundial, generando cerca del 20% de la riqueza privada mundial. Son rentas ilícitas, provenientes del tráfico de armas, del trabajo de mercenarios de guerra, del comercio de droga, de la prostitución, del contrabando, del robo y de otras actividades similares. El anonimato de las cuentas y el secreto bancario son los instrumentos de esos negocios monstruosos e inmorales, que se han tornado aun más fáciles por las políticas vigentes de desregulación económica y financiera.
«Paraísos fiscales» situados en Europa, como Mónaco, Suiza, Luxemburgo, San Marino y Liechtenstein, fueron creados por la Comunidad Europea por no haber tomado medidas para cohibir la circulación de capitales de proveniencia no declarada. Pero también países que no controlan el envío de esos capitales fueron mencionados, como Rusia, Israel y Filipinas.
El Banco de Brasil realizó el año pasado un seminario sobre el combate al lavado de dinero por el sistema bancario, convirtiéndose en el primer banco estatal en el mundo a adherir a esas iniciativas. Es un buen comienzo. Pero sería necesario que iniciativas mucho más amplias y sistemáticas, coordinando distintas esferas de actividades del gobierno y otras instancias de la sociedad, actúen de manera vigorosa y prioritaria contra el lavado de dinero y de remesas para los «paraísos fiscales». Ganaría no sólo la recaudación tributaria, pero sobre todo se darían pasos importantes en el combate al narcotráfico.
Las cuantías que deben circular por el sistema financiero provenientes del narcotráfico tienen que ser enormes. Por lo que se sabe, no se ha llegado a esos circuitos, que conducirían no solo a detener y desarticular a líderes y grupos locales del narcotráfico, sino a los señores que son los que realmente lucran con esa actividad ilícita. Después de todo, fue por esa vía que Estados Unidos consiguió detener a Al Capone. Y es por ella que podremos llegar a la trama de articulaciones que involucran millones de dólares y que pasa por el sistema financiero y los «paraísos fiscales».