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Apuntes sobre la historia de la lucha social en Perú

Perú: Izquierda Unida y la táctica de la oposición consentida I Parte

Fuentes: Rebelión

La izquierda legal del Perú actúa bajo una táctica simple, pero que bajo la dinámica de la lucha de clases se convierte en un importante elemento de los recursos que utilizan los grupos de poder para mantener su dominación. Esta izquierda acciona bajo la cobertura de una oposición consentida por la burguesía. Su rol político […]

La izquierda legal del Perú actúa bajo una táctica simple, pero que bajo la dinámica de la lucha de clases se convierte en un importante elemento de los recursos que utilizan los grupos de poder para mantener su dominación. Esta izquierda acciona bajo la cobertura de una oposición consentida por la burguesía. Su rol político fundamental es perpetuar el sistema de explotación, y ahí converge sus intereses políticos con los de los grupos de poder y las potencias extranjeras. La oposición consentida, como táctica contrarrevolucionaria, es utilizada en toda América Latina, y en la actualidad, representa un problema serio para cualquier grupo u organización revolucionaria que se plantee la lucha por el poder político del Estado.

El marxismo y la experiencia histórica de la lucha social enseñan que los grupos de poder, no sólo mantienen su sistema de explotación por medio de la violencia y la coerción, sino también a través del engaño y la demagogia. En este terreno, los grupos políticos que se llaman de izquierda, pero que conviven con las clases políticas dirigentes constituyen piezas de la maquinaria que utiliza el Estado para engañar, estafar y oprimir a la población. Un ejemplo categórico de este problema es la actuación de esta izquierda en un periodo que abarca por los menos 26 años (1978-2004). En esta etapa caracterizada por una agudización de la lucha de clases, la izquierda se ha presentado indistintamente como exponente de una oposición crítica al sistema, pero al mismo tiempo ha sostenido los gobiernos más reaccionarios, corruptos y criminales de los últimos años. Ha gritado que el «Estado está en crisis y que no da para más», pero al mismo tiempo ha pedido reformas en ese Estado que dice que ya no sirve para nada. Ha llamado a la «lucha y la movilización», para «cambiar radicalmente la situación del país», pero inmediatamente ha hecho campaña para que se realicen elecciones generales que la burguesía ha utilizado en gran forma como válvulas de escape de las explosiones sociales.

La táctica de actuar bajo la cobertura de «oposición consentida» es de vieja data en Perú. Se remonta a los inicios de la década del 50 cuando, como parte de un fenómeno de carácter internacional, el viejo Partido Comunista del Perú vinculado a la ex Unión Soviética privilegia su actividad reformista y de conciliación con la burguesía y el imperialismo. Pero es recién a partir de 1980, cuando el Estado se ve confrontada a una vigorosa lucha armada dirigida por las fuerzas maoístas, que los grupos de poder y los estrategas del imperialismo, integran esta táctica (Oposición Consentida) a sus propios planes de dominación. La creciente crisis del Estado, la descomposición de la sociedad oficial, y la decadencia de los partidos políticos burgueses, hace de los grupos integrantes de Izquierda Unida (IU) socios menores, pero importantes en los planes de los grupos de poder. Antes de 1978, la derecha peruana por puros prejuicios anticomunistas, usaba a la izquierda reformista, pero no la asumía directamente como asociada a sus planes políticos. En 1980, Manuel Ulloa un alto dirigente del partido Acción Popular (AP), y ministro de Hacienda en esos momentos, señaló con agudeza que la derecha ya no podía gobernar sin el concurso de la izquierda legal y parlamentaria. A partir de esta fecha, ya no es solamente el viejo PCP el que se ciñe a esta táctica (ser oposición de mentira) sino un buen ramillete de organizaciones políticas autodeclaradas, marxistas-leninistas, mariateguistas, maoístas, socialistas, libertarias y otras.

«Voto por ti y mañana te hago oposición».

Las dos últimas décadas, extraordinarias en movilizaciones sociales y en luchas clasistas, es un momento preciso que muestra como se han expresado los grupos políticos que han actuado bajo la cobertura de OPOSICION CONSENTIDA. La polarización de las clases en contienda dejó al descubierto los bandos en lucha, y desencantó los discursos demagógicos que hasta la fecha había utilizado la izquierda legal para traficar con la lucha del pueblo. Así, pues, la izquierda legal para cumplir su propósito de ser la oposición de mentiras de la burguesía ha estado obligada a moverse en tres tiempos y de paso dejar al descubierto su esencia reaccionaria y colaboracionista: En primer lugar, han actuado como los más activos participantes de los procesos electorales, no importa que estos hayan sido fraudulentos y tramposos. Han estado en primera línea en las asambleas constituyentes, plebiscitos, elecciones generales, elecciones municipales y otros. En segundo lugar, utilizando el pretexto del «mal menor», han manipulado a las masas y las han llevado tras el carro electoral de los candidatos de los grupos de poder y del imperialismo. En tercer lugar, como las ratas que son las primeras en abandonar el barco cuando se hunde, se alejan apresurados de los gobiernos en crisis que ellos sostuvieron y ayudaron a ganar el poder. Como parte final de este acto desesperado, se declaran «oposición». Inmediatamente a este paso, como ya es costumbre, exigen nuevas elecciones, o una asamblea Constituyente. Hacen alianzas políticas rumbo a las próximas elecciones, en la que ellos nuevamente apoyarán al candidato más pintado de la burguesía. Y así seguirán actuando en base a un libreto que los hace dar vueltas y repetir los hechos periódicamente.

Los tres movimientos a los que hacemos referencia se han aplicado en la elección presidencial de Alan García, Alberto Fujimori y Alejandro Toledo. En 1985, Alan García Pérez representante del reaccionario y derechista Partido Aprista Peruano (APRA) se hizo del poder con apoyo de Izquierda Unida. Cuando García comenzó a hundirse en un pantano de corrupción, miseria y crimines del Estado, Izquierda Unida se convirtió en «oposición» y no dejo de gritar «elecciones generales». Llegaron las elecciones de 1990, y ahí sostuvo la candidatura electoral del mafioso Alberto Fujimori. Cuando este comenzó a irse a pique, se declaró nuevamente «oposición», y tampoco dejó de «luchar» por nuevas elecciones generales. Después vinieron los comicios electorales del año 2001, y ahí repitió el plato y votó por Alejandro Toledo. Como en anteriores experiencias, y guiándose por el mismo libreto, ahora se ha declarado «oposición. Sin cambiar ni una coma a su actuación anterior, pide a gritos nuevas elecciones y hasta una Asamblea Constituyente. Esta simbiosis política, característica principal de IU, es orgánica e inherente también a sus cuadros y militantes. Por mencionar un ejemplo individual basta nombrar a Gloria Helfer Palacios. Ella es una antigua cabecilla de Izquierda además de haber sido una de las fundadoras de IU. En 1990, fue la primera ministra de Educación del mafioso Alberto Fujimori. Después renunció y se pasó a la «oposición». En el 2001 apareció como militante del partido de Alejandro Toledo (Perú Posible) e incluso ganó un lugar en el parlamento. Ahora en plena crisis del régimen toledista acaba de anunciar su «renuncia» y ha dicho que «será oposición».

Como parte de este mismo elemento («yo voto por tu y después de hago oposición»), la izquierda legal hace no pocos esfuerzos para borrar de la cabeza de la población el registro histórico sobre su vergonzosa conducta y complicidad con los regímenes más reaccionarios y hambreadotes del Perú. Con este objetivo, la izquierda falsifica la historia y promueve falsa información sobre su trayectoria nada santa. En notas y entrevistas busca «desmentir» que ellos fueron activos colaboradores de los distintos gobiernos peruanos. Con una audacia para la mentira difícil de encontrar fuera de las canteras políticas de la lumpenizada sociedad oficial del Perú, se dice por ejemplo, que Izquierda Unida (IU) no apoyó la candidatura electoral de Alan García y menos la de Alberto Fujimori en 1990. Se afirma también que el «líder histórico de la izquierda peruana, Alfonso Barrantes Lingán», candidato de IU a la presidencia de la República en 1985, «jamás apoyó la candidatura del APRA». Señala que la izquierda peruana, «nunca apoyó a Fujimori ni dentro ni fuera del Congreso» y que IU (Izquierda Unida) fue «ferozmente perseguida a partir del autogolpe del 5 de abril».

¿Así que Izquierda Unida no apoyó la presidencia aprista?.

Muchos antes de las elecciones generales de 1985, los grupos integrante de IU, y en especial Alfonso Barrantes Lingán buscaban concretar una alianza con el APRA capitaneado por Alan García. Esta alianza según esta izquierda era para «derrotar la derecha liberal encabezada por el partido Acción Popular (AP) y el Partido Popular Cristiano (PPC). En la división seudo teórica que hizo IU del espectro político peruano, el APRA no fue ubicado en la fila de la derecha. Este partido, según IU, partidario de «reformas» y su prédica «populista», era parte del campo popular. Para «Patria Roja» (Partido Comunista del Perú), el APRA es reformista, que con «límites evidentes…no quita desde luego, dejar de reconocer los aspectos positivos que pudiera contener un programa que incluye ciertas medidas reformistas». (1). Por su parte en octubre de 1984 la revista Quehacer (editada por DESCO una ONG fundada por Henry Pease de IU), señalaba en un texto titulado «La Opción del Pueblo», que «El APRA y la Izquierda Unida lograron las mejores soluciones; no así la derecha que fracasó rotundamente…». (2).

En 1982 a tres años de las elecciones presidenciales, Barrantes Lingán que camuflaba sus relaciones con el APRA con el pretexto de «ganar las masas apristas», se pregunta: «¿Qué diferencias hay entre las masas apristas y las masas de izquierda?. Simplemente una historia de contradicciones que ni siquiera es antagónica…La discusión que será necesaria si se llega a un pacto con el APRA también será una discusión a nivel de cúpulas». (3).

Alfonso Barrantes, repetía con orgullo su adhesión a la ideas de José Carlos Mariétegui y del marxismo, pero en la práctica el líder de Izquierda Unida (IU) nunca había abandonado sus ideales de derecha de su antigua militancia en el anticomunista Partido Aprista Peruano (APRA). Sus coincidencias con este partido, no se referían solamente al aspecto político sino también a cuestiones ideológicas y de manejo de la economía del país. Para Barrantes el Estado era intangible, así como los intereses y ganancias de los grupos de poder locales y extranjeros. Cuando estuvo como burgomaestre en el municipio de Lima (1983-1986) no afecto ni un milímetro los intereses de los ricos limeños, pero si lanzo una dura represión contra los trabajadores ambulantes y contra los asalariados del municipio. Tanto Barrantes como Alan García tenían los mismos criterios sobre los aspectos sociales y económicos de la sociedad. Así, para Barrantes el problema de la explotación y la miseria se resolvía dando acceso a la «gestión empresarial a los trabajadores», y entregando «legítimas ganancias a los empresarios» que de esa manera contribuían «al logro de los objetivos nacionales». (4). Por su parte Alan García Pérez, señala que la eliminación de todos los males sociales del Perú, «se afirma en el desarrollo de la libertad como derecho a la participación ampliada. El ciudadano se define como un trabajador y por ello participa bien en la gestión y utilidad o bien cooperativamente, en las utilidades productivas…». (5). Hasta en cuestiones religiosas las coincidencias entre ambos dirigentes eran sobresalientes. Barrantes se autodenomina, pascaliano, y según él, «Hay que creer en Dios porque si no existe, no perdemos nada y si existe, ganamos creyendo en él». (6). Para García el camino espiritual era la salvación y señala que: «Hay que elevar la humanidad al inmortal mensaje espiritual de Cristo y a la simplicidad humilde de Ghandi en este siglo» (7).

La alianza IU-APRA al inicio (antes de las elecciones) generó algunas fricciones no fundamentales al interior de la dirección de IU. Es así, que en 1983 Javier Diez Canseco (actual congresista), en ese entonces secretario general de Vanguardia Revolucionaria (VR), a través de un comunicado público (18 de junio 1983), denuncio que su organización no había concurrido «a la reunión del Comité Directivo Nacional (CDN) de IU con la dirección del Partido Aprista en razón de mantener «una posición crítica…» (8).

APRA, IU, elecciones y colaboración.

¿Qué pasó en las elecciones generales del 14 de abril de 1985, y cómo se concreto la alianza electoral entre IU y el APRA?. Este problema se resume de la siguiente manera: En las elecciones presidenciales de 1985 dos fueron los candidatos que por número de votos disputaron la presidencia de la República. Alan García Pérez representante del Partido Aprista Peruano (APRA), y Alfonso Barrantes Lingán líder de Izquierda Unida (IU). García logró el primer puesto con 3,457,030 votos lo que significó el 45.74% de los votos validamente emitidos. Por su parte Barrantes se ubicó en el segundo lugar con 1,606, 914 votos que significó el 21.74% de los votos validamente emitidos. Hay que explicar que en Perú, la presidencia de la República se alcanza con el 51% de los votos válidamente emitidos. Si ninguno de los candidatos en disputa logra esta cifra, la ley obliga que los dos candidatos con la mayor votación participen en una segunda vuelta electoral.

Ni García ni Barrantes consiguieron el 51% de los votos válidos que exige la constitución para sentarse en el sillón presidencial. Ambos candidatos estaban obligados a ir a una segunda vuelta electoral. ¿Qué Hizo Barrantes?. El líder de Izquierda Unida ilegalmente renunció a la segunda vuelta, y Alan García Pérez sin contrincante al frente fue proclamado ganador y presidente de la República. Aquí ocurrió algo semejante a lo que ocurre en un partido de fútbol, cuando uno de los equipos no se presenta al terreno de juego. En este caso, el equipo presente sale victorioso gracias al abandono del otro. De esta manera, el líder del reaccionario Partido Aprista Peruano (APRA) ilegalmente se convirtió en jefe del Estado peruano gracias al favor que le hizo, no solamente Barrantes, sino todos los integrantes de IU que inmediatamente reconocieron a García como presidente del Perú. Ninguno de los parlamentarios de IU, se pronunció contra la ilegal juramentación presidencial del candidato del aprismo.

A partir de esta combinación electoral, se iniciaría una luna de miel entre los dirigente de IU y el gobierno aprista. Por ejemplo, los rojos, rojísimos de «Patria Roja» (Partido Comunista del Perú), en un comunicado del Comité Central de junio de 1985, un mes antes de que García juramente como presidente, elevó sus plegarias y sus expectativas en los cambios que se avecinaban a partir del gobierno aprista. Según Patria Roja: «Las elecciones del 14 de abril (1985) confirman las tendencias básicas en el comportamiento del electorado que, recusando el continuismo acciopepecista (9) espera cambios en la conducción política y económica, abriendo paso a la realización de transformaciones sustantivas como requisito para salir de la crisis, garantizar el desarrollo económico rompiendo las trabas estructurales que lo impiden….El pueblo peruano ha votado contra un gobierno y un programa que se caracterizan por el entreguismo, el autoritarismo y la corrupción….. Su voto sintetiza una expectativa de cambio y un reto..». (10).

En la misma dirección, Henry Pease brazo derecho de Alfonso Barrantes en el municipio de Lima en el periodo 1983-1986, y candidato a la presidencia de IU en 1990, no pocas veces lanzó petardos festivos por los éxitos del aprismo en el gobierno. En particular 1986, cuando ya había corrido mucha sangre por las manos de García Pérez, Pease alaba la política aprista. Para este dirigente de IU, los puntos desastrosos del gobierno se convierten en puntos fuertes. Glorifica la calamidad económica del gobierno, así como la lucha contra el narcotráfico, la corrupción y la inflación, que como se sabe fueron abismos del infierno para la población. La apología aprista de Pease es la siguiente: «Parece que el país camina y no solo a otro ritmo, sino por un rumbo que podría alejarnos de la catástrofe…El presidente comenzó con buen pie, ciertamente el izquierdo …Y con toda seguridad, desde nuestra propia posición política, deseamos que este gobierno no fracase…Alna García muestra un estilo diferente…Los aciertos en la lucha contra el narcotráfico…los esfuerzos en la moralización…en la lucha antiinflacionaria..». (11).

La alianza de sangre entre IU y el APRA queda sellada en la matanza de los 300 prisioneros de guerra en los penales en 1986. La cúpula de IU liderada por Alfonso Barrantes Lingán (en ese entonces alcalde del municipio de Lima), es consultada por el mismo Alan García y no se hace rogar para dar su aprobación para que se cometa el genocidio de presos que el gobierno había planificado con meses de anterioridad. Alan García, a modo de justificación de esta matanza, emite un texto en 1987, donde detalla que la orden para que las fuerzas militares entren a los penales para «restablecer el orden con la «máxima energía» (léase a sangre y fuego) se consultó «con los líderes de los partidos de oposición y a las más altas autoridades del país. No se recibe ningún comentario ni sugerencia, de parte de los señores políticos». (12). El 9 de junio a escasos días del genocidio de prisioneros (el 18 de junio de 1986), Barrantes en ese entonces alcalde de Lima plantea públicamente la formación de un «Frente común contra el terrorismo», en el que estarían presentes desde el gobierno, IU y demás partidos de derecha.

Posteriormente, en muestra un «meas culpa» tardío al estilo de los monjes de la época medieval, Javier Diez Canseco acusa a Barrantes de haber respaldado la decisión del gobierno aprista de «restituir el orden en los penales dejando de lado cualquier consideración sobre la vida de los presos». «El Dr. Barrantes lo respaldo», dice Canseco. (13). Pero no solo fue el consentimiento otorgado por la dirección de IU para la matanza, sino que después de consumado los hechos, los parlamentarios de IU iniciaron una hipócrita campaña, que «denunciaba» el crimen de los penales, pero limpiaban la responsabilidad directa de Alan García Pérez. Por ejemplo, el senador Enrique Bernales de IU, inmediatamente al hecho de sangre en las prisiones viajó expresamente a la sede de las Naciones Unidas (ONU), para exculpar a García de este crimen masivo de prisioneros. El senador Rolando Ames de IU, que presidió la «comisión parlamentaria» que «investigo» la masacre de los penales, concluyó su informe con una sentencia que dejaba sin ninguna responsabilidad penal ni política al presidente de la República, que como se conoce resultaba el principal autor en la planificación y asesinato de los 300 prisioneros.

Izquierda Unida (IU) pagó caro su alianza con el APRA. La bancarrota de García Pérez arrastró a IU al despeñadero. El pueblo repudiaba al gobierno y a sus aliados de izquierda. Este frente se hizo pedazos y no se hizo esperar un grave conflicto interno entre los grupos de este conglomerado. Las peores críticas a Barrantes Lingán, aunque parezca extraño, no provinieron del senderismo, sino más bien de sus propios correligionarios políticos. En 1989, cuando ya nadie daba media peseta por el «Tío Frejolito» (Barrantes), el periódico «Patria Roja», vocero del Comité Central del Partido Comunista del Perú-Patria Roja, uno de los grupos de Izquierda Unida (IU) y gran animador de la campaña electoral en las elecciones presidenciales de 1985, echó la cada por la ventana para lanzar un furibundo ataque contra Alfonso Barrantes Lingán. En un editorial de Patria Roja, cargado de rencores se dice: «la acción divisionista y corrosiva del reformismo barrantista, que entrampó durante un lapso prolongado a IU, impidiéndole precisar sus acciones, coaccionar sus filas y encarar con decisión la lucha contra la derecha neoliberal y el APRA». (14).

En la misma edición de «Patria Roja», se publica un texto titulado «Radiografía de un socialista». Ahí se utiliza los más filudos adjetivos para hacer un recorrido de la trayectoria política de Barrantes, y de paso se le culpa del drama de Izquierda Unida, que como se sabe después de 1985 se agudizó al máximo. Según el artículo, el ex líder de IU «siempre tuvo una actitud y una conducta ajenas a la del demócrata revolucionario», y que trato de imponer a IU sus «filisteas concepciones reformistas, conciliadoras y capitulacionistas ante el enemigo de clase». Barrantes es tratado de falso marxista, y se dice que lo «real es que Barrantes siempre fue ideológicamente discípulo de Haya de la Torre». (Se hace alusión al fundador del Partido Aprista). Barrantes, se dice en el comunicado de Patria, «es la expresión contumaz del reformismo, la conciliación de clases, y el oportunismo». Se acusa a Barrantes de «preconizar un conjunto de reformas parciales susceptibles de perfeccionar le sistema de explotación vigente a partir de un Acuerdo Nacional y de un gobierno de Unidad Nacional bajo la hegemonía de la gran burguesía». (15).

Hasta el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA), que siempre fue compañero de aventura electoral del Izquierda Unida, metió su pico en el debate y lanzó duros insultos a Barrantes Lingán. En 1990, a vísperas de las elecciones presidenciales, acusa a Barrantes de todos los pecados de IU. Lo califica de «elemento desclasado», que «busca alianzas con la burguesía con la ilusión de llegar a ser presidente». (16). Javier Canseco, es otro que se lanza en carretilla contra Barrantes. Lo acusa de haber marcado a IU con «sus indefiniciones y, también, por su relación con el gobierno aprista». (17).

La alianza Alberto Fujimori -Izquierda Unida

Si la alianza con el APRA demostró la fibra colaboracionista de Izquierda Unida (IU), con Alberto Fujimori fue peor. En 1990, Izquierda Unida, a causa de su crisis interna, era ya una organización atomizada, escuálida y despreciada por los trabajadores. Electoralmente hablando, de 21.74% de votos obtenidos en 1985 con la candidatura de Alfonso Barrantes, habían descendido apenas al 8.2% en las elecciones de 1990 cuando llevaron como candidato presidencial a Henry Pease, actual congresista y militante del partido de Alejandro Toledo.

En las elecciones de 1990, fueron dos los candidatos que encabezaron la contienda. Mario Vargas Llosa a nombre del FREDEMO (El Frente Democrático) y Alberto Fujimori con «Cambio 90». Hubo dos vueltas electorales. En la primera, el líder del Fredemo logró 2,142,353 votos lo que significó el 32.7% y Fujimori consiguió 1,906,904 votos o el 29.1%. Como ningunos de los pretendientes al sillón presidencial alcanzó el 51% de los votos, tuvieron que ir a una segunda contienda. En la segunda vuelta, Alberto Fujimori, el candidato de «las multitudes y de la esperanza» como lo denominaron la dirigentes de IU, obtuvo 4,489,891 o el 62.5 % de la votación, mientras que Vargas Llosa apenas remontó su votación anterior con 2,708,291 ( 37.3%) del electorado. Fujimori se hizo del poder con los votos que le dio el APRA (cerca de millón y medio de votos), Izquierda Unida (544 mil votos), Izquierda Socialista de Barrantes Lingan (315 mil votos) y otras pequeñas organizaciones que totalizaron más de dos millones y medio de votos (2,555,683) a favor del candidato de Cambio 90.

Pero Izquierda Unida no fue un compañero de ruta cualquiera para Fujimori. Nada de eso. IU fue recompensada con altos puestos en la administración del Estado. Gloria Helfer, una lideresa de IU fue ubicada como ministra de Educación del gobierno (Helfer es ahora Toledista). La ministra de IU fue una de las autoras del brutal paquete económico que en agosto de 1990 Fujimori descargo sobre el pueblo peruano, y que en un solo día aumento la miseria y la indigencia de 8 millones a 14 millones de ciudadanos del Perú. Sánchez Alvabera también de IU y funcionario de Desco (una ONG regentada por Henry Pease) recibió el ministerio de Energía y Minas, por su parte Carlos Amat y León otro izquierdaunidista fue ministro de Agricultura. Y hasta Michel Azcueta, cristiano y militante de IU fue recompensado con la jefatura del Instituto Nacional de Deporte del Perú. Azcueta en plena campaña electoral dijo que lo que «correspondía era votar por Fujimori y Cambio 90», y después del triunfo fujimorista lanzó sus celebres palabras: «Fujimori fue merecedor de los votos populares». Es memorable también el llamado de Ricardo Letts Colmenares, «ultrarradical» dirigente de IU que convocó a las masas y a la izquierda a votar por Fujimori señalando: «cerrar filas en el seno del pueblo para culminar la tarea de derrotar electoralmente a la derecha» . (18).

Henry Pease el líder de IU señaló en torno al triunfo de Fujimori: «Alberto Fujimori fue identificado como la alternativa de cambio en 1990 porque era una figura no identificada con los gobiernos de la década de los 80, porque dijo no al shock que proponía el Fredemo ….y porque negó toda continuidad con el gobierno aprista diciendo no al borrón y cuenta nueva y asegurando que moralidad y tecnología serían ejes de su alternativa. No aparecía un personaje autoritario, como Vargas Llosa, sino alguien sencillo, cercano al pueblo y expresando sus problemas. Su victoria con los votos de las izquierdas y del APRA, que tiene también votos populares hizo de su triunfo un triunfo popular». (19). Por su parte los «maoístas» de Patria Roja, que nunca se quedan rezagos en el «análisis» de la coyuntura, en julio de 1990 emitieron un texto para entregar su veredicto sobre el apoyo a Fujimori y dijeron: «Cambio 90 representa una aluvional emergencia populista….sería un graso error tipificar a Fujimori y a Cambio 90 como el enemigo principal contra el cual habría que descargar todas las baterías. Ello implicaría tender un manto y esconder al verdadero enemigo principal despueblo peruano: la gran burguesía y el imperialismo». (20). Como remate de su cerebral «análisis, Patria Roja, vuelve en agosto sobre el mismo tema y a un mes del triunfo de Fujimori, dice lo siguiente: «Fue correcta la decisión de votar por Cambio 90 en la segunda vuelta electoral a fin de bloquear y derrotar los planes de la ultraderecha …». (21).

En la segunda parte de este artículo, intentaremos abordar todo lo concerniente a la esencia y origen ideológico de este fenómeno social que denominamos «Oposición Consentida». Junto a esto seguiremos descubriendo, a través de sus propios actores, el comportamiento de Izquierda Unida durante los diez años del gobierno mafioso de Fujimori y Montesinos. Veremos, como esta izquierda participó activamente en los planes contrainsurgentes de las Fuerzas Armadas. Veremos también, todo el engaño e infamia que hay tras la consigna izquierdista respecto a la defensa de los intereses de los trabajadores. En la actualidad, los asalariados peruanos ganan 70% menos que en los primeros años de 1980. Veremos también, como desde hace 25 años esta izquierda vive una rebosante primavera política, mientras el pueblo peruano es brutalmente reprimido, encarcelado, secuestrado y desaparecido. Una muestra de esta situación son los 70 mil peruanos muertos en el conflicto interno del país. Anotaremos también, como esta izquierda se subió al carro electoral de Toledo, y ahora se prepara para servir una vez más a García Pérez que sin duda es uno de los favoritos de los grupos de poder y del imperialismo en las próximas elecciones generales.

Bruselas, 8 de octubre 2004.

Bibliografía :

1.Patria Roja, Perseverar en la alternativa democrática y popular, junio 1985.

2.La Opción del Pueblo, Quehacer, 31 de octubre 1984.

3. La Izquierda, las masas, Sendero y el APRA, Caretas, enero 1982, entrevista a Alfonso Barrantes Lingán realizada por Alberto Bonilla.

4. Alfonso Barrantes Lingán, discurso de campaña electoral en la Conferencia Anual de Empresarios Peruanos (CADE 1984), tomado del libro «Barrantes sus propias palabras, Lima 1985.

5. Alan García Pérez, El Futuro Diferente, segunda edición 1987.

6. Barrantes, sus propias palabras, Lima 1985.

7. Alan García, El Futuro diferente, La tarea histórica del APRA, lima agosto de 1982.

8. Vanguardia Revolucionaria, Comité Ejecutivo Nacional de VR, Lima 18 de junio de 1983.

9. Acciopepecista, se refiere a la alianza entre Acción Popular (AP), y el Partido Popular Cristiano (PPC).

10. Perseverar en la alternativa democrática y popular, Patria Roja, Lima, junio de 1985.

11. Un Balance para comenzar andando, Henry Pease, revista Quehacer 37, octubre-noviembre 1985.

12. Alan García Pérez, La Barbarie no se combate con la barbarie», los sucesos de los penales en junio de 1986, Diciembre de 1987, editado por el Congreso de la República.

13. La República, julio 1989.

14. Editorial de Patria Roja, edición de diciembre-enero 1989-1990.

15. Patria Roja, Órgano Central del Partido Comunista del Perú, siembre-enero 1989-1990.

16. Comunicado del MRTA, 1990.

17. Javier Diez Canseco, entrevista en la revista Debate, octubre-noviembre 1991.

18. Resumen Semanal, 7 de junio 1990.

19. Henry Pease, La República 30 de diciembre 1990.

20. Cambio 90: Posibilidad y perspectiva, Patria Roja, julio-agosto 1990.

21. XII Pleno del Comité Central -Informe Político, agosto 1990-Patria Roja.