Tres años después del terremoto que estremeció Haití el 12 de enero de 2010, cerca de 400.000 personas desplazadas siguen viviendo en situación de vulnerabilidad y desprotección en los campamentos en la capital Puerto Príncipe y sus alrededores. 21% de este total de personas desplazadas enfrentan constantes amenazas de expulsión por parte de los propietarios […]
Tres años después del terremoto que estremeció Haití el 12 de enero de 2010, cerca de 400.000 personas desplazadas siguen viviendo en situación de vulnerabilidad y desprotección en los campamentos en la capital Puerto Príncipe y sus alrededores.
21% de este total de personas desplazadas enfrentan constantes amenazas de expulsión por parte de los propietarios de los terrenos, donde fueron obligados a improvisar sus tiendas de campaña luego de la tragedia. Además de tantos otros problemas que aquejan a esta población tales como la epidemia de cólera, la inseguridad alimentaria, los impactos destructores que deja cada año la temporada de los huracanes y las condiciones precarias de vida.
El Servicio Jesuita a Refugiados (SJR) observa con gran preocupación que los derechos y las garantías pertinentes para la protección de las personas desplazadas durante el desplazamiento, tal como están definidos en los Principios Rectores de los Desplazamientos Internos de la ONU, continúan siendo irrespetados en Haití; por lo que las personas desplazadas en Haití constituyen uno de los grupos más vulnerables y con una necesidad cada vez mayor de protección.
Con motivo del tercer aniversario del terremoto, el SJR hace un llamado urgente a las autoridades haitianas, los países y organismos donantes, las agencias humanitarias y demás actores de la Comunidad internacional a poner en primer lugar los derechos humanos de las personas desplazadas, principalmente su derecho a la vida, la seguridad, la alimentación, la educación, la salud, la vivienda.
El SJR urge a las autoridades haitianas y a los organismos internacionales competentes a proporcionar protección y asistencia humanitaria a todas las personas desplazadas, principalmente a los grupos vulnerables tales como las mujeres embarazadas, las personas de la tercera edad, las niñas, niños y adolescentes. Del mismo modo, el SJR los invita a establecer en la mayor brevedad posible, conjuntamente con las mismas personas desplazadas, las condiciones y los medios para su pronta relocalización y su reintegración digna en la sociedad, tal como lo establecen los Principios Rectores de los Desplazamientos Internos.
«Todas las tiendas están en malas condiciones»
Después de tres años, es intolerable que tantas personas permanezcan en tiendas de campaña y en viviendas provisionales. Las deplorables condiciones en las que viven los desplazados en los campamentos son incompatibles con el respeto a su dignidad como seres humanos.
En Automeca, uno de los campamentos más grandes de la capital haitiana donde viven 1.307 familias, «todas las tiendas están en malas condiciones, ya no pueden resistir nada», narra el sacerdote jesuita Wismith Lazard, director de los proyectos del SJR en siete campamentos en Puerto Príncipe.
«Es verdad que ha habido varios intentos para reubicar a la población de los campamentos; pero, aún no se han logrado soluciones definitivas al problema del cierre de todos los campos y al de la vivienda en general. Todo parece indicar que el cierre total de los campamentos no será para mañana», afirma el Jesuita haitiano.
Los proyectos deben estar estructurados y basados en las necesidades locales
A pesar de los grandes problemas que las personas desplazadas enfrentan en los campamentos, siguen luchando por reconstruir sus vidas.
En los últimos tres años el SJR ha acompañado a personas desplazadas en siete campamentos en Puerto Príncipe y en comunidades haitianas en Fonds-Parisien, Anse-à-Pitres y Los Cacaos a través de varios proyectos. Hemos sido testigos de la gran creatividad de las comunidades locales y de su capacidad para tomar las riendas de sus destinos cuando encuentran las oportunidades.
La clave está en acompañar a las comunidades locales y escucharlas para encontrar la manera cómo ayudarlas a responder a sus necesidades. Los proyectos deben estar estructurados y basados en las necesidades locales y no en lo que los actores externos consideran necesario.
«El olvido es la gran amenaza para Haití»
Por otro lado, a medida que pasa el tiempo, Haití va desapareciendo de la agenda internacional.
«Las Organizaciones No Gubernamentales (ONG) internacionales abandonan cada vez más los campamentos o reducen sus proyectos y esferas de acción por falta de fondos, mientras que la situación del país no ha mejorado sustancialmente y el panorama es aún sombrío para las personas desplazadas», explica Merlys Mosquera, directora regional del SJR para Latinoamérica y el Caribe (SJR LAC).
«El olvido es la gran amenaza para Haití», advierte Mosquera.
El tercer aniversario del terremoto debe ser un alto en el camino para recordar Haití, intensificar la solidaridad con el pueblo haitiano y poner en el centro de la cooperación internacional con este país los derechos humanos de las personas desplazadas y damnificadas por el terremoto y otras catástrofes naturales sucesivas.
Fuente: http://alainet.org/active/60858