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Lo que no se puede expresar

¿Por qué los terroristas hostigan a EE.UU.?

Fuentes: CounterPunch

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

«El propósito del terrorismo es provocar una sobrerreacción,» escribe Fareed Zakaria, un destacado experto estadounidense en política exterior, editor de la edición internacional de la revista Newsweek y columnista del Washington Post, refiriéndose al «atacante de la ropa interior», Umar Farouk Abdulmutallab, y su fracasado intento de explotar un avión comercial de EE.UU. el día de Navidad. «Su verdadero objetivo no es matar a los cientos de personas atacadas directamente, sino sembrar el miedo en el resto de la población. El terrorismo es una táctica militar poco usual, ya que depende de la reacción de los espectadores. Si no nos aterroriza, el ataque no funcionó. Lamentablemente, éste funcionó muy bien.» (Newsweek, 18 de enero de 2010.)

¿No es extraño? ¿Que un individuo trate de cobrar las vidas de cientos de personas, incluyendo la suya, primordialmente para «provocar una sobrerreacción» o «sembrar el miedo»? ¿No se estará expresando algún tipo de profundo agravio o resentimiento contra todo y cualquier estadounidense? ¿Ninguna percepción de un mal que quisiera corregir? ¿Nada por lo que quisiera vengarse? ¿Por qué EE.UU. es el objetivo más común de los terroristas? Esas preguntas ni siquiera se sugirieron en el artículo de Zakaria.

En una conferencia de prensa en la Casa Blanca, sobre el mismo ataque terrorista fracasado, del Asistente del Presidente para Contraterrorismo y Seguridad Nacional, John Brennan, la veterana periodista Helen Thomas formuló una pregunta:

Thomas: Lo que siempre nos falta es que usted no da la motivación de por qué quieren dañarnos… ¿Cuál es la motivación? Nunca se nos informa de lo que se descubre sobre los motivos.»

Brennan: «Al Qaeda es una organización que se dedica al asesinato y a la matanza indiscriminada de inocentes… Atraen a individuos como el señor Abdulmutallab y los utilizan para este tipo de ataques. Fue motivado por una especie de impulso religioso. Desgraciadamente, al Qaeda ha pervertido el Islam, y ha corrompido el concepto del Islam, para poder atraer a esos individuos. Pero al Qaeda tiene una agenda de destrucción y muerte.»

Thomas: «¿Y usted dice que es por la religión?»

Brennan: «Digo que es por una organización, al Qaeda, que utiliza la bandera de la religión de una manera muy perversa y corrupta.»

Thomas: «¿Por qué?»

Brennan: Pienso… es un tema largo, pero al Qaeda está determinada a realizar ataques aquí contra la patria.»

Thomas: «Pero no ha explicado por qué.» (Conferencia de prensa de la Casa Blanca, 7 de enero de 2010.

Incluso los funcionarios estadounidenses pocas veces hacen el intento de explicar el porqué. Y los periodistas estadounidenses pocas veces los presionan para que expliquen por qué; ciertamente, no como lo hace Helen Thomas.

¿Y qué es lo que les cuesta tanto comunicar a esos funcionarios? Es la idea de que los terroristas antiestadounidenses se convierten en terroristas antiestadounidenses en represalia por lo que EE.UU. ha hecho a países que aprecian o por lo que Israel les ha hecho con inequívoco apoyo estadounidense.

Osama bin Laden, en una grabación en audio, también comentó sobre Abdulmutallab: «El mensaje que queríamos que recibieran a través de su persona es que EE.UU. no debe soñar con seguridad hasta que la veamos en Palestina.» (ABC News, 25 de enero de 2010.)

También hemos visto el caso reciente de Humam Khalil Abu-Mulal al-Balawi, un doctor jordano convertido en atacante suicida, quien mató a siete empleados de la CIA en una base en Afganistán el 30 de diciembre. Su viuda declaró posteriormente: «Estoy orgullosa de él… Mi esposo lo hizo contra la invasión de EE.UU.» El propio Balawi había escrito en Internet: «Nunca he deseado estar en Gaza, pero ahora quisiera ser un… coche bomba que se lleve al infierno las vidas de la mayor cantidad posible de judíos.» (Associated Press, 7 de enero de 2010.)

Habría que señalar que la base de la CIA atacada por Balawi estaba fuertemente involucrada en la selección de objetivos para los aviones a control remoto de la Agencia a lo largo de la frontera afganistana-paquistaní, un programa que mató a más de 300 personas el año pasado. (Washington Post, 1 de enero de 2010.)

Hay numerosos ejemplos de terroristas que citan las políticas de EE.UU. como la motivación primordial para sus actos, tantos que funcionarios estadounidenses, cuando discuten el ataque terrorista más reciente, tienen que hacerlo cuidadosamente para no mencionar el papel de la política exterior de su país; y los periodistas usualmente no hacen llegar ese punto a la conciencia de sus lectores.

Lo mismo sucede en todo el mundo. En el período desde los años cincuenta a los ochenta en Latinoamérica, en respuesta a una larga cadena de aborrecibles políticas de Washington, hubo innumerables actos de terrorismo contra objetivos diplomáticos y militares de EE.UU., así como contra las oficinas de corporaciones estadounidenses.

El bombardeo, la invasión, ocupación y tortura de EE.UU. en Iraq y Afganistán, los bombardeos de Pakistán, Somalia y Yemen, y el continuo genocidio israelí-estadounidense contra los palestinos, han creado un ejército de nuevos terroristas antiestadounidenses. Tendremos noticias suyas durante un tiempo terriblemente largo. Y escucharemos a funcionarios estadounidenses retorciéndose en nudos intelectuales y morales mientras tratan de evitar el enfrentamiento de esos hechos.

En su discurso del «Estado de la Unión» del 27 de enero, el presidente Obama dijo: «Pero si alguien de uno de los partidos tiene un enfoque mejor que reduzca las primas, baje el déficit, cubra a los no asegurados, fortalezca Medicare para los mayores, y detenga los abusos de las compañías de seguros, que me lo diga.» Bueno, la terminación de las muchas guerras de EE.UU. liberaría suficiente dinero para hacer todo lo que una sociedad racional y humana quisiera hacer. La eliminación del presupuesto militar pagaría por la atención sanitaria gratuita para todos. La educación universitaria para todos. La creación de un proyecto de obras públicas gubernamentales que podría asegurar millones de puestos de trabajo decentemente remunerados, como la reparación de la decrépita infraestructura y la recuperación del entorno de la mejor manera posible. Podéis agregar vuestros proyectos favoritos. Todos financiados, sólo con que se terminen las malditas guerras. Imaginadlo.

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William Blum es autor de «Killing Hope: U.S. Military and CIA Interventions Since World War II,» «Rogue State: a guide to the World’s Only Super Power,» y de «West-Bloc Dissident: a Cold War Political Memoir.» Para contactos: [email protected] 

Fuente: http://www.counterpunch.org/blum02122010.html