«… los Estados Unidos que parecen destinados por la providencia a plagar la América de miserias en nombre de la libertad…» Simón Bolívar «Haití ya no permanecerá aislado entre sus hermanos. Los principios de de Haití influirán en todos los principios del Nuevo Mundo» Simón Bolívar En este articulo tomo prestados algunos párrafos de […]
«… los Estados Unidos que parecen destinados por la providencia a plagar la América de miserias en nombre de la libertad…»
Simón Bolívar
«Haití ya no permanecerá aislado entre sus hermanos. Los principios de de Haití influirán en todos los principios del Nuevo Mundo»
Simón Bolívar
En este articulo tomo prestados algunos párrafos de Juan Francisco Martínez Peria, Abogado. Maestría en Ciencias Políticas y Sociología. Maestría en Historia y Docente. Nacionalidad argentina. Este trabajo lo tituló «Haití y Venezuela en la época de la Independencia. Influencias, solidaridades y desencuentros».
Cuando estudiamos los orígenes de la Independencia y de los proyectos de Solidaridad de Nuestra América es imposible no hacer referencia a Simón Bolívar y Francisco de Miranda. Haití, por otro lado, corre peor suerte, en general su importancia es negada o banalizada sutilmente. Así no pocos historiadores encubren, con su silencio la importancia de la Revolución Haitiana, olvidándose que fue la primera y única revolución de esclavos triunfante en el mundo, la primera en declarar la Igualdad y la Libertad universal y la primera independencia de América Latina. Siempre olvidamos, y dejamos de lado; la solidaridad de Haití, en nuestra gesta libertaria.
Para los historiadores el proceso emancipador se inicia con las Juntas en 1810 y Haití, apenas si figura como algo muy distante y ajeno. Otros investigadores, más sagaces, le prestan mayor atención a Haití, pero banalizan su importancia convirtiendo su proceso revolucionario en una mera extensión de la Revolución Francesa. De este modo su originalidad radical, se convierte en la simple expansión de un acontecimiento europeo, civilizado y moderno, acallando la participación fundacional de las masas esclavas en dicho evento. Asimismo en cuanto a la relación de Haití con las rebeliones hispánicas, esta es presentada, fundamentalmente, en términos del temor que produjo entre las elites blancas. Este discurso a su vez, cuando hace referencia a la ayuda que Petión le prestó a Bolívar en 1816, lo presenta como algo marginal, sin grandes consecuencias políticas .Lo cierto es que el acontecimiento Haitiano, fue la Revolución más radical de fines del siglo XVIII y principios del XIX y tuvo una gran influencia en el Mundo Atlántico. Con su ejemplo genero por igual enormes temores y esperanzas tanto entre amos como esclavos, y tuvo una relevante participación activa y solidaria en las independencias Hispanoamericanas. Indudablemente uno de los procesos políticos con el que más vinculaciones tuvo fue con el venezolano y el resultado de este encuentro fue ambiguo, produjo represión y temores, pero también la promoción de la libertad individual, la emancipación nacional y la solidaridad interamericana. En nuestra opinión, Haití y Venezuela, ocupan un lugar central en los orígenes de la independencia y de los proyectos de unidad de Nuestra América.
Más tarde ante esta gesta libertaria, las potencias imperiales no se iba a quedar tranquilas, este atrevimiento no fue gratuito para el joven país que, de ahí en más, debió enfrentarse al bloqueo y la explotación de países como Francia, Alemania y Estados Unidos.
Haití continuó aislado y amenazado por las potencias imperiales, que estaban interesadas, no sólo en intervenir económicamente, sino también en aprovechar la ubicación estratégica de la isla. La deuda externa, gobiernos títeres de los imperios. Todos estos acontecimientos abrieron una nueva y extensa etapa en la historia haitiana que se cierra en 1915, con la ocupación norteamericana.
Pero la pobreza, gobiernos dictatoriales, impuestos por Francia y Estados Unidos, una economía devastada, por último el terremoto del 12 de enero de 2010, con magnitud de 7,0 grados, con fuertes replicas, los efectos causados sobre este país, el más pobre de América Latina.
Los datos definitivos de los afectados fueron dados a conocer por el primer ministro Jean-Max Bellerive en el primer aniversario del sismo, conociéndose que en el sismo fallecieron 316.000 personas, 350.000 más quedaron heridas, y más de 1,5 millones de personas se quedaron sin hogar. Se considera una de las catástrofes humanitarias más graves de la historia.
Uno, al analizar esta cuestión tan injusta como depredadora, se pregunta naturalmente qué interés despierta Haití entre sus nuevos y antiguos colonizadores. Entre tanta miseria, con recursos naturales diezmados, ¿qué provecho pueden sacar de Haití las potencias? Aparentemente los intereses son varios. Luego del terremoto, la llegada de 16.000 soldados norteamericanos fue considerada como una invasión por parte del contingente brasileño y también por el francés. El principal motivo fue el traspaso de fondos públicos a empresas privadas. Las donaciones y los préstamos provenientes de los Estados son aprovechados por las compañías de reconstrucción y de servicios norteamericanas, que obtuvieron la mayoría de las concesiones por parte del gobierno de Haití.
En el 2010, después del sismo las tropas fueron aumentando. El Terremoto que trajo consigo el fortalecimiento de la tragedia sobre el pueblo haitiano, las tropas que estaban desde el El 1º de junio de 2004, tropas argentinas, uruguayas, bolivianas y chilenas (entre otras) lideradas por Brasil, ingresaron en Haití como una fuerza de ocupación, mandatada por la ONU. A pesar de los esfuerzos de los gobiernos Lula, Cristina Kirchner o Evo Morales para hacerla pasar por una «misión de paz» con «objetivos humanitarios», en estos 4 años, las tropas de la Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización de Haití (MINUSTAH), demostraron que su verdadero objetivo no es más que el de sostener al débil gobierno de René Preval, a la vez que actúan con «poder de policía» persiguiendo y reprimiendo a los trabajadores y el pueblo haitiano. Estos gobiernos que se dicen «progresistas» cumplen un estricto rol de retaguardia a pedido de EE.UU. dejando libres a las tropas norteamericanas para la ocupación en Irak y Afganistán.
Ante las críticas y acusaciones de las organizaciones de derechos humanos han denunciados actos de violaciones y masacres. Hechos que han venido ocurriendo desde el año 2004 y que se han recrudecidos después del terremoto del 2010. El MINUSTAH justifica sus acciones con el pretexto de combatir supuestas pandillas en Cité Soleil. Sin embargo, las imágenes grabadas por HIP revelaron que las tropas de la ONU dispararon desde helicópteros contra civiles desarmados. La agencia de noticias Inter Press Service (IPS) documentó la situación de la comunidad justo después del ataque y registró marcas de balas de grueso calibre en muchas casas. El director de HIP, Kevin Pina, acusa a la MINUSTAH de actuar en conjunto con la Policía Nacional Haitiana en ejecuciones sumarias y encarcelamientos arbitrarios y señala que, «en este contexto, es difícil continuar viendo a la misión de la ONU como una fuerza independiente y neutral en Haití».
En entrevista con la periodista Claudia Korol para la agencia Adital, Camille Chalmers, profesor de la Universidad de Haití y miembro de la Plataforma Haitiana para la Articulación de Movimientos Sociales, explicó que: «la MINUSTAH intentó construir legitimidad diciendo que está luchando contra bandoleros. Pero mucha gente percibe que la única cosa que puede realmente reducir la inseguridad son políticas públicas y servicios sociales. Al contrario, lo que tenemos (ahora) es un aparato militar violento». Otra operación militar violenta ocurrió en julio de 2005. En esta ocasión, se registraron 22 mil huellas de tiros, durante un ataque de la MINUSTAH a Cité Soleil. Los informes de HIP citan denuncias de habitantes que dijeron que se encontraron a personas muertas y heridas dentro de sus casas. Estas declaraciones revelan que los soldados dispararon indiscriminadamente contra la comunidad, causando un efecto devastador, ya que las condiciones de las viviendas en el poblado son extremadamente precarias. Denunciaron además que la MINUSTAH no permitió la entrada de la Cruz Roja, violando la Convención de Ginebra.
Documentos confidenciales del gobierno de Estados Unidos, obtenidos por organizaciones de derechos humanos a través de una demanda judicial basada en la Ley de Libertad de Información, demuestran que la embajada estadounidense sabía que las tropas de la ONU planeaban un ataque a Cité Soleil. Organizaciones sociales locales consideraron que el objetivo de los militares era impedir una manifestación popular en el día del cumpleaños de Aristide, el 15 de julio.
Un informe elaborado por Project Censored (Proyecto Censurado) estima que más de mil miembros de Lavalas, partidarios del ex presidente Jean-Bertrand Aristide, fueron apresados y cerca de ocho mil personas asesinadas durante el llamado «gobierno interino», que controló el país de 2004 a 2006, a partir del golpe contra Aristide, el 29 de febrero de 2004. Camille Chalmers caracteriza esta acción como una «intervención liderada por los gobiernos de Estados Unidos y de Francia». Y agrega que, «solidaridad con el pueblo de Haití es ayudar a reconstruir el país, responder a los problemas sociales más angustiosos, pero la presencia de los militares no ayuda a esto. Los objetivos de alcanzar la seguridad y los derechos humanos no han sido alcanzados. Al contrario, pensamos que la presencia de la MINUSTAH constituye una violación del derecho a la autodeterminación del pueblo de Haití».
El papel de los militares latinoamericanos en Haití hoy es semejante a la fuerza multilateral que permaneció en la República Dominicana tras de la invasión de Estados Unidos en 1965. República Dominicana vivió un largo periodo de dictadura militar hasta 1961, año de la muerte del dictador Rafael Trujillo. En 1962, Juan Bosch fue elegido presidente, pero fue depuesto por un golpe militar tras siete meses de gobierno. En abril de 1965, una serie de manifestaciones populares pidió el retorno del ex presidente Juan Bosch. Fue en este periodo que el presidente de Estados Unidos, Lyndon Johnson, ordenó una invasión militar a la República Dominicana, con cerca de 20.000 marines. Algunas semanas después, la Organización de Estados Americanos (OEA), envió la «Fuerza Interamericana de Paz», compuesta por 1.129 soldados. En aquel periodo, cuando Brasil vivía bajo una dictadura militar, la función de las tropas brasileñas en República Dominicana era semejante a la que ejercen actualmente en Haití.
Pero el presidente de Haiti Michel Martelly, descarto la pronta salida del país de la misión de Naciones Unidas para la Estabilización de Haití (MINUSTAH), pese a las acusaciones contra ese cuerpo militar integrado por tropas extranjeras. Aduciendo que la misión permanecerá hasta que no exista una fuerza castrense nacional que pueda asumir las responsabilidades.
Las fuerzas de Naciones Unidas ingresaron a Haití en 2004, luego de ser derrocado el presidente Jean Bertrand Aristide, pero el país carece de Ejército desde 1995, cuando fue disuelto por acusaciones de violación de los derechos humanos, pero la MINUSTAH, sus tropas se han visto envueltas en violaciones de los derechos humanos. El cuerpo de la ONU está formado por más de 12 mil soldados y de ellos, cerca del 40% provienen de nueve países latinoamericanos.
La fuerza militar es acusada de ser la difusora de una epidemia de cólera que dejó ya más de 6.200 muertos, además de casos de corrupción, contaminación de ríos y abusos sexuales.
El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas decidirá el próximo 15 octubre si la MINUSTAH se mantiene en Haití para el siguiente año.
En varios países latinoamericanos que tienen tropas en la Misión están organizando jornadas de movilización para exigir que los militares de este país cesen sus funciones en esa isla caribeña. En Montevideo, capital de Uruguay esperan que los involucrados en el abuso de un menor haitiano sean juzgados de manera penal y militar, tal como anunció el gobierno del presidente José Mujica.
En Haití, miles de haitianos y haitianas continúan saliendo a las calles para exigir la retirada de las tropas. Varias organizaciones democráticas, populares y sindicales de Haití se han organizado en contra de ellas por considerarlas como «tropas de ocupación». Por ejemplo, recientemente en el congreso de la Central Autónoma de los Trabajadores Haitianos (CATH), se exigió la «anulación total e incondicional de la deuda de Haití, la retirada inmediata de todas las fuerzas de ocupación de la MINUSTAH y la reparación por los daños generados por el cólera traído al país por las tropas, La ONU finalmente reconoció que el brote de cólera fue introducido al país por el contingente de Nepal; 300.000 personas fueron contaminadas y 5.800 han muerto, el costo anual de la MINUSTAH es de US$ 850 millones, es nueve veces más que lo que la ONU gastó en la epidemia.
Los nueve países de América Latina que integran la MINUSTAH (Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador, Guatemala, Paraguay, Perú y Uruguay) acordaron el mes pasado una reducción paulatina de sus efectivos en Haití. La misión, presente en Haití desde 2004, cuenta actualmente con 7.803 militares (de 19 nacionalidades) y 2.136 policías (de 41 países), además de 464 civiles de 115 nacionalidades, 1.239 civiles locales y 207 voluntarios de Naciones Unidas. Brasil, con 1.280 militares, y Uruguay, con 1.136, son los países con mayor participación.
Al movimiento que exige las salidas de las tropas de la ONU de Haití se unen tres premios Nobel, encabezado por el argentino Adolfo Pérez Esquivel, centenares de ONG, legisladores y personalidades de más de cuarenta países enviaron al secretario general de la ONU una carta hecha pública este miércoles en la que reclaman el retiro de las tropas internacionales de Haití.
La misiva, remitida además de a Ban Ki-moon, al titular de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, y a los gobiernos que tienen tropas en la isla caribeña, solicita el «retiro inmediato» de las tropas de la Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización de Haití (MINUSTAH) y sustituirlo por un «plan de cooperación solidario» con el pueblo haitiano.
A través de la ONG que encabeza, Servicio de Paz y Justicia (SERPAJ), el Premio Nobel de la Paz 1980 impulsa junto a las organizaciones sociales Diálogo 2000 y Jubileo Sur esta iniciativa que ya suma varios centenares de firmas de entidades y referentes de más de cuarenta países de América, Europa, África y Asia.
Entre los firmantes están las británicas Mariead Corrigan y Betty Williams, fundadoras del Movimiento de Paz de Irlanda del Norte y galardonadas con el Nobel de la Paz en 1976, dirigentes de las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, el escritor uruguayo Eduardo Galeano y los teólogos brasileños Leonardo Boff y Frei Betto, además de numerosos legisladores.
«La carta es muy clara. Plantea que no puede ser que el Consejo de Seguridad de la ONU afirme que Haití es una amenaza para la paz mundial. Eso es absurdo. La amenaza de Haití es el hambre, el cólera, los terremotos y la presencia de tropas extranjeras, que no han mejorado la situación del pueblo sino que la han agravado, con violaciones de los derechos humanos.
La carta reclama al Consejo de Seguridad de la ONU que el próximo día 15 de octubre, cuando termina el actual mandato de la MINUSTAH, no vuelva a extender la misión.
La misiva exhorta a los gobiernos y organismos internacionales a que «revean con urgencia las políticas de cooperación regional e internacional con Haití», ya que a juicio de los firmantes el país en vez de «medidas coyunturales y asistenciales que agudizan la dependencia, necesita cambios donde el pueblo sea el protagonista de su propia vida y constructor de su propia historia».
Lo que Haití necesita es de médicos, enfermeros, ingenieros, ayuda técnica y material para su reconstrucción, y no soldados que repriman las manifestaciones legítimas de su pueblo.
¡Haití fue solidaria y apoyo nuestra Independencia, ahora nos toca a Nosotros!
¡Fuera MINUSTAH de suelo haitiano!
¡Por un Haití libre y soberano!
¡Por la vida, grita la tierra!