«Resumen Latinoamericano» estuvo con Humala en marzo del 2004 y logró reunir datos sobre este hombre que hoy se ha convertido en noticia en Perú. De firmes convicciones nacionalistas, solidario con los indígenas de su país, polémico en sus comentarios y acérrimo enemigo de la oligarquia, el fujimorismo y el actual presidente Toledo, Humala impresiona como un militar cansado de que las armas de la institución apunten siempre al pueblo. Estas son sus opiniones
Algo nuevo se mueve en Perú. Por un lado, el resurgir de la rebeldía campesina protagonizada por la gigantesca marcha hacia Lima de miles de cocaleros, exigiendo al gobierno de Alejandro Toledo que dé marcha atrás en su idea de erradicar los cultivos de coca, y por el otro, se hace cada vez más visible el crecimiento del Movimiento Nacionalista Peruano (MNP) y del carisma del líder de esa organización, el Mayor (r) Antauro Humala. ¿Quién es este hombre que recoge adhesiones en los sectores más pobres de las zonas urbanas y también cuenta con el apoyo de las franjas mayoritarias del indigenismo peruano? Nada menos que aquel militar que en octubre del 2000 se levantó en armas, junto a su hermano, el teniente coronel Ollanta Humala, contra Alberto Fujimori, cuya gestión agonizaba en medio de un escándalo de corrupción.
En ese momento, los hermanos Humala recorrieron buena parte de las sierras de la zona sur del país, rebelando pueblos para terminar reuniendo a su alrededor a casi 600 reservistas. Después de varios días de resistencia fueron apresados, pero después de la caída de Fujimori, el presidente interino Valentín Paniagua los rehabilitó. Ollanta volvió al ejército y hoy es agregado militar en la embajada peruana en París, y Antauro se volcó de pleno a la carrera política, demostrando que su discurso, tan llano y agresivo «como habla nuestro pueblo», ha ido consiguiendo muchos adeptos. Amigo de los indígenas ecuatorianos de la CONAIE, pero también de Evo Morales y Felipe Quispe, en Bolivia, «me considero hermano de ideas de Hugo Chávez», dice y admirador de «la lucha nacionalista de la Revolución Cubana», Humala ha ido construyendo una organización que se define como antiimperialista, etnocacerista (ver recuadro) y enemiga acérrima de la oligarquía peruana y del actual presidente Alejandro Toledo.
Los militantes del MNP recorren las barriadas obreras y más golpeadas por el hambre y suelen trabajar en tareas de alfabetización y «concientización política sobre los males que aquejan a América Latina». Son los reservistas de Humala, vestidos con ropa militar de fajina (como cuando siguieron a su jefe en el «levantamiento heroico»), y muy al contrario de lo que ocurre con los generales de Toledo, la gente los recibe con abrazos y ovaciones. Allí precisamente, entre esa gente «golpeada por el liberalismo», al decir de Humala, es que «está creciendo la nueva Revolución que dará vuelta las viejas y caducas estructuras del Perú».
Sus enemigos sobre todo las campañas mediáticas que éstos vehiculizan- acusan al ex Mayor de «no respetar las reglas de juego mínimas para una convivencia pacífica». Sin embargo, Humala le dijo que «no es la gente la que me ve así, sino los politiqueros y periodistas a sueldo de éstos. Son una minoría extraterrestre que existe en el Congreso y en muchos ministerios, hacen bien en estar preocupados. Yo los desprecio como lo hace el 90% de la población».
A Humala no le gusta que le hablen de «democracia» ya que sostiene que lo que se conoce con ese nombre en Perú, es una verdadera «timocracia», un «gobierno de los timadores o en todo caso democracia prostituida». Para el líder nacionalista, «en mi país hay que dar un giro total en su política económica y obviamente eso no lo va a hacer Toledo porque se trata de un gobierno hipotecado a los intereses extranjeros, vale decir a la Carta de Intención del FMI, o sea al neoliberalismo».
En cuanto a qué puede ocurrir con las elecciones planteadas para el 2006 (ya hay algunos rumores de que Toledo estaría dispuesto a adelantarlas), el jefe nacionalista no cree que sea una solución mover el calendario. «Si se adelantan competirían los mismos de siempre que ahora están sentados en el Congreso. Eso sería cambiar mocos por babas», señaló. Para su Movimiento, la salida se vislumbra a través de una Asamblea Constituyente, donde estén representadas todas las fuerzas vivas: Reservistas, cocaleros, SUTEP, jubilados, Construcción Civil, asociaciones de despedidos, gremios agrarios, sindicatos obreros. Algo así como una suerte de Estados Generales de la Francia Revolucionaria, con rodamientos de cabezas inclusive.
El tema de resolver «la crisis de corrupción y entrega del patrimonio nacional» por vía expeditiva «si hay que fusilar a unos cuantos generales no nos debe temblar el pulso»-, es otro aspecto con el que Humala pone nerviosos a sus oponentes. «Parece que muchos no han leído la Constitución vigente ni las pasadas. En todas ellas dice pena de muerte para quienes cometen delitos graves contra el país. También lo estipulan los códigos militares de todos los ejércitos del mundo. Acá simplemente prostituyen los términos: democracia es equivalente a elecciones, alfabetizar a castellanizar, religión a catolicismo y pena de muerte a asesinato».
LAS FRONTERAS SON VERTICALES
El Movimiento Nacionalista Peruano encara con mirada polémica aspectos claves que hacen a la soberanía y a ciertas debilidades que los países del continente tienen frente a los patrones coloniales. Así es que Humala viene afirmando en sus charlas públicas y ahora lo repite en este entrevista un particular concepto sobre las fronteras, «eso afirma- de lo que tanto le gusta hablar a los militares»
Sobre el particular, el ex Mayor nacionalista dice: «Según el criterio importado de la doctrina de la Escuela de las Américas, las fronteras son simplemente horizontales. Y eso es un error, ya que las fronteras, a nuestro entender, son verticales, puesto que el espacio aéreo es también territorio peruano, por donde van las líneas aéreas extranjeras o las ondas que permiten que veamos televisión. Todo eso circula por territorio patrio y se da la paradoja de que los grandes empresarios privados que tergiversan la información, utilizan ese territorio nacional en forma injusta y violatoria de nuestros derechos. El suelo es también parte importante de la Nación, el agro no puede estar en manos extranjeras, el oro, la plata, el zinc, son nuestros. El mar es también parte de la Patria y no podemos privatizarlo permitiendo a barcos extranjeros que se lleven todas nuestras riquezas.
Por allí hay que arrancar la visión para definir el nuevo rol de las Fuerzas Armadas del continente. Tenemos que tener presente y yo siempre se los digo a mis compatriotas en el Perú, de que arranquemos de la premisa y en esto obviamente excluyo hoy a Cuba y a Venezuela- de que seguimos siendo colonia.
Voy a ser más polémico aún: en el caso peruano, boliviano y ecuatoriano, que son pueblos étnicamente hermanos, la gesta de emancipación de 1821, que proclamó la independencia de esos países, fue un acto de liberación sí, pero para los sectores criollos y minoritarios. Los cholos de los tres países siguieron siendo tributarios de las castas blancas y los de origen africano continuaron siendo esclavos. Era una independencia virtual, un separatismo criollo de los españoles, pero para nosotros, los que estamos al lado de los pueblos originarios, la colonia ha cambiado de amo. La relación de sumisión que ayer teníamos con Madrid hoy se da con Washington»
«Contra toda esta hipocresía nos hemos levantado en el Perú», dice y enseguida añade a manera de conclusión: «Una persona agoniza en horas o días; un gobierno lo hace en semanas o meses (Fujimori demoró casi un año); y una República en años o décadas. Así son los procesos históricos. Toledo ya es cadáver, el Gobierno agoniza, pero la Republiqueta Criolla aún da coletazos, por más herida que esté. Por algo no lleva a cuestas, a manera de «banderillas», 14 constituciones con olor a gas lacrimógeno».
EL ETNO-CACERISMO DE HUMALA
Como el mismo Antauro Humala lo explicó en ocasión del histórico levantamiento que protagonizó contra Fujimori y Wladimir Montesinos, su movimiento nacionalista reivindica la doctrina etno-cacerista. Etno porque viene de etnia, teniendo en cuenta que en Perú pero lo mismo se da en Bolivia y Ecuador- la población mayoritaria es indígena. De allí la estrecha relación de Humala con movimientos como el que llevan adelante Felipe Quispe con la población aymara en el territorio boliviano al que desconocen como propio.
En el caso de Perú, para los etno-caceristas pesa mucho la tradición cultural incaica y anteponen la lucha indígena por sus reivindicaciones por encima incluso de la lucha de clases.
Andrés Avelino Cáceres fue un Mariscal que como tantos otros caudillos del continente se puso al frente de un ejército de indígenas y guerrilleros para luchar contra los oligarcas de adentro y los conspiradores que venían del exterior. En 1879 llevó adelante la conducción de su ejército con Chile, que intentaba instalar un protectorado en suelo peruano. Lo particular de este jefe militar que luego fue proclamado Presidente- era que todas las instrucciones de formación y disciplina se inspiraban en la cultura de los jefes Incas, así como las voces de mando se formulaban en quechua, rechazando de plano toda «infiltración del lenguaje centro-europeo», como predominaba en los ejércitos de esa época.
Humala recoge estos principios y se planta con sus seguidores contra toda intromisión occidental y reivindica una especie de socialismo indígena que si bien coincide con el movimiento de rebeldía bolivariana que atraviesa el continente, se distancia de ciertos conceptos que esgrime un sector de la izquierda continental que ignora el peso de los pueblos originarios en el quehacer nacional.