Existen frases que parecen haber sido creadas especialmente para ciertas personas. El dramaturgo y poeta alemán Bertolt Brech señalaba respecto a esos seres humanos valiosos y dotados de características únicas, una características especial, donde sobresale la lucha constante por hacer de este mundo un mejor hogar que, «Hay hombres que luchan un día y son […]
Existen frases que parecen haber sido creadas especialmente para ciertas personas. El dramaturgo y poeta alemán Bertolt Brech señalaba respecto a esos seres humanos valiosos y dotados de características únicas, una características especial, donde sobresale la lucha constante por hacer de este mundo un mejor hogar que, «Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles».
Ese hombre esencial e irremplazable es Akbar Hashemí , fallecido a los 82 años de edad luego de una vida entregada para la grandeza de su país. Nacido un 25 de agosto del año 1935 en el seno de una familia ligada a la producción del Pistachos, en la aldea de Behraman en la provincia suroccidental de Kerman. Sus inquietudes más que ir por el lado de la empresa familiar lo llevaron por el camino de la Teología. Desde muy pequeño su camino estuvo trazado, brillando con luces propias. A los cinco años de edad se dio inicio a su primera instrucción en una escuela tradicional islámica en el pueblo de Nouq y el año 1948 a la temprana edad de 14 años sus padres lo enviaron al centro de estudios teológicos en la Ciudad santa de Qom – considerada uno de los mayores centros del pensamiento religioso chiita -. Allí, en su etapa de estudiante en temas científicos y religiosos conocería a quien sería su mentor y guía: el Ayatolá Ruhola Jomeini.
La cercanía con el líder de la revolución Iraní se expresaba en el enorme respeto que el Ayatola Jomeini le profesaba al ese entonces su estrecho colaborador en materias políticas, sociales, en áreas sensibles para la marcha de una revolución que comenzaba a tener enemigos externos e internos. En esa relación se comenzó a consolidar la labor estratégica de Rafsanyaní, devenido en un pilar de la construcción del nuevo Irán tras el derrocamiento de la dinastía Pahlevi. Con un trabajo fundamental en el cierre del conflicto con Irak, en la construcción de grandes obras civiles como fue el metro de Teherán, como fundador de la Universidad libre en Irán y sus ramificaciones no sólo en la nación persa.
Rafsanyani fue un símbolo de la resistencia y la paciencia. Parte de un sector político de la sociedad iraní que en el lógico juego de la preeminencia de objetivos tenía sus discrepancias y que le dan ese dinamismo a una revolución que a pesar del disenso es capaz de tener objetivos nacionales comunes, que le permiten enfrentar el asedio exterior y alcanzar así las metas que se plantea una nación con miles de años de historia. En general, los medios occidentales han presentado los últimos años de Rafsanyani como los de una figura sumergida en la sombras, desterrada, en la lucha entre moderados y «duros» intensificada a partir del año 2009. Sin destacar que el fallecido Ayatolá fue parte de la denominada Asamblea de Expertos – que tiene entre su misión de elegir al líder supremo iraní y fiscalizar sus actividades – hasta su dimisión el año 2011.
Rafsanyaní fue miembro también del estratégico Consejo de Discernimiento que es el órgano de consulta del Jefe de Estado Iraní y de arbitraje entre el Parlamento – Mayles – y el Consejo de Guardianes de la revolución. Un hombre en plenitud de condiciones mentales y en pleno ejercicio de sus derechos políticos y con comprobada influencia en la vida política iraní, que recordemos no sólo debe contender con los problemas que todo país posee para el manejo de la vida de su población, sino también en la constante lucha contra el asedio del imperialismo el sionismo y el wahabismos expresado en la alianza entre Washington, Israel y Arabia saudí contra irán.
Las pancartas y retratos de Rafsanyani colmaban la Universidad de Teherán donde se realizaron sus honras fúnebres, destacando a este «amigo veterano de la revolución, del Imán Jomeini y del Líder Supremo de la nación persa Alí Jamenei». En el recinto universitario, Seyed Alí Jamenei fue el encargado de encabezar el homenaje a Rafsanyani con la presencia del gobierno iraní en pleno, presidido por Hasan Rohani, Ministros, Diputados y Miembros de la Asamblea Consultiva islámica – Mayles – de la Asamblea de Expertos y del Consejo de Discernimiento – y un mar de gente, que en el emblemático recinto académico quisieron despedir los restos de un líder, antes de ser trasladados al mausoleo del Imán Jomeini, al sur de Teherán, en el cementerio Behesht-e Zahra donde sería enterrado.
Seyed Ali Jamenei, en una carta pública con motivo del fallecimiento de Rafsanyani, señaló: «Con profundo pesar, recibí la noticia del fallecimiento repentino de mi viejo amigo, compañero y camarada durante la época de las luchas islámicas, y cercano colega en los largos años del período de la República Islámica, el Huyyatulislam Valmuslemin Hajj Sheij Akbar Hashemi Rafsanŷani. La pérdida de un compañero y camarada, el trasfondo de la cooperación y el comienzo de la empatía y colaboración que se remontan a unos 59 años atrás, es duro y desgarrador. ¡Qué dificultades y atascos pasamos a lo largo de estos años y qué ideas comunes y empatía en muchas ocasiones nos motivaron a hacer esfuerzos y tolerar las adversidades y aceptar juntos los riesgos en un camino común! Fue un ejemplo único de la primera generación de aquellos que lucharon contra el régimen tirano del Sha y fue uno de los que sufrieron a lo largo de este camino arriesgado y honorable».
El Líder Supremo de la revolución islámica destacó que Rafsanyaní «pasó años de encarcelamiento, soportó brutales de la SAVAK y resistiendo ante todo esto. Luego experimentó momentos cruciales durante la Defensa Sagrada, y como orador de la Asamblea Consulta Islámica y la Asamblea de Expertos, que fueron capítulos brillantes en la vida dificultosa de este viejo luchador. Después de la pérdida de Hashemi, no conozco a ninguna otra personalidad, con la cual haya tenido una experiencia tan común durante un período tan largo como este período histórico. Ahora, este viejo luchador está presente ante Dios con un historial lleno de diversos tipos de propósitos y esfuerzos y este es el destino de todos nosotros, los funcionarios de la República Islámica. Deseo el perdón divino, la misericordia y la clemencia para él desde el fondo de mi corazón y expreso mis condolencias a su respetable esposa, hijos, hermanos y otros que le sobreviven».
Un sabio, político, científico, escritor, religioso. Un pilar dentro de la revolución iraní. Un personaje que forma parte del listado de nombres más destacados de la historia de la nación persa y que ocupó incluso la primera magistratura entre los años 1989 y 1997. Presidió la Asamblea Consultiva Islámica – Mayles – entre los años 1980 y 1989 en plena guerra de defensa de la soberanía iraní, tras la invasión del Irak de Saddam Hussein impulsado por las potencias occidentales decididas a acabar con la naciente revolución islámica iraní. El último año de la denominada «defensa Sagrada» Rafsanyaní ocupó el cargo de Comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, previó a ocupar la primera magistratura de la nación durante dos períodos.
Rafsanyani, con gran pericia tuvo que enfrentar una situación interna y externa de enorme dureza tras una guerra que generó cientos de miles de muertos y a la destrucción de gran parte de la infraestructura industrial iraní. En ese marco, el trabajo político externo de Rafsanyaní fue fundamental para comenzar el lento y sostenido proceso de volver a situar a la república islámica de Irán como la potencia regional que es. Presidió el poder ejecutivo en una etapa de transición de una economía de guerra a un país con un papel del estado fuerte pero sin prescindir de la iniciativa privada.
Un ser humano integral cuya muerte generó las más amplias muestras de pesar. Como la del mandatario persa, Hasan Rohani quien destacó las cualidades de su mentor político y a quien definió como «el alma del gran hombre de la Revolución y la política, símbolo de paciencia y resistencia, ascendió al cielo». Dentro de esa integralidad hay que destacar el enorme y prolífico trabajo literario expresado, por ejemplo, al hacer notas de interpretación del Sagrado Corán cuando cumplía condenas en las cárceles del Sha, que siguió creando tras su libertad y en su trabajo como líder político en la consolidación de la revolución. Ese trabajo ha llegado hasta nosotros en 20 tomos de una obra monumental: Farhang-e Corán» – La Cultura del Corán -. Sumemos a esa labor el libro titulado «Amir Kabir, el Héroe Contra el Colonialismo», sobre la historia de Amir Kabir – comandante del Visir Nasered-Din Sha Qajar, el más grande rey de la dinastía Qajar – antes de los Pahlevi -. Sumemos a todo lo mencionado el registro que hizo el Ayatolá Rafsanyani de todos los acontecimientos grandes y pequeños de la Revolución y que podemos tenerlos a partir de la publicación de 8 tomos de ellos titulados «Colección de Anécdotas y Luchas», que constituye los textos más fieles sobre los sucesos de la Historia de la revolución Iraní.
Rafsanyani dio pleno apoyo a la política iraní reflejada en el Plan integral de Acción Conjunta – JCPOA por sus siglas en ingles – firmada por el gobierno de Rohani – y donde este junto al canciller Mohamad Yavad Zarif cumplieron un destacado papel bajo la orientación emanada de la más alta autoridad persa. Para Rafsanyani, si bien catalogó muy positivamente todo este trabajo, consideró que Estados Unidos debía dar prueba de un verdadero cambio en la manera de enfocar sus relaciones con Irán: «Creo que los estadounidenses deben comenzar gradualmente a adoptar un comportamiento positivo en lugar de hacer el mal. Ellos no deben esperar una reacción inmediata a cambio de sus acciones positivas. Tomará tiempo».
Ali Akbar Hashemi Rafsanyaní fue un férreo defensor de la causa palestina tal como ha sido destacado en las muestras de pesar por la muerte de Rafsanyaní. Osama Hamdan, responsable de exteriores de Hamas sostuvo que «El Ayatolá Ali Akbar Hashemi Rafsanyani desempeñaba un papel destacado en el apoyo a la resistencia de los palestinos» coincidiendo además en la visión que se tiene del fallecido Ayatolá como un hombre que mostró la imagen real de un Islam moderado y humano. Rafsanyaní se convirtió en estandarte de los valores de la revolución islámica y un crítico permanente del Imperialismo estadounidense, del Sionismo y el wahabismo como ideologías nocivas y generadoras de inestabilidad en la zona de Oriente Medio y Asia Central. Un político que mediante su obra literaria permitió también, a través de la traducción del libro «Palestina» hacer público el conocimiento sobre la situación colonial que vive el pueblo palestino y a través del enorme compromiso del Iman Jomeini – que instaura el Día de Al Quds – advertir a los pueblos musulmanes del gran peligro que representa Israel y el sionismo para la paz de los pueblos.
Líderes como el Jeque Hasan Nasrolá, dirigente máximo del Movimiento Hezbolá han expresado el enorme pesar frente a la muerte de quien ha considerado fue «el patrón de Hezbolá durante sus tiempos más difíciles. Hemos perdido un gran hombre, que fue para la resistencia islámica un protector, un partidario, un padre compasivo y un sólido defensor de todas las circunstancias difíciles». En el plano de la defensa del pueblo palestino y su lucha por la autodeterminación, Nasrolá destacó el trabajo de Rafsanyaní quien tenía a Palestina en el centro de las preocupaciones y afanes del Eje de la resistencia «el Ayatolá Rafsanyaní creía en la causa principal de la nación islámica: Palestina y Al Quds. Izaba su estandarte y fue un resistente contra el complot sionista en palestina y la región».
Al margen de consideraciones interesadas sobre el carácter político de Rafsanyani y si este era o no era de un sector determinado del arco político iraní, lo claro, lo contundente, valioso y lo que finalmente trasciende es la vida de un luchador en el seno de la sociedad iraní. El Presidente Rohani agradeció la presencia consciente del pueblo «noble e inteligente de Irán en el cortejo funerario del ayatolá Rafsanyani. Una presencia épica que marca otra etapa gloriosa en la ya de por sí llena de gloria historia de Irán, materializando una vez más ante el mundo entero la firme unidad de la nación persa».
No cabe duda que toda persona tiene sus virtudes y sus errores, Rafsanyani no era la excepción pero a la hora de la suma la grandeza de su trabajo supera en mucho aquello que puede significar el tratar de oscurecer su obra en beneficio de su pueblo. No era un hombre infalible y eso lo humaniza claramente, alejándolo de cualquier manifestación de culto a la personalidad. Rafsanyani y la historia irá demostrando esta visión no puso por encima su interés personal en desmedro del interés nacional y ello fue incluso reivindicado por el Líder religioso de la revolución iraní Seyed Ali Jamenei en la despedida a este gran hombre, reivindicando así honorablemente a un hombre que nunca traicionó sus ideales a pesar de luchar constantemente por evitar que se acallara su voz y se desviarán los propósitos de una revolución que apoyó y consolidó desde sus inicios en los naturales disensos que suelen tener los procesos revolucionarios. Su impronta, a pesar de todo siguió y seguirá vigente en aquellos que día a día trabajan por consolidar y mejorar la revolución iraní.
Rafsanyani marcó una impronta, una huella indeleble. Rafsanyani, símbolo de fortalecimiento de sistema político iraní, fue parte constitutiva de la columna de la Revolución Islámica de Irán. Un hombre que vivió en tiempos difíciles y que supo actuar en circunstancias que requerían fortaleza y coraje. Su nombre estará por siempre vinculado al de la Revolución Islámica de Irán y en ese marco se entiende el dolor de millones de hombres y mujeres de la nación persa que despidieron a un a un gran persa, una gran figura revolucionaria a uno de esos hombres que Bertolt Brech consideraba como imprescindible. La voz de ese gran luchador seguirá resonando en la nación persa.
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