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Ginebra, 15 y 16 de mayo de 2006

Relatos de la jornada de la red «Nuestro mundo no está en venta»

Fuentes: Observatorio de la Deuda en la Globalización

Las Jornadas organizadas por la red OWINFS – que se desarrollaron paralelamente a la realización del Consejo General de la OMC – contaron, en primer lugar, con una vertiente de auto-formación. Para ello, a lo largo de diferentes sesiones temáticas se hizo una puesta en común de información sobre el estado del proceso de negociación […]

Las Jornadas organizadas por la red OWINFS – que se desarrollaron paralelamente a la realización del Consejo General de la OMC – contaron, en primer lugar, con una vertiente de auto-formación. Para ello, a lo largo de diferentes sesiones temáticas se hizo una puesta en común de información sobre el estado del proceso de negociación en la OMC. Con el objetivo de obtener información directa sobre esta cuestión fue de gran ayuda contar con la participación en una de las sesiones de los embajadores en la OMC de la India y de Venezuela. Las jornadas también contaron con una vertiente de estrategia, en la que se debatió sobre cómo organizar y orientar la movilización contra el avance de la liberalización comercial. A continuación detallamos los puntos principales que se trataron en el decurso de las jornadas.

1. Ronda de Doha

La ronda de negociaciones de Doha atraviesa algunas dificultades. Estos son algunos indicios de ello:

El 30 de abril se tendrían que haber aprobado las modalidades sobre agricultura y NAMA (acceso a mercados para productos no agrícolas), pero los países no se pusieron de acuerdo.

Pascal Lamy, director general de la OMC, intentó impulsar una reunión mine-ministerial para desencallar la negociación, pero las protestas de muchos países y de los movimientos sociales frustraron su iniciativa. Como se desprende de este y otros episodios, Lamy se está excediendo de las funciones que le atañen como Director General y cada vez es más cuestionado fuera y dentro de la misma OMC.

El proceso de negociación es cada vez menos democrático. Además de Lamy, los presidentes de los diferentes comités de negociación se comportan como una parte negociadora más y, en lugar de limitarse a facilitar, presionan de manera improcedente a los países menos liberalizadores.

En este momento se está presionando, sobre todo, para que haya avances en NAMA y agricultura. La negociación sobre servicios cuenta con una dinámica propia, aunque desde la Secretaría de la OMC no se quiere ejercer mucha presión respecto a este tema porque es lo suficiente polémico y si adquiere más centralidad se podría obstruir todavía más la ronda. El plan de la Secretaría es cerrar NAMA y agricultura puesto que suponen que una vez se haya dado este primer paso los servicios y otros temas se resolverán más fácilmente.

Parece ser que, incluso, el BM y el FMI están condicionando la concesión de créditos a la actitud de los países (que debería ser «flexible» y «constructiva») en la ronda. Esta debería cerrarse antes de julio de 2007 porque en esa fecha finaliza el fast track en los EE.UU.. Pasada esta fecha, los negociadores de los EE.UU. tendrán mucho menos margen de maniobra y, por lo tanto, el ritmo de la negociación se reducirá todavía más.

Finalmente, muchos países del Sur tienen bien presente que esta Ronda es una ronda del desarrollo y que, por lo tanto, se acogerán a este mandato. Consiguientemente, no piensan aceptar acuerdos estrictamente recíprocos, sino que exigirán un trato especial y diferenciado. Sin embargo, como veremos en los siguientes puntos (en que tratamos el estado de las negociaciones en los temas principales de la ronda), no parece que se esté concediendo un trato más favorable a los países del Sur, sino que todo el contrario.

 
2. Agricultura

Los países del Sur están presionando para que se avance en materia de Productos Especiales y Mecanismos de Salvaguarda. Los productos especiales son aquellos que pueden ser excluidos de los compromisos de liberalización, normalmente porque hay un sector importante de la población que depende de su producción. Por su parte, los mecanismos de salvaguarda estipulan que si un miembro no está satisfecho con la liberalización realizada, y lo justifica de manera convincente, podría retirar el compromiso de liberalización antes de un periodo determinado. La coalición de países que presiona con más intensidad para que los países menos desarrollados puedan proteger mediante aranceles un amplio abanico de productos agrícolas es el G-33. Entre los objetivos del G-33 se encuentran favorecer el desarrollo del mundo rural y la seguridad alimentaria en el Sur .

El descontento de los países más pobres es muy alto en las negociaciones sobre agricultura porque no hay grandes avances en los temas mencionados ni en Acceso a Mercados mientras que, a su vez, los países ricos pueden seguir protegiendo su agricultura con ayudas encubiertas o a través del «compartimento verde» .

 
3. NAMA

Las negociaciones sobre este tema también se encuentran encalladas. Muchos grupos de países miembros han presentado propuestas bien dispares sobre cómo resolver la negociación de manera que el consenso es difícilmente alcanzable. El grupo con un planteamiento más crítico es el NAMA-11, liderado por Sudáfrica y Venezuela. Este grupo se aferra a las flexibilidades y se opone a que se haya de aplicar un recorte de aranceles de manera forzosa y mecánica para todos los productos. En estas negociaciones no se está tratando el tema de los «productos especiales», lo cual hará que las decisiones que se tomen sean más trascendentes. Además, si se aplica la misma fórmula a todos los países se calcula que, por término medio, los países del Sur habrán de recortar el doble de aranceles que los países desarrollados.

Uno de los grupos asistentes hizo un estudio en que concluye que países como Brasil podrían perder 2,5 millones de puestos de trabajo en caso de que se adopte la fórmula para el recorte de aranceles que resuena más actualmente . Los países desarrollados también verían como se acelera el proceso de desindustrialización y de deslocalización empresarial.

 
4. Servicios

Las negociaciones en el área de servicios se están desarrollando según la nueva metodología que se adoptó a la Conferencia Ministerial de Hong Kong. Así, el sistema de demandas de liberalización bilaterales ha sido sustituido por el de las demandas pluriltaterales. Hasta el momento se han presentado 30 demandas plurilaterales y sólo dos de ellas han sido impulsadas por países del Sur. Ello es una consecuencia lógica de que los países del Sur son mucho menos competitivos en este sector que los del Norte.

A principios del mes de mayo, la mayoría de los países del Sur presentaron una declaración conjunta en que expresaban su preocupación por las limitaciones en la soberanía nacional que comporta el Acuerdo General de Comercio de Servicios. Por ejemplo, si Bolivia hubiera liberalizado los servicios energéticos en el marco del AGCS en rondas anteriores no hubiera podido nacionalizar el sector de hidrocarburos con la facilidad que lo ha hecho recientemente.

Por su parte, el gobierno actual de Bolivia retiró el mes de marzo todas las ofertas de liberalización de servicios hechas por el gobierno anterior en el marco de la ronda de negociación actual. También envió una carta a Lamy en que le pedía la retirada del agua potable de los sectores que se negocian en el marco del acuerdo de servicios.

5. Alianzas entre países y estrategia de los movimientos sociales

En estos momentos, y como ya se hizo patente en Hong Kong, los países más beligerantes con las normas de la OMC son Cuba y Venezuela. Es muy probable que Bolivia, una vez haya podido cambiar su delegación de negociadores en Ginebra, se sume al grupo contestatario. Pero este pequeño grupo de países no se puede arriesgar a romper determinados consensos puesto que se podrían quedar aislados. Por este motivo es importante ejercer presión sobre países que podrían ser todavía más críticos con el decurso de las negociaciones como Brasil, Argentina, Uruguay o Filipinas.

India tiene fama de ser el país «tercermundista» por excelencia en el marco de la OMC, pero últimamente estaba adoptando posiciones poco críticas y muy pactistas. Aun así, parece ser que a medida que avanza la ronda se esté radicalizando de nuevo. Incluso, el embajador indio ha declarado públicamente que prefiere que no haya acuerdo a que se adopte un mal acuerdo.

En términos de estrategia, se habló de la necesidad de presionar a la OMC como tal, puesto que este organismo cada vez responde menos al modelo de institución intergubernamental y transita hacia un modelo de organismo internacional en que sus burócratas acumulan y ejercen poder – como sucede, por ejemplo, en el BM. Sin embargo, debemos tener en cuenta que los principales actores en las negociaciones son los Estados (y, concretamente, los ministerios de comercio de los gobiernos). Por lo tanto, éstos son los actores que deberán ser el objeto primero de las protestas de la sociedad civil.

Las movilizaciones no pueden ser homogéneas en todos los lugares, dado que los movimientos sociales de cada país sabrán cuáles son los temas sensibles en su territorio. Así, a la población de los países industrializados les acostumbran a preocupar más problemáticas como la liberalización de servicios públicos o las deslocalizaciones empresariales. Mientras que en los países más pobres la movilización se desencadena en mayor grado por problemáticas relacionadas con la agricultura o la pesca.

A la hora de plantear nuestras campañas, también resulta importante reforzar la vertiente proactiva. En este sentido, se plantea difundir alternativas al sistema de libre comercio que promueve la OMC como la iniciativa conocida como ALBA (Alternativa Bolivariana de las Américas) . El ALBA y los acuerdos de nuevo tipo que se promueven actualmente en América Latina se basan en principios como la ventaja cooperativa (en lugar de la ventaja comparativa), el trato especial y diferenciado (en lugar del principio de reciprocidad) y en la soberanía nacional (en lugar de la «constitucionalización» del neoliberalismo).

Por otra parte, se consideró necesario que nuestras campañas contra el libre comercio orienten también su crítica hacia los Tratados de Libre Comercio (bilaterales o regionales), puesto que estos acuerdos no paran de multiplicarse en paralelo al desarrollo del sistema multilateral de la OMC. Últimamente, se han anunciado negociaciones comerciales entre los EE.UU. y Uruguay, así como entre Centroamérica y la UE. Cabe decir que, a diferencia de lo que plantean algunos analistas, los TLCs no están confrontados con el sistema OMC, sino que son más bien compatibles. En todo caso, los acuerdos de la OMC marcan el piso a partir del que se puede radicalizar la liberalización mediante los TLCs.

Finalmente, se habló de la necesidad de concienciar a la población y a los gobiernos sobre cuáles son los vínculos entre el comercio y otros temas (derechos humanos, derechos laborales, medio ambiente, salud pública, pobreza,…). Así, se debería ser consciente de que aquello que se negocia en la OMC trasciende los asuntos meramente comerciales.