Sorprendente resurrección, en los titulares, del golpista haitiano Guy Philippe quién manejó en 2004 la expulsión hacia Africa del Presidente Jean-Bertrand Aristide. Simultaneamente, varios organos de prensa de obedencia imperial -tal el diario franquista español ABC- han propulsado el personaje al primer plano de la actualidad con unas declaraciones que no auguran nade bueno para […]
Sorprendente resurrección, en los titulares, del golpista haitiano Guy Philippe quién manejó en 2004 la expulsión hacia Africa del Presidente Jean-Bertrand Aristide. Simultaneamente, varios organos de prensa de obedencia imperial -tal el diario franquista español ABC- han propulsado el personaje al primer plano de la actualidad con unas declaraciones que no auguran nade bueno para la empobrecida isla.
Los individuos que rodean hoy a Philippe frente a la rebelión popular que logró paralizar la farsa electoral, son los mismos ex policías y militares que habían contribuido al derrocamiento el 29 de febrero 2004 de Aristide, apoderándose de más de la mitad del país.
El sábado, a contracorriente, Philippe ha hecho un llamamiento a convocar contramanifestaciones y ha advertido de que no reconocerá a ningún gobierno de transición que se pueda formar tras el 7 de febrero, fecha en el que el presidente Michel Martelly debe abandonar el cargo, añade el panfleto madrileño al servicio del Departamento de Estado.
«Estamos listos para la guerra. Vamos a dividir el país», ha afirmado Philippe, según el periódico español famoso por sus campañas contra los países progresistas de América Latina. ABC y otros medios de derecha se apresuran en recordar -como para descartar de inmediato las sospechas- que el también ex oficial de policía «está buscado por tráfico de droga en Estados Unidos».
Es cierto que la DEA norteamericana dio un show hollywoodiano, el 18 de julio de 2007 en Le Cayes, con agentes norteamericanos, para capturar a Philippe. Sin embargo, este paramilitar -formado en Ecuador en los años 1990 por instructores militares de EEUU- poco después se escapó…
Admirador declarado del dictador chileno Augusto Pinochet, el jefe paramilitar haitiano ha enseñado más de una vez en el pasado su afinidad con la inteligencia norteamericana y la está probablemente demostrando una vez más en estos días de turbulencia política en la isla de Dessalines.
AL SERVICIO DE CALEB McCARRY, DEL IRI Y DE LA CIA
En el 2004, Caleb McCarry -este mismo funcionario encargado por el régimen de George W. Bush de las operaciones de desestabilización de Cuba- fue quién apadrinó el secuestro y la grotesca evicción de Jean-Bertrand Aristide, a espalda del Departamento de Estado, por cuenta del International Republican Institute (IRI) -la mafia republicana-, y con la bendicíon de la CIA.
McCarry y sus socios apoyaron el complot sobre un activista político, Stanley Lucas, vinculado a los Duvalier y la tropa de mercenarios y delincuentes que controlaba Guy Philippe.
En un artículo titulado ‘The other regime change’ (El otro cambio de régimen) publicado en julio del 2004 por el sitio web salon.com, el periodista norteamericano Max Blumenthal confirmó cada detalle de esta conspiración.
La familia de Stanley Lucas es famosa en Haití por una masacre de campesinos que sus primos, Leonard y Rémy, organizaron en 1987. Una turba de delincuentes armados de machetes mató entonces a 250 pequeños agricultores que reclamaban una redistribución de las tierras de su hacienda. En aquel mismo momento, Lucas entrenaba militares para acciones de contrainsurgencia.
JEFE DE POLICIA Y ASESINO
Philippe, por su parte, fue jefe de policía del suburbio de Puerto Príncipe de Delmas a partir de 1997 a 1999, y luego fue acusado de haber ejecutado a decenas de personas.
En 2004, Lucas -bajo instrucciones de Mc Carry- fue hasta amenazar al embajador norteamericano en Haití, Brian Dean Curran, un demócrata nombradado por Clinton y arruinó sus esfuerzos de conciliación entre Aristide y sus adversarios, además de difundir falsas rumores sobre su vida personal.
Lucas fue hasta amenazar Curran, diciéndole que lo iban a «botar» tan pronto «la política real de Estados Unidos sería aplicada».
Entra entonces en escena Guy Philippe que captura a Cap Haitien con 200 «insurgentes», entre los cuales numerosos asesinos, delincuentes y ex esbirros de regímenes anteriores, y amenaza a Port-au-Prince mientras la policía nacional huye.
Es el momento escogido por oficiales de la Embajada norteamericana -de la facción de inteligencia- que se dirigen a Aristide con la alternativa de quedarse en la capital sin protección, frente a hordas de bandoleros de los amigos de Lucas y Philippe, o subir en un avión proveído por Washington que lo llevaría… a la Republicana Centroafricana, en el medio del continente africano. Cinismo característico.
«COMBATIENTES DE LA LIBERTAD», DECIA ROGER NORIEGA
Entre los «combatientes de la libertad» como les llamará el funcionario US cubanoamericano Roger Noriega, se encuentran Louis Joyel Chamblain, un líder paramilitar de siniestra reputación y Emmanuel «Toto» Constant, quién luego confesará sus conexiones con la CIA.
En cuanto a Philippe, no tiene que confesar nada. Su asociación con Mc Carry y Lucas ya confirman su conformidad con las operaciones «inteligentes» del Norte.
Que significa su reaparición en la escena política explosiva actual de la isla? En un mundo donde EEUU está más que vinculado a la desestabilización de varias naciones, uno tiene que reconocer lo sospechoso de la puesta en escena de Guy Philippe por órganos de prensa que la inteligencia norteamericana ha manipulado más de una vez.
Y esto al detrimento de un país hermano de nuestra América que se merece, por su historia a menudo dolorosa, el respecto de todos.