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Rusia y la gran guerra patria

Fuentes: Rebelión

De la historia se ha dicho que «la escriben los vencedores» y que «es la mentira en la que todos se han puesto de acuerdo». Cierto o no, la verdad es que la historia sí suele ser la versión de los acontecimientos que mejor se acopla a los intereses dominantes. Un buen ejemplo lo tenemos […]

De la historia se ha dicho que «la escriben los vencedores» y que «es la mentira en la que todos se han puesto de acuerdo». Cierto o no, la verdad es que la historia sí suele ser la versión de los acontecimientos que mejor se acopla a los intereses dominantes. Un buen ejemplo lo tenemos en la Segunda Guerra Mundial y en la manera como se perciben sus protagonistas principales.

Recuerdo que un popular artista cubano, «Cascarita», cantaba durante los Carnavales una guaracha que celebraba el triunfo de «los Aliados», con un estribillo que decía así: «pin pin, cayó Berlín; pon pon, cayó Japón». Como éramos (¡?) una república bananera, se entendía que Estados Unidos había vencido a Hitler e Hirohito. Aún no salíamos de las cenizas y sobre nosotros llovía la guerra psicológica. Recuerdo que el 31 de diciembre de 1947, mientras mi madre preparaba la cena de Año Nuevo, yo disfrutaba de siete filmes de guerra consecutivos en el Teatro Edison, en los que John Wayne derribaba él solo escuadrillas enteras de cazas japoneses.

Luego supe que Francia y Gran Bretaña eran aliados de Estados Unidos. Muy borroso en la neblina y bastante más tarde se aclaraba el nombre de la Unión Soviética, pero por ningún lado aparecían China, Corea, Yugoslavia, Grecia, Holanda, y otros pueblos que, no obstante, aportaron «sangre, sudor y lágrimas» en remotas regiones e islas para derrotar al eje Berlín-Roma-Tokio.

La historia oficial nos relata que las principales potencias vencedoras fueron Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia. La Unión Soviética se menciona cuando es inevitable y, sin embargo, los datos históricos objetivos nos revelan el papel extraordinario y decisivo que jugaron los pueblos que conformaron la antigua Unión Soviética y su ejército en la derrota definitiva del nazifascismo.

La Guerra se inició el 1 de septiembre de 1939 a raíz de la invasión a Checoslovaquia por Alemania. Desde el punto de vista de China, sin embargo, la Guerra empezó el 7 de julio de 1937 cuando Japón invadió a dicho país. Algunos historiadores chinos consideran que el conflicto comenzó en 1931, cuando Japón invadió su territorio de Manchuria y la erigió como Estado bajo su protección, tesis que comparto no sin antes advertir que Japón ocupaba desde 1910 la península coreana, la cual sometió a la más salvaje y genocida explotación y destrucción, y que desde ese año los coreanos iniciaron la resistencia antijaponesa en la que sobresalió el mariscal Kim Il Sung hasta el fin de la Segunda Guerra.

La antigua Unión Soviética (hoy Rusia) contribuyó más que ninguna otra potencia a la derrota de Hitler por al menos dos razones fundamentales. En primer lugar, porque tuvo el mayor peso de la guerra contra Alemania y porque fue con la derrota del Sexto Ejército Alemán por el Ejército Rojo, a raíz del sitio de Estalingrado, cuando se produjo el punto de inflexión que selló el curso de la contienda. En segundo lugar, fue la Unión Soviética la potencia que mayor cantidad de víctimas sufrió hasta la finalización de la Guerra. El costo en vidas humanas, militares o civiles, nos da una medida del esfuerzo global, y por ello citaremos fuentes occidentales en torno al número de víctimas por país:

Unión Soviética, 25,568,000; China, 11,324,000; Alemania, 7,060,000; Polonia, 6,850,000 (menos de la mitad eran judíos); Japón, 1,806,000; Yugoslavia 1,700,000; Rumania, 985,000; Francia, 810,000; Hungría, 750,000; Austria, 525,000; Grecia, 520,000; Italia, 410,000; Checoslovaquia, 400,000; Gran Bretaña, 388,000; Estados Unidos, 295,000; Holanda, 250,000.

Las víctimas de la Unión Soviética ascendieron realmente a 27 millones (sin contar desaparecidos y heridos), lo cual significa que murieron 91.5 veces más rusos que estadounidenses; 69 veces más rusos que ingleses; y 33.3 veces más rusos que franceses.

La Batalla de Estalingrado incluyó el sitio de la ciudad de ese nombre (hoy Volgogrado), los combates dentro de la ciudad, y la contraofensiva soviética que destruyó a las fuerzas invasoras. Se produjeron cerca de dos millones de bajas, uno de los cuales fueron victimas militares y civiles de la Unión Soviética. Las fuerzas nazifascistas perdieron cerca de un cuarto de su fuerza total en el Frente Oriental y nunca se recuperaron de la derrota, y ello marcó el inicio de la liberación de la Unión Soviética y la victoria de los aliados en 1945.

Las Naciones Unidas proclamaron el 8 y 9 de mayo como «Días de la Memoria y Reconciliación» y con tal motivo en Moscú se llevarán a cabo importantes reuniones internacionales que recordarán la contribución de la Unión Soviética a la lucha por la libertad. Para honrar el sufrimiento infligido a las 27 millones de víctimas de Rusia, hago míos los sentidos versos del poeta universal, Pablo Neruda:

«Fueron asesinadas también sus poblaciones:
la tierra soviética fue asesinada:
Millones de vidrios y huesos se confundieron,
vacas y fábricas, hasta la Primavera
desapareció tragada por la guerra.

Unión Soviética, si juntáramos
toda la sangre derramada en tu lucha,
toda la que diste como una madre al mundo
para que la libertad agonizante viviera,
tendríamos un nuevo océano,
grande como ninguno,
viviente como todos los ríos,
activo como el fuego de los volcanes araucanos.»