Usted, que es un lector habitual de prensa, habrá comprobado que todos los medios de comunicación hablan del futuro esplendoroso chino. La presentan como una gran potencia y se dice que pronto superará a los propios Estados Unidos. ¿Es todo tan maravilloso en esa China comunista-neocapitalista? Me permitirán que discrepe de los medios de comunicación, […]
Usted, que es un lector habitual de prensa, habrá comprobado que todos los medios de comunicación hablan del futuro esplendoroso chino. La presentan como una gran potencia y se dice que pronto superará a los propios Estados Unidos.
¿Es todo tan maravilloso en esa China comunista-neocapitalista?
Me permitirán que discrepe de los medios de comunicación, de los sesudos economistas y analistas varios. Cuestiono seriamente el futuro chino ¿En qué me basó? Simplemente analizaré tres cuestiones que son vitales: el agua, la contaminación y la cuestión social. Hay más temas cuestionables pero estos tres son vitales.
1º El problema hídrico en China.
El agua en China presenta unos niveles de escasez y de contaminación difícilmente reversible y dramático. Posee el 7% de los recursos mundiales, pero debe atender al 20% de la población mundial. Si esto es grave de por sí, esta agua presenta un grave desequilibrio regional, ya que un 80% de su disponibilidad se concentra en el sur. Dispone de unos 2.100 m3 por persona/año, por debajo de las necesidades para la vida. El territorio chino está estructurado en torno a dos grandes ejes hídricos, el río Amarillo y el río Yangtsé.
Alrededor del río Amarillo viven 500 millones de personas y es la zona triguera de China. Desde hace ya algunos año, este río no lleva agua en sus últimos 200 km por agotamiento. Los acuíferos de la zona están esquilmados. En consecuencia en la zona norte de China apenas ya hay agua y está cada vez escasea más. En la última década han estado desapareciendo cientos de lagos y secándose muchas corrientes.
Durante largos periodos ni siquiera llega el agua del río Amarillo a la provincia de Shandong. Esto es muy preocupante, pues esta provincia produce el 20% del maíz y el 15% del trigo chino. La máxima producción agrícola se logró en el año 2002 y desde entonces, año a año su producción sufre una merma media anual del 5%, por lo que tiene que acudir al mercado mundial agrícola para comprar trigo y maíz lo que estuvo en el origen del aumento del precio en los años 2006/2007. La próxima burbuja económica va a ser la alimentaría por falta de producción y por la especulación.
La cuenca del Yangtsé abarca a unos 700 millones de chinos, con una pluviosidad alta y agrícolamente es su zona arrocera. Sobre este río se construyo la gigantesca presa de las Tres Gargantas, que ha provocado un gran impacto medioambiental y social. Tiene grandes problemas de seguridad, la calidad de sus agua se deterioran por la acumulación de los sedimentos que provocan su eutrofización. Hay que unirle la continua llegada de aguas contaminadas provenientes del sistema industrial y agrícola con todo tipo de venenos. Ya han tenido que ser evacuados más de cinco millones de chinos de sus orillas, pues esta presa se ha convertido en una auténtica cloaca.
La contaminación hídrica es generalizada. Los escombros de las ciudades y residuos industriales han convertido el 80% de sus riberas en lugares no aptos para el ser humano y no tienen ninguna vida animal. Sus aguas no son aptas para el consumo humano, habiendo un serio peligro de que los ríos envenenen la población a través de la cadena alimentaría. El 70% de las aguas residuales urbanas no se tratan y los vertidos tóxicos procedentes de fábricas son frecuentes con grandes desastres naturales.
El consumo de agua en China se ha quintuplicado desde 1949 y en los últimos años su crecimiento es exponencial ante el fuerte desarrollo económico. Su producción industrial emplea diez veces más de agua que la europea en la elaboración de un mismo producto.
El Banco Mundial publicó, en 1997, un informe en el que calculó que el coste de la contaminación del aire y agua en China suponía unos 54.000 millones de dólares anuales representando el 8% de su PIB. Los últimos datos de 2007 ya nos hablan de 120.000 millones de dólares para limpiar la contaminación generada anualmente.
Para suplir esta cada vez mayor carencia agrícola, China está comprando tierras en el Tercer Mundo para producirlas ahí. Se calcula que en el año 2007 ya había comprado más de tres millones de Ha en países como Angola, Sudán; Kenia etc.
2º La contaminación del medio ambiente en China.
Las consecuencias del vertiginoso y salvaje desarrollo chino de los últimos 25 años en el medio ambiente son impresionantes. Un 40% de su territorio está afectado por la lluvia ácida y se calcula que la contaminación del aire en China provoca anualmente unas 800.000 muertes.
La OCDE afirma que el uso de fertilizantes por hectárea agrícola es tres veces más alto en China que la media mundial. El dióxido de azufre de la combustión del carbón es una amenaza para la salud humana, provocando una gran cantidad de lluvia ácida que contamina lagos, ríos, bosques y cosechas.
El aumento de los gases invernadero por el uso que se hace del carbón probablemente supere al de todos los países industrializados juntos en los próximos veinte años, sobrepasando así en cinco veces la reducción de las propuestas de Kyoto.
Hace años se ha detectado en la costa oeste del Pacifico en los Estados Unidos restos de compuestos de azufre, carbono y otros subproductos de la combustión del carbón chino. Estas partículas microscópicas penetran en los pulmones y pueden causar problemas respiratorios, enfermedades cardiovasculares y cáncer.
El Worldwatch Institute predice que China será el primer país del mundo que tendrá que reestructurar su economía por entero para hacer frente a los problemas de la contaminación de agua, tierra y aire.
3º La dramática cuestión social china
China practica un capitalismo basado en la mano de obra industrial más barata del planeta, lo que ha permitido mantener un ritmo de crecimiento del 9% del PIB anual en los últimos diez años. Este aumento de la riqueza, sólo ha beneficiado a unos pocos, mientras que el resto sigue en una situación de vida paupérrima.
Intentan convencer a los chinos que «el socialismo de mercado» es un atajo, un instrumento para lograr el bienestar del país y que el enriquecimiento individual es necesario para el avance de la nación. Hacen creer que los desequilibrios que genera esta política se debe a la incapacidad de los administradores locales y no a la línea política del Partido Comunista Chino.
El 10% de la población más rica acapara el 45% de la renta nacional mientras que el 10% más pobre sólo percibe el 1,5% de la renta nacional. De los 1.300 millones de chinos, solamente unos 130 millones tienen unas condiciones de vida de calidad. Este crecimiento ha ido acompañado como vemos de un incremento igual de espectacular de la desigualdad social, que hasta entonces era una de las sociedades más igualitarias del planeta. Esta desigualdad amenaza ahora con producir una dislocación social de consecuencias imprevisibles. Como dice un refrán chino «la escasez no importa, la desigualdad sí». Las sociedades desiguales no tienen ningún futuro
Uno de los hechos más transcendentes ha sido la transformación de una sociedad rural en otra urbana. Ya hay más de 166 ciudades que pasan del millón de habitantes y en poco tiempo se alcanzara la cifra de 200 ciudades con más de un millón de habitantes.
Este hecho ha provocado que cien millones de campesinos se hayan transformado en obreros de la construcción y otros cien millones en obreros industriales. Todos ellos con unas condiciones laborales y sociales que recuerdan a las sufridas por los obreros occidentales en el siglo XIX.
El gobierno chino de corte neocapitalista se ha negado a deshacerse de los nombres y símbolos comunistas. Esto se explica como antídoto contra el surgimiento de organismos progresistas que levanten legítimamente la bandera revolucionaria contra los explotadores aunque sean los comunistas.
La privatización de las empresas estatales ha provocado, como sucedió en Rusia o en el mundo occidental una gran corrupción. Los mayores beneficiarios son más bien los especuladores transnacionales y quienes detentan el poder local, que abusan de los cargos públicos en su provecho personal.
El gobierno chino ha cambiado una política de equidad y de solidaridad por la adoración al mercado provocando una sociedad basada en la codicia, en la dura competencia, el consumismo histérico y una amplia mercantilización de los valores humanos,
Las inversiones, el comercio exterior, las privatizaciones y otros elementos del denominado «consenso de Washington» que no es otra cosa que el más puro neoliberalismo esto explica el éxito económico chino, destacando que su triunfo radica en la mano de obra barata y en la escasez de derechos laborales. La población china carece de servicios sociales básicos como educación, sanidad o seguridad social.
Como vemos, la situación china no es nada idílica que digamos y los tres problemas que he analizado son lo suficientemente graves e irreversibles por lo menos en un periodo largo. Hará que China cada vez sea menos importante y pierda ese papel hegemónico que interesadamente le están ofreciendo.
Esperemos que los chinos sepan reaccionar ante los continuos engaños políticos económicos y sociales que tanto su gobierno llamado comunista ni los cantos de sirena del neoliberalismo les lanzan, les hagan reaccionar y busquen un camino propio y autóctono porque necesitamos más que nunca a una China limpia y socialmente progresista.
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