El dos veces derrocado ex presidente Jean-Bertrand Aristide y su familia fueron escoltados fuera de la pista del aeropuerto de Puerto Príncipe. El canto fuerte de «Titid, Titid, Titid» se levantó de una reunión extática que llenó todos los espacios de una calle que sale desde el aeropuerto. Apoyados en las paredes, unos pocos escalaron […]
El dos veces derrocado ex presidente Jean-Bertrand Aristide y su familia fueron escoltados fuera de la pista del aeropuerto de Puerto Príncipe. El canto fuerte de «Titid, Titid, Titid» se levantó de una reunión extática que llenó todos los espacios de una calle que sale desde el aeropuerto. Apoyados en las paredes, unos pocos escalaron un poste de teléfono, las filas de los jóvenes saltaron de emoción por el regreso de Aristide de su exilio en Sudáfrica, una figura heroica de Haití cuya historia se basa en la resistencia.
Las puertas abrieron para dos vehículos de la policía, una camioneta oscura con vidrios polarizados, y una camioneta que transportaba a los invitados. Un trabajador del aeropuerto con una gran sonrisa en su rostro estrechó las manos a un policía que estaba dirigiendo a los coches. Soldados de la ONU fuertemente armados, con cascos azules, estaban presentes a unos 30 metros.
Mientras la caravana pasó, miles de personas llegaron a pie de los barrios pobres con banderas y pancartas. Un hombre vestido de Jean Jacques Dessalines, el líder fundador de Haití, llegaba por la calle encima de un caballo. Muchos fueron en motocicletas o apilados en camiones que viajan por el aire polvoriento.
Sonaron las canciones. «Nou trayi janm pap san nou, nou san Se San Aristide… Menm li ki nou rasanble tout, nou fok Tout Youn Ansanm fe«, cantó la inundación de júbilo de la gente, llamando a la unidad en la lucha.
Un pequeño grupo de ex agentes de seguridad presidencial y policías siguieron a a caravana de cerca. A su lado surgió una multitud estimada entre 7.000 y 15.000 personas.
Al llegar a la casa de Aristide, las multitudes se acomodaron como quiera. Algunos treparon los árboles y cercas. Había tanta gente que la familia Aristide tuvo mucha dificultad para entrar a su casa.
En las últimas semanas han circulado muchos rumores sobre el regreso de Aristide. Durante décadas ha sido la figura más popular en las zonas rurales y en los barrios pobres. Incluso con pocos recursos, debido a un bloqueo impuesto por los Estados Unidos, su administración implementó programas de inversión social, la creación de más escuelas públicas que en toda la historia del país: una campaña nacional de alfabetización ALFA, la construcción y renovación de clínicas médicas, el hospital de La Paz y una universidad de medicina con la ayuda de los cubanos. Los pobres no han olvidado. Incluso bajo la intensa presión de las potencias extranjeras Aristide fue capaz de disolver el odiado ejército de Haití y negar la privatización de instituciones estatales que René Préval, su predecesor tecnócrata, consideró.
Aristide es una de las pocas personas que el pueblo sigue considerado un héroe después del terremoto del 11 de enero 2010 que mató a unas doscientas cincuenta mil personas. El día de su regreso, un grupo de residentes de Cité Soleil explicó que no estaban seguros exactamente de cuándo iba a aterrizar el avión de Aristide. Agregando a la confusión, tal vez intencionalmente, una estación de radio reportó falsamente que su avión no llegaría hasta el 22 de marzo.
Muchos en la multitud decían que la elección de los próximos días quedo «fini» -sin valor-. Maryse Narcisse, portavoz oficial del partido de Aristide, Fanmi Lavalas (FL), llamó a un boicot general. Aristide denunció la continuada exclusión de la FL de las elecciones poco después de aterrizar.
Una de las mayores preocupaciones de FL ahora es reorganizarse. FL sigue siendo muy popular entre los pobres -la mayoría de Haití- FL logro sobrevivir contra todo pronóstico después del golpe del 2004, pero su infraestructura se ha visto debilitada en los últimos años. Los que se quedan más cerca de Aristide son líderes con mucha experiencia en el conflicto social de Haití que se mantuvieron firmemente leales a Aristide. Su movimiento fue calumniado sin descanso por los monopolios de los medios de comunicación locales en los últimos años. La mayoría de estos líderes principales tienen más de 40 años y fueron víctimas de represión después del golpe del 1991 y el de 2004. Muchos fueron encarcelados o empujados al exilio. Muchos en el movimiento recuerdan con cariño a compañeros caídos como Lovinsky Pierre-Antoine, uno de los muchos organizadores desaparecidos, una de las tácticas preferidas de los paramilitares.
Problemas a un lado, FL sigue siendo el único movimiento popular de nivel nacional. Tiene el potencial de estar mejor organizado y más eficaz de lo que era en el pasado, aprender de sus éxitos y fracasos. Ya no es arrastrado por los políticos oportunistas que se adjuntaron a Lavalas después de regresar al poder en 1994 (con apoyo internacional), pero luego se pusieron en contra cuando la oposición financiada por Estados Unidos ganó fuerza. El liderazgo de FL que sobrevivió es más dedicado y progresista que nunca. La lucha del movimiento, y de Aristide, contra los poderosos, todavía tiene el apoyo de la juventud en los barrios pobres de la capital y de las familias pobres del campo.
Sin embargo algunos sectores de la sociedad haitiana se han hecho apáticos, agotados por años de violencia política. La campaña de Michel Martelly, uno de los dos candidatos a la presidencia, ha tratado de aprovechar la apatía y el desencanto. Con una campaña que utiliza mucho la tecnología celular, Martelly trata de vender el proyecto de los rocos con un lenguaje chabacano. Aunque la mayoría parecía desinteresada de las elecciones, la campaña de Martelly sí ha tenido cierto éxito.
Estaba claro que con la primera ronda de las eleciones del 28 de noviembre de 2010 mucha gente no quiere o no pueden votar. Solamente el 27,1% de los votantes registrados participaron en la primera ronda de las elecciones el 28 de noviembre. Un 4,3% votó a favor de Martelly y el 6% votó a favor de Manigat.
Todavía no está claro cómo fue la votación del 20 de marzo. Al Jazeera descubrió que en una estación de votación todos los documentos desaparecieron. Según los observadores independientes el nivel de participación fue muy bajo. La USAID y funcionarios de la ONU dicen que el nivel de participación fue un poco mejor que en la primera ronda. En los barrios y ciudades de carpas de la capital era evidente que mucha gente seguía con su vida cotidiana sin tomar en cuenta la elección.
En el día de la segunda ronda, dos periodistas independientes –Ansel-Herz y Wadner Pierre, y yo- reportaron desde dos centros de votación (Edificio 2004 en el centro de Puerto Príncipe y otro cerca de la ciudad de carpas Karade) que los mismos empleados de la campaña de Martelly -con camisas de observadores oficiales- repartían alimentos ilegalmente. En otro centro de votación los trabajadores electorales nos dijeron que un grupo que apoya Martelly trato de presionarlos para que les permitiera votar sin identificación o entintar los dedos como es debido después de votar. En un centro de votación en Ti Plaz Kazo, un pequeño grupo de personas que se identificaron como apoyos de Lavalas y Aristide dijeron que votarían por Martelly para darle una oportunidad como político independiente.
La campaña de Martelly ha sido intensa. Desconocido por muchos, Martelly también ha encontrado aliados entre los líderes paramilitares que, según gente bien informada, tienen acuerdos con la DEA. Associated Press informa de que 150 ex soldados están entrenando cerca de Carrefour, un suburbio de la capital. Esto es preocupante. Los paramilitares son culpables de muchos crímenes que los medios de comunicación aquí y los periodistas extranjeros se extranjeros se negaron a publicar.
En los próximos años, los que apoyan Martelly y un rejuvenecido FL pueden llegar a ser las dos grandes corrientes políticas, pero nada es seguro. Por ahora la izquierda ha sido excluida de las elecciones, y la derecha sigue estando muy dividida, con un número de políticos denunciando fraude en las elecciones, y la ex primera dama Mirlande Manigat compitiendo contra Martelly.
Está claro que a algunos les gusta Martelly por el apoyo que tiene de Wyclef Jean y otros músicos populares, pero otros estaban apoyando a Manigat debido a su formación académica, o porque les parece vulgar la manera en que Martelly se comporta.
En Pétion-Ville, la ‘zona verde’ de Haití capital, donde los imágenes de Martelly y Manigat se ven por todos lado, algunos residentes en privado expresan admiración por Aristide, pero se encogen en conversaciones públicas por miedo de la reacción de gente muy influida por años de la propaganda en los medios de comunicación.
A pesar de los golpes y un desastre natural muy catastrófico, la mayoría de Haití, los pobres, han luchado con éxito para conseguir una victoria inspiradora con el regreso de Aristide y su familia. Algunos perdieron la vida por ello. Sus historias -como la del finado sacerdote Gérard Jean-Juste, un anti-golpista y valiente luchador por la democracia hasta que perdió su batalla contra el cáncer- son parte de una historia popular.
Mientras Aristide, sin duda, servirá como una figura clave y estratégica para la reorganización de un movimiento popular, su intención declarada de invertir su tiempo en la educación es importante. Él podrá atraer apoyo y atención a los proyectos locales que lo merecen, como las que se pusieron en marcha por la Fundación Aristide para la Democracia (Fondasyon Arisitid pou Demokrasi).
Lavalas y el «baz» (sus partidarios) en todo el país tendrán que fortalecer su disciplina para evitar enfrentamientos, los cuales los medios nunca dejan de exagerar y usar para denunciar a Aristide personalmente. En las ciudades de carpas, FL podría trabajar con una nueva generación que podrá aprender de los lideres con mayor experiencia.
El movimiento popular puede volver más fuerte, libre de oportunistas, y ampliar su círculo de solidaridad. Sus organizadores saben que tendrán que navegar con cuidado en las alianzas para no repetir errores.
Los «rezistans» que impulsaron a Toussaint Louverture, Jean-Jacques Dessalines, Charlemagne Péralte, and Daniel Fignole, de muchas maneras han sido parte de un solo movimiento popular en la historia de este país. El finado antropólogo Eric Wolf lo describe la resistencia de 500 años de los pobres en las Américas. Es muy importante observar que el movimiento de Haití no está solo ni aislado, que comparte mucho en común con los movimientos del Medio Oriente y la izquierda que ha triunfado en muchas partes de América Latina a pesar de tener sus propios problemas. Los progresistas de Estados Unidos no son muy conscientes de la lucha de Haití, al igual que muchos en África.
El movimiento popular de Haití se encuentra con valiosos aliados, entre el bloque del ALBA o entre grupos transnacionales a través del Foro Social Mundial. Podrán educar a muchos de sus miembros utilizando unas bases pequeñas que tiene en la clase media y entre socialistas.
Los funcionarios de los EE.UU. y de la ONU han hecho todo a su alcance para obstaculizar el regreso de Aristide a su país, pero fracasaron. Aristide está aquí cumplimiento con una de las principales demandas un movimiento popular que ha demostrado muchas veces su inmensa capacidad de recuperación.
Jeb Sprague es el autor del próximo libro «Haiti and the Roots of Paramilitarism«, y fue el ganador de un Premio Proyecto Censurado 2008. Aquí encontrarás enlaces a su blog y en twitter. También encontrará aquí un enlace al discurso de regreso de Aristide.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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