Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Después de una ofensiva de presión estadounidense, Pakistán abandonó repentinamente todos sus planes para desarticular a los insurgentes y, en un discurso televisado del primer ministro Syed Yousuf Raza Gilani, declaró rápidamente una guerra generalizada contra los talibanes paquistaníes.
Dentro de horas, el jefe del Estado Mayor del Ejército, general Pervez Ashfaq Kiani, lanzó una agresiva operación militar – apoyada por helicópteros artillados, artillería pesada y aviones jet de caza – contra la Provincia de la Frontera Noroeste (NWFP), arrasando refugios talibanes en Swat y en otras áreas. El ministro del Interior Rehman Malik dijo a la BBC que se estima que 200 combatientes fueron muertos durante el fin de semana, llevando el total muerto en combates en la región a 700.
El agua, la electricidad y las líneas de comunicación fueron completamente cortadas; a los talibanes no les quedó otra alternativa que huir. También comenzó un éxodo de la población local: cientos de miles de residentes abandonaron sus casas. En los distritos más afectados de Swat, Buner y Shangla, aproximadamente un 70% de la población ha huido para salvar la vida. La cifra puede aumentar a 1,5 millones en las semanas por venir.
En otros sitios, el gobierno patrocinó conferencias contra los talibanes en todo el país en las que clérigos chiíes y sufís declararon que los rebeldes talibanes son heréticos y pidieron su destrucción. Todos los cuatro principales partidos de Pakistán – incluidos el gobernante Partido Popular de Pakistán y el mayor partido de oposición, la Liga Musulmana Nawaz de Pakistán – publicaron declaraciones en apoyo del ataque militar.
Así se desarrolló la situación durante la semana pasada en Pakistán – una situación prevista por el gobierno del anterior presidente de EE.UU. George W Bush hace más de dos años. Los eventos fueron la culminación de años de acuerdos políticos hechos con Islamabad para formar un gobierno de consenso y suministrar apoyo popular para la «guerra global contra el terror» de Washington.
Pero la pregunta esencial sigue siendo: ¿Ganará Pakistán esta guerra estadounidense contra los talibanes? Ni Islamabad ni Washington conocen la respuesta, pero ambos se dan cuenta de que será una guerra muy larga. Incluso si los talibanes pueden ser derrotados, la fuerza y el alcance de la operación indudablemente llevarán al enfrentamiento entre diferentes segmentos de la sociedad.
Es exactamente la situación que al-Qaeda ha estado esperando.
En el terreno
Siete años de guerra en Afganistán han mostrado que no importa cuán mala sea la prensa que tienen los talibanes, siguen siendo los representantes de la cultura tribal pastún y nada va a cambiar ese hecho.
Incluso cuando el nuevo drama se desarrollaba en Islamabad, los talibanes emitieron advertencias a todos los doctores que si no abandonan pantalones y camisas occidentales y comienzan a usar shalwar kameez paquistaníes, o «vestimenta adecuada,» serán atacados por los talibanes.
El departamento de salud de NWFP respondió solicitando a los doctores que cumplieran y se colocaran la indumentaria preferida por los talibanes. A pesar del poderoso impulso militar, muchos funcionarios todavía no tienen ánimo de resistir a los talibanes.
La campaña popular tampoco es universalmente popular en Islamabad. En una cena realizada el domingo en el Club Islamabad de la elite, Qazi Hussain Ahmed, ex jefe del partido fundamentalista Jamaat-e-Islami, recriminó al Ministro de Asuntos Parlamentarios de Pakistán, doctor Babar Awan por la operación, afirmando que parecía ser una guerra contra el pueblo de Swat, no contra los combatientes. Qazi Hussain Ahmed exigió que se le dijera por qué el plan no fue aprobado por el parlamento y el gabinete.
El ministro federal evitó inicialmente dar una respuesta y dijo que respeta a Qazi Hussain Ahmed como político muy importante. Pero cuando Qazi Hussain Ahmed siguió argumentando, se le acabó la paciencia.
Asia Times Online, estuvo presente cuando el doctor Babar Awan dijo: «Señor, ¿ha visto las secuencias mostradas por algunos canales internacionales de televisión sobre cómo un alto oficial del gobierno informó a los talibanes para que abandonaran el lugar cuando las fuerzas de seguridad estaban a punto de entrar en Buner? Señor, discutimos los temas en sesiones a puertas cerradas del parlamento, ¿pero qué podemos hacer cuando nuestros parlamentarios filtran la información a los combatientes? Incluso un ministro filtró información muy crucial a los combatientes. Ahora, dígame ¿qué [otra] opción [existía] excepto lanzar en secreto la operación militar?
Qazi Hussain Ahmed respondió que el toque de queda regional debería ser relajado para que civiles comunes puedan partir en lugar de ser bombardeados o muertos de hambre. Algunos creen que si las crisis humanitarias empeoran, justificaría intervenciones estadounidenses directas en el interior de Pakistán.
Influyentes mentes militares de EE.UU., como ser el coronel en retiro Douglas Macgregor, han estado destacando esa posibilidad. Macgregor cree que EE.UU. debería concentrarse en Pakistán en lugar de Afganistán. Pero en Pakistán nadie está dispuesto a aceptar esa perspectiva. De hecho, ningún responsable paquistaní podría haber previsto que algún día todo el mundo consideraría toda el área de Afganistán y Pakistán como la misma zona de conflicto.
Desde la perspectiva de al-Qaeda
Los combatientes no habían previsto una operación tan rápida en el área y fueron totalmente sorprendidos. La cantidad de bajas de las fuerzas de seguridad son mínimas. En la mayoría de las áreas, los combatientes están en fuga o sitiados por las fuerzas de seguridad. En algunos casos, utilizan a la población civil como escudos humanos.
Según la gente del lugar, los transportistas han aumentado el precio de los pasajes en autobús por un solo asiento de 700 tupias (8,70 dólares) a 7.000 rupias. La gente ha abandonado sus pertenencias y casas mientras huye a otras ciudades buscando refugio. Un semejante éxodo masivo no ha sido visto en la región desde la invasión rusa de Afganistán a fines de los años setenta.
Ahora bien, para Pakistán desbaratado económicamente el mayor desafío es la administración de los refugiados. Hasta ahora no se ha visto a ningún partido político en las áreas afectadas. La única ONG activa en la operación de ayuda es Al-Khidmat, un ala del partido islámico Jamaat-e-Islami Pakistan. La cantidad de gente desplazada probablemente aumente a hasta 1,5 millones en los próximos días. Los fondos totales destinados por el gobierno hasta ahora son 200 millones de rupias (de un total de 1.000 millones de rupias anunciado por el primer ministro). Esto significa aproximadamente 133 rupias por persona, apenas suficiente para la alimentación de un día.
Las quejas ya han comenzado, y es probable que la situación empeore en las próximas semanas. Como en el pasado, la gente puede culpar al gobierno por la situación, no a los talibanes.
Los talibanes pueden simplemente huir de Swat, como lo hicieron a fines de 2007, y reagruparse en diferentes sitios para aprovechar la caótica situación. No debiera ser un problema ganar varios miles de nuevos reclutas, especialmente si son atraídos por remuneraciones mensuales y otras prestaciones. Los talibanes pueden generar fácilmente recursos mediante robos y rescates. Dentro de algunos meses, los talibanes estarán en condiciones de formar nuevas brigadas de guerrilleros.
Como grandes cantidades de personas viajarán a destinos como Islamabad y Lahore, las tensiones étnicas se exacerbarán ya que la gente en el Panyab ya recela de los talibanes y han comenzado a sospechas de todos los pastunes.
En medio de los ataques militares, un segmento religioso anti-talibán aumenta su resistencia contra los combatientes. Cuando los talibanes se reconstituyan probablemente devolverán el golpe, matando a sus oponentes como lo han hecho en el pasado. Si eso llega a suceder, ni los sufís ni los chiíes tendrán mucho apoyo – ni de sus apoyos atemorizados ni del establishment militar.
Es la situación que al-Qaeda ha deseado desde hace mucho tiempo. Al-Qaeda realizó ataques sectarios contra mezquitas chiíes, supuestamente asesinaron a la primera ministra Benazir Bhutto, y atacaron sitios públicos con bombas. Pero no lograron romper la fibra nacional del país o crear suficiente caos en Pakistán como para atraer a las fuerzas de seguridad a múltiples frentes.
Ahora el gobierno lo ha hecho para ellos. Islamabad ha patrocinado una campaña militar que llevará una situación antes aislada a otras partes del país. El anterior temor de una «talibanización» de Pakistán podría llegar a ser realidad.
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Syed Saleem Shahzad es jefe del buró Pakistán de Asia Times Online. Para contactos, escriba a: [email protected].
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