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Teherán

Fuentes: La Voz de Galicia

HE VENIDO a Teherán, invitado por el Ministerio de Cultura, a participar en un coloquio sobre Arte y globalización . Me acompañan dos de los principales filósofos franceses contemporáneos, Jean-Luc Nancy y Bernard Stiegler. Los tres hemos sido amigos del gran pensador Jacques Derrida, fallecido hace poco, y a quien este coloquio está dedicado. Es […]

HE VENIDO a Teherán, invitado por el Ministerio de Cultura, a participar en un coloquio sobre Arte y globalización . Me acompañan dos de los principales filósofos franceses contemporáneos, Jean-Luc Nancy y Bernard Stiegler. Los tres hemos sido amigos del gran pensador Jacques Derrida, fallecido hace poco, y a quien este coloquio está dedicado.

Es la primera vez que visito Irán, país que se ha convertido en el centro del interés internacional después de que el presidente Bush lo integrara en el eje del mal y que la nueva secretaria de Estado, Condoleezza Rice, lo calificara hace poco de «bastión avanzado de la tiranía» en el mundo. Estados Unidos e Israel sospechan que Irán está tratando de dotarse del arma atómica y amenazan con intervenir, de manera preventiva, para destruir las plantas industriales donde se supone que se elaboran armas de destruccion masiva .

Muchos observadores ven repetirse el trágico guión que condujo a la guerra de Irak. El periodista Seymour Hersh reveló en el New Yorker , el 16 de enero pasado, que comandos de fuerzas especiales ya están operando en el interior de Irán para identificar unos cuarenta objetivos que podrían ser destruidos por ataques de alta precisión dentro de poco.

Los interlocutores con los que conversamos en Teherán, tanto autoridades como opositores, insisten en que Irán ha firmado el tratado de no proliferación nuclear y que su programa es pacífico. Nos precisan que el objetivo es colocarse entre las grandes potencias tecnológicas y que ello no es posible sin el dominio de la tecnología nuclear. Hay cierto orgullo en esas declaraciones, y se entiende porque estamos en un país que fue, antaño, el gran imperio persa que tanto aportó al mundo. Un amigo profesor me recuerda que una serie de palabras nuestras son de origen persa, por ejemplo: azul, persiana, caravana, diván, aduana, quiosco, naranja, chal, pistacho, etcétera. Y que árboles tan comunes en nuestros paisajes como el castaño o el nogal vienen también de Persia.

Ceno en casa de unos amigos y me comentan que el régimen islamista instaurado por el imán Jomeini en 1979 se halla sin resuello. Las mezquitas están aquí más vacías que en ningún otro país islámico. Me sirven un vaso de vino tinto, lo cual me sorprende porque toda bebida con alcohol está prohibida excepto para los cristianos -existe una minoría armenia-, que no pueden, bajo sanción severa, dar o vender bebidas alcoholizadas a los musulmanes. Mis amigos me explican que una de las formas de resistir contra la opresión dominante consiste en fabricar de modo artesanal su propio vino.

Miles de iraníes lo hacen. Compran uvas (las excelentes cepas de variedad syrah son de origen persa, de la maravillosa ciudad de Shiraz) y, en la clandestinidad de los sótanos de sus casas, trituran los racimos, añaden levaduras, dejan después reposar en cubas, y tras el envejecimiento proceden a embotellar el vino. Éste que probamos es de la cosecha 2004, posee un sabor a vino nuevo y recuerda el que se bebe en algunos pueblos de Galicia a mediados de noviembre, producto de las vendimias de septiembre. Además, es un gesto simbólico de resistencia que le añade más picardía.

Me cuentan cosas absurdas de la teocracia. Por ejemplo, si algún suscriptor iraní recibe una revista del extranjero, ésta debe pasar por una oficina del pudor donde se verifica si hay alguna imagen de mujer mostrando alguna parte de su cuerpo que no sea el rostro. Así se han creado despachos donde el personal -sólo mujeres pues ningún hombre, ni siquiera un censor, debe ver la desnudez- revisa, página por página, cada publicación que llega al país, y con un grueso carboncillo va emborronando brazos, escotes, piernas y cabellos de todas las mujeres representadas en las publicidades o las ilustraciones.

Hay en esta kafkiana burocracia del pudor cierta delicadeza, ya que la revista emborronada llega a su destinatario. Pero a éste se le recuerda así que el poder, en la sombra, controla su mirada y le prohíbe ver.