Se equivocan como nunca los que creen que con impedir a Rusia asistir a los juegos de invierno en Pyeongchang, Corea del Sur, van a detener su marcha hacia adelante, porque, como sostuvo el Presidente Vladímir Putin al anunciar su participación en las elecciones presidenciales de la Federación Rusa en marzo de 2018, «en este […]
Se equivocan como nunca los que creen que con impedir a Rusia asistir a los juegos de invierno en Pyeongchang, Corea del Sur, van a detener su marcha hacia adelante, porque, como sostuvo el Presidente Vladímir Putin al anunciar su participación en las elecciones presidenciales de la Federación Rusa en marzo de 2018, «en este avance nadie la va a parar (a Rusia) jamás.» Contra este carismático líder han enfilado toda su artillería pesada en esta guerra híbrida declarada a Rusia, en otro intento de aislarla, y en la que sólo han cosechado desastrosos fracasos. Ese odio no es gratuito, cuando creyeron eliminar a ese gigante y rico país, nunca antes derrotado, se dieron de bruces contra la roca sólida representada por sus habitantes, encabezados por el gobierno de Putin.
Es por eso que con su veredicto, el Comité Olímpico Internacional, COI, trata de impedir que la candidatura de Putin tenga el éxito arrollador que va a tener y queden últimos sus opositores, quinta columna del imperio. El injustificado informe de la Agencia Mundial Antidoping, WADA, en el que se basa la sentencia del COI, sostiene que el Estado Ruso permite en el análisis antidopaje un sistema que transforma un resultado positivo en negativo; en otras palabras, que Putin apoya a un sistema que manipula los controles antidoping.
Al disparar con la carabina de Ambrosio tratan de detener el renacer de Rusia, que su pueblo agache la cabeza y sea como son los de otros países del mundo, sus vasallos; tratan de que su ejemplo no sea seguido por otras naciones y líderes del planeta, que ahora ven la posibilidad de liberarse de la tutela imperial.
El imperio, no vencerá. María Zajárova, representante del Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia, escribió sobre este informe: «¿Duele? Mucho. El alma y el corazón están ahora con nuestros atletas. ¿Sobreviviremos? Sí. Le pese a quien le pese, Rusia no ha sido doblegada ni con una Guerra Mundial ni con el colapso de la Unión Soviética ni con las sanciones». Es que, aunque parezca mentira, en la política internacional todo está concatenado, desde la subida de Hitler al poder, el apoyo a Franco en la Guerra Civil Española, las agresiones a la Unión Soviética, los golpes de Estados de derecha , el renacer del nazismo en Europa, el crimen organizado, el narco lavado, los genocidios más sangrientos, el exterminio irreversible de la naturaleza, el saqueo de las riquezas de los pueblos , la vulgarización de las bellas artes, la destrucción de las culturas ancestrales, la elección de Donald Trump, las fabulosas riquezas de los multimillonarios… hasta el antedicho informe del COI.
Al imponer esta insólita medida, lo que EEUU ha demostrando es que cuenta con una retahíla, aparentemente interminable, de chupamedias capaces de ejecutar todo lo que Washington ordena, incluida la canallada que acaban de realizar, frustrar el sueño de grandes deportistas que sacrificaron su vida en aras del deporte mundial, en un ataque sin precedentes a la integridad moral de un país entero. Pero mal paga el diablo a sus devotos, y así como ahora le pasan la mano por el dorso de la espalda, con el tiempo se conocerá de manera inevitable, narrada por los autores de la felonía actualmente enmascarada, los chantajes, las presiones, los trucos sucios, a los que estuvieron sometidos los miembros del COI para cometer la barrabasada que cometieron. Por lo pronto se conoce que los que los aplauden son los mismos que piensan beneficiarse del entuerto y ocultan que luego de los juegos Rio de Janeiro se descubrió que en Rusia hubo 54 casos de dopaje, en EEUU 6 53, en Francia 429, en A ustralia 369…
Nadie niega que en Rusia, igual que en el mundo entero, hubiera casos de dopaje, lo que es absurdo y criminal es que se aplique la responsabilidad colectiva, medida que no se ampara bajo ningún sistema jurídico conocido y a la que sólo recurrieron las Waffen SS, los órganos represivos de la Alemania Nazi. Peor todavía cuando, según Putin: «La mayoría de las acusaciones se basan en hechos no probados… Se basan principalmente en el testimonio de una persona cuyas actitudes morales y éticas, así como su estado mental, generan no pocas dudas». Se refiere a Grigory Rodchenkov, exjefe de la Agencia Rusa de Antidopaje, Rusada, laboratorio privado que dependía administrativamente de la WADA, por lo que sólo pudo recibir órdenes de eliminar las pruebas de dopaje sólo de algún funcionario de este organismo. Rodchenkov, sin embargo, sostuvo haber encubierto muestras positivas de atletas rusos en los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi 2014, bajo la supervisión del Ministerio de Deportes de Rusia y del Servicio Federal de Seguridad. Luego de que en noviembre del 2015 su empresa fuera suspendida por la WADA, dijo sentirse inseguro en Rusia y se refugió en EEUU, donde hizo estas malintencionadas declaraciones al ‘The New York Times’. Lo absurdo del caso es que fuera una comisión i ndependiente de la WADA, dirigida por el abogado canadiense Richard McLaren, la que d ier a por com probada la acusación de que en Rusia existe un extenso programa de dopaje, apoyado por el Estado. Sobre esta base, la WADA recomienda al COI castigar a los deportistas de toda Rusia. Buenos pupilos de los nazis resultaron ser McLaren, los miembros de la WADA y el COI.
Más que nada, porque como bien aclara Putin, el COI señala «que en Rusia no existía ningún sistema de apoyo estatal al dopaje», por lo que «si no hay apoyo estatal, ¿por qué no pueden competir bajo nuestros símbolos nacionales?… Castiguen a aquellos que tengan la culpa». No lo hacen porque es a usted al que pretenden castigar.
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