Cuando se cumple medio año del terremoto en Haití, ocurrido el 12 de enero, el proceso de reconstrucción está bloqueado. Miles de personas se ven aún obligadas a vivir en refugios improvisados pese a que las ONG intentan acelerar la construcción de edificios sólidos. La comisión encargada de la reconstrucción es criticada por reflejar los […]
Cuando se cumple medio año del terremoto en Haití, ocurrido el 12 de enero, el proceso de reconstrucción está bloqueado. Miles de personas se ven aún obligadas a vivir en refugios improvisados pese a que las ONG intentan acelerar la construcción de edificios sólidos. La comisión encargada de la reconstrucción es criticada por reflejar los deseos de los países donantes más que los de los propios haitianos.
Han pasado ya seis meses desde que el fatídico 12 de enero un terremoto sumió a Haití en el caos y lo dejó reducido a escombros. El seísmo causó 300.000 muertos y más de 1,5 millones de afectados que, todavía hoy, viven con la esperanza de la ansiada reconstrucción del país.
Tras estos largos seis meses todo sigue igual. Las mejoras han sido pocas o cuando menos, lentas. Toneladas de escombros siguen entorpeciendo el proceso de reconstrucción y los afectados continúan intentando subsistir como pueden. La gran mayoría de los supervivientes se ven obligados aún a vivir sin un refugio seguro, sin agua potable, sin electricidad ni cuidados médicos, tal como ha denunciado la ONG Save The Children.
Según explicó la semana pasada el senador estadounidense John Kerry, la reconstrucción está «bloqueada por la falta de material y la desorganización». El Gobierno haitiano aún no ha aprobado ningún plan concreto para la reconstrucción de las zonas más afectadas y sólo se ha recibido una mínima parte de la ayuda internacional prometida en un primer momento.
Los planes de reconstrucción, supervisados por la comisión dirigida por Bill Clinton y el primer ministro haitiano Jean-Max Bellerive, han sido también duramente criticados por ActionAid, organización con la que Ayuda en Acción trabaja en Haití, que los calificó el viernes como «fallidos» y «necesitados de un replanteamiento urgente». Es por ello que la gran mayoría de ONG coincide en lo difícil e injusto de la situación que se cierne sobre el país.
Asimismo, el director de ActionAid, Jean-Claude O. Fignolé, ha afirmado que la comisión especial que dirige la rehabilitación «refleja los deseos de los países donantes más que los de los propios habitantes del país». La organización ha hecho hincapié en la importancia de que los planes sean liderados por los propios haitianos, las víctimas del desastre.
Son miembros de esta ONG los que hoy en día trabajan en el apoyo sicosocial a los más afectados, en la construcción de refugios temporales y, junto a la compañía Nacional de Equipamiento y varios organismos internacionales, en la liberación de las vías de la capital haitiana, mediante el programa «Dinero por trabajo». Este programa ofrece la oportunidad a los haitianos de jugar un papel muy importante en la reconstrucción del país y tomar así parte activa en el proceso.
En total, alrededor de 2.800 personas han comenzado ya a trabajar en este programa. Los vecinos de las zonas más reciben cinco dólares al día por colaborar en la retirada de los veinte millones de metros cúbicos de escombros que cubren las calles de la capital, Puerto Príncipe, para liberar espacio y alojar así a los desplazados por el seísmo. Mediante esos ingresos, los trabajadores consiguen que, poco a poco, tanto sus familias como su país salgan adelante.
Mientras, las miles de personas que se vieron afectadas por el terremoto siguen viviendo en improvisadas carpas en parques y estancias al aire libre. «Me produce un sentimiento raro cuando bajo de la montaña Canapé Vert hasta el centro y veo un paisaje de carpas donde hubo antes espacio verde», recuerda Lise, una doctora que intenta sobrevivir en medio del caos. Aunque hay familias que han conseguido reparar los edificios dañados, son muchas más las que siguen sobreviviendo sin un techo firme en el que protegerse.
Las ONG ven como la necesidad más urgente la construcción de refugios provisionales, ya que, debido a la llegada de la temporada de huracanes, cualquier tormenta podría causar daños irreversibles.
Los supervivientes coinciden en que en seis meses no ha sucedido ningún cambio real. «Lo que iba mal entonces, ahora va peor», recalca Meryland, haitiano de 40 años que trabaja en un puesto callejero de fotografía.
Pese a que nada ha mejorado, la gran mayoría de los damnificados valoran positivamente el esfuerzo de las ONG que participan en la ayuda internacional, aunque los hay que afirman no haber recibido nada de lo que éstas trajeron, como es el caso de Meryland.
Por un futuro menos negro
La situación de los niños, es sin lugar a dudas, una de las más preocupantes. Tras seis meses, los retos para cubrir las necesidades de los más de 800.000 niños afectados y sus familias «siguen siendo enormes», según ha denunciado Unicef. Desde la catástrofe, 275.000 niñas y niños han sido inmunizados contra enfermedades que pueden evitarse con vacunas. También existen programas de nutrición para suministrar alimentos a menores con necesidades especiales.
La educación de los niños también sufrió un grave golpe tras el seísmo. Según ha subrayado Unicef, «antes del terremoto, menos de la mitad de los niños en edad escolar iban a la escuela». Ahora, la situación ha empeorado y, por ello, organizaciones como Unicef han ofrecido formación especial a profesores y han regalado material escolar. Mientras, escuelas temporales van poco a poco restableciendo la estabilidad en la vida de los niños con la esperanza de ofrecerles un futuro mejor.
Las agresiones sexuales contra las mujeres se han multiplicado
Seis meses después del devastador terremoto, las agresiones sexuales contra las haitianas se han multiplicado en el país caribeño, según denunciaron varias organizaciones humanitarias, que instan a crear centros especiales para atender a mujeres -y niñas- víctimas de violencia. «Es necesario tener un albergue (para ellas)», declaró Sian Evans, que dirige el grupo sectorial sobre Violencia de Género para Naciones Unidas.
Evans señaló que es necesario que estos centros tengan «un personal cualificado para acompañar a las mujeres en el proceso», tanto en el ámbito de la salud como de la justicia.
Al hacer balance de la violencia contra las mujeres tras cumplirse seis meses del seísmo, indicó que, aunque no dispone de estadísticas -desaparecieron con el terremoto al colapsar el Ministerio de Asuntos Femeninos-, la violencia contra las mujeres se ha incrementado en el país. Afirmó que «es un problema muy importante que se recrudece» y muchas de cuyas víctimas no lo denuncian.
«Cualquiera que sea la cifra, un caso más es demasiado», apuntó por su parte Mélanie Megevand, coordinadora sobre el terreno para el Comité de Refugio Americano (ARC).
Evans subrayó que en momentos de crisis humanitarias, cuando las mujeres se hallan en una situación más vulnerable, «las violencias sexuales son casos inevitables», pero denunció la impunidad. Señaló, además, que la situación aún más vulnerable de las mujeres de clases más bajas, que pueden ser víctimas de explotación sexual a cambio de alimentos.
Fuente: http://www.gara.net/paperezkoa/20100713/210023/es/Todo-son-escombros-Haiti-antes-despues-seismo/