La muerte de Christophe de Margerie, Presidente y Director General del grupo Total, el 20 de octubre de 2014 a consecuencia de un accidente de avión, ha sido el motivo de un coro casi unánime de alabanzas dirigidas tanto a su persona como a la multinacional que dirigía. Para nosotros, será la ocasión de detenernos en las actividades de este grupo empresarial, antes y durante la presidencia del Sr. de Margerie. Será, asímismo, el pretexto que aprovecharemos para volver sobre algunos conceptos de base ignorados por el discurso periodístico: imperialismo, capital financiero, etc. Más allá de la desinformación mediática y basándonos tanto en estos conceptos como en algunos hechos concretos, el petróleo y el gas Total se presentan especialmente manchados de la sangre de las víctimas del imperialismo francés.
La herencia de Total
Escuchando los medios de comunicación clásicos, las alabanzas hacia Christophe de Margerie son casi unánimes. François Hollande subraya que «defendía con talento la excelencia y el éxito de la tecnología francesa en el extranjero (1)«. Manuel Valls, Emmanuel Macron y Jean Pierre Chevènement lo califican de «gran capitán de la industria (2)«. Palabras similares son las pronunciadas por la derecha, por ejemplo Nicolas Sarkozy, que considera al Presidente General de Total como «un hombre que había hecho más sociable la globalización (3)«, o las realizadas en el MEDEF (la patronal de las empresas francesas) por Pierre Gattaz que se inclina ante «el visionario (4)» , etc.
Asumiendo la dirección del Grupo Total en 2007, Christophe de Margerie se puso a la cabeza de una multinacional con una larga y abultada trayectoria que no es vano recordar. El antecesor de Total es la Compañía Francesa de Petróleo, creada en 1924 para la explotación del petróleo de Oriente Medio, la cual diversifica progresivamente sus actividades ampliándolas al gas y también al refinado, a la distribución y a la química, implantándose en más de 130 países. La Compañía se convierte en Total-CFP en 1985, más tarde, en 1991, en Total, Totalfina en 1999 tras su fusión con Petrofina y, finalmente, en Total-Fina-Elf después de la fusión con Elf Aquitania. La multinacional francesa forma parte de las «majors«, es decir, de las seis compañías petroleras privadas más grandes del mundo. Con una cifra de negocios de 288,88 billones de dólares y un beneficio de 11,20 billones de dólares en 2013, ocupa el undécimo lugar en la categoría de las 500 empresas más importantes de la revista Fortune (5). Pero la herencia de Total no se limita a estas cifras impresionantes. Se encuentra asimismo en los acontecimientos políticos en los que la empresa ha estado involucrada. Pondremos algunos ejemplos de esta herencia política, comenzando por la actitud del grupo hacia los regímenes racistas de Sudáfrica y Rodesia.
La CFP está presente en Sudáfrica desde 1956. Convertida en Total-CFP en 1989, la multinacional tiene intereses en el país del racismo oficial en el sector minero, en el del carbón, en el de la energía solar, en los ferrocarriles, en la distribución de gasolina con una red de 700 gasolineras, etc. Es además proveedora del ejército y de la policía sudafricana. Colabora con el régimen del apartheid hasta su caída, pudiendo eludir de esta forma el embargo petrolero acordado por la ONU en 1977.
«A la ida, desde luego, los oleoductos secretos sudafricanos transportan petróleo -subraya Franck Teruel en 1989- a la vuelta llevan uranio a Pierrelatte, vía Marsella. Ésto explica el porqué a Sudáfrica no le ha faltado nunca petróleo (6)«. Las asociaciones anti-apartheid apuntan directamente al grupo Total durante la década de los años 80. En 1986, Sophie Passebois titula, de manera elocuente, un dossier especial: Total: el carburante del apartheid (7). En la misma época, una veintena de asociaciones ponen en marcha una campaña con el lema «Para la retirada de Total de Sudáfrica y de Namibia», cuyo texto de convocatoria especifica: «Sudáfrica no tiene petróleo: es su talón de Aquiles. Sometida a un embargo petrolero, necesita la complicidad de las compañías petroleras occidentales como Total (8)«.
Los beneficios de Total de ese período están relacionados con los crímenes del apartheid en Sudáfrica y en Rodesia.
En la década de los 70 situamos las actividades de Elf, matriz de la multinacional, en Camerún. El asesinato de Um Nyobe por el ejército francés permitió la transición hacia un régimen neocolonial enteramente subordinado a París. El presidente Hamadou Ahidjo, apoyado por la metrópoli, pone en marcha una represión sangrienta de 1961 a 1971. La empresa Elf controla el sector petrolero y asegura un apoyo inquebrantable al dictador. «Elf Aquitania, promotor de fascismo (9)» es un título del escritor camerunés Mongo Beti. A Paul Biya, el sucesor de Ahidjo, lo respalda también la multinacional francesa. El antiguo director de «asuntos generales» de Elf reconoce que:
«Un día, fui recibido en la sede de la presidencia camerunesa por el presidente Paul Biya. El presidente necesitaba 45 millones para su campaña. Estábamos solos: estos tipos no se fían de nadie. Necesitan efectivo y que ese dinero no llegue a las manos de sus ministros de Economía. Por eso el grupo Elf crea paraísos fiscales que eluden cualquier control (10)«.
La situación es similar en la República del Congo, donde la multinacional apoya a Sassou-Nguesso. Este dictador debe su regreso al poder en 1997 a una guerra civil de cuatro meses financiada por completo por el grupo petrolero y gasístico. El periodista belga David Servenay afirma también que «los hombres de Elf financiaron el tráfico de armas al Congo-Brazzaville (11)«. El presidente de honor de la federación de las Ligas de Derechos del Hombre es todavía más explícito: «El petróleo amordazó la democracia. La sociedad Elf, convertida en Total con el apoyo total y cómplice de las autoridades francesas, maniobró entre bastidores para asegurarse la instauración de un poder congoleño tan condescendiente como comprometido (12)«. Podríamos haber citado así mismo la guerra de Biafra y el apoyo activo de Elf a la rebelión (13), o el Gabón de Omar Bongo (14).
En Camerún, en el Congo, en Nigeria o en Gabón, como en tantos otros países africanos, Total es un promotor de dictaduras y de dictadores.
La continuidad de Christophe de Margerie
La presidencia de Christophe de Margerie se sitúa dentro de la continuidad de las prácticas anteriores de la CFP y de Elf. El apoyo a la junta militar birmana comienza antes de de Margerie pero continúa durante su presidencia. Con todo, en el 2000 la Junta era objeto de críticas por parte de la Organización Internacional del Trabajo por la práctica de trabajos forzados calificada como «una forma contemporánea de esclavitud (15)«. La multinacional está presente en Birmania desde la firma, en 1992, de un contrato de explotación de un yacimiento de gas en el golfo de Martaban. Es además la principal inversora del país con el 31,24% del total de las inversiones (16). El grupo petro-gasístico no niega siquiera la existencia de trabajos forzados en su beneficio. En 2001 el presidente del «comité ético» de la empresa declaraba cínicamente: «Cuando un caso de trabajo forzado llega a nuestro conocimiento, nos esforzamos en hacerle llegar una compensación (17)«. Con de Marjorie, la presencia de Total se refuerza todavía más. El 3 de septiembre de 2012 el grupo empresarial anunciaba «haber adquirido el 40% de un bloque de exploración de hidrocarburos a la altura de Birmania (18)«.
Aún así, en 2007 el grupo empresarial declaraba que «Total no se retiraría de Birmania» aunque «invertir actualmente en ese país sería una provocación (19)«. Es cierto que desde 2011 el gobierno birmano ha mostrado una apariencia más presentable mediante la instauración de un «gobierno civil». Pero los militares continúan ocupando el 25% de los sillones del parlamento y controlan los sectores clave de la economía. Los beneficios de Total, antes y después del nombramiento de Christophe de Margerie, huelen también a esclavitud contemporánea.
En Nigeria, Total desarrolla sus actividades expulsando a varias decenas de millares de campesinos de la comunidad EGI de sus tierras en el Estado Rivers (20). Por otra parte, el grupo petrolero fue nominado en 2014 por un colectivo de ONG para el premio Pinocchio con el comentario siguiente: «En Nigeria Total ha logrado imponer su imperio dividiendo a las comunidades locales y multiplicando los programas «RSE» (Programas de sostenibilidad y responsabilidad social empresarial) para esconder mejor el desastre ambiental y la apropiación de tierras provocados por sus proyectos petroleros y gasísticos (21)«. El premio fue otorgado a la empresa por haber llevado a cabo la política más agresiva en términos de apropiación, de sobreexplotación o de destrucción de recursos naturales. El grupo petrolero puede jactarse de haber sido nominado a menudo. Como en 2008, en la categoría «manos sucias, bolsillos llenos» y en la de «más verde que verde». En 2009 lo fue en la categoría «Uno para todos, todos para mí» y «manos sucias, bolsillos llenos». Total, bajo la dirección de Christophe de Margerie, debe una parte de sus beneficios a la expulsión de los campesinos de sus tierras, como en los buenos tiempos de las colonias.
Por su parte, la precipitación del gobierno francés en su intervención en Libia sólo puede ser relacionada con los resultados de la guerra: «¿Quién vino a Bengasi entre los primeros franceses que fueron a principios de marzo a animar a los rebeldes libios? Un representante de Total. Y hoy la empresa puede frotarse las manos: la prisa del Elíseo tanto por reconocer al CNT como por defender la intervención militar hizo que el grupo empresarial vuelva a gozar del favor del futuro régimen», señala acertadamente el periódico L’Humanité el 24 de agosto de 2011.
Por otro lado, el entonces ministro de Asuntos Exteriores fue transparente sobre los objetivos reales de la guerra: «Se nos dice que esta operación en Libia es cara, pero también lo es una inversión para el futuro (22)«. Finalmente, el periódico Libération, en su edición del 1 de septiembre de 2011 (23), se hacía eco de una carta del Consejo Nacional de Transición prometiendo el 35% del crudo libio al Estado francés.
Un país sumido en el caos total y, al menos, 60.000 muertos: éste es el coste de los intereses de Total bajo la dirección de de Margerie en Libia.
Dejemos de lado la enumeración anterior. Podríamos haber señalado la coincidencia entre el descubrimiento en la cuenca de Taoudenni (a caballo entre Argelia, Mauritania y Mali) de importantes reservas de petróleo y la intervención francesa en Mali o también la coincidencia entre unos contratos firmados con China para la explotación del petróleo centroafricano y la intervención francesa en ese país. El periódico Le Canard Déchaîné comenta así la coincidencia maliense:
«Si damos crédito a una fuente, mantenida en el anonimato, el Grupo francés Total estaría explorando las cuencas petroleras de Taoudéni con la «autorización» de las autoridades malienses. Por parte del ministerio de Minas el silencio es ensordecedor. La pregunta, considerada molesta, se pasa simplemente por alto. Por doquier la respuesta consiste en la misma cantinela: » ¡No tenemos conocimiento de ello!».
Mientras que Taoudéni era objeto de una intervención militar, el 11 de enero de 2012, para frenar el avance de los jihadistas hacia el sur, se le concedieron a Francia licencias de exploración, incluso de explotación, de su cuenca petrolera. Sin tener que desembolsar ni un solo euro. Al contrario que las multinacionales debidamente acreditadas. Y, hecho aún más grave, sin informar a los malienses, propietarios legítimos de los yacimientos. «¡Sólo nos lamentamos de haber elegido a Francia cuando ya es demasiado tarde!! (24)«.
Otro maliense adepto a las teorías del complot, dirán los creadores de opinión.
Todos los días lavo mi cerebro con la tele.
Cuestiones de vocabulario
Claro que Christophe de Margerie no es el núcleo del problema. Él era simplemente un instrumento competente al servicio de intereses más poderosos: los de los accionistas del grupo Total. Observemos, pues, más de cerca al grupo y a sus accionistas. Basta acordarse de los nombres sucesivos del grupo petrolero para comprender el carácter monopolista de Total. Las fusiones sucesivas con Elf-Aquitania y con Petrofina, alentadas por el Estado, sitúan al grupo Total como monopolio en el sector petro-gasístico francés con, para el año 2013, 104 billones de euros de capitalización bursátil (primer lugar de capitalización del CAC 40), una cifra de negocios de 189,542 billones de euros y un resultado de 8,44 billones de euros 25. La primera característica del grupo Total es, por tanto, su carácter de monopolio.
Concentrémonos ahora en los accionistas. Recordemos que la creación de la Compañía Francesa de Petróleo (CFP) en 1924, precedente de Total, se debe al Banco de París y de los Países Bajos (precedente, a su vez, del actual BNP-Paribas). Al mismo tiempo, el primer banco francés es uno de los líderes del mundo en el negocio de las materias primas y, en particular, del petróleo y del gas, y un socio privilegiado de Total. Para entrar a formar parte de su capital el grupo Total aconseja a los candidatos dirigirse a su «establecimiento financiero intermediario, BNP Paribas Securities Services (26)«. Es el banco acreditado por Total cuando la empresa quiere comprar o vender un yacimiento, como en septiembre pasado cuando vendió el yacimiento nigeriano de Usan (27).
Los intereses de los dos gigantes están indisociablemente unidos e ilustran lo que Hilferding y Lenin denominaban ya en su época el capital financiero: la «fusión o imbricación de los bancos y de la industria, que es la historia de la formación del capital financiero y el contenido de este concepto (28)«. La primera característica del capital de Total es, por tanto, la de ser un capital financiero.
En cuanto a los beneficios de Total, éstos se acercan a lo más alto desde hace muchos años: 13,9 billones de euros en 2008, 7,8 billones en 2009, 10,28 billones en 2010, 12,3 billones en 2011, 10,7 billones en 2012. La utilización de estos beneficios es, por sí misma, significativa. Total pagó a sus accionistas 34 billones de euros entre 2005 y 2010, es decir, el 45% de media de sus beneficios. Además, el grupo no pagó ningún impuesto sobre sus sociedades en Francia en 2010 y solamente 900 billones en 2013. Tanto con respecto al importe de sus beneficios como al de sus tipos de interés, lo que plantean sus accionistas es, sobre todo, la exigencia de un beneficio máximo.
Monopolio, capital financiero y beneficio máximo. Estas tres características se parecen sorprendentemente a lo que Lenin llamaba imperialismo. Es verdad que la ofensiva ideológica de las clases dominantes conlleva la invención de una jerga liberal, repetida en eco y en coro por los periodistas de los medios de comunicación tradicionales: clase social se convierte en categoría social, conquista social se transforma en logro social y el gestor del imperialismo que era de Margerie se convierte en «capitán de industria».
Christophe de Margerie no despierta en nosotros ninguna compasión. Reservamos nuestra tristeza y nuestros pensamientos para las numerosas víctimas de la carrera desenfrenada por los beneficios que provocan las guerras del gas y del petróleo, y que se suceden las unas a las otras.
Notas:
1 François Hollande, comunicado de la Presidencia, AFP del 21 de octubre de 2014.
2 Manuel Valls, comunicado del primer ministro del 21 de octubre de 2014 ; Emmanuel Macron en France 2 el 21 de octubre de 2014 ; Jean Pierre Chevènement en la AFP el 21 de octubre de 2014.
3 Nicolas Sarkozy, BFM-TV del 21 de octubre de 2014.
4 Pierre Gattaz, comunicado del Medef del 21 de octubre de 2014.
5 La Tribune del 8 de julio de 2014.
6 Franck Teruel, Les Pipe-lines secrets, in apartheid : anatomie d’un crime d’État, Différences, revista del MRAP, nº especial apartheid, diciembre 1989, p. 44.
7 Sophie Passebois, Total : Le carburant de l’apartheid, Apartheid Non, nº 64, 1986.
8 Desplegable de la Campaña nacional para la retirada de Total-CFP de Sudáfrica y de Namibia.
9 Mongo Beti, Lila Chouli, Mongo Beti à Yaoundé, Peuples Noirs, Paris, 2005, p. 315.
10 Alfred Sirven, Pasquac’estFouché, Bakchich, 4 agosto 2008.
11 David Servenay, Le soir de Bruxelles del 20 de marzo de 2001.
12 Patrick Baudouin, prefacio del libro de Yitzhak Koula, Pétrole et violences au Congo-Brazzaville : les suites de l’affaire Elf, L’Harmattan, Paris, 2006, p.5.
13 François-Xavier Vershave, Chapitre Biafra pétrolo-humanitaire, La Françafrique : le plus long scandale de la République, Stock, Paris, 1998, pp. 137-153.
14 Pierre Péan, Nouvelles affaires africaines : Mensonges et pillages au Gabon, Fayard, Paris, 2014.
15 BIT Genève, informe del director general, ejecución del programa de la OIT 2002-2003, Ginebra, 2004, p. 93 y 94.
16 Jean-Claude Pomonti, Le Monde del 16 de noviembre de 1996.
17 Enrich Inciyan et Jean-Claude Pormonti, Kouchner, Total et la Birmanie, Le Monde del 6 de enero de 2004.
18 Despacho de la AFP del 3 de septiembre de 2012.
19 Christophe de Marjorie, entrevista en Le Monde del 6 de octubre de 2007.
20 Jean-Philippe Demont-Pierot, Total(e) impunité, Respublica, Paris, 2010. p. 163.
21 Prix Pinochio, Livret de présentation des cas 2014, p. 4.
22 Alain Juppé, declaración en RTL, 1 de septiembre de 2011.
23 Vittorio de Filipis, El acuerdo secreto entre el CNT y Francia (Traducción), Libération del 1 de septiembre de 2011.
24 Oumar Babi, La France exploit-t-elle le bassin du Taoudéni ?, Le Canard Déchaîné del 22 de octubre de 2014.
25 Consultable en la página web de Total : http://www.total.com/fr/groupe/vue-ensemble/chiffres-cles?%FFbw=kludge1%FF.
26 Total, Pasos a seguir para convertirse accionista de Total, consultable en la página web de Total : http://www.total.com/fr/actionnaires/devenir-actionnaire?%FFbw=kludge1%FF.
27 Reuter France del 16 de septiembre de 2014.
28 Lenin, L’impérialisme stade suprême du capitalisme, Éditions Sociales, Paris, 1969, p. 58.
Traducido del francés por Begoña Gala para Investig’Action.
Fuente original: http://michelcollon.info/Total-et-de-Margerie-du-petrole-et.html?lang=fr