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Tratamiento del terremoto de Haití en los medios de comunicación en los últimos días: justificación de la barbarie

Fuentes: Rebelion

Como el propio Pascual Serrano comentó hace unos días en su artículo «Y Haití fue noticia», los medios comienzan a retirarse del escenario en sí de la noticia, si es que alguna vez estuvieron. Todo lo que no suponga imágenes impactantes de muertos, mutilados, gritos y llantos, muertos apilados, revueltas, agresiones de cualquier tipo… no […]

Como el propio Pascual Serrano comentó hace unos días en su artículo «Y Haití fue noticia», los medios comienzan a retirarse del escenario en sí de la noticia, si es que alguna vez estuvieron.

Todo lo que no suponga imágenes impactantes de muertos, mutilados, gritos y llantos, muertos apilados, revueltas, agresiones de cualquier tipo… no vende. Los reporteros comienzan a desfilar y, micrófono y cámara en mano, a esperar otra catástrofe en algún lugar del mundo.

Y, como Serrano, me pregunto si alguna vez estuvieron en el lugar de la noticia. Pero no sólo me refiero al lugar físico, sino también al lugar histórico, al político, al económico, al social y al sentimental. En definitiva, a todo aquello que conforma la verdadera idiosincrasia de un lugar y sin cuya contextualización resulta imposible comprender la situación presente.

Y ante esta pregunta lo tengo claro. No, los reporteros nunca han estado en Haití. Han estado en los saqueos, en la ayuda que enviarían los países europeos, en los bomberos españoles, o en el buque hospital de Estados Unidos (ni siquiera en los cuatro buques de guerra de ese mismo país), en los muertos apilados… En todo menos en los mismos haitianos con su presente y su pasado a cuestas y con su dolor y con su hambre y con su sentimiento de culpa y de soledad y de abandono.

Ahora que todo lo que puede mostrar una cámara va desapareciendo, se retiran a las voces oficiales de despachos que deciden sobre Haití sin la voluntad de los propios haitianos. Esas voces que confirman los comentarios que realizó para rebelion.org el 30 de enero el documentalista haitiano Jean Lavasse cuando hablan de un traslado de la ciudad a otro lugar del país:

«Además, el terremoto ha provocado un éxodo voluntario de los habitantes de Port-au-Prince, lo que deja el campo libre para destruir las ruinas de la capital y, por qué no, para perforar el suelo… En otras circunstancias, si hubieran pedido a los habitantes que se fueran al campo se habría considerado un genocidio. La catástrofe aparece como una oportunidad para los imperialistas porque permite desplazar otra vez la capital».

Ahora bien, para justificar tal decisión, los telediarios de diferentes canales usan magistralmente una serie de argumentos éticos: los pilares de las construcciones son muy malos porque hasta ahora se construía muy rápido con materiales de baja calidad; los escombros actuales retrasarían la reconstrucción al menos seis meses; además, nunca se hicieron estudios de campo que hubieran desaconsejado construir en esa zona por estar justo sobre una falla; por eso debemos trasladar la capital, para construir, con buenos materiales, sobre una zona segura.

Y me vuelvo a hacer otra pregunta: y el argumento ético sobre la deuda externa ¿no justificaría el uso de materiales de baja calidad? Esa deuda apoyada por EEUU y Europa y cuyo dinero se encuentra en paraísos fiscales europeos gracias al saqueo de la familia Duvalier.

Y cabrían muchas más preguntas: ¿quién será el encargado de volver a construir la capital? ¿empresas constructoras estadounidenses? ¿No resultará que gran parte del dinero de la ayuda concedida por los habitantes pudientes y no tan pudientes de todo el mundo servirá para engordar los beneficios de estos «reconstructores»? En definitiva, ¿no estaremos pagando un éxodo?

Esto solamente, por no añadir los argumentos de la utilidad que nos llevarían de forma mucho más directa a:

– una más fácil y rápida extracción del petróleo que se encuentra bajo los escombros.

– una posición predominante en el Caribe desde la cual se vislumbra un horizonte de «ensueño americano»: Venezuela a un lado, al otro Cuba, y allá a su frente… Honduras.

Si vemos el mapa de la zona, podemos comprobar cómo Cuba y Venezuela han quedado encajonadas entre los soldados y los buques estadounidenses que casi pisan sus aguas internacionales. Hiatí es el punto perfecto para dominar los intereses estadounidenses actuales en el Caribe: Cuba queda ahora mismo entre Haití y Florida; Venezuela se sitúa entre Colombia, Puerto Rico y Haití. El próximo objetivo, al frente, para obtener el control absoluto de la América central continental, Honduras, que recientemente sufrió otro intento de golpe de Estado.

Pero en fin, esto no viene más que a confirmar mi anterior artículo sobre los elementos contextuales que se antojan necesarios para poder comprender la estrategia bélico-energética estadounidense en la zona.

http://dadacotilla.spaces.live.com

Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.