Se ha recordado en estos días que, durante su campaña presidencial de 2016, el actual inquilino de la Casa Blanca, visitó el Pequeño Haití en Miami, un bastión de la comunidad haitiana, y le dijo a una pequeña congregación: «De verdad quiero ser su defensor más grande». Una promesa negada tres veces, como demuestran los […]
Se ha recordado en estos días que, durante su campaña presidencial de 2016, el actual inquilino de la Casa Blanca, visitó el Pequeño Haití en Miami, un bastión de la comunidad haitiana, y le dijo a una pequeña congregación: «De verdad quiero ser su defensor más grande».
Una promesa negada tres veces, como demuestran los hechos.
No solo por su discriminatoria pregunta «¿Por qué estamos recibiendo a toda esta gente de países de mierda (shitholes)?», durante un debate en la Casa Oval sobre el estatus especial de inmigración otorgado a personas de países como Haití, El Salvador y otros países africanos.
En noviembre pasado su gobierno decidió terminar con el Estatus de Protección Temporal para casi 60.000 haitianos, la mayoría de los cuales habían arribado a los Estados Unidos después del devastador terremoto del 2010 y que les permite vivir y trabajar en Estados Unidos. Resolución que los sitúa en riesgo de ser deportados a partir de julio de 2019 [1].
Luego en un informe de diciembre, Trump afirmó que «todos los haitianos tienen SIDA», y, semanas después, removió a Haití de una lista de países admisibles para obtener un pequeño número de visas temporales y tener empleos estacionales o agrícolas. El gobierno citó, entre otras de las razones de esta última decisión, el historial que tienen los haitianos de quedarse más tiempo del que indican sus visas [2].
Hechos que demuestran el racismo carnal y la xenofobia medular del presidente de la «Roma Americana». Sellos de su comportamiento que ni intentándolo, los alcanza borrar o diluir siquiera.
De modo, que en el mismo tuit del 12 de enero donde dice: «Nunca he dicho nada despectivo sobre los haitianos» y «Nunca dije ‘llévenselos'» [3], continúa «metiendo la pata» al afirmar que solo había dicho que era, «obviamente», «un país muy pobre y problemático».
Si entendemos como Frantz Fanon que «El racismo es una jerarquía de dominación de superioridad/inferioridad sobre la línea de lo humano» y que esta esta jerarquía «puede ser construida/marcada de diversas formas» [4], es lógico suponer que la entronizada «superioridad» del magnate-presidente, le impedirá por siempre que tenga «una relación maravillosa con los haitianos», como con los salvadoreños y los africanos.
Ni aun conociendo el aporte de Saint-Domingue a la preconizada por él grandeza de los Estados Unidos.
Tampoco valorará en su justa medida cuanta responsabilidad histórica tiene el Imperio que hoy preside y las demás potencias occidentales con la pobreza del sufrido Haití. Acrecentada por los últimos desastres naturales, inclemencias climatológicas y epidemias.
Trump no quiere inmigrantes, y de haberlos que sean blancos y europeos. Esa es su «estirpe» y su «marca».
Notas:
3. https://actualidad.rt.com/
4. Tomado de Grosfoguel, Ramón, El concepto de «racismo» en Michel Foucault y Frantz Fanon…, en: http://www.redalyc.org/
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