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Dossier especial sobre la IV Jornada cubana contra la homofobia

Una ley para todas las familias

Fuentes: SEMlac

Si finalmente se aprobara en Cuba una ley que legalizara las uniones entre personas del mismo sexo, aún pendiente de discusión en el parlamento, Luis Enrique Mederos estaría entre quienes no dudarían en beneficiarse con esa posibilidad. «No es solo una aspiración para que se reconozcan como válidas las relaciones entre personas homosexuales, es también […]

Si finalmente se aprobara en Cuba una ley que legalizara las uniones entre personas del mismo sexo, aún pendiente de discusión en el parlamento, Luis Enrique Mederos estaría entre quienes no dudarían en beneficiarse con esa posibilidad.

«No es solo una aspiración para que se reconozcan como válidas las relaciones entre personas homosexuales, es también una necesidad para garantizar su protección patrimonial», aseguró a SEMlac este diseñador gráfico de 42 años, residente en la capital cubana.

Legalizar una relación que ya remonta unos 10 años sería la única posibilidad que tendrían Mederos y su pareja para que uno de los dos pudiera heredar y disponer, en caso necesario, de los bienes materiales que han ido creando juntos en años de trabajo y convivencia.

«Sería también una forma de ayudar a la aceptación en las familias y la sociedad», agrega Mederos, para quien ese reconocimiento legal funcionaría también, de algún modo, como un amparo social.

Aunque no está escrito ni prohibido en ninguna parte, él ha vivido la experiencia, por ejemplo, de que su pareja no fuera bien recibida en el hospital, alguna vez, cuando debió estar internado. «No me lo dijeron directamente, pero me sugirieron que fuera a cuidarme alguien de mi familia, ¿es que acaso mi pareja no es la familia que elegí?, ¿quién mejor para cuidarme que la persona que vive conmigo?», se pregunta.

Con criterios a favor y en contra, el tema del respeto a la diversidad sexual ha irrumpido con fuerza, una vez más, en las calles y conversaciones cotidianas por esta isla del Caribe, mientras se hace más visible la comunidad de gays, lesbianas, trans y bisexuales (LGTB), en medio de la Cuarta Jornada nacional contra la homofobia.

Con posturas encontradas y por ratos radicales, emergen argumentos como que las relaciones entre personas del mismo sexo pueden existir, pero no hay por qué estimularlas ni estarlas exhibiendo, si hasta ahora «han permanecido en la intimidad y no han hecho falta en la calle», como comentó a SEMlac un joven universitario.

Mientras en la isla caribeña este sigue siendo un tema en discusión y que encuentra no pocas resistencias, el 6 de mayo último fue reconocido en Brasil el derecho a la unión civil. Ese país se agregó a Colombia, Ecuador y Uruguay, entre las naciones latinoamericanas donde gays y lesbianas tienen derecho a la unión, así como a las iniciativas previas de Argentina y el Distrito Federal de México, que han reconocido el matrimonio homosexual.

Sin noticias concretas aún sobre el curso que llevará la propuesta legislativa en Cuba, especialistas y activistas de la comunidad de lesbianas, gays, trans y bisexuales (LGTB) abogan no solo por divulgar más los pormenores de tales modificaciones, sino porque se entienda el valor humano que encierran.

«Los cambios propuestos al Código de Familia en Cuba no benefician solamente a grupos y personas específicas», precisó durante una disertación, a mediados de abril, Zulendrys Kindelán, jurista del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex). «No se trata entonces de promulgar una ley aparte para la comunidad LGTB, sino de un Código para todas las familias», sostuvo.

Promovido por la Federación de Mujeres Cubanas y la Unión de Juristas de Cuba, el proyecto de modificaciones ha contado con aportes de varias instituciones, incluidos centros de estudios de la Educación Superior, el Ministerio de Educación, el Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX), el Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas, el Centro de Estudios de la Mujer y las Casas de Orientación a la Mujer y la Familia.

Más allá de las propuestas alusivas a la diversidad sexual, entre las nuevas modificaciones se atempera el lenguaje a las exigencias de la Convención de los Derechos del Niño, se erradica la alusión a «menores de edad» por las de niñas, niños y adolescentes, que indica mejor las diferencias en etapas de desarrollo.

Igualmente se amplía el contenido de la patria potestad y se incluyen nuevos tipos; se elimina la preferencia por la madre para otorgar la guarda y cuidado en los casos de divorcios.

Además, se establecen derechos de comunicación familiar de abuelos, abuelas y otros parientes y se introducen nuevos títulos, como la asistencia a madres o padres en circunstancias especiales, la asistencia a personas adultas mayores y discapacitadas.

La idea es actualizar un Código de Familia que fue promulgado en 1975 y, en su momento, fue uno de los más avanzados de la región. «Las modificaciones relativas a la diversidad sexual e identidad de género abarcan solo un tercio entre importantes cambios que se proponen», precisó Kindelán.

En ese capítulo se ha incluido el reconocimiento legal a las uniones del mismo sexo y la referencia expresa de que la familia es el primer eslabón responsabilizado con garantizar el apoyo y protección a las personas LGTB, independientemente de su orientación sexual y su identidad de género, pues «es en la familia donde primero encuentran rechazo, en muchos casos, estas personas», comentó la jurista.

De aprobarse el código en esos términos, será ilícito o contrario de derecho el actuar de un padre que excluya de los aspectos familiares a su hijo, «porque no le gusta» o «es diferente».

«No es mi caso, pero todavía hay muchas personas que sufren el rechazo de padres, hermanos y otras personas de la familia», aseguró Mederos, activista del grupo Hombres por la Diversidad (HxD), quien recordó el caso de un padre arrepentido que acudió a esa agrupación intentando establecer el paradero de un hijo gay, al que había expulsado hacía dos años de su casa.

El proyecto legal no plantea el matrimonio homosexual, pues la intención no es agredir los cánones jurídicos establecidos, como la constitución, que fija el matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer. En materia de derecho, ninguna otra norma legal debe contradecirle.

En este caso se propone considerar legales las uniones de personas del mismo sexo, lo que significaría que, al tener efecto legal, a sus integrantes les corresponden todos los derechos que tocan igualmente a las uniones matrimoniales o legales, incluidos los personales y patrimoniales.

«No es cuestión de capricho, sino de derechos», opina Mederos, partidario, además, de que las leyes ayudan pero no bastan. «No creo que el cambio y la aceptación a nivel social sean tan rápidos: además de la ley se necesita tiempo, educar a las personas, convencerlas; llevará muchos años», asegura.

El código de familia tampoco resuelve el tema del cambio de identidad de las personas transexuales, incluidos sus documentos registrales, aunque sí las favorece al plantear como principio el respecto a su felicidad, con la familia como espacio de protección y soporte. En materia de adopción tampoco es específico mientras socialmente se mantiene una práctica de asociar el beneficio de los niños con la heteronormatividad.

No incluye, por otra parte, alusiones a los servicios de reproducción asistida, que en Cuba se avienen a criterios estrictamente a casos relacionados con patologías clínicas.

De cualquier modo, las leyes protectoras son muy necesarias, pero no suficientes. «No se trata de imponer sino de convencer. Aunque sea un camino largo, queremos llegar por convicciones, educar a la gente; y quienes legislan son parte de la población», aseguró la directora del CENESEX, Mariela Castro, al comentar el asunto durante la celebración de la IV Jornada Cubana contra la Homofobia.

«Este tema no lo va a resolver el Código de Familia, pero sin duda va a trazar, si se aprueba, una pauta muy importante en la sociedad», opina Mederos.

Diversidad sexual, telaraña de apoyos

Por Dixie Edith

 Las redes sociales por la diversidad, unidas a la labor de blogs, páginas webs y otras experiencias diversas son vitales para promover el respeto a la libre orientación sexual, coinciden activistas y protagonistas de estos empeños.

Como una gran telaraña de apoyos, el Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX) ha ido extendiendo lo que llama sus redes sociales a diversos espacios de la vida pública cubana, para difundir mensajes educativos, conectar a especialistas en sexualidad con personas enfrentadas a situaciones difíciles y abrir aún más el diálogo con el resto de la sociedad.

Los orígenes de estos espacios de activismo remontan al año 2002, cuando un grupo de lesbianas de Santiago de Cuba, actualmente conocidas como «Las Isabelas», se dirigieron a Mariela Castro, directora del CENESEX, solicitando orientación para lidiar con sus problemas, brindar consejería de salud sexual a sus integrantes y resolver otros problemas nacidos a calor de sus vidas cotidianas.

Desde entonces, otros dos grupos de mujeres lesbianas y bisexuales se han conformado en la isla: «Oremi», en La Habana, nacido en el año 2004 y «Fénix», en Cienfuegos, en 2008, que mantienen vínculos de trabajo con el CENESEX y la Federación de Mujeres Cubanas (FMC).

«Desde estas redes o grupos se promueven la creación de espacios amigables y se capacitan en diferentes temas de salud sexual sobre cómo enfrentar el estigma y la discriminación, elevar la autoestima y otros relacionados con sus propias realidades», explicó la psicóloga Nery Lázaro, actual coordinadora nacional de los tres grupos de mujeres lesbianas y bisexuales.

Pero, aprovechando las virtudes de la comunicación cara a cara o de la tecnología, pueden definirse ya varios otros grupos de activistas que han llegado para quedarse junto a los empeños emancipatorios del CENESEX.

Uno de los más activos, «Hombres por la Diversidad» (HxD), reconoce en su blog una abarcadora meta: «promover iniciativas educativas y la implementación de políticas para el reconocimiento y respeto de la libre orientación sexual e identidad de género como derechos humanos». «HxD se fundó en agosto de 2010 y tuvo por punto de partida una capacitación en derechos sexuales y derechos humanos impartida en el CENESEX a 12 hombres de diversas orientaciones sexuales», explicó a SEMlac el doctor Alberto Roque, coordinador del grupo.

A partir de una metodología participativa y de construcción del conocimiento, este grupo de varones diseñó un plan de acción que incluyó la propia HxD y otros objetivos que incluyen posteriores capacitaciones sobre diversidad sexual y el monitoreo de sucesos o acciones discriminatorias basadas en la orientación sexual e identidad de género.

También apostaron por impulsar acciones desde la comunicación y espacios públicos de discusión a favor del respeto a la diversidad sexual. «Sabemos que son objetivos bien ambiciosos pero dejamos que así fueran y los vamos encauzando por el camino», afirmó Roque. HxD es un grupo diverso y nació con la intención de ser un espacio de debate público.

«Desde el inicio tratamos de conectarnos, de alguna manera, y promocionar el trabajo desde las más avanzadas tecnologías. Estamos en Facebook, en Twitter, tenemos una lista de distribución para las personas interesadas en el tema», detalló a SEMlac Camilo García, también integrante del grupo.

En busca de otros tejidos

Además de HxD, muchos otros espacios de activismo por el respeto a los derechos de la comunidad LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transexuales) se han montado sobre las nuevas tecnologías.

La propia directora del CENESEX, Mariela Castro, reconoció en la primera conferencia de prensa de la recién concluida IV Jornada contra la Homofobia que han crecido «los sitios web y los blogs que abordan estos asuntos, la mayoría creados por activistas».

Particularmente, la web de diversidad sexual del CENESEX, de la cual es el propio García uno de los moderadores, ha tenido gran impacto y actualmente reúne a unas 3.000 personas en su Club de amigas y amigos.

Según García, esta página web ha servido para dar una visibilidad positiva, instructiva y amena al tema de la diversidad sexual.

Para Gustavo Valdés, moderador de otro foro que entronca con la temática, el dirigido a los Hombres que tienen sexo con hombres (HSH) en la isla existen al menos seis espacios de este tipo, con alrededor de 50.000 usuarios registrados.

Según este antropólogo, trabajador del Centro Nacional de Prevención de las ITS/VIH/sida, la comunidad homosexual los utiliza fundamentalmente para encontrar pareja, buscar información sobre el VIH/sida o pedir ayuda para resolver problemas familiares, entre otras demandas.

Otro espacio naciente, el boletín digital NotiG, creado por el jurista Alejandro Pérez, espera conseguir próximamente su inscripción en el Registro Nacional de Publicaciones.

«El CENESEX ha hecho un esfuerzo de organización de redes, pero estas, como su nombre lo indican, se complejizan, se van volviendo un entramado que va más allá de las instituciones. Precisamente por eso son redes sociales», reflexionó con SEMlac el periodista Francisco Rodríguez Cruz, activista de HxD y autor del blog Paquito el de Cuba.

Durante los festejos de la recién concluida Jornada cubana contra la Homofobia, la labor de estas redes fue reconocida en no pocos espacios, incluso como impulsora de las celebraciones de estas jornadas desde hace cuatro años, en varias ciudades de la isla.

A juicio de Camilo García, en los últimos años ha habido logros importantes y la gente está empezando a ver la diversidad sexual de una forma más relajada.

Para Rodríguez Cruz, ese impacto seguirá consolidándose si se logran mantener y generar otros espacios, nucleados alrededor del esfuerzo común que el CENESEX está liderando, con diferentes maneras de ver y tratar el asunto del respeto a la diversidad sexual. «El resultado será más efectivo, pues son voces que hablan desde diferentes puntos de vista y múltiples posiciones. Eso fortalece el mensaje principal y abre nuevos caminos», precisó.

Las Isabelas, alianza para ser más felices

Por Dixie Edith

Con historias, sufrimientos, caminos y sueños diferentes, en algo coinciden las santiagueras que conforman el grupo de mujeres lesbianas y bisexuales conocido como «Las Isabelas»: unirse las hizo más felices.

Nacidas como grupo en el año 2002, en Santiago de Cuba, a unos 900 kilómetros de la capital cubana, están consideradas como una de las primeras redes sociales del Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX).

Pero no siempre se llamaron así. Al principio fueron apenas un grupo de mujeres impactadas por conflictos comunes. Tenían una orientación sexual diferente y muchos problemas: unas con las familias, otras con el trabajo, la mayoría con la autoestima.

La enfermera Isell Calzadilla decidió, en el año 2000, que necesitaba aliadas, personas con quienes conversar y a quienes pedir consejo, ayuda.

«Entonces había muchos sitios de encuentro de la población LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transgénero) en Santiago, pero dentro de esos propios grupos hay mucha diversidad y era difícil identificarse, hacer amigas», rememoró Calzadilla con SEMlac.

Así, resolvió compartir sus inquietudes con dos compañeras de trabajo, la médica Viviana Miniet y la psicóloga Aliuska Oliver. Ese fue el núcleo original del grupo y comenzaron a reunirse en un conocido café santiaguero llamado «La Isabelica», que luego les proporcionó el nombre.

También se acercaron a espacios especializados en busca de orientación en asuntos de sexualidad, salud, protección y asesoramiento jurídico, entre otros.

«Ellas vinieron a nosotros indagando sobre posibilidades de inserción comunitaria y pidiendo que se les diera alguna atención», explicó a SEMlac la doctora Kenia Fernández, del Centro Provincial de Promoción para la Salud de Santiago de Cuba.

«A veces se nos complicaba el trabajo porque teníamos que estudiar sobre las particularidades de la sexualidad femenina y buscamos también el apoyo de la Comisión Provincial de Educación Sexual para brindarles un asesoramiento más integral; importante, además, porque sabíamos que, desde la sociedad, se suele manejar mejor la homosexualidad en los hombres que en las mujeres», agregó Fernández.

«Las Isabelas» no se han desligado de ese espacio, en el cual han sido formadas como promotoras en la prevención del VIH/sida y desde el que se suman a la labor comunitaria junto a las brigadistas sanitarias y la Federación de Mujeres Cubanas (FMC).

«En 2002, le escribimos a la directora del CENESEX, Mariela Castro, en busca de otros contactos, otros aprendizajes y nos mandaron especialistas, asesoramiento», explicó Calzadilla.

Una de las personas que las ha seguido de cerca es Norma Guillard, integrante de la Sociedad Cubana Multidisciplinaria para el Estudio de la Sexualidad y participante de la fundación del habanero grupo «Oremi», también de mujeres lesbianas, en 2004.

«Cuando ‘Las Isabelas’ solicitaron el apoyo al CENESEX, además de que fue el primer grupo, eran santiagueras igual que yo y traté de apoyarlas en todo lo que pude. Ellas han seguido siendo mujeres aguerridas, no se han dejado presionar por los prejuicios machistas», contó Guillard a esta agencia.

Hoy, el grupo santiaguero suma poco más de 30 integrantes, de las cuales la mayoría trabaja y comparte el deseo de apoyar a otras.

Aprendizajes

No por gusto buscaron alianzas estas mujeres. Una investigación de la periodista Mabel Ponce de León, en la también oriental provincia de Holguín, a poco más de 730 kilómetros al este de La Habana, confirma la crudeza de la discriminación que sufren las mujeres homo y bisexuales.

Durante el proceso de investigación para su documental radial «Venus de la noche», la realizadora entrevistó a 500 personas de diversa orientación sexual. Más del 80 por ciento de quienes respondieron calificaron a las mujeres no heterosexuales de «vulgares, problemáticas y depravadas».

Asimismo, un 60 por ciento de las y los entrevistados declaró que no toleraría hijas con esa condición y que las expulsarían de sus casas. En tanto, 65 por ciento de la muestra las consideró personas enfermas, detalló Ponce de León en la presentación del documental durante las sesiones del último Encuentro Iberoamericano de Género y Comunicación, celebrado en mayo de 2010 en la capital cubana.

Por si fuera poco, un 40 por ciento de las y los entrevistados confesó que no les gustaba compartir con mujeres lesbianas sus espacios laborales y un 10 por ciento de las propias lesbianas entrevistadas refirió preferir la marginalidad para evitar humillaciones.

Unirse, según Isbrailda Ruíz, otra integrante de «Las Isabelas», es también una manera de abrirse espacios en la sociedad.

«Buscamos que se nos acepte tal y como somos, que se nos respete, que se nos oriente, y lo vamos logrando, poco a poco, con el apoyo de FMC y el CENESEX. Pero también es una manera de sensibilizar un poco a la sociedad, a la población, sobre las mujeres y su diversidad», dijo a SEMlac.

Un recorrido por los avatares de este y otros dos grupos de mujeres vinculados a los esfuerzos del CENESEX: el ya citado «Oremi», y «Fénix», en Cienfuegos, creado en 2008, habla de capacitaciones y empeños en función de la integración, de la aceptación.

«Desde estas redes promueven la creación de espacios amigables y en los diferentes talleres, que se han organizado en los últimos años, se capacitan en temas de salud sexual, autoestima y otros relacionados con sus propias realidades, pero también como promotoras de salud», explicó la psicóloga Nery Lázaro, actual coordinadora nacional de estos grupos de mujeres, en un taller realizado en la propia Santiago de Cuba, durante la reciente IV Jornada Cubana contra la Homofobia.

«Las Isabelas» han devuelto tranquilidad y deseos de vivir a muchachas como Guianeya Castro, quien se sumó al grupo hace casi una década con una difícil historia de desencuentros amorosos y sufrimientos familiares.

«En casa se enteraron de mi orientación sexual porque leyeron mi diario. Desde entonces todo fue muy difícil, pasaron años muy duros. Hoy tengo un trabajo donde la gente me entiende y me acepta. Y tengo al grupo», contó a SEMlac.

Guia, como la llaman las amigas, siempre está presta a dar apoyo tecleando un texto en la computadora, imprimiendo un poema, pues sabe que el trabajo del grupo va ganando otros reconocimientos.

Justo por el respeto que se han ganado les llegó, hace unos pocos meses, Isabel, a quien llaman la bebé, pues tiene apenas 16 años. Una amiga la trajo a ver a Isell, con el consentimiento de la madre, quien se había desempeñado como promotora en la prevención del VIH/sida. Isabel, convencida de lo que quiere en la vida, cree que el hecho de que las familias tengan información certera sobre la diversidad sexual ayuda, pero no basta.

«Al principio las cosas no fueron fáciles en la casa, a pesar de que mi mamá era una persona con conocimientos. Pero luego entendió y me apoyó», explicó.

Para Calzadilla, cada día es un nuevo comienzo: «Muchas veces he querido parar, pero basta que venga una muchacha con un problema para que se me olvide y siga trabajando», confesó.

Ruiz también vive convencida de que queda mucha batalla por delante.

«Todavía muchas mujeres se ven cohibidas de expresar su sexualidad por miedo a la homofobia y esto trae como consecuencia mucha tensión con la familia, que a veces no acepta el derecho de cada persona a ser libre de ser lo que siente. Muchas se sienten rechazadas y lo que buscamos es el apoyo, que la familia y la sociedad comprendan que en sentimiento ajeno no manda nadie», explicó.

Literatura homoerótica, desterrando prejuicios
 

Narrar la diversidad sexual humana parece ser una de las obsesiones de la literatura contemporánea en Cuba. Tras un período, en el cual la tolerancia y la homofobia centraron el abordaje de conflictos homoeróticos, el panorama ha evolucionado hacia un tratamiento antidiscriminatorio e imaginativo de la comunidad LGBTI (lesbianas, gays, bi, trans e intersexuales).

«Estamos llegando a una especie de equilibrio que sobrepasa la moda necesaria de los años 90, en los que casi todos los escritores importantes tenían un gay o una lesbiana en sus cuentos», consideró el ensayista cubano Pedro Pérez Rivero, quien protagonizó el pasado 17 de mayo un conversatorio sobre Literatura y Diversidad Sexual en el Centro Cultural Literario Habana, como parte de la IV Jornada Cubana contra la Homofobia en la capital.

Entre los referentes históricos en este sentido, Pérez Rivero destacó la novela «Hombres sin mujer», escrita por Carlos Montenegro en la década del veinte del siglo pasado, y el cuento «El lobo, el bosque y el hombre nuevo», con el que Senel Paz destapó en 1989 el conflicto de la marginación social a las personas no heterosexuales.

No obstante, el autor del ensayo «De Sodoma vino un ángel» consideró que estas obras se inscriben en cierta tendencia habitual en las letras nacionales, que se aproxima a la diversidad sexual desde percepciones heterosexuales y con matices homofóbicos.

Aunque todavía se mantienen autores con esta perspectiva, Pérez opinó que en poco tiempo se ha recorrido un trecho amplio a favor del disfrute de la diferencia en las letras, a la vez que se va superando la impronta del realismo sucio que encasilló a estos personajes en ambientes sórdidos de la ciudad.

Libros de cuento y novela como «Cien botellas en la pared», de Ena Lucía Portela; «Monte de Venus», de Mercedes Santos Moray; «Minimal son», de Ana Luz García Calzada; «Días invisibles», de Alberto Garrandés; «Tuyo es el reino», de Abilio Estévez; entre otros de autores como Anna Lidia Vega Serova, Pedro de Jesús y Yordanka Almaguer, fueron señalados como ejemplos a destacar en cuanto a un tratamiento desprejuiciado de la comunidad LGBTI.

En cuanto a la representación literaria de travestis y transexuales, el crítico valoró al conjunto de cuentos «Vivir sin Dios», del joven narrador Nonardo Perea, como un texto transgresor en tanto caracteriza a personas con diversos conflictos humanos que, además, poseen esta orientación sexual.

A debate condujo la posible reducción de gays y lesbianas en el universo exclusivo de lo erótico por parte de la narrativa cubana más reciente.

El escritor Sergio Cevedo, presentador del espacio, se preguntó hasta qué punto pudiera existir un homosexual como personaje fuera de la caracterización sexual, pues es en este punto donde radica su principal potenciación literaria.

«La diferencia erótica es una cosa, pero la sexualidad es otra. Y a veces la homosexualidad solo se ve desde lo sexual, y desde lo sexual escabroso», refutó Pérez Rivero.

Por su parte, Luis Vaillant, relacionista público del Centro Provincial del Libro y la Literatura de La Habana, anotó que solo cuando se destierre el pensamiento heteronormativo y la homosexualidad se naturalice en las letras comenzarán a surgir historias donde no exista necesidad de evidenciar la orientación sexual del personaje.

La polémica recayó también en la posibilidad de que la diversidad sexual sea tema de la literatura infanto-juvenil, camino en el que han despuntado en la isla autores como Luis Cabrera Delgado, Eldys Baratute y Nelson Simón.

La sicóloga Sandra Álvarez defendió la necesidad de romper el tabú de hablar de sexualidad a los niños y niñas, en función de un desarrollo futuro mucho más armónico con su orientación sexual y la comprensión del amor y el sexo.

Por su parte, la socióloga Nelly Díaz Laguna apostó por incentivar el reconocimiento y aceptación de las diferencias desde edades tempranas. «Me parece que lo que hay que inculcar es el respeto por la diversidad de todo tipo», acotó.

El consenso llamó a desterrar de todas las instituciones del arte y la cultura los prejuicios con respecto a la diversidad sexual. «Me parece que en medio de esta jornada tenemos que abrir no solo nuestras mentes, sino nuestras editoriales, nuestros centros culturales, para que la familia se abra», insistió el estudiante de filología Ulises Pad.