Durante seis días, más de 100 mil representantes de unos cinco mil movimientos sociales de 150 países debatieron en Brasil las alternativas frente a la crisis global mientras, en Suiza, el poder económico ensayaba su propia mirada de la reconstrucción de la economía mundial. Como señaló un sociólogo portugués, «si nosotros no encontramos la solución, […]
Durante seis días, más de 100 mil representantes de unos cinco mil movimientos sociales de 150 países debatieron en Brasil las alternativas frente a la crisis global mientras, en Suiza, el poder económico ensayaba su propia mirada de la reconstrucción de la economía mundial. Como señaló un sociólogo portugués, «si nosotros no encontramos la solución, ella vendrá de Davos, con más capitalismo y menos derechos».
El IX Foro Social Mundial (FSM) que culminó el domingo 1 de febrero en la ciudad brasileña de Belém do Pará marcó diferencias con sus anteriores ediciones. En esta ocasión, la presencia de cinco presidentes sudamericanos (Hugo Chávez de Venezuela, Evo Morales de Bolivia, Luiz Inácio Lula da Silva de Brasil, Rafael Correa de Ecuador y Fernando Lugo de Paraguay) generó una trascendencia mayor y lo apuntaló como un espacio con capacidad de perfilarse como alternativa anticapitalista ante la crisis económica, energética, ambiental y global que vive el mundo ante el fracaso de la doctrina de libre mercado parida décadas atrás con el Consenso de Washington.
Durante seis días, más de 100 mil personas provenientes de 150 países y representantes de unos cinco mil movimientos sociales debatieron y afianzaron posturas como señal de alerta sobre la crisis global y la necesidad de encauzar las luchas populares.
Antecedentes
El Foro Social Mundial surgió como una alternativa al Fondo Económico de Davos, en un momento de auge del neoliberalismo en el planeta. En el año 2001, la ciudad brasileña de Porto Alegre, un lugar que era cuna del Presupuesto Participativo y de fuerte presencia de la Central Unica de Trabajadores (CUT) y del Movimiento de los Sin tierra (MST), cobijó el primer encuentro de altermundistas. Su antecedente cercano habían sido las manifestaciones contra la Organización Mundial de Comercio en Seattle (Estados Unidos) en noviembre de 1999, que luego se extendieron por muchas otras ciudades del mundo. Las movilizaciones contra la invasión a Irak fueron el punto más alto de esa etapa antiglobalización. Hoy, esa convergencia de movimientos en sus intercambios de experiencias y coordinación de luchas se afianza en hacer parte a aquellos gobiernos progresistas de la nueva izquierda latinoamericana, con la certeza de la necesidad de pasar a una etapa de lucha más ofensiva frente al capitalismo global.
En paralelo, la 39° edición anual del Foro Económico de Davos estuvo lejos de ser aquel lugar desde donde los defensores del neoliberalismo difundían los logros del capitalismo financiero mundial. Esa voz resonante esta vez quedó reducida a los fríos Alpes suizos, donde brilló el escepticismo: el debacle de la economía de los países centrales desde septiembre de 2008 generó un imparable efecto dominó hacia la recesión.
El FSM capeó contra el precepto de la ideología del «Fin de la Historia» de los ’90 y demostró la viabilidad de sus propuestas frente a la crisis económica y el futuro de la humanidad.
Ausencias
El Foro Social Mundial aterrizó en la ciudad brasileña de Belém, donde fueron convocados cinco mandatarios latinoamericanos, mientras que al Foro Económico Mundial de Davos, sólo asistieron dos presidentes: Felipe Calderón de México y Álvaro Uribe de Colombia. Asimismo, por obvias razones, no participaron algunas de las figuras más poderosas de los foros pasados, tal es el caso del «notable banquero» Richard Fuld, excluido por sus aliados después de que el banco de inversiones que dirigía, Lehman Brothers, colapsara el año pasado. Lo mismo ocurrió con John Thain, ex director ejecutivo de Merryll Lynch, quien, según el diario británico Financial Times, tenía previsto ser anfitrión de un desayuno de alto nivel en Davos, pero se vio obligado a renunciar. Tampoco fue parte uno de los promotores del FEM, el empresario indio Ramalinga Raju, fundador y presidente del gigante de la informática Satyam, quien está siendo investigado en relación con presuntas actividades fraudulentas por un monto de más de US$ 1.000 millones.
Con justa razón, el establishment mundial que se reunió en Davos teme que la crisis económica derive en brotes de violencia, teniendo en cuenta que las principales multinacionales anuncian el despido de cerca de 150 mil trabajadores.
La propuesta desde el Sur
Los que convocaron a Davos ensayan cómo detener esta crisis que ellos mismos provocaron, y como soluciones centrales recurren a los Estados para proteger los bancos, sin saber cómo proteger a las personas, pero madurando qué tipo de capitalismo aplicar después de esta situación.
Para el sociólogo portugués, Boaventura de Souza Santos, participante del FSM, se debe buscar una alternativa para la crisis mundial porque el riesgo es «que el Foro Económico de Davos la presente antes. Si nosotros no encontramos la solución, ella vendrá de Davos, con más capitalismo y menos derechos».
En su papel de anfitrión, el presidente brasileño Luiz Inacio Lula Da Silva pidió, junto a sus colegas de Ecuador, Bolivia, Venezuela y Paraguay, la creación de alternativas antineoliberales que rechazaran las tendencias capitalistas que provocaron la actual crisis económica internacional y fortalecer la integración regional.
En la IX edición de FSM, la Cuba revolucionaria ocupó un espacio propicio cuando los presidentes Hugo Chávez de Venezuela, Evo Morales de Bolivia y Fernando Lugo de Paraguay, reclamaron a su homólogo de Estados Unidos, Barack Obama, la devolución a Cuba del territorio de la base naval de Guantánamo. El presidente de Ecuador, Rafael Correa, aseguró que el neoliberalismo es un sistema perverso que ha colapsado y que el Foro Social Mundial es parte de la solución que el mundo necesita. No obstante, desde los movimientos campesinos, el dirigente del MST, João Pedro Stédile urgió a los presidentes a dar respuestas a la crisis económica mundial, manifestando que «los gobiernos de Latinoamérica tienen que reunirse para hacer cambios estructurales y no medicinas para el capital». Stédile espera que los presidentes inviten a los movimientos sociales de sus países para discutir con ellos las salidas para la crisis. «Han estado muy flojos y esperamos más de ustedes», recalcó durante la conclusión del encuentro con los presidentes.
«No alcanza con intercambiar experiencias entre militantes»
Según el secretario ejecutivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), Emir Sader, el Foro Social Mundial debe pasar al debate político porque «la propuesta de superar el neoliberalismo simplemente con la esfera social, sin la política, quedó superada».
Sader insistió durante una entrevista con la agencia Italiana ANSA, que «ya es hora de que planteemos cómo hacemos para que la consigna del Foro, Otro Mundo es Posible, sea llevada adelante en la práctica. No alcanza con intercambiar experiencias entre militantes de todos los continentes». «Es una oportunidad para que los movimientos y organizaciones no gubernamentales hagan un arreglo de cuentas con la política que ha estado medio ausente en los últimos años«, consideró el sociólogo brasileño.
Hugo Chávez reconoció durante su discurso que el mundo está «frente a una crisis del modelo capitalista y de las políticas irresponsables del gobierno de Estados Unidos». Mientras, el presidente ecuatoriano admitió que el socialismo del siglo XXI se «debe profundizar en América Latina y que la autocrítica, la constante renovación y las especificidades» son sus características. Por su parte, Fernando Lugo aprovechó su presencia en Brasil para reclamar un nuevo acuerdo (y la revisión del Tratado) sobre el manejo compartido de la hidroeléctrica Itaipú Binacional. «El gobierno de Lula no nos puede decir que no a un precio justo y la libre disposición de la energía», indicó Lugo sobre las negociaciones entre ambos países. Por último, Evo Morales reivindicó la Constitución recientemente aprobada en Bolivia, señalando como logros de la nueva Carta Magna que «los servicios básicos como el agua y la luz son derechos humanos y por eso no pueden ser privatizados».
Si por algo se eligió la región norte brasileña para organizar el FSM 2009 es por el impacto ambiental que viene sufriendo la Amazonia, una de las regiones más afectadas por las catástrofes climáticas, cuyas consecuencias ya se están sintiendo. Teniendo en cuenta además que en ella viven diversos pueblos indígenas, durante este foro se presentaron sus reivindicaciones junto a los miles de ambientalistas presentes.
La coincidencia de las 133 mil almas presentes durante el Foro Social Mundial es que la crisis capitalista internacional está impactando en varios frentes. La crisis alimentaria es uno de ellos. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO), el número de personas que pasan hambre en el mundo aumentó de 832 millones en 2007 a 963 millones en 2008. La crisis ha saltado desde lo financiero y lo económico a lo climático, energético, migratorio y civilizatorio.
En consecuencia, al Foro Social Mundial se le presenta un gran desafío para reinsertarse en la construcción de otro mundo posible y la definición de plataformas post-neoliberales, como la construcción de procesos de paz justos en los epicentros de conflictos (Irak, Afganistán, Palestina, Colombia), el avance en la organización de la democratización de los medios de comunicación, y los conocimientos en la búsqueda de un mundo multipolar. Según lo propuesto en Belém por los movimientos sociales, 2009 será un año de diversas movilizaciones globales, concentrándose principalmente en los meses de marzo y abril durante la reunión de los «dueños del gran capital», quienes buscarán descargar esta nueva crisis sobre los hombros de los pueblos del Tercer Mundo.
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